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27 de Noviembre de 2004

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

Crítica a "El mito y la realidad del libre comercio"

artículo escrito por Alberto Acosta y Eduardo Gudynas (*) 

La crítica se coloca en letra cursiva. El resto corresponde al texto original.


Quito.- El "libre comercio" está en boca de todos como una verdad revelada que ofrece las mejores soluciones para los problemas de los países de América Latina. Intentar una crítica del "libre comercio" es casi temerario en el día de hoy, ya que es una idea defendida desde los más diferentes ámbitos: la política, la academia y el empresariado. Pero, además, parece insensato cuestionar una apelación a la "libertad" del comercio; ¿quién puede estar en desacuerdo con la libertad? Por otro lado, todos quieren comerciar; los empresarios y los países sueñan con exportar y creen que desde allí se desencadenará el crecimiento económico. Se alude una y otra vez a la experiencia de las naciones asiáticas que en la actualidad son exportadores globales como prueba adicional de la importancia del "libre comercio".

En realidad se aludiría con mayor precisión a dos zonas de libre comercio (real y no condicionado a negociaciones políticas así como a oscuros condicionamientos tecnocráticos) que existieron históricamente o existen actualmente: los Estados Unidos de América y la Europa de mediados y fines de siglo XIX. La verdad es que no está en boca de todos, el libre comercio, y grandes sectores de la población en efecto han sido presa de la mentalidad mercantilista-keynesiana.

De esta manera la idea del "libre comercio" se convierte en un mito, rodeado de aspectos positivos, con una leyenda de casos exitosos y un discurso teórico, inmune a las críticas. Sin embargo, la realidad es distinta del mito, y las situaciones que hoy se observan en América Latina advierten que detrás del slogan "libre comercio" no todo es libre, no todo se refiere al comercio, y muchos de los resultados son negativos, basta ver la experiencia mexicana.

Si algo hay de verdad en el texto de Acosta-Gudynas, es que en el tema del libre comercio -tal como se lo maneja en círculos de estadistas y tecnócratas- no todo es libre ni se refiere exclusivamente al comercio. Pero en tanto haya algo libre y en especial el comercio, los resultados son positivos. ¿Cómo puede saberse esto? Es sencillo pero profundamente sólido a la vez: los seres humanos estamos sujetos a la ley de intercambio, a la ley de asociación y al principio de pirámide de habilidades. Estos principios permiten conocer a priori, que todo intercambio entre desiguales (todos somos desiguales en la vida real, es hora de aceptarlo) a) ambas partes esperarán- ex ante- beneficiarse del mismo, pues al ser voluntario no ocurriría si no fuese así. b) la parte más capaz se especializará en lo que le sea más ventajoso, y dejará de hacer otra(s) cosa(s) que pasaran a manos de la parte menos capaz y c) la capacidad productiva superior de un individuo/empresa/región fortalece y eleva la productividad de la menos productiva, de muy distintas maneras. La experiencia mexicana debe ser comparada con su alternativa: un agro estatizado igualmente defectuoso (y subsidiado en un 35% más que el estadounidense por ha.2), no sincerado por ninguna integración empero, y una serie de industrias intervenidas que ya no tienen tanta posibilidad de ocultarlo tras ingentes subsidios de la banca central aislada del mundo. La gran expansión de las exportaciones "representa 40 por ciento de la generación de empleos manufactureros tiene que ver con la actividad exportadora, y si se considera su efecto indirecto, el porcentaje es superior, puesto que el valor de tales exportaciones llegó a más de 150 mil millones de dólares en el año 2000, representando cerca de 32 por ciento del PIB" (Munguía, Retana 2004). Es decir, en México ha permanecido igual o se ha fracturado lo que se hallaba ya en dificultades por estar ajeno al dinamismo y sujeción de los consumidores en el mercado. Lo demás ha iniciado un lento despegue, y más bien debe causar sorpresa por lo tradicionalmente intervenida que ha sido la economía mexicana a pesar de las tímidas reformas de de la Madrid-Salinas-Zedillo. México, es necesario decirlo, tiene uno de los mejores niveles de vida de la región, si no el mejor

