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2 de Enero de 2006

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

El éxtasis censor


En este post critico la justificación del CAC propuesta por José Antonio Donaire, diputado del PSC. Analizo la superficialidad del derecho ciudadano a "una información veraz", así como las ansias censoras y represoras de los políticos.

José Antonio Donaire es diputado del PSC, tiene una bitácora y defiende el control estatal de los medios de comunicación. En realidad, no es sorprendente. El socialismo pretende conseguir la completa sumisión de los individuos al Estado; la libertad debe desaparecer en manos de los órganos de planificación centralizada. Que un militante orgulloso de esta ideología perversa y liberticida defienda al CAC no es sorprendente, acaso coherente.

Donaire ha escrito tres posts (I, II y III) en su bitácora defendiendo al CAC y, además, ha dejado un comentario en la bitácora de David Millán donde se queja de la moda anti-CAC. Me centraré en su primer post. Su segunda anotación sólo sirve para recordarnos que la censura en Cataluña no es una novedad; la tercera para constatar el grado de degeneración antiliberal en el que ha caido occidente y el comentario es un refrito de la argumentación de su bitácora.

El primer error en el que cae Donaire es empezar a segregar las libertades: La esencia de la argumentación de la COPE es el derecho a la libertad de opinión. Es sabido que éste es un principio básico del sistema democrático, el famoso artículo 20 de la libertad de expresión y de información.

Una cosa es hablar de libertad de expresión para referirse al ámbito en el cual ejercemos nuestra libertad y otra creer que constituye un derecho autónomo y enfrentado con la propiedad privada. De esta manera, acotamos el significado y clarificamos el debate. En realidad, la libertad de expresión procede del derecho a la propiedad privada; no existe un irrestricto derecho a decir cuanto se quiera. Yo, por ejemplo, no puedo subirme en la mesa del salón de José Antonio Donaire y lanzar una soflama anti-CAC. Esto no supone un ejercicio de censura contra mí, ni mucho menos una agresión; más bien al contrario, sería yo quien estaría agrediendo a Donaire si realizara tal actividad.

El primer problema con el que nos topamos es que la clase política ha nacionalizado el espacio radioeléctrico, de manera que no cabe un derecho de propiedad privada sobre el mismo, sino tan sólo una licencia. Conviene tener presente la diferencia entre derecho y licencia: aquel reconoce una jurisdicción del titular sobre ciertos recursos, ésta supone una tolerancia de ciertas acciones por parte del titular del derecho; tolerancia cuya característica esencial es la revocabilidad.

Por ejemplo, el propietario de una manzana puede consentir que otra persona se coma su manzana, pues el poder dominical incluye la capacidad de permitir que otra persona consuma tu propiedad. Sin embargo, el individuo que se come la manzana no tiene derecho a comérsela (a no ser que el propietario le haya traspasado su derecho de propiedad a través de, por ejemplo, la venta), simplemente está siendo beneficiado por un "visto bueno", una "concesión", una licencia. En cualquier momento, el propietario de la manzana puede impedir que se la coma.

El Estado se ha erigido en propietario de todo el espacio radioeléctrico y ha empezado a otorgar licencias para poder hablar. Nuestra libertad de expresión está corrupta desde el momento en que una agencia totalitaria amenaza con usar la violencia contra nosotros en tanto no nos sometamos a sus dictados: sólo el Estado puede establecer quién emite y quién deja de emitir en el espacio radioeléctrico. Así lo reconoce orgullosamente Donaire: Como es sabido, en un espacio limitado de licencias (como la radio o la televisión), la administración establece unos criterios que sirven para justificar la adjudicación de licencias.

Mire, el argumento es demasiado obvio y está demasiado manido como para volver a exponerlo cien veces: toda la realidad es limitada y no por ello el Estado debe racionar el uso que hacemos de ella. ¿Por qué no asigna licencias sobre la venta de manzanas (ya sabe que son limitadas), o sobre la distribución de los ordenadores personales? Mejor aun, ¿por qué no distribuyen los libros entre los individuos más adecuados según sus criterios? No estamos hablando de la comunicación audiovisual, sino ¡de la cultura! ¿No sería obvio que el gobierno fijara los criterios por los que la población puede acceder a los libros? Los libros son escasos, no hay para todos, no hay tantos como queremos. ¿Por qué no?

Este ataque frontal a la libertad no se subsana por el hecho de que el propio Estado asuma el compromiso de autorrestringirse reconociendo a los ciudadanos el derecho a la libertad de expresión. La licencia y el control políticos siguen intactos: en este país sólo hablan por la radio o por la tele quienes los políticos han decidido que hablen. En caso contrario: silencio. ¿Cuánta censura encubierta habrá tenido lugar en este país por obra del Estado?

