29 de Mayo de 2004
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Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián
Lomborg contra El Día de Mañana
Hace unos días Adam Selene posteaba un muy buen comentario acerca de la incosistencia del catastrofismo ecologista.
Lomborg, por su parte, ha publicado en The Australian una crítica de la película ecoapocalíptica de El Día de Mañana, cuya credibilidad vaticinadora alcanza los niveles del anterior film del director, Independe Day.
En la misma, el calentamiento global deshace los casquetes polares, lo cual transporta enormes cantidades de agua fría hasta la Corriente del Golfo -una especie de corriente de agua que discurre desde México hasta Europa, condicionando nuestro clima- y provoca las tan temidas nuevas glaciaciones en EEUU.
En esos momentos, un compungido vicepresidente de los USA aparece en las pantallas de TV disculpándose por no haber firmado el Protocolo de Kyoto: Pensamos que podríamos manejar los delicados ecosistemas de la Tierra sin sufrir las consecuencias. Nos equivocamos. Me equivoqué.
Como bien señala Lomborg, si El Día de Mañana fuera otra descafeinada película hollywoodiense, podríamos disculpar semejantes errores. El problema es que la intención del director, Roland Emmerich, es muy otra. Tras señalas que en la película la realidad supera a la ficción, concluye que su sueño oculto es forzar a que los políticos actúen, ya que, el único gran problema que debería ser capaz de aunar las voluntades de todos los países del mundo es salvar el planeta.
Así las cosas, debemos enjuiciar el film como un pretencioso documental científico antes que como una película de mero divertimento. La Revista Science ha examinado el informe del Pentágono sobre el que se basa la pseudocientífica película y ha concluido que: Es más correcto señalar que el calentamiento global no provocará el advenimiento de una Nueva Era Glacial", ya que, "resulto harto improbable que el calentamiento global conduzca a un generalizado colapso debido a la Corriente del Golfo.
Lomborg, como buen ecologista que continúa siendo, cree que el cambio climático es una realidad, pero se trata de una realidad sobre la que el hombre tiene poca influencia y que tiende a desenfocar otros objetivos prioritarios: Si los políticos prestaran la suficiente atención, ¿qué conseguiríamos? Desarrollar Kyoto costaría como mínimo 150 billones de dólares al año, y simplemente conseguiríamos posponer el calentamiento global en 6 años al llegar al 2100. La familia de Bangladesh que padecerá las inundaciones, obtendrá seis años de más para trasladarse (…) Con el dinero para implementar Kyoto durante un año, podríamos ofrecer permanentemente agua potable y sanidad para todos los habitantes de la tierra.
Es evidente, pues, que Lomborg conoce el significado económico de la escasez: En un mundo ideal, seríamos capaces de conseguirlo todo -detener el calentamiento global, erradicar la corrupción, acabar con la malnutrición o ganar la guerra contra las epidemias. Pero dado que no podemos hacerlo todo, necesitamos una buena información para derrotar a la histeria de Hollywood. Ese sentido común no lo encontramos en la película.
En tales párrafos discernimos mejor si cabe el componente izquierdista y redistributivo de Lomborg. Pero, al menos, sabemos que se trata de una izquierda moderna, avanzada y honrada; con gente como ella, sí puede decirse que los de izquierdas son -por ejemplo en economía- unos perfectos ignorantes llenos de buenas intenciones.
Como experto en ecologismo, Lomborg ha abandonado la senda que la izquierda mundial está siguiendo preponderantemente. No la senda, como puede pensar Lomborg, de evitar la construcción de escuelas y hospitales para derrochar billonadas en fanfarronadas, sino la senda de estrangular nuestra búsqueda de la felicidad mediante el robo arbitrario de los recursos que obtenemos sirviendo a los demás, subsumiéndonos en una refinada y sutil esclavitud. Matar de facto al hombre, para que la naturaleza siga viva. Poco importa que la naturaleza sea un medio para alcanzar nuestra felicidad. Para la izquierda de corral el objetivo es ése, matar al hombre; poco importa el pretexto.
Lomborg, por su parte, ha publicado en The Australian una crítica de la película ecoapocalíptica de El Día de Mañana, cuya credibilidad vaticinadora alcanza los niveles del anterior film del director, Independe Day.
En la misma, el calentamiento global deshace los casquetes polares, lo cual transporta enormes cantidades de agua fría hasta la Corriente del Golfo -una especie de corriente de agua que discurre desde México hasta Europa, condicionando nuestro clima- y provoca las tan temidas nuevas glaciaciones en EEUU.
En esos momentos, un compungido vicepresidente de los USA aparece en las pantallas de TV disculpándose por no haber firmado el Protocolo de Kyoto: Pensamos que podríamos manejar los delicados ecosistemas de la Tierra sin sufrir las consecuencias. Nos equivocamos. Me equivoqué.
