Alberto Illán Oviedo
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Autor de la bitácora Areopagítica
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Pronto la "supervivencia del más apto", término que no fue acuñado por Darwin sino por el filósofo británico Herbert Spencer, o la "selección natural", que sí se le debemos al naturalista, dieron el salto de lo meramente biológico al campo de la filosofía y de la naciente sociología.
Kyoto es un protocolo por el cual los países firmantes se comprometen a que sus gobiernos o sus parlamentos ratifiquen un tratado por el cual se limitarán las emisiones globales de dióxido de carbono y otros gases en una cantidad aparecida en el tratado en un periodo que llega hasta el 2012.
La guerra siempre ha sido un tema interesante, tanto desde un punto de vista histórico como desde un punto de vista más militar y a mí me ha llamado la atención por lo bueno y malo que de cada una de las personas puede sacar esta situación límite.
Durante este verano y parte del otoño, se ha venido repitiendo un curioso fenómeno en todo el mundo occidental: que nos hemos quedado a oscuras en los lugares más insospechados.
No hace mucho tiempo se ha empezado a comercializar en España la llamada “energía verde”, generada por fuentes energéticas renovables o cariñosamente conocidas como limpias.
Cuento la anécdota de memoria pues lo leí hace mucho, pero que mucho tiempo, pero siempre me pareció divertida e ilustra muy bien cual es mi opinión sobre este tema.
Temo ser un poco agorero pero creo que el conflicto entre Europa y Estados Unidos a propósito de los transgénicos lo tenemos más que perdido en el viejo continente.
Desde que en el 7.000-8.000 a.C. se desarrolló la agricultura allá por los valles de Irak, la humanidad no ha dejado de investigar y aplicar la experiencia y el conocimiento para que los resultados de esas cosechas fueran cada vez mejores, en cantidad y calidad.
Imagínese, querido lector, que va tranquilamente por la calle y unos individuos de aspecto fiero y desaseado deciden que esa noche se van a correr una juerga con un presupuesto equivalente al que usted tiene en ese momento en el bolsillo. Más concretamente con el que usted tiene en el bolsillo.
Vivimos en la época post-chapapotica, nuevo calendario en el que se mueve España desde hace unos meses. Telediario tras telediario, noticiero tras noticiero, somos bombardeados con las últimas primicias sobre el desastre ecológico más grande de todos los tiempos: el hundimiento del ‘Prestige’ y la gran crisis económica asociada en la que se ve envuelta la Comunidad Gallega.
Me gusta el cine americano. Sí, ya sé que puedo parecer un esquirol, dada la terrible crisis que ahora sufre nuestro cine español, tan querido, pero qué le voy a hacer.
Lo sostenible está de moda. Pero no me estoy refiriendo a las prótesis siliconadas de alguna famosa de turno. Yo hablo del adjetivo, de uso muy común en ambientes políticos, tertulianos y económicos.
No puedo evitar ver la televisión. Algunas veces, incluso lo que no quiero. Es un problema que le pasa a mucha gente. Te quedas embobado frente a la caja tonta y ahí te pasas toda el día, la tarde o la noche, aunque tengas algo urgentísimo que hacer.
Lo reconozco, cada vez que viendo la televisión escucho algún ecologista explicando los grandes males que hoy en día están castigando a la Madre Tierra, se me abren las carnes.