En cualquier caso, y regresando a la desagregación de los derechos que practica Donaire, la libertad de expresión no es más que una manifestación del derecho a la propiedad privada. Pero como digo, Donaire subdivide este "derecho a la libertad de expresión" de una manera llamativa. Por lo visto, la libertad de expresión incluye la libertad de opinar; de manera que nuestro derecho no es ya un derecho a expresarnos, sino a opinar, a informar, a dudar o a gritar. De un mismo tronco, sacamos veinte ramas; lo coherente sería seguir adelante y hablar de un "derecho a opinar de deporte", de un "derecho a opinar de fútbol", de "un derecho a opinar del Real Madrid", de un "derecho a opinar sobre Florentino Pérez" o incluso de un "derecho a opinar sobre el color de la corbata de Florentino Pérez".

Esta desagregación de derechos es tan absurda como poco práctica pero, en principio, no resulta problemática siempre que seamos conscientes de cuál es el tronco común, esto es, siempre que no confundamos especificación con restricción.

Y es que a los políticos les encanta reglamentar exhaustivamente nuestros derechos para los perdamos en caso de que nuestros comportamientos no encajen completamente en su definición. Aun asi, siempre que mantengamos el tronco común intacto (esto es, el derecho de propiedad), la ausencia de concordancia con un derecho reglamentado supondrá su encaje en otro derecho. Hablar del color de las corbatas de Joan Laporta no encaja en "el derecho a opinar sobre el color de las corbatas de Florentino Pérez" pero ello no significa que no podamos a hablar de las corbatas de Laporta, ya que en tanto nuestro derecho sea a la "libertad de expresión", la falta de amparo en un particular derecho especificado significa el amparo en otro derecho especificado, en este caso "el derecho a opinar sobre el color de las corbatas de Joan Laporta". O dicho de otro modo, si yo tengo un "derecho a comprar fruta", cuando compro manzanas no estoy abusando del "derecho a comprar peras", sino que estoy empleando mi "derecho a comprar manzanas".

El problema, como ya he dicho, es que a los políticos les encanta confundir los términos, prohibiendo hablar de las corbatas de Laporta o la adquisición de manzanas, por el simple hecho de no encajar en sus torpes especificaciones de nuestros derechos.

Donaire incurre en el mismo atropello: Las sentencias del Tribunal Constitucional sostienen no sólo que expresión e información son dos actividades que (a pesar de las dificultades que ello entrañan) han de ser separadas, sino que además la información debe ser veraz. Este principio es capital.

En otras palabras, informar no es lo mismo que expresar (u opinar). Y el derecho a la libertad de información sólo se ejerce cuando se informa de manera veraz. De acuerdo. ¿Significa que una información no veraz atenta contra el derecho a la libertad de información? No, porque el derecho a emitir información no veraz queda amparado por la libertad de expresión.

Ante este "problemilla" los políticos tienen que hacer un doble salto mortal e inventarse que la libertad de información es un derecho también de los consumidores: La libertad de información es un derecho atribuible a los informadores, pero sobre todo a los "consumidores" de la información. A veces, algunos periodistas pecan de corporativos y sostienen este derecho en un solo sentido: desde el informador al informado. Pero el informado (y existe una sentencia del TC que así lo reconoce) también tienen derechoa la información y a que la información sea veraz. En un sistema basado en la capacidad de decisión de todos los ciudadanos, el acceso libre a una información veraz es imprescindible. Sin ciudadanos informados no hay ciudadanos responsables.

Vayamos por partes, que este párrafo tiene tela. Primero, si los consumidores de información tienen derecho a una información "veraz" ya estamos mandando a galeras a todos los políticos y sicofantes del Estado. Los impuestos no son una contribución a las arcas públicas, sino un robo que no sirve para lograr un difuso bienestar general; las regulaciones públicas atentan contra la función empresarial, reprimen a los individuos y son totalizadoras; los políticos no son imprescindibles, son el cáncer de la convivencia y de la prosperidad, una casta de privilegiados que viven a costa de todos los demás. Siglos de mentiras para enterarnos ahora de que tenemos el derecho a que no nos mientan. Si tuvieran un poco de decoro renunciarían a todas sus prebendas.

Segundo, un derecho a recibir información veraz implica el derecho a establecer e imponer la verdad. Frecuentemente los progres citan el caso de Galileo para bramar contra la Iglesia. ¡Vaya por Dios! Ahora resulta que nunca les molestó la condena a Galileo, sino el motivo de la condena; esto es, que Galileo tenía razón. Por lo tanto, es de suponer que si la Iglesia hubiera tenido razón, la persecución inquisitorial de Galileo hubiera resultado legítima. Vaya con los rojos, no pierden las buenas costumbres.

Tercero, la fijación, imposición y cristalización de la verdad supone la dictadura del statu quo, el conservadurismo militarizado y coactivo más atroz que quepa imaginar. Toda desviación del credo veraz establecido, no supone una opinión que debe ser rebatida probando la fortaleza de las convicciones establecidas, sino una opinión que debe ser perseguida, destruida y aniquilada.