América Latina y el Caribe han avanzado firmemente por el camino del "libre comercio" desde por lo menos la década de 1980, sin que con esta aseveración se acepte como que antes estas economías hayan estado totalmente cerrada a los flujos comerciales y financieros internacionales. Lo cierto es que en los últimos años las fronteras se abrieron aún más, se bajaron (casi) totalmente los aranceles y los mercados nacionales han sido invadidos por productos importados. En algunos casos aumentaron los flujos exportadores (especialmente de productos primarios), pero a su vez también se incrementaban las importaciones, y casi todos cayeron en déficits comerciales que han forzado un redoblado endeudamiento externo. A su vez, el Estado dejó de proteger la industria nacional, que ya no pudo competir con éxito con los productos importados, por lo que se vendieron muchas empresas a compañías extranjeras desencadenando la extranjerización y concentración, y otras simplemente cerraron sus puertas. El desempleo se agravó, dando paso a una masiva emigración.

Si bien se ha aliviado en cierta medida el tremendo proteccionismo latinoamericano, de cuño cepalino e inspirado en el concepto de la "sustitución de importaciones" como dicen los autores, se revela un concepto inusitado al sostenerse que el Estado proteja la industria nacional. Si corromper mediante privilegios, entorpecer mediante regulaciones y planes nacionales, e infantilizar productivamente mediante aislamiento global se le llama protección, entonces estaríamos de acuerdo. En un acto de ingenuidad además, se desconoce que esa supuesta protección representa no otra cosa que una desprotección a millones de familias en cada nación, frente a los oligopolios y monopolios que se forman de facto o de jure al cerrarse las fronteras para el comercio. La extranjerización es lo que les ocurre a los norteamericanos con los japoneses, a los bulgaros con los alemanes, a los irlandeses con los ingleses, a los ideólogos izquierdistas con la intelligenzia francesa, etc. El inútil concepto de balanza comercial precisamente sólo tiene sentido si la suma de individuos en un territorio vende más de lo que compra, extranjerizando a alguien más. Pero ya que los autores se refieren también a la compra de empresas e inversión extranjera en general, baste decir que en sociedades abiertas lo que ocurre casi con precisión matemática es que la nación "extranjerizada" pronto adopta y mejora los procesos internacionales, desplazando en términos relativos cualquier injerencia positiva inicial ganando por partida doble en el proceso. Si se insiste en ciertas necedades mercantilista-keynesianas se puede uno fijar erróneamente en el flujo de dinero ("divisas" le dirían algunos) saliente, sin embargo la riqueza es algo más que dinero, pero eso lo entienden menos quienes más denuncian al propio dinero. El desempleo se agrava siempre que existe una mejora para la eficiencia -y el comercio más libre siempre permite una mejor división del trabajo- pero a la vez es imposible para el sistema de precios generar señales e incentivos para que se generen rápidamente en otras industrias y empresas. Los defectos de la economía mixta se les quiere atribuir a la poca libertad recién abierta. La destrucción creativa del mercado la conocen perfectamente los suecos, quienes vieron pasar su porcentaje de gente en el agro de 64% a 3% entre 1870 y la actualidad. ¿A dónde se fueron esos suecos? ¿Emigraron? No, sencillamente trabajaron en cosas mejores que el agro, que se abrieron como oportunidad gracias al mercado. Repitámoslo, gracias al mercado. 

Estos procesos, apenas esbozados, nos permiten ubicar al "libre comercio" como parte de una serie de reformas sustanciales en las economías y políticas nacionales, orientadas a satisfacer las demandas de los grupos transnacionales de poder, particularmente de aquellos sustentadores del Consenso de Washington. Esos cambios privilegiaban el papel del mercado como escenario esencial para la marcha social, el Estado se debía reducir, se debían privatizar los servicios públicos, era necesario un estricto equilibrio fiscal para servir la deuda externa, asegurar el libre flujo de capitales y abrir las fronteras al comercio global. Bajo esas ideas el ciudadano se convierte en consumidor, y la política desaparece en una gestión mercantilizada.

