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8 de Diciembre de 2005

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Las armas de Bono

En todo colectivo pueden surgir desavenencias. Al fin y al cabo, los colectivos los forman personas y sus intereses pueden entrar en conflicto. El Gobierno, un gobierno cualquiera, no es ajeno a estas desavenencias y no será el primer ni el último que muestre diferencias, incluso irreconciliables, entre alguno de sus miembros. La influencia de unos ministros siempre será mayor que la de otros y una de las labores del Presidente, que es el que los ha nombrado, sería reconciliar las desavenencias y propiciar el trabajo en equipo. Otra de sus misiones y por extensión de todos los miembros del Ejecutivo es dar la sensación que estas discrepancias existen pero son salvables y que la política del Gobierno tiene unos objetivos claros, tiene unos medios y un horizonte.

Desgraciadamente, el Gobierno de Zapatero es malo incluso en esto, en dar una mínima imagen donde la coherencia sea al menos, una virtud. Y resulta paradójico ya que estamos ante el Gobierno de la imagen, ante el Gobierno de las palabras elocuentes, grandiosas pero carentes de contenido, estamos ante el Gobierno de los grandes diálogos, estamos ante el Gobierno del buen talante, estamos ante el Gobierno que lucha contra la crispación de la "derechona". Estamos ante el Gobierno del vacío.

Bono y Moratinos son algo así como Stan Laurel y el Oliver Hardy de la política española, sin saber a ciencia cierta, quién es el gordo y quién el flaco. Juntos, serían una pareja entrañable si no fuera por la imagen patética que dan en ámbitos internacionales. Tras anunciar el ministro de Exteriores que el de Defensa iba a pasar por Angola para cerrar una operación de venta de armas, similar a la que se cerró no hace mucho en Caracas, con el gorilón Chávez como maestro de marionetas, Bono se nos arranca asegurando que:

"El ministro de Defensa de España no tiene prevista ninguna visita a Angola, fui invitado por mi colega angoleño en mayo de este año se le contestó pues agradeciéndole y diciéndole que ya se buscarían fechas siete meses después no se han concretado las fechas y no tengo previsto ir ni el 2005 ni en el 2006"

Para rematar que su Ministerio:

"No se dedica a vender armas".

Claro, señor Bono, y lo de Venezuela fue un préstamo montillesco al estilo de La Caixa. El breve se condonará la deuda y santas pascuas. No hace mucho, el Gordo y el Flaco protagonizaron otra cuando Bono llamó desde Filipinas a la familia del condenado a muerte en ese país para decir que había conseguido su salvación y Moratinos se apresuró a declarar que eso ya lo había hecho él.

¡Organización!, que gritaría el protagonista del chiste. Pero este desconcierto continuo tiene un solo culpable, José Luis Rodríguez Zapatero. Un presidente debe evitar esta lamentable situación, un presidente debe tener claro qué es lo que quiere, cómo quiere conseguirlo y con qué puede conseguirlo.

En un libro que acabo de empezar sobre los orígenes de la Primera Guerra Mundial (Cañones de agosto, de Barbara W. Tuchman) he podido leer esta frase:

"[Los políticos alemanes] habían perseguido unos objetivos claramente limitados, pero andaban tras unos horizontes más ambiciosos, sin tener una idea clara de lo que deseaban".

Creo que a todos los españoles nos gustaría saber qué es lo que desea el señor Zapatero y cómo pretende conseguirlo, porque más allá de estos discursos "sin chicha ni limoná" y después de más de un año y medio en el poder, queremos saber. ¿Hay algo ahí?

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