Cuarto, la información veraz no es imprescindible para ningún sistema, en caso contrario la humanidad hubiera desaparecido hace milenios. De hecho, el punto de partida de la investigación científica es la duda, no la verdad establecida. Recibir una información que hoy se considera veraz y recibir SÓLO esa información, implica no sólo un proceso de adoctrinamiento colosal por parte de aquellos que tengan la potestad de fijar esa verdad, sino también la parálisis de la duda, de la investigación y de la búsqueda de la verdad.

Quinto, los ciudadanos ejercitan su derecho a recibir información veraz dejándoles libertad para juzgar qué es y qué no es veraz. No necesitan de un paternalismo totalitario que les imponga su fe; les basta con cambiar el dial.

Sexto, la acción, efectivamente, depende de la información; por tanto, la responsabilidad también depende de la información. Sin embargo, es sumamente obtuso pensar que la única información que impele a un individuo a actuar es la información. La información que cada día recibe un individuo es tan vasta que no sólo tiene capacidad para seleccionar parcialmente la información que recibe, sino que, sobre todo, debe seleccionar la información útil (esto es, la información que considera veraz) para actuar. Los políticos pretenden seleccionarnos su información veraz para que actuemos conforme a sus criterios. ¿Acaso creen que los ciudadanos son estúpidos? ¿Acaso consideran legítimo estirparles la posibilidad de juzgar y de distinguir entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira?

Séptimo, que un político defienda la necesidad de una información veraz cuando ha castrado la pluralidad informativa al nacionalizar el espacio radioeléctrico y ha asignado las licencias de explotación conforme a su particular criterio, resulta tan abyecto que no merece un mayor comentario.

Y octavo; como conclusión, sólo cabe decir que el CAC atenta contra su propio fundamento: al defender la información veraz consolida un conocimiento científico y tecnológico primitivo. No garantiza la información veraz, sino la superchería contemporánea. La primera acción que debería emprender el CAC es, por tanto, su propia clausura.

Una vez comprobado cuál es el corazón de la argumentación censora, es evidente que el medio para acallar a cualquier medio de comunicación pasará por argüir que miente y que ello vulnera los derechos de los ciudadanos. Ni Orwell. Apaleados, aislados y ahora usados como trapos.

De esta manera, Donaire sostiene que cuando en la COPE se afirma que Montilla quiere crear otro GAL para matar terroristas (...) se falta a la verdad. Objetivamente. La COPE ofrece una mentira como si fuera información. Y eso, hay que decirlo, también vulnera el principio constitucional a una información veraz.

Como ya he explicado, si no quiere llamar a los gatos perros, llámelos gatos, pero ello no les niega su categoría de vertebrados. Si la mentira no es información, es expresión, y ello no transgrede ningún derecho; salvo los derechos que ustedes se han inventado para reprimir los derechos individuales. ¿Se imaginan que el derecho a la salud supisiera la potestad estatal de recluir a todos los enfermos en una isla desierta? Donaire nos propone este esquema para garantizar nuestro bienestar. Las limitaciones del poder político son cada vez menores; proceso paralelo a la mengua de nuestra libertad.

Ante el flagrante atentado contra la libertad que supone valerse de inconsistentes derechos políticos para eliminar las opiniones disidentes, Donaire recurre a una generalización demagógica que, no por ello, deja de ser incorrecta: Es el mismo que encontraríamos frente a un medio xenófobo, vejatorio contra las mujeres o nacionalsocialista. Si un medio sostuviera de forma reiterada que las mujeres son seres inferiores o que debemos contemplar la limpieza étnica o que este país va a la deriva por la infección mora, ¿debemos limitarnos a cambiar el dial, en virtud del derecho constitucional a la libertad de expresión o de información?.

¿Deberíamos limitarnos a cambiar de dial siempre que un socialista afirme que la redistribución, el uso estatal de la coacción, la militarización de la sociedad o la hiperregulación contribuyen al bien público? Sí. Las opiniones no delinquen, sólo lo hace el ejercicio de la fuerza. Yo puedo opinar que las mujeres o los moros son inferiores, lo cual me convertirá en un misógino y en un racista, pero no en un delincuente. Otra cosa es que esclavizara a la mujer, a los extranjeros o a los árabes; en ese caso sería un represor. El único que utiliza la fuerza en toda esta operación es el Estado, lo cual le convierte en algo peor que los misóginos o los racistas; al menos ellos, por muy necios y malvados que puedan ser, no utilizan la coacción; a diferencia del Estado, por muy pulcras que considere sus opiniones.

