30 de Septiembre de 2007
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El nacionalismo ocupa el espacio que le dejan
Y José Luis Rodríguez Zapatero le ha dejado un prado inmenso para disfrutar a costa de todos. No es casualidad que nacionalistas catalanes y vascos organicen, cada uno a su manera, actos cuyo único fin es la búsqueda de la independencia, pero que nadie se equivoque, ésta sólo conduciría a unos estados cuasitotalitarios e imperialistas que entrarían inmediatamente en conflicto con las regiones que los rodearían.
La inminencia de las elecciones ponen de manifiesto las formas en las que se pueden expresar cada uno de ellos. Los nacionalistas catalanes, sobre todo ERC, tienen más manga ancha para ejercer la violencia de manera explícita que los vascos. De ahí que la quema de los retratos del Rey, junto a actos que propician la algarada y el altercado, sean cada vez más frecuentes. No sería de extrañar que esta repetición se vea incrementada en la cercanías de las elecciones generales de marzo.
El caso vasco es distinto dadas sus circunstancias. La violencia terrorista de la banda terrorista ETA hace que los políticos nacionalistas vascos no puedan apoyar estos rebrotes violentos de manera explícita, como han hecho los nacionalistas catalanes, y se apunten a la vía legal, o mejor dicho, la reivindicación de lo ilegal. Superada la guerra civil del nacionalismo vasco (Imaz y Egibar se han abrazado hoy en el ‘Alderdi Eguna’ a la espera de un nuevo presidente para el PNV), el órdago en forma de plan de ruta (el snobismo de copiar los términos yanquis es ridículo en algunos casos) que conduciría a la independencia del País Vasco a través de dos referendos, es la manera que tiene el nacionalismo vasco de hacer frente a un gobierno que ha vendido el talante y el buen rollito frente a la radicalidad del PP durante casi cuatro años.
Cabe preguntarse por qué estos dos nacionalismos, aliados durante años al gobierno socialista, se descubren ahora como dos movimientos más o menos hostiles al PSOE, sobre todo si el presidente ha dejado muy claro a lo largo de la legislatura que sus actos y su política han comprendido y apoyado, cuando no actuado como cómplice, de estos dos movimientos. Los nacionalismos son movimientos radicales donde el objetivo es uno y concreto, la independencia del poder central y la creación de un estado dirigido por aquellos que han ostentado el poder. A eso hay que unir, y esto siempre ha sido así en los diferentes procesos nacionalistas de la historia, la reducción o eliminación, o cuanto menos el control, de aquellos ciudadanos que quedan en su territorio y que no participan de la pureza étnica o cultural. Con este objetivo muy claro, el nacionalismo busca apoyos o aliados en aquellos de los que puede aprovecharse, como es el caso de Zapatero, o en aquellos con los que se puede coaligar para conseguir sus fines. En este grupo incluiría otros nacionalismos que no sean colindantes, (en ese caso podría haber un choque de intereses) o en grupos violentos como los terroristas o ciertos movimientos antisistema con los que colaboraría para presionar por la vía de la violencia. Esto explicaría en España la alianza entre grupos como el gallego BNG, los catalanes CiU y ERC, los vascos PNV, EA o incluso Batasuna o la relativamente nueva Nafarroa-Bai, conglomerado de partidos dirigidos por el nacionalismo vasco en Navarra, una de las reivindicaciones territoriales de los vascos.
Uno de los grandes errores del Zapatero ha sido pensar que estos partidos nacionalistas son buenos apoyos para luchar contra su principal enemigo, la derecha española, el PP de Aznar y ahora de Rajoy y que identifican con la derechona rancia que ha gobernado España durante cuarenta años. Al identificar el mal con la derecha ha olvidado que ésta es la única garante de la integridad territorial, tal como la conocemos, junto a los propios socialistas. Aliados como los nacionalistas, si se les deja tanto espacio, sólo consiguen que la desintegración de lo que hoy conocemos como España sea acelerada. A ello hay que unir que Zapatero es también otro ingeniero social que pretende refundar España en un modelo más cercano a los populismos sudamericanos que a la democracia europea. Zapatero busca más un “lugar en la historia” que el gobierno de una nación.
Los nacionalismos han encontrado un espacio abierto que colonizar, un espacio que han llenado de reivindicaciones ilegales, de actos violentos y en general, de aquello que ha servido para sus fines. Mientras le puedan usar seguirán confiando en ZP, cuando no sea de su agrado, levarán anclas y buscarán otra estrategia. Esto es lo que acaba de hacer Ibarreche, desligarse de los socialistas y apostar por la vía ilegal del referendo. María Teresa Fernández de la Vega ha hablado de desvarío del lehendakari, pero eso es una simpleza del que se ve superado por los hechos, no desvaría, tiene muy claro que puede seguir tirando de la goma hasta límites insospechados porque Zapatero así se lo ha permitido. Y estoy seguro que no piensa aflojar.
Comentarios
Respecto a la actitud frente al órdago vasco, tengo entendido que por el gobierno se ha dicho o filtrado que se van a ver en los tribunales, y en particular, en el Constitucional.
¡Perfecto! Dado que no existe el recurso previo, los referendos se celebrarán, se violará la ley, y luego a ver quién arregla el estropicio, por mucha sentencia que lo anule, eso sí, ampliamente documentada y razonada en tropecientos mil folios que sólo servirán para que esta gente (empezando por el mismo ZP) estén más rato riéndose.
En Cataluña, exactamente lo mismo, si quien tiene que defender la Unidad de la Nación duda públicamente del concepto y espolonea leyes orgánicas que concretizan y juridifican esa negación es normal que a continuación se inicie una carrera para ver quién es más osado en el desafío a España.
A los nacionalistas sólo les interesa su independencia subvencionada de España, y las estrategias y proyectos partidistas zapateriles en cuanto tales les resbalan, como el resto de todo lo español. Intentarán usar y tirar.
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