Los referentes intelectuales de la postura liberal en la economía pasan en cualquier momento mucho más por Adam Smith, David Ricardo, James Mill y Frederic Bastiat que por el Consenso de Washigton. El mercado como escenario esencial para la marcha social no es una idea nueva, es una idea clásica. En toda la antigüedad y la modernidad incluida, rara vez se pensó en el Estado como productor o como copiloto de la actividad económica en ausencia de tiranías. Si el Estado se debe reducir no es sólo por el daño que genera en todo ámbito, si no porque no debió crecer para empezar. Los servicios públicos, término arbitrario donde los hay, no necesitan ser privatizados: necesitan ser devueltos a la población. El equilibrio fiscal no es una necedad de la ortodoxia "del Consenso de Washington": es una necesidad que impone la realidad -el peor enemigo del keynesianismo- a la administración de los gobiernos y también de los hogares, casualmente. El libre flujo de capitales es condenado a ratos y en ocasiones denunciado como ausente, de forma simultánea y por los mismos autores en distintas ocasiones, tanto así es que mejor dejar ese tema en el misterio por el momento. Pero la frase que se lleva el palmarés de oro, es aquella de que "Bajo esas ideas el ciudadano se convierte en consumidor y la política desaparece en una gestión mercantilizada". Que buena cosa la que Acosta y Gudynas nos cuentan: con esas ideas el ciudadano se convierte en consumidor. Debe inferirse que antes de esas ideas, los seres humanos eran productores, ahorristas o inversionistas (de arte, cultura, bienes y servicios) pero nunca consumidores. Pero no, ahora ya podemos ser consumidores. Felicitaciones a todos. Pero hay una mala noticia: la política desaparece. ¿No quisiera usted que sea sacrosanto el derecho a decidir sobre la vida y fruto del esfuerzo -propiedad- de otras personas? Entonces no permita que la política desaparezca. ¿Se imagina un mundo donde nadie puede imponer por la fuerza de grupo, las armas o la manipulación algo a los demás? Una pesadilla sin duda. Es mejor que estos autores nos prevengan, no vaya a ser que sea cierta la máxima de Benito Juárez, constitucionalista mexicano, de que "el respeto al derecho ajeno es la paz". ¿Quién quiere la paz, si puede tener algo mejor, la política, en nuestras vidas? 

La idea actual del "libre comercio" es parte de esos conceptos. Es una idea que se vendió desde los países del Norte, pero que ni siquiera se aplica en esas naciones. Inglaterra, Alemania, Francia, Estados Unidos, Japón y los demás países industrializados aplicaron constantemente las más diversas barreras y restricciones comerciales, con una fuerte presencia estatal apoyando y amparando a distintos sectores productivos. Y lo siguen haciendo; por ejemplo, las naciones desarrolladas aplican un total de mil millones de dólares diarios en subsidios y protecciones agrícolas. El mito genera un problema grave, pero a su vez todos quedan atrapados en su interior sin conseguir salir.

A pesar de que sus prácticas son de un "comercio regulado", desde los centros universitarios y los podios políticos se enseña sobre el comercio "libre", y desde las agencias de desarrollo como Banco Mundial, BID y FMI se condiciona a los países del sur para que desregulen su comercio y acepten pasivamente todo el instrumentario librecambista.

Una lectura curiosa de la Historia, sin duda. Sin negar un doble discurso de los países que actualmente conforman el Primer Mundo, se analiza con un ánimo antojadizo la aplicación en tal o cual época y lugar, del libre comercio. A la unión comercial de 13 y ahora 50 estados (EE.UU) no se le considera libre comercio. A la unión monetaria, aduanera y productiva de toda Europa en el s.XIX tampoco. Pero claro, si el prisma que utilizamos para nuestra lectura de la realidad es deforme, cumpliremos con el proverbio "los ojos no ven lo que la mente no entiende". Para que el lector entienda el problema de los autores, hay que establecer cual es ese prisma: el estatismo mercantilista-keynesiano. En ese paradigma viejo con ropajes nuevos, y anterior a la ciencia económica, las naciones son los sujetos del comercio y no los individuos. Y dado que tienen en alta estima dos instrumentos de intervencionismo como son la política monetaria y la política fiscal, no pueden concebir sus promotores que las fronteras sean algo más que una arbitrariedad político-histórica. En esta curiosa visión del mundo, los tres principios enumerados al inicio sólo se aplican a interior del mismo territorio, y jamás entre países con distinta moneda, presupuesto gubernamental y otros elementos económico. Es por eso que no podrían explicar por qué Estonia, hoy en día, tenga un arancel promedio de 0,8% y aún así agregue mayor valor agregado a sus productos, con bajísimos impuestos y desempleo, ubicada en medio de "gigantes" económicos. Comparto la denuncia sobre la hipocresía comercial de muchas naciones prósperas, pero eso de ninguna manera significa que se deba apoyar algo diferente al sinceramiento y profundización de esas libertades en vez de responder en términos más marciales que económicos y empresariales.