Dicho de otro modo, ¿quién es peor persona? ¿El que odia con todo su corazón a su vecino o el que le quema la casa para hacer feliz a la comunidad ante el espectáculo de una falla? El primero es malvado, pero no usa la fuerza; el segundo es, en principio, bienintencionado, pero desconoce que el fin no justifica los medios. ¿Acaso Donaire nos está diciendo que debemos ser crueles con el primero y clementes con el segundo? ¿Qué daño físico comete el primero? ¿Qué grandilocuentes finalidades absuelven la violación de la propiedad practicada por el segundo? Estas son las preguntas pertinentes y no el repertorio de sandeces destinadas a camelarse al auditorio para justificar la represión contra las opiniones que no nos agradan.

Lo más gracioso de todo esto no es ya que Donaire quiera convencernos de que la censura es legítima por ser un derecho de los consumidores; es que además quiere vendernos la moto de que las sanciones por emitir opiniones contrarias al poder no son censura: Como reconoce el informe del CAC no estamos ante un acto de censura, ya que ésta por definición es a priori. En este caso, no se regulan los contenidos antes de que sean emitidos sino que se evalúan los que ya se ha realizado.

No mire, si yo le digo: "En caso de que hables de la corbata de Florentino Pérez te mando directamente al hospital", y tú, apercibido de mi amenaza, dejas de hablar, asistimos a un ejercicio de censura. Si tú hablas de la corbata de Florentino Pérez y te digo: "como vuelvas a hablar de la corbata de Florentino Pérez, te mando directamente al hospital", y tú, apercibido de mi amenaza, no vuelves a hablar de la corbata cuando querías hacerlo, asistimos de nuevo a un ejercicio de censura. El CAC opera así, como un vulgar matón ofensivo al servicio de los intereses estatales. "Vete y no peques más o de lo contrario irás al infierno". La diferencia entre la religión y el Estado, con todo, es demasiado obvia: puedo tener fe o no tenerla, pero la coacción estatal nadie me la quita, tenga fe en el Estado o no.

Después de todo esto, no cabe dudar de que José Antonio Donaire, diputado en el Parlamento catalán del PSC, odia la libertad. De hecho, él mismo lo reconoce: un laisez faire condescendiente, me lleva plantearme los límites de la opinión y la información. La libertad le da miedo y busca limitarla. Cuando el sillón peligra hay que reprimir y moralizar. Esto es un político: la coacción al servicio del poder.

Comentarios

 
Está claro que quieren un censura previa ante el temor fundado de no tener argumentos válidos con los que rebatir a quienes se les oponen !Eso sí que es miedo a la verdad, a la veracidad!

Además el supuesto juzgador de la verdad de una información no puede tener interés directo en el pleito que instruye, pues su imparcialidad sería no sólo increíble, sino imposible. Y justamente esto es lo que sucederá si un organismo de extracción política juzga informaciones que tengan trascendencia en ese campo (la gran mayoría de las de tipo periodístico).
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 19:13 (1)
A ver a que espera el CAC para revisar los programas de los partidos políticos catalanes y ver cuán veraces han sido.
Quizás tengamos que revocar alguna licencia política a más de uno.
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 19:17 (2)
Excelente artículo, Juan Ramón. Lástima que ningún político lo vaya a entender. Aún menos, el tal Donaire.

Por cierto, hay una cosa que me llama mucho la atención, tanto en el informe del CAC como en las palabras del diputado socialista: me refiero a lo de mezclar opinión con información. Parece que esto sólo lo hace FJL. Pues no, hombre. Lo hacen todos los medios en España. Todos. Repito: todos.
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 20:15 (3)
Si en lugar de pactar en Munich los aliados hubiesen declarado la guerra a la Alemania Nazi en cuanto incumplió Versailles remilitarizando Renania y el Sarre no se hubiese evitado la segunda guerra mundial, al menos tal como se produjo? La historia demostró que a la amenaza de la guerra no se le conjuraría con la inacción y la desmilitarización de las potencias civilizadas. A veces no hace falta agresión para que haya delito y yo le resevaría a los jueces el poder sancionar la proliferación de información malintencionadamente falsa por parte de un difusor de información al por mayor (véase medio).

Lo cual no quita que esté de acuerdo contigo en líneas generales.

Salud y libre comercio
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 20:49 (4)
La libertad de expresión está controlada por los partidos políticos y sus intereses. Cuando comienza una campaña electoral todo liberal se percata de que su libertad de expresión de criticar la coacción del Estado queda reducida al mínimo por no ser conveniente: "podría hacer perder vostos al partido X ". No habrá libertad de expresión hasta que se respete al máximo la propiedad privada. Juan de Mariana no estaba conforme con las "obras faraónicas" como pueda ser la del Trasvase Ebro-Segura en la actualidad, ¿ Libertaddigital podrá decir tal "opinión" , de forma significativa, en alguna TV concedida en el Levante eXpañol?... Quizás.
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 22:01 (5)
Sólo un pequeño detalle, Juan Ramón. Por raro que te parezca, puede haber otros políticos que pidan la abolición del CAC (incluso su prohibición expresa en la Constitución) y la liberalización total del sector audiovisual. De hecho, si quieres que esas cosas alguna vez se consigan, no te olvides de que no va a haber más remedio que hacerlo mediante políticos. La cosa es empujar en la buena dirección, no romper la baraja.
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 22:28 (6)
Pueden hacerlas o pueden no hacerlas. La cuestión es que esa potestad no debería recaer en sus manos y, para ello, conviene que vayamos abandonando el mito estatalista (http://www.juandemariana.org/comentario/395/)
Enviado por el día 2 de Enero de 2006 a las 22:29 (7)
Yo lo que quiero decir es que, en la práctica, despojarles de esa potestad –y de otras- es algo que sólo podremos hacer mediante políticos. Es la realidad. No hay otra forma.

