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26 de Julio de 2005

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Pobreza y capitalismo


Albert Esplugas ha escrito un muy buen artículo sobre la pobreza en el Instituto Juan de Mariana acerca de la, como él mismo dice, sempiterna cuestión de los pobres en una sociedad sin Estado.

Hay, con todo, un punto que, dado el limitado espacio del que dispone, no hay desarrollado tanto como me hubiera gustado. Así que, con la venia, lo haré yo.

Primero, la definición de pobre es tramposa. La idea de pobre se contrapone a la de rico en un intento por centrar el problema en la desigualdad. La desigualdad NO es un problema salvo para el envidioso. Incluso autodenominados socialistas negarían preocuparse por una desigualdad en la que la persona más pobre del mundo tuviera dos Mercedes (si bien los auténticos socialistas clamarán que es intolerable la desigualdad, aun en tales casos).

Por tanto, la pobreza debería quedar definida en función de la carencia de ciertas necesidades materiales. Por ejemplo, "es pobre quien tiene problemas para acceder a un suministro continuo de alimentos"; sin embargo, la dificultad, peligro y arbitrariedad de semejantes definiciones saltan a la vista.

En todo caso, definamos como definamos pobreza hay algo evidente, sólo a través del capitalismo y de la propiedad privada puede reducirse la pobreza. Por mucho que afirmen los estatalistas estar preocupados por la pobreza, sus métodos constructivistas sólo contribuyen a aumentarla. La cuestión no es, por tanto, qué sera de los pobres en una sociedad libre, sino qué ES de los pobres en una sociedad estataliza. Si realmente los socialistas están preocupados por los pobres, la mejor solución es eliminar la molesta traba a la creación de riqueza: el Estado.

El Estado es una masiva máquina redistribuidora, cuya contribución última es atacar la estructura de capital de una sociedad. La redistribución es un mal innecesario e incluso nocivo. Se basa en la idea de que una parte de la sociedad puede medrar a costa de la otra; en realidad, el capitalismo enriquece a toda la sociedad, aunque no sea, obviamente, por igual.

Hoy Europa está mucho más poblada que hace 500 años y, en cambio, el nivel de vida es infinitamente superior. La creencia en que unos pocos acumularán la mayor parte de la riqueza, da muestras de un flagrante desconocimiento económico. El factor escaso por excelencia es el trabajo; se trata de un elemento productivo que, conforme el capital aumente, se va haciendo más necesario. En otras palabras, cuanto más capital haya en una sociedad, la contribución marginal del trabajador será mayor (y, por tanto, el coste de no contratarle será más gravoso)

En cambio, la acumulación de bienes hace que su valor caiga dado la utilidad marginal decreciente. Si yo tengo un millón de manzanas, el valor que atribuiré a una manzana será muy escaso; seguramente, mucho más escaso que la utilidad que me reportaría la contratación de ese trabajador marginal. Así pues, la abundancia lleva a la redistribución; cuanta más abundancia material haya, más escaso y necesario será el trabajo (y por tanto más demandado y valorado).

En este sentido, ¿quiénes podrían ser pobres en una sociedad totalmente libre? No desde luego quienes pueden trabajar. Tampoco, dentro de los que ya no pueden trabajar, los ancianos, pues, al menos, habrán tenido la oportunidad durante toda su vida de acumular y capitalizar sus rentas (otra cosa es que no lo hayan hecho como consecuencia de haber mantenido un ritmo de vida despilfarrador)

Nos quedan, pues, dos grupos: los niños y los discapacitados. Dentro de los niños, la amplia mayoría se encontraría bajo la tutela de los padres. En los casos en que no fuera así, los orfanatos y, posteriormente, los padres adoptivos se harían cargo. Muchos discapacitados, por otro lado, pueden trabajar, aun cuando con menores rendimientos que si estuvieran en sus plenas facultades. Dentro de los discapacitados absolutos, un numeroso grupo sería cuidado por las propias familias.

En todo caso, pues, podemos decir que el grupo de personas que no podrían vivir de su trabajo o dependiendo de otros serían: a) los niños recién nacidos y/o abandonados que no estuvieran en un orfanato, b) los que sufrieran una discapacidad absoluta y no obtuvieran el cuidado de sus familias (ya sea una falta de cuidado total o relativa)

Pero, aún así, dentro de estos grupos habría que exceptuar tanto a los niños como a los discapacitados que tuvieran un patrimonio del que pudiera brotar un guarda y gestión. En otras palabras, las personas en situación "delicada" en una sociedad liberal se reducen a un grupo muy poco numeroso.

Podemos contrastar esta con la actual; ¿cuántos pobres ha generado y sigue genernado el intervencionismo? ¿A cuántos impide trabajar? ¿Cuántas empresas ha bloqueado? ¿Cuánta innovación paralizado? ¿Cuántos recursos despilfarrado? En una sociedad libre todo el mundo encontraría empleo -pues la regulación laboral llegaría a su fin- y la acumulación de capital seguiría un curso estable, sin inflación y ciclos económicos, ocasionados por el Banco Central. Esta combinación provocaría el continuo incremento del salario y de las rentas de los ahorradores: el nivel de vida de las masas crecería sostenidamente y sin un límite previsible.

