12 de Julio de 2005
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Bitácora de Alberto Illán Oviedo
Telefonía móvil, ¿por qué tres operadores y no uno?
O cinco, o seis, o trece, o ninguno. El sector de las telecomunicaciones es uno de esos en los que los poderes públicos tienen puestos sus ojos y en más de una ocasión sus manos. La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones ha hecho público el borrador de un análisis del mercado de la telefonía móvil en el que insta, dentro de una línea claramente intervencionista, a imponer la figura de los operadores móviles virtuales (OMV) a los ya existentes, es decir Telefónica Móviles, Vodafone y Amena. La razón, como no, favorecer la competencia. El sistema, obligar a las operadoras a que pongan sus redes, instalaciones y sistemas informáticos a disposición de estos OMV a "precios razonables" para que estos puedan dar servicios a sus clientes.
El sector de las telecomunicaciones es uno de los más intervenidos en España. Centrándonos en la telefonía móvil y como en las televisiones, es el ministerio de turno el que decide cuántos operadores puede haber, como en el eléctrico, es el ministerio el que establece los precios, es el ministerio el que nos dice cuáles de los operadores son dominantes y por tanto obligados a cumplir una serie de condiciones y restricciones, es el ministerio y en buena medida las administraciones locales las que nos indican dónde y cómo se pueden colocar las antenas o cualquier otra infraestructura, es el ministerio el que controla y marca los límites en los que las empresas pueden ejercer su labor. Y en estas condiciones, la CMT pide más competencia.
Resulta paradójico que las administraciones se preocupen tanto por la capacidad de elegir de los ciudadanos en un escenario donde son las propias administraciones las que controlan todo. Su base radica en que el espectro electromagnético es un bien público y como tal sólo puede ser administrado por el Estado, valedor y garante de lo que no es de nadie pero es de todos. En estas circunstancias, en España hay tres operadoras en funcionamiento, las antes mencionadas y una en dique seco, Xfera, la única que debe emitir sólo en el protocolo UMTS, (el resto lo hacen además en GSM/GPRS).
Precisamente esta absurda situación, en la que la administración obliga a las empresas a dar sus servicios en un determinado protocolo y no en el que se quiera, es una de las razones de que el sector de las telecomunicaciones en España sea tan poco activo. Lo lógico es que cada empresa se centre en la tecnología que mejor resultado le dé. En todo caso y en un mercado libre, es el cliente el que le demandaría otros servicios y la empresa decide si dárselos o centrase en aquello en lo que es más efectiva. Por poner un ejemplo, actualmente los usuarios de UMTS en España se cifran algo más de 200.000, (138.000 para Vodafone y entre 65.000 y 70.000 para Telefónica Móviles) lo que es bastante ridículo si tenemos en cuenta que el 80% de los españoles tiene un móvil y algunos incluso más. Esto quiere decir que los servicios UMTS, no terminan de cuajar, que videconferencias, Internet, telefonía IP, televisión no son apreciados, quizá por lo excesivo de su precio, quizá por que los terminales son aún demasiado caros, quizá porque el español de a pie no necesita ninguno de estos juguetitos. Esta es por otra parte, una de las razones de que Xfera ni siquiera se haya decidido a lanzar su servicio. Xfera, o mejor dicho, sus socios capitalistas, tuvieron que hacer un desembolso enorme para ganar un concurso y vender humo y contrajeron unas obligaciones con la administración que se han convertido en un pozo sin fondo para ACS, FCC y compañía. En un mercado libre, la incapacidad de Xfera para lanzar ningún servicio hace mucho tiempo que se hubiera transformado en una quiebra, en una aventura financiera fallida y a otra cosa, no en un gasto absurdo y unas obligaciones que traen por la calle de la amargura a más de uno. Hasta la América Móvil de Carlos Slim, el amigo de Felipe González, ha decidido no competir en el mercado ibérico.