Y luego para ciertas cosas sí que van a hacer siempre falta, hombre. La cuestión es domarlos …

En cualquier caso, ya sabes aquello de vísteme despacio que tengo prisa.

Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 02:04 (8)
Estoy de acuerdo con Sevillana. En la praxis, si no se cuenta con los políticos y las instituciones es muy difícil conseguir una sociedad más libre.
Lo difícil es encontrar esos políticos dispuestos a despojarse así mismos de su poder.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 03:21 (9)
Intentaré responder a las cuestiones que plantea Juan Ramón, desde mis limitadas capacidades. Voy a abusar del espacio (los 2.000 carácteres me parecen insuficientes); si considera que es excesivo, haré la respuesta en mi propio blog. Pero creo que es más justo responder allá donde soy interpelado. Creo que tu escrito tiene algunas incorrecciones, que propongo a continuación:

1. "El socialismo pretende conseguir la completa sumisión de los individuos al Estado". Efectivamente, soy socialdemócrata; y no soy liberal. Yo no creo que un liberal sea un ácrata. Y por eso me extraña la tendencia de los liberales a confundir socialdemocracia con estatalismo ("Donaire odia la libertad", uf). No voy a explicar ahora las diferencias entre Stalin y Olof Palme, porque no es el tema del debate. Yo creo en los individuos y en la sociedad, en lo público y en lo privado. Pero ése es otro debate. Algunas de las cuestiones que tú planteas son verdaderos cambios de las reglas del juego. Yo creo que las reglas no son eternas, pero no podemos cambiar las reglas del Scatergory a mitad del juego y aceptar pulpo.
Tú propones un modelo de Estado ultraliberal que choca con el modelo de Estado que pactamos en la Constitución. Si no te gusta este Estado (insisto, es totalmente legítimo), propones un cambio y lo ganas en las urnas. Pero mientras eso no ocurre, no puedes pretender que la acción de los gobiernos transgreda totalmente el modelo que se ha pactado previamente.

2. Supongamos que efectivamente estás de acuerdo con mantener (ni que sea provisionalmente) las reglas del juego. Veamos. Artículo 20.d. de la Constitución: "Derecho y deber a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión". ¿Esto es un invento de "los políticos" (quiénes, cuáles) o es una norma básica?. O la cambiamos o la acatamos. Pero no podemos aceptar pulpo.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 10:21 (10)
3. De hecho, nuestra constitución (sí, ya sé que replicarás que el PSC no cree en la constitución y bla, bla, bla) limita un montón de libertades en el capítulo de derechos y libertades: 21.2, 22.2., 22.4, 22.5, 28.2, 30.2, 33.3, 37.2... ¿Tenemos que cambiarlos todos?.

4. Supongo que no te sorprenderá saber que el CAC fue creado el año 2000. Gobierno CiU con el apoyo del PP. Tampoco te sorprenderá saber que ha realizado 166 informes (casi todos negativos) y que hasta la fecha había arremetido contra medios estalinistas (utilizo tu argot para entedernos): COM, SER, BTV... Curiosamente, no había oido ningún comentario en contra. Al contrario, recuerdo un interesante artículo de El Mundo en el que se recogía la denuncia del CAC por el tratamiento partidista que dieron los medios durante el período 11-M al 13-M. No es argumento, lo sé, pero creo que siempre es bueno conocer un poco los antecedentes de la película.

