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6 de Enero de 2007

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Lucha contra ETA: la unidad no soluciona nada


Los comunicadores y propagandistas del PSOE han encontrado un nuevo lema para tapar su propia irresponsabilidad, para ocultar su tremenda incompetencia en la lucha contra el terrorismo: la unidad. A este símbolo también se ha referido el Rey en el discurso del día de la Pascua Militar, “unidos, acabaremos con el terrorismo”, si bien con un matiz, el de su confianza en “la fortaleza de nuestras instituciones democráticas, en todos los instrumentos que nos proporciona el Estado de Derecho”. Y en ambos casos, se consideren o no parte de la misma estrategia, la unidad no soluciona nada por sí misma, en el peor de los casos encamina nuestros pasos como el de los lemmings suicidas, hacia un barranco muy hondo.

El PSOE debe buscar otra táctica que le haga ganar su propia guerra, la reelección de José Luis Rodríguez Zapatero en las próximas elecciones generales. El fin de la violencia terrorista es un bien colateral que puede o no llegar, pero accesorio en cualquier caso. Por eso ahora echa mano de la unidad como nuevo símbolo de su lucha, porque lo contrario no le ha reportado el objetivo esperado. Zapatero necesita al PP en su nuevo barco como tripulante porque no puede permitirse fracasar sin este compañero de viaje. El éxito es un premio que se saborea sólo, el fracaso requiere compañía de cara a la opinión pública, sobre todo si en unos meses debe votar, la única actividad que interesa a la mayoría de los políticos. Resulta patético ver como después de que hace unos años se firmara el Pacto del Tinell, en el que las fuerzas supuestamente democráticas se comprometían a no pactar de ninguna manera con la “derechona”, ahora necesitan su compañía, incluso la exigen.

La unidad no es un objetivo por sí solo, solamente una forma de obtener un fin y precisamente ese es el quid de la cuestión. En primer lugar, un partido como el PSOE es demasiado ambicioso como para permitirse una autocrítica en profundidad y un cambio de rumbo claro, cueste lo que cueste, incluso el ostracismo político en los próximos años. Si los objetivos no son claros, lo es mucho menos la ética en la que basan su consecución. El todo vale, el relativismo moral llevado a su extremo, no es algo que termine por pasar por desapercibido a muchos de sus votantes, puede que no a los hooligans, pero sí a los socialistas más tibios. Si consiguen subir a su carro antiterrorista al enemigo más odiado, esta aparente amoralidad se disipa y es que sin unos principios morales claros poco se va a conseguir. Nadie que se consciente de esta situación debería aliarse con semejante cuadrilla pues sólo estaría firmando su propia destrucción. Son los principios no la unidad lo que puede acabar con la ETA.

El Estado de Derecho al que se refiere hoy el Rey en su discurso está secuestrado por un PSOE lleno de arrogancia y unas fuerzas nacionalistas de oscuras intenciones. Una Fiscalía al servicio de los socialistas, no del aparato del Estado, es un ejemplo claro de partitocracia aplicada. Unas fuerzas policiales y de seguridad amordazadas por oscuros intereses políticos, es otro ejemplo. Que ahora de pronto, la Policía Autonómica Vasca empiece a encontrar zulos y explosivos como si de un día para otro se hubieran excavado por arte de magia, invita a imaginar que otro partido, el PNV, ha podido parar investigaciones que podrían haber evitado el atentado de Barajas. En estas condiciones, el Estado de Derecho no es garante de nada que no quieran estos secuestradores de la libertad. Unidad no, principios.


Comentarios

 
Alberto, ¿cómo puedes pedir principios a quienes sólo se preocupan por sus (propios) fines?
Enviado por el día 8 de Enero de 2007 a las 11:37 (1)

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