Si de verdad están tan interesadas las autoridades en favorecer la competencia lo lógico, no es que se impongan los OMV, ni siquiera que se añada uno o dos operadores no virtuales más, lo lógico es que dejen de repartir el espacio radioeléctrico y permitan que el que tenga la tecnología, el capital y las ganas, empiece a dar servicio y que los ciudadanos decidan si es digno o no de su confianza. Si alguno de los operadores actuales quiere 'vender' parte de su espacio radioeléctrico, quiere alquilar sus instalaciones o su sistema informático, que lo haga, pero que no se lo imponga nadie y mucho menos la CMT o el ministro Montilla. El número de operadores adecuado para el mercado español, virtuales o no, lo deben decidir los españoles y nadie desde la administración. Pero además, en un mercado libre esos operadores lo serán sin que nadie les pida cuentas salvo sus clientes y podrán quebrar y resurgir, aparecer y desaparecer, dando una agilidad y una capacidad de innovación que no tendremos nunca si seguimos como hasta ahora.
El sector de las telecomunicaciones es uno de los más intervenidos en España. Centrándonos en la telefonía móvil y como en las televisiones, es el ministerio de turno el que decide cuántos operadores puede haber, como en el eléctrico, es el ministerio el que establece los precios, es el ministerio el que nos dice cuáles de los operadores son dominantes y por tanto obligados a cumplir una serie de condiciones y restricciones, es el ministerio y en buena medida las administraciones locales las que nos indican dónde y cómo se pueden colocar las antenas o cualquier otra infraestructura, es el ministerio el que controla y marca los límites en los que las empresas pueden ejercer su labor. Y en estas condiciones, la CMT pide más competencia.
Resulta paradójico que las administraciones se preocupen tanto por la capacidad de elegir de los ciudadanos en un escenario donde son las propias administraciones las que controlan todo. Su base radica en que el espectro electromagnético es un bien público y como tal sólo puede ser administrado por el Estado, valedor y garante de lo que no es de nadie pero es de todos. En estas circunstancias, en España hay tres operadoras en funcionamiento, las antes mencionadas y una en dique seco, Xfera, la única que debe emitir sólo en el protocolo UMTS, (el resto lo hacen además en GSM/GPRS).
Precisamente esta absurda situación, en la que la administración obliga a las empresas a dar sus servicios en un determinado protocolo y no en el que se quiera, es una de las razones de que el sector de las telecomunicaciones en España sea tan poco activo. Lo lógico es que cada empresa se centre en la tecnología que mejor resultado le dé. En todo caso y en un mercado libre, es el cliente el que le demandaría otros servicios y la empresa decide si dárselos o centrase en aquello en lo que es más efectiva. Por poner un ejemplo, actualmente los usuarios de UMTS en España se cifran algo más de 200.000, (138.000 para Vodafone y entre 65.000 y 70.000 para Telefónica Móviles) lo que es bastante ridículo si tenemos en cuenta que el 80% de los españoles tiene un móvil y algunos incluso más. Esto quiere decir que los servicios UMTS, no terminan de cuajar, que videconferencias, Internet, telefonía IP, televisión no son apreciados, quizá por lo excesivo de su precio, quizá por que los terminales son aún demasiado caros, quizá porque el español de a pie no necesita ninguno de estos juguetitos. Esta es por otra parte, una de las razones de que Xfera ni siquiera se haya decidido a lanzar su servicio. Xfera, o mejor dicho, sus socios capitalistas, tuvieron que hacer un desembolso enorme para ganar un concurso y vender humo y contrajeron unas obligaciones con la administración que se han convertido en un pozo sin fondo para ACS, FCC y compañía. En un mercado libre, la incapacidad de Xfera para lanzar ningún servicio hace mucho tiempo que se hubiera transformado en una quiebra, en una aventura financiera fallida y a otra cosa, no en un gasto absurdo y unas obligaciones que traen por la calle de la amargura a más de uno. Hasta la América Móvil de Carlos Slim, el amigo de Felipe González, ha decidido no competir en el mercado ibérico.