Como bien señala Lomborg, si El Día de Mañana fuera otra descafeinada película hollywoodiense, podríamos disculpar semejantes errores. El problema es que la intención del director, Roland Emmerich, es muy otra. Tras señalas que en la película la realidad supera a la ficción, concluye que su sueño oculto es forzar a que los políticos actúen, ya que, el único gran problema que debería ser capaz de aunar las voluntades de todos los países del mundo es salvar el planeta.
Así las cosas, debemos enjuiciar el film como un pretencioso documental científico antes que como una película de mero divertimento. La Revista Science ha examinado el informe del Pentágono sobre el que se basa la pseudocientífica película y ha concluido que: Es más correcto señalar que el calentamiento global no provocará el advenimiento de una Nueva Era Glacial", ya que, "resulto harto improbable que el calentamiento global conduzca a un generalizado colapso debido a la Corriente del Golfo.
Lomborg, como buen ecologista que continúa siendo, cree que el cambio climático es una realidad, pero se trata de una realidad sobre la que el hombre tiene poca influencia y que tiende a desenfocar otros objetivos prioritarios: Si los políticos prestaran la suficiente atención, ¿qué conseguiríamos? Desarrollar Kyoto costaría como mínimo 150 billones de dólares al año, y simplemente conseguiríamos posponer el calentamiento global en 6 años al llegar al 2100. La familia de Bangladesh que padecerá las inundaciones, obtendrá seis años de más para trasladarse (…) Con el dinero para implementar Kyoto durante un año, podríamos ofrecer permanentemente agua potable y sanidad para todos los habitantes de la tierra.
Es evidente, pues, que Lomborg conoce el significado económico de la escasez: En un mundo ideal, seríamos capaces de conseguirlo todo -detener el calentamiento global, erradicar la corrupción, acabar con la malnutrición o ganar la guerra contra las epidemias. Pero dado que no podemos hacerlo todo, necesitamos una buena información para derrotar a la histeria de Hollywood. Ese sentido común no lo encontramos en la película.
En tales párrafos discernimos mejor si cabe el componente izquierdista y redistributivo de Lomborg. Pero, al menos, sabemos que se trata de una izquierda moderna, avanzada y honrada; con gente como ella, sí puede decirse que los de izquierdas son -por ejemplo en economía- unos perfectos ignorantes llenos de buenas intenciones.
Como experto en ecologismo, Lomborg ha abandonado la senda que la izquierda mundial está siguiendo preponderantemente. No la senda, como puede pensar Lomborg, de evitar la construcción de escuelas y hospitales para derrochar billonadas en fanfarronadas, sino la senda de estrangular nuestra búsqueda de la felicidad mediante el robo arbitrario de los recursos que obtenemos sirviendo a los demás, subsumiéndonos en una refinada y sutil esclavitud. Matar de facto al hombre, para que la naturaleza siga viva. Poco importa que la naturaleza sea un medio para alcanzar nuestra felicidad. Para la izquierda de corral el objetivo es ése, matar al hombre; poco importa el pretexto.
Comentarios
Los ecolatras, haciendo el caldo gordo a un director de cine de Jolibú que solo quiere mas dinero para sus ya colmadas bolsas... Por una vez, recomiendo a los progres que vayan a ver una española.
¿Recordais "estallido"? Precisamente entonces empezó en los telediarios una serie de noticias sobre el Ebola que recordaban las Admoniciones del Aguila de Patmos
Por cierto, para curar la ecolatria, queria recomendaros la "Antinaturaleza" de Clemet Rosset. Muy buen libro
¿Recordais "estallido"? Precisamente entonces empezó en los telediarios una serie de noticias sobre el Ebola que recordaban las Admoniciones del Aguila de Patmos
Por cierto, para curar la ecolatria, queria recomendaros la "Antinaturaleza" de Clemet Rosset. Muy buen libro
Juan Ramón, échale un vistazo al artículo que ha escrito Patrick J. Michaels sobre el susodicho "flin". Estopa, estopita de la buena:
http://www.elcato.org/michaels_diadespuesdemanana....
Saludos cordiales, y gracias por tu generosa mención del otro día.
http://www.elcato.org/michaels_diadespuesdemanana....
Saludos cordiales, y gracias por tu generosa mención del otro día.
Lo curioso es que este director, hace no muchos años hizo una película en la que el presidente de EEUU se metía en un avión para salvar el mundo de la amenaza extraterrestre. De aquí solo puedo sacar en claro que la industria americana ha visto que vende más el antiamericanismo, y eso es lo que ofrece. El bisness es el bisness.
Los que tenéis influencias... ¿Creéis que podría publicarse en algún periódico o medio como Libertad Digital el artículo de Lomborg o el de Michaels, o alguno similar? Quizá así recibiría un poquito de atención la perspectiva "escéptica" sobre el calentamiento global. Idealmente, habría de ser en un periódico de papel.
Y hablando de Lomborg, acaban de colgar este mediodía las conclusiones del consenso de Copenhague, que aunque son ciertamente previsibles, no dejan de ser muy interesantes.
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