El resultado es obvio: los países del norte mantienen el comercio regulado, pero al obligar que los de América Latina liberen sus mercados, se consolida el comercio asimétrico. Las naciones industrializadas invaden los mercados del sur, mientras que los latinoamericanos y los caribeños no logran exportar ni sus productos primarios por las protecciones en el norte.

El comercio es asimétrico. Sin asimetrías no tendría sentido comerciar. Que los ciudadanos de un territorio compren mucho de otros territorios no es una invasión: es el ejercicio de la soberanía individual. Es lamentable que "los latinoamericanos y los caribeños no logran exportar ni sus productos primarios por las protecciones en el norte", en vista de que cada vez es mayor el porcentaje de bienes manufacturados que exportan los países en vías de desarrollo, destrozándose otro mito (Norberg 2003). No por eso dejamos de beneficiarnos en términos netos en el proceso.

Esta situación se agrava en la actualidad por la proliferación de acuerdos del mal llamado libre comercio entre los países de América Latina con Estados Unidos y la Unión Europea. Bajo las nuevas versiones de esos acuerdos la situación se complica todavía más ya que los nuevos convenios no sólo tratan de temas comerciales sino que se cuelan aspectos no-comerciales para establecer mecanismos de sobreprotección a las inversiones estadounidenses, las formas en que los gobiernos hacen sus compras, los derechos de propiedad intelectual, la privatización de los servicios públicos y muchos otros temas más. Por lo tanto el "libre comercio" no sólo no es libre, sino que trata de muchos otros temas además del "comercio".

Por otro lado, los resultados de la estrategia del "libre comercio" no han generado el desarrollo económico prometido, no redujeron la desigualdad ni la pobreza, y la disconformidad social es creciente. A la par con las protestas ciudadanas se suman nuevas corrientes de reflexión sobre el comercio, tanto a nivel latinoamericano como global, que advierten sobre las falacias del "libre comercio".

¿Qué es el bien llamado libre comercio?

Es una pena que alguien haya prometido desarrollo económico a otras personas. Lo que puede hacer un funcionario es no estorbar el proceso. Éste depende en su totalidad de la mentalidad y las instituciones locales. Sin embargo Chile y México dan muestras claras de crecimiento importante gracias a la integración mundial. 

En este contexto, para elevar el nivel del debate y desmitificar el discurso del "libre comercio", durante el Primer Foro Social de las Américas, se está presentando una colección de ensayos sobre esas cuestiones, que incluye algunos textos clásicos poco conocidos en la actualidad.

Esos artículos, publicados por la editorial AbyaYala, conjuntamente con ILDIS y D3E, comienzan con un texto clave de Friedrich List, escrito en la primera mitad del siglo XIX en el que plantea un camino diferente al del librecambismo de la época, que tuvo un gran éxito en Alemania. List (1789-1846), un economista alemán que centró su atención en la superación del "subdesarrollo" de su país, sintetizó su pensamiento en un libro publicado en 1841. "Retraso" y "dependencia" de Alemania respecto a Gran Bretaña son las preocupaciones implícitas en dicho trabajo; una situación que fue superada gracias a una serie de acciones inspiradas en una serie de reflexiones y propuestas de política elaboradas por List, las cuales fueron "aplicadas casi al pie de la letra", al decir del economista peruano Jürgen Schuldt. Como afirmó hace un par de años otro economista alemán, Wilhelm Hankel, en List se puede ver "el inventor de la 'economía institucional', una suerte de relatividad económica que renuncia a la pretensión de que exista algo así como un modelo de economía de mercado universalmente válido, independiente del tiempo y de la historia". Sus planteamientos, enfrentados a la visión dominante de ese entonces -propugnada por los clásicos: Adam Smith, Jean Baptiste Say y David Ricardo-, brindan, aún ahora, valiosas reflexiones para forjar respuestas alternativas. Su crítica apuntaba a desvirtuar las indiscutibles "verdades" forjadas alrededor del libre comercio mundial y la doctrina de las ventajas comparativas. List levantó una posición contestaría de las visiones "globalizadoras" de su época, con gran éxito en la práctica, como se vería décadas más adelante a través del notable desenvolvimiento de Alemania; hecho que, sin embargo, no pudo registrar el propio List, quien, plagado por una serie de problemas y frustraciones, optó por suicidarse.

