18 de Febrero de 2008

La independencia de Kosovo se está convirtiendo en un asunto un tanto confuso en el ámbito europeo. Mientras que países como Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Francia, Finlandia, Hungría, Italia, Polonia, Reino Unido y Suecia se han apresurado a asegurar que se reconocerán el nuevo estado, otros como España, Chipre, Eslovaquia, Grecia y Rumanía no piensan seguir esa línea, lo que hace que la UE se divida en dos bloques y se imposibilite una posición común, algo incluso tranquilizador.

El caso español es bastante lamentable. Ya comenté que el nuevo status de Kososvo ha dado alas a los nacionalistas españoles y se han animado a celebrar la independencia como si estuvieran festejando la propia. Ven en esta posición un precedente que les permitirá alcanzar sus propios objetivos, con la “legalidad” de su mano. La posición del Gobierno español se ha retrasado y lo que desde un principio debería haber sido un no rotundo se ha convertido en la duda del que, seguramente, está mirando cómo una u otra respuesta podría afectar a las elecciones del 9 de marzo.

Pero Moratinos ha ido más allá, por una parte ha llegado más una hora tarde a la reunión de ministros de la UE que va a discutir la posición de la alta institución europea ante la situación presente. Lo más grave ha venido de la mano de su discurso poco meditado, más propio del que nos regala el oído con una verborrea sin sentido que de alguien que piense sus respuestas. A la posibilidad de que España reconozca el estado de Kosovo ha asegurado que no, salvo que si las condiciones legales cambiaran, es decir que la ONU lo hiciera, se “reconocería el nuevo estado”. Es decir, que la política exterior de España, la que afecta directamente a los españoles es la que marca esta cueva de sacamantecas y corruptos que es Naciones Unidas. Es decir, que si por un casual llega a la ONU, y se aprueba, la proposición de que España se debe dividir en cinco estados, a saber, Euskalerría, Paisös Catalans, Galiza, Al-Andalus y la Federación Castellana, nos la tenemos que comer con patatas y apechugar ya que la legalidad internacional así lo ha aprobado.

La posición española estará o no de acuerdo con la “legalidad” internacional en función de sus intereses y ni puede ni debe ser dirigida por ninguna institución internacional ajena a la voluntad de los españoles, sobre todo cuando entre sus miembros se encuentran casi todos los regímenes dictatoriales que pueblan el orbe. Moratinos, como siempre en su papel de Desatinos.