5. Bien. El artículo 1.2. de la Ley del CAC (esa que fue aprobada por el PP y por CiU) dice que el CAC tiene como misión cumplir los requisitos de la legalidad vigente en la Unión Europea, en la Constitución, en el Estatut (el antiguo, el que vosotros llamáis "el bueno") y en la legislación sobre medios audiovisuales. En otras palabras. El CAC es un órgano que cumple las disposiciones legales generales. Por ejemplo, la Ley 10/88, la Ley 11/91, la Ley 37/95... Para tu conocimiento, no tiene unas "normas represoras" específicas, sino que (intenta) cumplir las leyes españolas y europeas existentes. Insisto. O las cambiamos o las cumplimos. Pero la culpa de estas leyes no es del CAC. No tengo que recordarte que la Ley 4/80 (art. 4ac. objetividad, imparcialidad y veracidad) fue aprobada por UCD. En resumen, el CAC es un organismo que vela por el cumplimiento de leyes que ya están aprobadas y que nadie ha derogado.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 10:48 (11)
6. Has pasado de puntillas (de hecho ni siquiera has comentado) por un tema que comentó en mi último post. ¿Por qué casi todos los países europeos tienen un C.A.?. ¿Qué nos diferencia de USA, Canadá, Italia, Francia, Alemania, Portugal, Gran Bretaña, Holanda, Dinamarca...?. ¿Cuál es tu país de referencia?. El CAC es el único C.A. del mundo que ni es escogido directamente por el Gobierno ni es suficiente la mayoría simple del Parlamento. Como bien sabes, se necesitan 2/3. ¿Por qué no proponemos una práctica similar en el Parlamento español?. Por ejemplo, un TC aprobado por 2/3. También me gustaría que me respondieras algunas preguntas: ¿Por qué no criticas el C.A. de Madrid (Ley 2/2000) que ahora apresuradamente se va a eliminar?. Te ruego que consultes de qué forma se escogen los miembros del C.A. de la Comunidad de Madrid. ¿Y qué decir del C.A. de Navarra?. Y por último, ¿cómo es que el PP (no sé si es un partido afín, pero creo que sí) incorpora en su programa electoral la creación de un consejo audiovisual?. O también ¿cómo es que el PP votó a favor del CAC en la comisión y una hora antes de la votación en el Parlamento (llamadita de Génova) cambia el sentido del voto?.

7. La mayoría de las réplicas se basan en este principio: "Nosotros no negamos los límites de la libertad de información, sino que pensamos que eso lo debe dirimir un juez". Tú no utilizas este argumento (que he intentado rebatir en otros debates), sino que directamente afirmas: no, no, nada de límites. Supongo que ni siquiera los límites del artículo 20.4 de la Constitución, que literalmente dice: "Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las Leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia".
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 11:00 (12)
¿Y cómo podemos argumentar la ausencia de límites?. Pues con dos piruetas argumentales dignas del gran Tamariz. Primero, la opinión es una propiedad. Caramba. Yo tengo un coche, un piso hipotecado, una Play Station y quince expresiones. Las guardo en el garaje, las lavo cada quince días y he montado una alarma por si me la roban. Segundo, el único límite a la libertad de expresión es lo que Cruyff lamaría "el contexto". Si me llamas pederasta mientras conduces a 190 Km/h, no puedes hacerlo porque has sobrepasado el límite de velocidad. Pero si lo publicas en el Marca, entonces, no pasa nada.
Mientras que en la mayoría de los debates, se sostiene el principio de que "es cierto que hay límites, pero me quejo de que los fije el CAC y no un Tribunal", tu argumento es más osado: "No, no, nada de límites". Sin más límites que el contexto. Si la Radio Yihad da instrucciones precisas para montar bombas, cambiemos el dial. Si la TV Pureza Blanca nos dice que hay que rociar con ácidos a todos los que no son arios, hagamos zápping. Y si un canal emite una película de coprofagia a las 4 de la tarde, pues saltamos a la Cuatro. Sin límites. No puedo negar que eres liberal, pero llevado a su extremo tu argumento sí que empiezas a parecer un ácrata.

Y es que si relees tu propio comentario, verás los problemas que plantea. Tu puedes ser misógino y racista, de acuerdo. Pero, ¿puede serlo un medio de comunicación?. ¿Estás seguro?. ¿Y proetarra?. ¿Y neonazi?. Tú me dirás, ¿quién fija las reglas o los límites?. Y yo te respondo: Pues las leyes propuestas por Parlamentos escogidos por todos, que pueden ser cambiadas, derogadas y modificadas.

Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 11:34 (13)
8. Perdona, pero te has hecho un lío con expresión, opinión, información, verdad, veracidad... La Ley (no el CAC, la Ley) dice dos cosas muy claras: (a) que hay que diferenciar entre opinión e información; y (b) que hay que respetar el principio de veracidad.
La diferencia entre opinión e información no es fácil; estoy de acuerdo y lo he dicho. Pero no me digas que es imposible diferenciarlos. No podemos "vender" opiniones como si fueran informaciones. las informaciones deben ser veraces y las opiniones, por su propia definición, no. Y, por cierto, veraz no es lo mismo que verdad y tú los utilizas como sinónimos.
De hecho, aquí realizas otra pirueta mortal. Niegas el principio de la falsación popperiana y te conviertes en la esencia del postmodernismo. Todo es relativo. Todo puede ser. Y puede no ser. Pues no mire. Hay cosas que no son.

Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 11:46 (14)
ACABO. Te pido disculpas por acaparar el espacio, pero ya ves que no tengo capacidad de síntesis (los políticos, ya se sabe, y más los castristas). Te ofrezco un relato alternativo.