La economía institucional recupera lo que la economía matemática había olvidado: las instituciones. Lumbreras como Douglas North (premio Nobel) nos recuerdan la clases de instituciones -de aparición espontánea en la Historia- en las cuales las enseñanzas de Smith-Say-Ricardo se cumplen a cabalidad. Pero esto sólo llama la atención porque en gran medida se había olvidado que la calidad de las instituciones (medida ahora por el Indice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, entre otros) es algo que no debe darse por descontado, y que la libertad no es un abstracto si no una condición de independencia frente al poder. Dice mucho que se pretenda tomar como novedoso el tema, dado que sólo el paradigma keynesiano y neoclásico corrieron la suerte de volverse hypermatemáticos e irrealistas en su momento.

La tesis de List y similares equipara "veo fábricas en mi territorio" con nivel de vida industrial. Si las computadoras personales se hacen en Taiwán, no dejamos de aprovechar su uso en Ecuador. No necesitamos ensamblar una infinidad de bienes para disfrutar de ellos en mayor cantidad (menor precio) y calidad cada año. Basta integrarse al mundo y producir al menos lo mismo que el año pasado. El costo de no especializarse permanece oculto, en favor de la autarquía económica y la autosuficiencia alimentaria/industrial/etc. Nuevamente, conceptos marciales por donde se los vea.

También se incorpora un artículo poco difundido de John Maynard Keynes (1883-1946), el economista más connotado del siglo XX, quien, en un artículo sobre la autosuficiencia nacional, escrito en 1933, ensaya una feroz crítica a los sueños del libre comercio, llegando incluso a señalar que "yo simpatizo, por lo tanto, con aquellos quienes minimizarían, antes que con quienes maximizarían, el enredo económico entre naciones. Ideas, conocimiento, ciencia, hospitalidad, viajes - esas son las cosas que por su naturaleza deberían ser internacionales. Pero dejen que los bienes sean producidos localmente siempre y cuando sea razonable y convenientemente posible, y, sobre todo, dejemos que las finanzas sean primordialmente nacionales. Sin embargo, al mismo tiempo, aquellos que buscan liberar a un país de sus enredos deberían ser muy lentos y cautelosos. No debería ser un asunto de romper raíces sino de entrenar lentamente a una planta para que crezca en una dirección diferente".

¿Dejen? ¿Se dirige a los funcionarios Lord Keynes? ¿Y si el ciudano común se niega? Vaya que existen escuelas económicas cortesanas. No somos una planta, somos individuos con derecho al fruto de su propio esfuerzo. Lo que compre de un suizo, venda a un boliviano e invierta junto a un peruano, no le incumbe a Lord Keynes ni a sus acólitos.

Herman Daly, otro destacado economista ofrece un análisis clave para la situación regional que se especializa en vender productos primarios, que son recursos naturales, y por lo tanto alimenta el desarrollo de las naciones industrializadas a costa de su propio subdesarrollo. La situación latinoamericana, desde diversos puntos y con énfasis diferentes, es analizada sucesivamente y en ese orden por Helio Jaguaribe, Alberto Acosta, Rafael Correa, Jaime Estay, Enrique Daza y Raúl Fernández, Lincoln Bizzozero, Claudio Lara Cortés, Jürgen Schuldt y Eduardo Gudynas.

Lo siento, Johan Norberg hace trizas esa joya de la victimología económica en su "In defence of global capitalism" (2003). Cada año, como ya se dijo, se exporta más valor agregado y menos productos primarios desde los países en vías de desarrollo.

Con esta colección de textos se apuesta a un aporte que busque la sustancia en el debate para así establecer las bases de una economía política renovadora que permita construir una verdadera integración regional, que deberá ser incluso política, como paso previo para un posicionamiento inteligente y soberano de la América latina y caribeña en el contexto internacional. Este libro también espera refrescar un debate enrarecido por el entusiasmo dogmático de los defensores del "libre cambio", quienes gracias a su poder dominante, han mantenido cerradas las puertas para otras visiones impidiendo el afloramiento de propuestas alternativas.