Tal abundancia permitiría, además, atender a través de la caridad a esa porción de la población que podría quedar desamparada. Como dice Esplugas, si realmente las decisiones políticas-estatalistas de ayudar a los pobres se sustentan sobre la voluntad de la mayoría de la población, ¿se volvería esa mayoría insolidaria al desaparecer el Estado? Obviamente no; las ONGs y otras organizaciones con vertiente caritativa, como la Iglesia católica, asumirían un papel mucho más relevante.

La mejor forma de combatir la pobreza es eliminándola, no generalizándola.

Comentarios

 
Esta tarde me decía un intervencionista de derechas que mis postulados eran injustos y contrarios a toda ética. Aseveraba que la sanidad pública era indispensable, ¿qué sería de los desvalidos y pobres?. También me atacaba diciendo que si algo me pasara me gustaría estar atendido, y hay gente que no puede pagarse la sanidad pública. Acabó reconociendo que la sanidad privada sería más barata y eficiente para todos "por desgracia". En fin, y respecto a que fundamentalmente el paro que existe en una sociedad estatalista es paro institucional provocado por el mismo gobierno mediante sus regulaciones laborales.... no se lo creía. ¿leyes económias? ¿para qué? (algo así se debía preguntar). En fin, patético. Ah, acabo diciéndome que los impuestos no son un robo, que un robo es otra cosa. Se tuvo que ir, pero le volveré a preguntar que diablos para él es un robo; si acaso tomar prestado dinero sin el consentimiento del propietario no lo es.... :S
Enviado por el día 26 de Julio de 2005 a las 21:14 (1)
Enhorabuena Juan Ramón, de nuevo. Eres genial !
Enviado por el día 26 de Julio de 2005 a las 21:31 (2)
Acertado en lo económico, disparatado en lo referente a la desaparición del estado. Pero en fin, es el sueño de los ancaps, y soñar es bonito.
Enviado por el día 26 de Julio de 2005 a las 23:13 (3)
Lo de siempre.

Por 25 pesetas, Antecedentes fácticos que demuestren que a menos Estado menos pobreza...
Enviado por el día 27 de Julio de 2005 a las 01:25 (4)
Enviame las 25 pesetas, aunque prefiero euros.

http://www.atlas.org.ar/Archivos/pp22.pdf
Enviado por el día 27 de Julio de 2005 a las 06:59 (5)
jojojo y sigo con el "análisis" de los mensajitos de manutc:

"Lo de siempre.

Por 25 pesetas, Antecedentes fácticos que demuestren que a más Estado menos pobreza..."
Enviado por el día 27 de Julio de 2005 a las 07:23 (6)
EE.UU. sería el antecedente más notable, manutc, la Unión Soviética ilustró lo mismo sin quererlo.
Enviado por el día 27 de Julio de 2005 a las 20:39 (7)
Un amigo mío le hizo una vez la gran pregunta al liberal Ludwig von Mises, a través de una carta, en 1968 aproximadamente. La pregunta: si podía él concebir el liberalismo sin ningún estado. Mises, profundo conocedor de la historia de estas cosas, le respondió diciéndole que no, que el liberalismo presupone la existencia del estado.
Eso está claro en todos sus escritos. En su libro "Burocracia" indica que el feudalismo medieval intentó eliminar las burocracias y que el resultado fue anarquía y caos político.
Sigue siendo cierto que a menos estado menos pobreza. Que no hay que interferir con la producción es otra cosa que queda clara.

Mises no será el padre del liberalismo pero respeto su definición categórica. Si fuera ancap, no me definiría como "liberal", solo como anarcocapitalista o libertario. Creo que es lo que hacía Murray N. Rothbard. El no se consideraba un liberal clásico o un liberal en el sentido español. Es que estaba un gran paso más allá y muy conciente de ello. Entiendo que el autor de la nueva nomenclatura, donde los ancaps son liberales, es Tony Mascaró. Hagánme el favor! Tony es muy bueno pero eso ya es ir muy lejos.

(Ya quisiera uno poder ser ancap. A ver si se me da más adelante.)

Qué gran punto y qué fina ironía la de Esplugas:

"Como dice Esplugas, si realmente las decisiones políticas-estatalistas de ayudar a los pobres se sustentan sobre la voluntad de la mayoría de la población, ¿se volvería esa mayoría insolidaria al desaparecer el Estado?"

Enviado por el día 27 de Julio de 2005 a las 21:19 (8)
Por eso yo uso la palabra 'libertario'. Yo sí busco algo más ambicioso que la República para sostener la libertad. Quiero una kritarquia o heretarquía, y cero o casi cero política (electoralismo y manipulación) en favor de contrato, justicia y arbitraje.
Enviado por el día 29 de Julio de 2005 a las 15:39 (9)

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