Si de verdad están tan interesadas las autoridades en favorecer la competencia lo lógico, no es que se impongan los OMV, ni siquiera que se añada uno o dos operadores no virtuales más, lo lógico es que dejen de repartir el espacio radioeléctrico y permitan que el que tenga la tecnología, el capital y las ganas, empiece a dar servicio y que los ciudadanos decidan si es digno o no de su confianza. Si alguno de los operadores actuales quiere 'vender' parte de su espacio radioeléctrico, quiere alquilar sus instalaciones o su sistema informático, que lo haga, pero que no se lo imponga nadie y mucho menos la CMT o el ministro Montilla. El número de operadores adecuado para el mercado español, virtuales o no, lo deben decidir los españoles y nadie desde la administración. Pero además, en un mercado libre esos operadores lo serán sin que nadie les pida cuentas salvo sus clientes y podrán quebrar y resurgir, aparecer y desaparecer, dando una agilidad y una capacidad de innovación que no tendremos nunca si seguimos como hasta ahora.
Comentarios
Excelente análisis sobre el intervencionismo.
Si me lo permite, le añado algo: esos OMV ya los conocemos. En la red fijo constituyen la rémora más importante para el mayor crecimiento de la banda ancha.
La absurda regulación que establece un precio máximo garantizado para el revendedor de ADSL (un equivalente en red fija al OMV en red móvil) y la vinculación, con un porcentaje, de los precios de la oferta mayorista y minorista del operador dominante ha logrado lo esperable: uno de los peores y más caros servicios de ADSL de Europa.
De Asia ni hablamos, para que no se nos caiga el alma a los pies viendo que por lo que aquí te dan 512kbit/s en Japón te enchufan 100 Mbit/s, con tele y teléfono IP.
El móvil ha sido un exitazo en todo el mundo. Y especialmente (cosa que es menos conocida) en los países menos desarrollados, en los que juega un papel sustitutivo del teléfono fijo. Su instalación, a veces, es más barata. Pero, sobretodo, se ha beneficiado de la existencia de una competencia real (aunque limitada) que no existía para los viejos monopolios de telefonía fija donde medraban funcionarios cuyo salario era independiente del servicio que su ministerio diera a los súbditos.
En fin, que la competencia limitada en móviles, que ha resultado ser un éxito de proporciones épicas, no gusta en ambientes intervencionistas donde se prefiere el modelo más intervencionista -aun más- de la telefonía fija y la regulación de precios mayoristas y minoristas perpetradas por manadas de funcionarios que no se juegan absolutamente nada si destrozan el sector y la economía en su conjunto.
Si me lo permite, le añado algo: esos OMV ya los conocemos. En la red fijo constituyen la rémora más importante para el mayor crecimiento de la banda ancha.
La absurda regulación que establece un precio máximo garantizado para el revendedor de ADSL (un equivalente en red fija al OMV en red móvil) y la vinculación, con un porcentaje, de los precios de la oferta mayorista y minorista del operador dominante ha logrado lo esperable: uno de los peores y más caros servicios de ADSL de Europa.
De Asia ni hablamos, para que no se nos caiga el alma a los pies viendo que por lo que aquí te dan 512kbit/s en Japón te enchufan 100 Mbit/s, con tele y teléfono IP.
El móvil ha sido un exitazo en todo el mundo. Y especialmente (cosa que es menos conocida) en los países menos desarrollados, en los que juega un papel sustitutivo del teléfono fijo. Su instalación, a veces, es más barata. Pero, sobretodo, se ha beneficiado de la existencia de una competencia real (aunque limitada) que no existía para los viejos monopolios de telefonía fija donde medraban funcionarios cuyo salario era independiente del servicio que su ministerio diera a los súbditos.
En fin, que la competencia limitada en móviles, que ha resultado ser un éxito de proporciones épicas, no gusta en ambientes intervencionistas donde se prefiere el modelo más intervencionista -aun más- de la telefonía fija y la regulación de precios mayoristas y minoristas perpetradas por manadas de funcionarios que no se juegan absolutamente nada si destrozan el sector y la economía en su conjunto.
En realidad a la CMT no le interesa los consumidores, solo en la medida en que puede justificar lo injustificable, una politica intervencionista que es totalmente irracional. No se discute si la CMT obliga a que las empresas cumplan algunos requisito o directrices en su actividad comercial quepodamos discutir u opinar si respetan mas o menos el libre mercado y los derechos individuales, lo que hace directamente es decirles a las empresas en que pueden o no invertir o comercializar, a que pueden o no dedicar su capital. Es un absurdo que no se sostiene por ningun lado. Lo increible es que no se den cuenta.
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