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8 de Enero de 2005

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Salarios de civilización (por ejemplo)

El artículo sobre el salario mínimo de Juan Francisco Martín Seco, recogido por Nacho Escolar, pese a ser muy, pero que muy malo, ha dado lugar a "debate". Póngolo entre comillas, porque las ideas las han puesto prácticamente todas Juan Ramón, Omiae y Libertarian, aunque algo salvable ha habido del otro lado. Salvable, pero erróneo.

Al artículo de Martín Seco le sigue ahora otro, de José María Abad, en El Periódico, pero que ha recogido Periodista Digital. Se titula Salario de Civilización. El planteamiento es ciertamente estupefaciente:
El salario mínimo (SMI) es algo más que un concepto económico, es además una referencia social, una opción política para la reducción de desigualdades y un indicador de civilización. Debe desconectarse de la ley de la oferta y la demanda. El SMI representa lo menos que se puede pagar a un ser humano por trabajar.

Eso de que debe desconectarse de la ley de oferta y demanda es una manifestación de desesperación. Como si las leyes de la economía fueran derogables. Muchos querrían que así fuera; que se pudiera modelar la sociedad a gusto y sin consecuencias no previstas y no deseadas. Pero la existencia de las llamadas leyes económicas no depende de nuestra voluntad, sino que es consecuencia de la naturaleza humana. Como decía Mises, incluso quienes niegan la existencia de leyes económicas luego apelan a ellas (falazmente, eso sí) para justificar sus pretensiones sin base. José María Abad pide la derogación de la ley de oferta y demanda, o al menos su suspensión para el caso de los salarios. De este modo se ha sacudido su desesperación, pero luego rectifica:
Es algo más que economía, pero no deja de ser economía y su actualización está condicionada por la realidad que limita las buenas intenciones.

Luego al final sí es economía y hay límites. Acaba de cerrar el primer párrafo y encontramos una contradicción fundamental. No dará tiempo para más, porque en los tres párrafos que quedan apenas hay nada. Lo prometieron, nos lo debían, no subir el SIM sería una burla... Nada. Me sorprende que diga: Fue una decisión ideológica valiente pero no arbitraria. Miguel Sebastián, que elaboró el programa económico, aseguró a Zapatero que el compromiso era realizable. Valiente es, porque creará desempleo y se tendrá que atener a las consecuencias políticas. Pero las intervenciones son siempre arbitrarias. Y lo de realizable... cualquier intervención es realizable. Lo que no se pueden evitar son las consecuencias de la misma. El artículo no es nada, pese a tener un título tan rimbombante, y lo único que aporta (o más bien refiere) algo, está en el primer párrafo.

Por cierto, José María Abad es Presidente del Grupo Nuevo Lunes. Tiene gracia, hay un semanario de economía que se llama precisamente El Nuevo Lunes. ¡Mira que es casualidad!

Comentarios

 
Lo que no acabo de tener claro, José Carlos, es si estonos hace inhumanos, aunque sólo sea tal vez de rostro.
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 01:15 (1)
(Grrr, "aunque sea tal vez sólo de rostro" es mucho mejor).
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 01:17 (2)
:)
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 01:46 (3)
Lo de este José María Abad es un ejemplo más del autoengaño al que algunos hacen responsable del subdesarrollo de las ciencias sociales (http://www.edge.org/q2005/q05_print.html#trivers).
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 08:52 (4)
Muy bien escogido el párrafo. Es un blindaje moral y, con perdón, no lo habéis refutado (emho, eso sí :)

Está al argumento moral de que no luchar contra la desigualdad es de falta de civilización. No. Se ha dicho mil veces que lo incivilizado es la miseria. Mejor dicho, que la miseria es intolerable y que la sociedad sana hace los posibles por evitarla dentro de lo razonable. Si el tema es la miseria, no hay por qué intervenir en el mercado de trabajo, puede haber un sistema de caridad espontáneo (ya lo hay y no hay razones para pensar que puede haber más) y/o una intervención razonable de "pensiones no contributivas" (criticables, pero no hay injusticia en ello dado que tenemos estado y la gente piensa de manera mayoritaria que cierto uso es admisible).

Además de esa identificación abusiva entre las políticas de reducción de desigualdades está la dudosísima legitimación de que el camino son "políticas sociales". No sé por qué tiene que ser desde el poder político que, de ser interesante la reducción de desigualdades (no ya moralmente obligado), tenga que ser desde los poderes públicos. Aquí entraría toda la disquisición sobre las evidentes consecuencias indeseables de esas políticas.

Y como a pesar de la evidencia, mil veces constatada, de esas consecuencias indeseables se empeñan en blindarlas moralmente, afirmo que su posición es doblemente inmoral. Es malvada por saberse que tiene malas consecuencias y ser, además, hipócrita.

Es mala gente, en serio, mala gente.
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 12:30 (5)
Con perdón de nuevo, pero no es una decisión valiente porque las consecuencias malas las pagan otros y las, digamos, útiles les benefician a ellos (cada día me parece más evidente que es todo un cálculo electoral de pillos. Ya es un lugar común otra evidencia política, que los votos que pierden por culpa del desempleo creado los ganan por los ocupados que premian su "conciencia social". Tuvo que subir el paro a cotas estratosféricas para darle la vuelta a este cálculo.)
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 12:34 (6)
"Pero la existencia de las llamadas leyes económicas no depende de nuestra voluntad, sino que es consecuencia de la naturaleza humana".
Yo me atrvería a decir "de la naturaleza" a secas, o, es que hay algún animal que pueda escapar de las consecuencias que la disponibilidad de los recursos que le son necesarios genera. Otra cosas es que nos encotremos a las vacas teorizando sobre el consumo depasto y mucho menos sobre la CPM (cantidad de pasto mínima).
Enviado por el día 8 de Enero de 2005 a las 19:22 (7)

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