"El CAC existe desde hace cinco años (votos PP+CiU). Emite informes a partir de denuncias particulares. Ni sanciona, ni multa ni mucho menos cierra emisoras. Existe como el CA de Madrid, de Navarra y como unos 100 CA más en el mundo "occidental", desde Australia a los EEUU, de Gran Bretaña a Finlandia. El PP lo incluye en su programa electoral. Y el PP catalán lo defiende en la Comisión del CAC del Paralmento.
Existe como existe el Defensor del Pueblo. O el ombusdman de un periódico. O el Síndico de una Universidad. Organismos ágiles que estudian denuncias de particulares y emiten informes (que no sanciones). El CAC criticó por ejemplo el tratamiento informativo del 11 M. Porque a veces los medios se equivocan; y a veces, se equivocan mucho. Y agreden, insultan, mienten o hieren sensibilidades de particulares. Y así, una comunidad religiosa pide al CAC que interceda ante un programa que considera un insulto a sus creeencias. O una persona advierte que un anuncio ofrece publicidad engañosa. O un partido de la oposición dice que la televisión local es un publireportaje del alcalde. Y el CAC ha ido informando.
Un día, unos particulares se quejan de la COPE (informe 166º). El CAC emite un informe. Ni sanciona, ni cierra, ni sentencia. Y a partir de ese momento, se cierra el CA de Madrid, se vota contra la nueva Ley del CAC, se afirma que es un organismo represor creado ad hoc, y se desata la tormenta. No sé a ti, pero a mi me suena a "Si no aceptáis pulpo, me llevo el juego". Creo que hay orejas donde nunca se puede soplar.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 12:00 (15)
Hay un tipo de censura fundamentalista que consiste en imponer fanatismos de un extremo u otro. Así lo expresa D.Xavier Sala i Martín de forma magistral:
http://www.columbia.edu/~xs23/catala/articles/2006...

Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 12:10 (16)
Puedes ocupar cuanto espacio necesites en los comentarios. No hay problema. Luego te contesto en un post.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 12:59 (17)
¿está acusando a Rallo de no aceptar las reglas del juego, de estar en contra de la constitución e, incluso, de ácrata?
Con perdón; JUAS
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 13:09 (18)
Juan Ramçon Rallo no es un antiliberal, y espero su post.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 14:08 (19)
La post de Eaco en respuesta a don aire debe ser excelente
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 14:09 (20)
Señor Don-aire:

Una vez que el poder político se arroga en decidir que se puede decir y que no sobre temas en los que la mayoría estaría de acuerdo (terrorismo etc), Siempre puede haber políticos sin escrúpulos, precisamente los que mas acaparan para si el concepto de "pueblo" y se arrogan el ser sus representantes, que apoyados éstos en ese consenso inicial, utilizan esas potestades para impedir la información sobre algunos correligionarios politicos que roban, ex-terroristas que ahora son amigos, OPAs teledirigidas y separatismo con sonrisa.

De esta forma, hurtan la información no deseada a los ciudadanos, los elimina del debate sobre lo que se esta haciendo y debilitan las capacidades críticas de los votantes. Con ello votan a favor de sus pastores de la información, con lo cual convierten la democracia en algo formal que oculta una dictadura. Así, los estalinistas soft con corbata y sonrisa pueden dedicarse impúnemente a ensanchar su poder , enrocarse y así, mas cómodos, robar para si y para sus amigos. Siempre invocando derechos, por supuesto. Como dice Juan Ramón, el poder totalitario ahora llega gritando "mas derechos!".

Como le dije a una compañera suya: La unión sovietica también tenía representantes electos. Justifica eso que los parlamentarios españoles o catalanes ya que son un parlamento electo puedan dar el visto bueno a hacer una deportación masiva?.

El que otros paises tengan CAC no quiere decir que tambien sea legítimo reprimir opiniones politicas contrarias y hechos que os incomodan, porque los demás no lo hacen, amigo.

Son modas que vienen del Este, pasando por Catalunya.

Magnifico artículo, Juan Ramón. Como siempre.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 15:08 (21)
De acuerdo, agocorona. Pero es que no hablamos sólo de la URSS bolchevique (que tiene su CA, es verdad). Hablamos de Francia, Italia, Francia, Suecia, Gran Bretaña, Holanda, Dinamarca... Es que sólo quedamos San Marino, Lietchestein, Vaticano y nosotros (si el PP incumple su promesa electoral de montarlo). Que a mi me suena esto al unamuniano "Que inventen ellos". O a aquel conductor que se quejaba porque todos los coches iban contra dirección.
Por otro lado, cualquiera diría que se han llevado a JLS a Olimpo (campo de concentración de la época de Videl). Ha emitido un informe. Sin ningún tipo de implicación. Cualquier medida del CAC puede ser recurrida en un Tribunal. Sinceramente, creo que estáis inflando un globo.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 15:42 (22)
1000 millones no son un globo. Querido "Compañero".
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 15:51 (23)
Y te repito, ningun C. A. de los que mencionas como ejemplo ataca opiniones politicas. Menos aún la veracidad o no de la información. Salvo donde los estalinistas o fascistas con sonrisa pasan por demócratas, claro.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 15:54 (24)
Señor Don-aire... Sólo una pregunta: ¿tiene el CAC algún tipo de poder sancionador?

