8 de Julio de 2007
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Aquí, hasta el más tonto monta un concierto
Sufre usted hemorroides en silencio ante la indiferencia de sus familiares y la rechifla de sus amigos, padece algún complejo del que le gustaría deshacerse, tiene algún vicio inconfensable que desearía denunciar ante la humanidad, algún objetivo utópico, alguna causa justa, alguna especie animal que salvar, un hierbajo que proteger, un niño que apadrinar, un tirano que defender, un político que amamantar: no sé a que espera, busque algún capitalista con pasado sospechoso, o mejor, una subvención que le otorgue un politicastro con mucho que esconder y monte un concierto. Esta de moda, en las últimas semanas hemos asistido a dos muy sonados, el primero para recordar a una histérica nacida noble, con un pésimo gusto para emparejarse, inestable hasta la nausea, amiga de causas “nobles” y otras gaitas, no precisamente escocesas, y esta misma semana otro organizado por ese amigo del derroche y la hipocresía, contaminador en sus ratos libres y denunciante de Apocalipsis al módico precio de 240.000 euros, que es Al Gore y que ha denominado con la fastuosidad hortera que manejan los salvadores del mudo Live Earth.
Siempre me ha llamado la atención la necesidad que tienen estos menesterosos intelectuales de montar saraos de este tipo. Más allá del autobombo y del marketing personal que les supone para sus carreras (algunas muy necesitadas de liquidez tras los excesos propios de la fama) o para su propia imagen, no creo que sirvan para mucho más, no a estas alturas del siglo XXI. La nunca suficientemente valorada Mary White menciona a su querido y añorado George Harrison como el culpable de todo, desde que organizó un concierto para denunciar la situación de Bangladesh. María, que seguramente es mucho mejor persona que yo, tiene desde luego una visión más pura de la naturaleza humana, incluida la de Harrison, que la mía, porque desde mi punto de vista el ex Beatle y ex cantante (lo digo por su condición de difunto) no deja de ser otro de los buenistas, alguno de ellos con oscuras intenciones, que tanto daño hacen a la humanidad. Más allá de la excelencia de su obra musical (en el caso de Harrison es clara y notoria –te recomiendo María que te agencies los éxitos reunidos de los Traveling Wilburys, reunión de amiguetes donde cantó GH y otros insignes dignos de ser tenidos en cuenta en la historia de la música pop-), esta gente podría haberse quedado mejor en su casa: cuando denuncian equivocan el mensaje, aunque esto no sería lo más grave, lo peor radica en que entre sus muchos seguidores hay políticos, esa especie sedienta de votos e imagen pública capaces de llevar a cabo costosas campañas y políticas a cargo del contribuyente con todo lo que han “descubierto”.
Puede que hasta ahora alguien me pueda echar en cara que no he aportado ninguna razón para abominar de estas variaciones del célebre “lleve a un pobre a su mesa” que tan acertadamente rodó Luis García Berlanga. Primero, el mensaje es erróneo, siempre se fijan en las consecuencias de lo que está pasando, que si hay mucha pobreza, mucho hambre, muchos muertos, mucha violencia, pero nunca en las causas. Nunca se plantea un profundo análisis de la situación, las razones que la han originado, lo complicado que es detectarlas y mucho menos detenerlas. Todo se generaliza, se trivializa pese a que no es lo mismo que haya refugiados por una guerra entre países, que los haya por una guerra civil, no es lo mismo una revuelta política que un genocidio racista, no es lo mismo el hambre originado por un régimen como el de Castro en Cuba, que el que provoca cualquier sacamantecas africano.
Una vez equivocado el diagnóstico, el tratamiento es siempre es el mismo. Como la culpa de todo esto la tiene el capitalismo global, el libre mercado, el sucio yanqui, el judío miserable, el occidental aburguesado e insolidario, da lo mismo si se mueren negros a manadas o se deshielan todos los glaciares, si la guerra destruye toda una sociedad o si la rana saltarina de culo gordo desaparece, se pide dinero a espuertas para ser entregado a aquellos que salvarán al mundo, es decir la ONU, esa miserable organización tan llena de miserables, los gobiernos sospechosos de corrupción y las ONG con el manual de Marx entre las manos, incluidas muchas de carácter religioso. Y con eso, entregando dinero y recursos a Gobiernos necesitados de presupuestos para “políticas medioambientales” o a los gobiernos corruptos del tercer mundo, creemos que ya hemos hecho todo lo necesario.
¿Para cuándo un concierto a favor del capitalismo global y del libre mercado, para cuándo un concierto contra los aranceles y las barreras comerciales, para cuándo un sarao a favor de la reducción de los impuestos, de la limitación del estado, de la propiedad privada, de la libertad? A ese sí que me apuntaba.
Comentarios
Ahora salen el Gore y comparsa con que para paliar lo que han contaminado con estos conciertos (aviones privados etc), compraran derechos para emitir CO2, jajajja.
Aun recuerdo cuando iba a la escuela y me hablaban que los ricos compraban bulas al papa para poder pecar y todos nos echábamos las manos a la cabeza, ahora bien te haces progre y vendes bulas para contaminar ridículo y para reir o llorar como gusten uds.
Y si a eso encima le sumamos la maestría de la izquierda en la ejecución de estos acontecimientos vendehumos, pues vamos a seguir perdiendo eternamente la batalla mediática y el "feeling" con la población.
Por lo demás, y respecto a Harrison, siempre inolvidable "While my guitar gently weeps"
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