Renovadora debe de ser esa economía política , porque le da un nuevo-viejo rostro al intervencionismo. El entusiasmo que me alimenta es en primer lugar la justicia y en segundo lugar la ciencia económica. Si le quieren llamar a eso "dogmatismo" los mercantilista-keynesianos, es problema suyo. Mucho se beneficiarían de la lectura de tratados económicos completos (y no papers de ONG's y universidades estatales) como La Acción Humana de Ludwig von Mises y Capitalism de George Reisman, Ph.D El beneficio que obtendrían no sería sólo una comprensión realista del comercio entre individuos y grupos humanos, si no las bases de una economía produccionista basada en el ser humano tal como es y no como los intelectuales de la corte quisieran que sea.

(*) A. Acosta es economista ecuatoriano y E. Gudynas es analista uruguayo.

Comentarios

 
Mucho se beneficiarían de la lectura de tratados económicos completos (y no papers de ONG's y universidades estatales) como La Acción Humana de Ludwig von Mises y Capitalism de George Reisman, Ph.D El beneficio que obtendrían no sería sólo una comprensión realista del comercio entre individuos y grupos humanos, si no las bases de una economía produccionista basada en el ser humano tal como es y no como los intelectuales de la corte quisieran que sea.

Tú si que te beneficiarias de leer algo con pies y cabeza y no estos monumentos a la falacia que son las obras que citas. Por ejemplo:

La Gran Transformación: Los Orígenes Políticos de Nuestro Tiempo
Karl Polanyi
2ª Edición, Fondo de Cultura Económica, México, 2003

¿Por qué no intentas una "crítica" de alguno de los capítulos de este libro?

Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 11:55 (1)
Mcoderch, el libro comercio no lo defienden sólo los austriacos, incluso james tobin en una entrevista que te puedo mandar si quieres es firme partidario del mismo, las ventajas compartivas están en cualquier manual de economía, incluso en el samuelson, de todas formas me gustaría ver que propones, oye el libro de polanyi no lo tendrás en pdf.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 13:12 (2)
Sobre la industria nacional: Cuando no se puede competir de par a par, la creatividad y la innovación son la mejor arma.
Hoy es China, mañana Pakistán, india, Bangladesh, luego serán los países africanos, incluso hoy en góndolas se pueden encontrar camisas de Senegal!. Y que vamos hacer ante este advenimiento de productos externos que “corrompe nuestra industria”¿? Pues pongamos un arancel por acá, pongamos un subsidio por allá, depreciemos un poco la moneda, impongamos la idea del tcr estable y competitivo, favorezcamos a la “industria nacional” sería el lema..... Pero, es sostenible en el tiempo?. Hasta cuando seguiremos favoreciendo a una industria que al no poder competir de igual a igual con industrias extranjeras, van corriendo a la casa de gobierno y piden por más y más ayuda?. Hasta cuando seguiremos sosteniendo las barreras a productos de Senegal, de Namibia, de Pakistán, de la India?. Hasta cuando seguiremos desfavoreciendo a nuestra población con el lema “compre nacional”... ¿?.

Si no pueden competir, Innoven!!!!!! Sean creativos. No fabriquen zapatos de 10 dólares, no fabriquen vestimenta de 30 dólares, fabriquen zapatos de 100 dólares y salgan al mundo y díganle a este porque sus productos son mejores, de mayor calidad y de un precio razonable. Renuévense, porque hoy es China, pero hay una cola de países que espera como llenar el mercado de productos de accesible acceso.

Con el proteccionismo favorecen 1) una industria que reniega del consumidor 2) empresarios con ninguna creatividad. Vender zapatos que se comercializaban hace 30 años no es la solución!:
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 13:46 (3)
Mazzamauro, qué libros de economía te gustan.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 13:57 (4)
Séneca:
Tu voracidad lectora no conoce límites.Quién pudiera tener tiempo para leer tantos libros :)
Yo te aconsejo, si me permites, fuera de la economía:
"La sociedad abierta y sus enemigos", "La lógica de la investigación científica" y "Conjeturas y refutaciones" de Karl Popper (están en Paidós)
Y los libros de Marvin Harris (el antropólogo, muerto hace unos años): "Vacas, cerdos, guerras y brujas" y "Caníbales y reyes" (en Alianza Bolsillo). saludos.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 16:30 (5)
mcordech: Si piensas que el libro que mencionas es imposible de criticar, mejor no leerlo. No hay peor publicidad en contra que un fanático atribuyendole infalibilidad en todas sus partes a un texto.