¿En qué se parece entonces al Defensor del Pueblo?
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 17:20 (25)
Y señor Don aire: tiene razón en que todavía no tiene posibilidad de ejercer su poder sancionador. Pero es porque exclusivamente todavía no ha entrado en vigor la nueva ley, que es lo que se está discutiendo. El CAC anterior claro que sólo emitía informes. Pero eso no es lo que acaba de aprobar el Parlamento Catalan.

Decir que esas medidas luego se podrán revocar en los tribunales, demuestra muy a las claras que SÝ existe poder sancionador. Y eso, por mucho que le pese, es fascismo.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 17:25 (26)
Mira, Donaire, me importa unas narices desde que año exista y con los votos de quién se haya aprobado. El CAC es, para empezar, inconstitucional, porque los derechos fundamentales sólo se pueden regular por ley orgánica, y no por las comunidades autónomas. Pero es que además éste o cualquier chiringuito político-administrativo que pretenda decidir qué es o no verdad, que es o no objetivo y qué es o no constitucional constituye una patada en la puerta del que acaso sea el derecho más importante para que exista siquiera la posibilidad real de democracia, que es la libertad de prensa. Sólo el poder judicial tiene potestad para entrar a juzgar los límites a la libertad de expresión y de información, que es el respiradero democrático de los ciudadanos, y sólo en los términos que establezcan el Código Penal y el Civil.

No, la libertad de expresión y de información no necesita ningún CAC, ningún CAA ni ningún CAN. Al revés, estos engendros burocráticos son, además de un pesebre absurdo y un gasto inútil de un dinero coactivamente arrancado al contribuyente (un camarero que trabaja doce horas al día le está pagando el sueldo a estos apesebrados), una amenaza potencial para la libertad de expresión. Y en el caso catalán, una amenaza más que real para los despojos de libertades que aún conservan los catalanes, gracias al pujolismo, a Piqué y al gobierno nacional-socialista en el que, para desgracia de sus votantes, participa tu partido.

Que el PP haya apoyado con sus votos semejante engendro totalitario y liberticida no es prueba de nada porque ni es la primera vez ni –me temo- será la última. Pero fíjate que en el PP hay alguna gente empeñada en que eso deje de ser así. En el PSOE, en cambio, parece ser que sólo hay cobardes y liberticidas.
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 18:49 (27)
Yo le agradezco al señor don-aire tomarselo con más o menos humor y no enviarnos directamente a la sección "fachas" :D
(¿alguien sabe que tienen de facha los argumentos del señor Rallo...?)
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 19:14 (28)
Don-aire... ¿Ya ha reflexionado sobre la diferencia entre el Consejo Audiovisual de MAdrid, Navarra, e incluso el CAC anterior a la nueva reforma, y el posterior a la misma? ¿Se da cuenta de la diferencia existente al permitir, no ya sólo que las Administraciones Estado velen por nosotros con nuestro dinero creando un mecanismo inútil, sino que se puedan CERRAR o SANCIONAR medios audiovisuales mediante un organismo político?

Y sí, posteriormente se podrá acudir a los tribunales... ¿A costa de qué, señor don-aire?¿Quién devuelve los días de cierre mientras sale la sentencia?¿Quién critica al poder (dueño del CAC) durante esos días?¿Quién nos cuida de la pluralidad y la veracidad del CAC?

La diferencia es enorme. Incluso siendo lamentable la existencia de un aparato inútil y político de control de los medios como son los CA, su extensión hasta dotarlos de capacidad sancionadora llega al fascismo puro...

Sinceramente, no sé si usted miente o símplemente desconoce la verdad. Creo que debería informarse un poco más sobre el CAC... Creo que hasta usted se asustaría.

Es más, no quiero pensar lo que hubiera pasado si esto lo propone un partido de "derechas".

Paz
Enviado por el día 3 de Enero de 2006 a las 22:52 (29)
He llegado a la conclusión de que el auténtico problema no es tanto el consejo sino el nombre. CAC suena muy agresivo y cacofónico, debiera llamarse distinto...

pero de todas formas os invito a consultar qué dice el TC, órgano del opresivo Estado financiado con el expolio de los capitales de los bondadosos y simpáticos individuos, sobre esta cuestión:

http://www.boe.es/g/es/bases_datos_tc/doc.php?cole...
http://www.boe.es/g/es/bases_datos_tc/doc.php?cole...
http://www.boe.es/g/es/bases_datos_tc/doc.php?cole...
http://www.boe.es/g/es/bases_datos_tc/doc.php?cole...

Enviado por el día 4 de Enero de 2006 a las 20:35 (30)

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