28 de Enero de 2006
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Bitácora de Alberto Illán Oviedo
La soez agenda de la Generalitat
El comportamiento ético y moral de la izquierda siempre me ha llamado la atención por su sectarismo sistemático. Así lo que es reprobable para algunos, pasa como un comportamiento adecuado o perdonable en otros. La vida privada de Francisco Álvarez Cascos, ex ministro y ex hombre fuerte del PP, es plato fuerte en los programas del hígado y sin embargo, otros dirigentes socialistas cuyas vidas son incluso más escabrosas, gozan de inmunidad mediática. Los comportamientos de las empresas son machistas, sexistas, insolidarios e inaceptables pero los de los partidos de izquierda o los de las administraciones que dominan son perfectamente aceptables, informativos o liberadores. Pero incluso en es este sectarismo que vivimos, muy de vez en cuando, la izquierda se pasa de frenada y algún conservador perspicaz aprovecha la situación para devolverles el golpe.
Algo así ha ocurrido con las agendas institucionales del año 2006 distribuidas por los departamentos de Cultura y de Comercio, Turismo y Consumo de la Generalitat. La parlamentaria convergente Carme-Laura Gil ha podido comprobar con estupefacción que dentro de dichas agendas se hacía publicidad institucional de un conocido prostíbulo gerundense, La Paloma Blanca del que se recomiendan en su decimotercer aniversario sus suites con jacuzzi, sus espectáculos eróticos y sus servicios de "despedidas de solteros" y todo esto en medio de la campaña contra la prostitución callejera, (lo que le da cierta coherencia) y todo ello sazonado con frases machistas. Evidentemente, tal contenido ha despertado la indignación de personas de moral rígida o de planteamientos conservadores dogmáticos.
Sin embargo, poco o nada he dicho sobre la oportunidad de que una administración se dedique a publicar un almanaque. ¿Es esa su labor?, ¿forma parte de sus cometidos?, el tema no es tanto el contenido de la publicación sino su idoneidad y el uso arbitrario del dinero público. Me resulta incluso vergonzoso recordar que existen diferentes maneras de obtener una agenda sin que le tenga que costar a la ciudadanía, se puede comprar, te la pueden regalar, incluso con la compra de determinados artículos se da como regalo. Se pueden conseguir agendas generales o temáticas, de contenidos escatológicos o píos e inmaculados, intelectuales o festivos. En todos los casos ha participado la voluntad del que la necesita y la del que ve en su producción, venta o regalo un servicio que ofrecer. El acceso a una agenda no es un derecho, ni siquiera una obligación ni su contenido una información de "carácter público". Las Administraciones públicas no son empresas que tengan que contentar a sus clientes, potenciales o reales, con regalos que en muchos casos terminan en el cubo de la basura o en el contenedor de papel. Tal es el fin de muchas promociones, yo mismo he tirado más de una agenda que la FNAC regalaba aprovechando la Navidad.
Lo peor de todo es que estamos acostumbrados a este despilfarro público y hasta lo vemos con cierta simpatía. Las Administraciones deben justificar un presupuesto porque si no lo gastan se lo bajan y de esta manera se favorece el derroche. Puede que estas pequeñas cosas no supongan un pelotazo al estilo La Caixa-Montilla pero sumadas seguramente suponen un porcentaje nada despreciable, dinero que se podía haber dedicado a otra cosa o en el mejor de los casos que podría haber permanecido en el bolsillo del contribuyente. El contenido si se me apura es lo de menos, aunque entiendo perfectamente que algunos se enfaden por el contenido de la agenda, que ensalza una moralidad o una inmoralidad que no se comparte o se rechaza. Pero esto es válido para cualquier contenido, sea religioso-fundamentalista o libertino-soez. Me gustaría que la parlamentaria de CiU se cabreara también con otras agendas pero claro, eso es pedir coherencia y de esa virtud...
Algo así ha ocurrido con las agendas institucionales del año 2006 distribuidas por los departamentos de Cultura y de Comercio, Turismo y Consumo de la Generalitat. La parlamentaria convergente Carme-Laura Gil ha podido comprobar con estupefacción que dentro de dichas agendas se hacía publicidad institucional de un conocido prostíbulo gerundense, La Paloma Blanca del que se recomiendan en su decimotercer aniversario sus suites con jacuzzi, sus espectáculos eróticos y sus servicios de "despedidas de solteros" y todo esto en medio de la campaña contra la prostitución callejera, (lo que le da cierta coherencia) y todo ello sazonado con frases machistas. Evidentemente, tal contenido ha despertado la indignación de personas de moral rígida o de planteamientos conservadores dogmáticos.
Sin embargo, poco o nada he dicho sobre la oportunidad de que una administración se dedique a publicar un almanaque. ¿Es esa su labor?, ¿forma parte de sus cometidos?, el tema no es tanto el contenido de la publicación sino su idoneidad y el uso arbitrario del dinero público. Me resulta incluso vergonzoso recordar que existen diferentes maneras de obtener una agenda sin que le tenga que costar a la ciudadanía, se puede comprar, te la pueden regalar, incluso con la compra de determinados artículos se da como regalo. Se pueden conseguir agendas generales o temáticas, de contenidos escatológicos o píos e inmaculados, intelectuales o festivos. En todos los casos ha participado la voluntad del que la necesita y la del que ve en su producción, venta o regalo un servicio que ofrecer. El acceso a una agenda no es un derecho, ni siquiera una obligación ni su contenido una información de "carácter público". Las Administraciones públicas no son empresas que tengan que contentar a sus clientes, potenciales o reales, con regalos que en muchos casos terminan en el cubo de la basura o en el contenedor de papel. Tal es el fin de muchas promociones, yo mismo he tirado más de una agenda que la FNAC regalaba aprovechando la Navidad.
Lo peor de todo es que estamos acostumbrados a este despilfarro público y hasta lo vemos con cierta simpatía. Las Administraciones deben justificar un presupuesto porque si no lo gastan se lo bajan y de esta manera se favorece el derroche. Puede que estas pequeñas cosas no supongan un pelotazo al estilo La Caixa-Montilla pero sumadas seguramente suponen un porcentaje nada despreciable, dinero que se podía haber dedicado a otra cosa o en el mejor de los casos que podría haber permanecido en el bolsillo del contribuyente. El contenido si se me apura es lo de menos, aunque entiendo perfectamente que algunos se enfaden por el contenido de la agenda, que ensalza una moralidad o una inmoralidad que no se comparte o se rechaza. Pero esto es válido para cualquier contenido, sea religioso-fundamentalista o libertino-soez. Me gustaría que la parlamentaria de CiU se cabreara también con otras agendas pero claro, eso es pedir coherencia y de esa virtud...
Comentarios
Una muestra más de lo fácil que es gastarse el dinero ajeno recaudado por el fisco, tan fácil que no puede resistirse la tentación de exhibir pensamientos que se sabe serán recibidos con desagrado por buena parte de los destinatarios, quienes además han sufragado con su cuota parte el gasto, lo que debe aumentar su morboso atractivo, sobre todo si se considera que muy probablemente la baladronada saldrá gratis al responsable debido al funcionamiento robótico y sin control real de las terminales más periféricas de las administraciones públicas, circunstancia que es favorecida por el hecho de su gran número y variopinta actividad.
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