Por otro lado, la diferencia entre ud. y yo, es que yo no critico posturas que desconozco. O en este caso, que le rebasan. Al final de su lectura de Capitalism, conversamos. Entre tanto no haga dramas sólo por hacerlos. Cordiales saludos.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 17:25 (6)
Séneca he leído de todo un poco, aunque lo que mas me atrae son los “libritos del eseade” Libertas. Mas de 70 de estos pequeños libros de no mas de 100 hojas. Desde principios de una sociedad libre por Benegas Lynch hasta la manipulación monetaria por Mises.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 17:47 (7)
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 17:56 (8)
Oh que buen articulo Carpio... que buen articulo.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 18:04 (9)
Este es el Polanyi que mcordech cita: “Permitir que el mecanismo del
mercado dirija por su cuenta y decida la suerte de los seres humanos y de su medio
natural, e incluso que de hecho decida acerca del nivel y de la utilización del poder
adquisitivo, conduce necesariamente a la destrucción de la sociedad. Y esto es así
porque la pretendida mercancía denominada “fuerza de trabajo” no puede ser
zarandeada, utilizada sin ton ni son, o incluso ser inutilizada, sin que se vean
inevitablemente afectados los individuos humanos portadores de esta mercancía
peculiar. Al disponer de la fuerza de trabajo de un hombre, el sistema pretende disponer
de la entidad física, psicológica y moral “humana” que está ligada a esta fuerza. (...) La
naturaleza se vería reducida a sus elementos, el entorno natural y los paisajes serían
saqueados, los ríos polucionados, (...) el poder de producir alimentos y materias primas
destruido”

Antropomorfismo por un lado: "el mercado" como una entidad viviente. Y por otro, una patética ignorancia de la Historia y de asuntos ontológicos particulares al tema. En lo que se puede confiar como ente destructor cultural, medioambiental y social, es en el Estado. Tomemos la kritarquía irlandesa y Camboya como los dos extremos de Mercado y Estado aplicados totalmente; los resultados son obvios salvo para niños mimados por la izquierda que pueden darse el lujo de decir cualquier cosa.

Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 18:22 (10)
Mano, yo estudié con el libro de marvin harris una asignatura de antropología, y tengo mucho tiempo para leer soy funcionario.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 22:52 (11)
En ésta web, me recomendaron la economía en una lección de hazlitt, la acción humana de mises, y socialismo cálculo económico y función empresarial, ya han caido dos y al otro le falta poco.
El siguiente va a ser MAN, ECONOMY AND STATE.
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 22:54 (12)
no sé si opositar yo también, por aquello de las lecturas, jojojojojo
Enviado por el día 27 de Noviembre de 2004 a las 23:43 (13)
Quizas no lo entiendas juan fernando, pero eres un ejemplo a seguir.
Enviado por el día 28 de Noviembre de 2004 a las 00:11 (14)
Si te refieres a un ejemplo de curiosidad intelectual casi torturadora que de paso me llevó a leer muchísimo de autores estatistas y colectivistas (a diferencia de algunos de nuestros críticos en este portal), te lo acepto. Gracias.
Enviado por el día 28 de Noviembre de 2004 a las 03:29 (15)
> '...y tengo mucho tiempo para leer soy funcionario'.

Claro.
Enviado por el día 28 de Noviembre de 2004 a las 15:24 (16)
El famoso Polanyi, caray, nunca lo he leído, ni sabía de él hasta que Mcordech lo mencionó varias veces. Habrá que tumbarlo para que mcordech se convierta.

Por favor, Marcel, cítame tu artículo favorito para chequear al tipo.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 11:40 (17)
mcoderch.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 11:41 (18)
Lo que le garantizamos es no llamarle "monumento a la falacia" sin haberle leído siquiera. Somos o intentamos ser, gente razonable.
Enviado por el día 29 de Noviembre de 2004 a las 20:43 (19)

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