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29 de Julio de 2007

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La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Los humanos, como siempre, culpables

Una de las máximas que se mantienen en el periodismo científicos redactado por becarios o por agitadores de la causa es que el humano es culpable de cualquier desgracia que le ocurra a la naturaleza, independientemente de que tal relación esté o no justificada con alguna investigación mínimamente seria o incluso que tal circunstancia no sea ni siquiera eso, una desgracia.

El hallazgo de una mandíbula de un marsupial extinto en Australia, tierra que acoge CASI todos los marsupiales conocidos (no olvidemos las zarigüeyas americanas como hace el redactor), cuyos restos los científicos datan de una antigüedad de 50.000 años, ha sido suficiente para que el arriba firmante asegure sin ninguna duda:

Existen muchas hipótesis sobre las causas de su extinción, aunque parece que está relacionada con la aparición del ser humano. Es posible que los primeros habitantes de la Isla-continente, los aborígenes, acabaran con él”.

No sé si han sido los calores del verano madrileño o que mi memoria se ha recuperado durante unos segundos, pero creí recordar que hace tiempo, un año como se verá en el enlace que adjunto, unos científicos habían llegado a la conclusión que el efecto de los humanos, si bien era cierto, no era determinante para explicar la extinción de buena cantidad de marsupiales. Afortunadamente he encontrado este enlace que hace referencia a la noticia y en la que se informa de que:

Científicos de la Universidad de Melbourne y La Trobe encontraron evidencia de la causa de la extinción de los grandes marsupiales de Australia hace unos 50 mil años. Los climas fríos y áridos de la última era de hielo son considerados como causa probable, en oposición a la hipótesis alternativa que responsabiliza a los cazadores humanos”.

No sé de dónde saca información el redactor, un tal Rafael Barquín, para culpar al aborigen australiano (hecho que podría ser entendido hasta como racismo disfrazado por los defensores del indigenismo, todo el mundo progre sabe que la extinción de especies es culpa del blanco occidental que aplica las normas del libre mercado y la propiedad), pero si se hubiera documentado un poquito, sólo un poco, y hubiera buscado cierta objetividad, es posible que hubiera puesto también esta parte de la información que he recordado.

Está clarísimo que el dogmatismo ecologista es una de las principales razones que explican la falta de crítica y de variedad informativa en esto del medio ambiente, eso y el seguimiento sectario que las redacciones de los medios de comunicación hacen de sus preceptos.


Comentarios

 
Y si acabaron con él no fue por capricho, probablemente sería para comérselo ¿o es que deberían de haberse inmolado en aras de la diosa naturaleza?
Enviado por el día 30 de Julio de 2007 a las 17:45 (1)
No me acuerdo de que ecoligista hablaba una ves este george reisman que se lamentaba por que los lagartos ya no podian saciar su hambre con algun desafortunado humano que cayera en su pantano.
Enviado por el día 30 de Julio de 2007 a las 18:23 (2)
altar, eso es como cuando hace unos años, aunque normalmente suele ser casi todos, se montan grandes operativos para salvar a las ballenas que se quedan atrapadas en los hielos de Alaska o similar, con lo que se dejan con un palmo de narices a los osos que ya estaban preparándose para su ecológico festín, y de cuya hambre nadie se acuerda luego.
Enviado por el día 30 de Julio de 2007 a las 23:27 (3)
bueno pero esos ositos son bastantes segun dice, y si no es la ballena, seguro moleran a cachetadas a alguna foca desprevenida...
Enviado por el día 31 de Julio de 2007 a las 00:05 (4)
En realidad, el autor del texto hace su afirmación sobre la probable responsabilidad del hombre en la extinción de esa especie de marsupial, basándose en múltiples evidencias. Otros muchos paleontólogos, especialmente australianos, son de la misma opinión. La extinción de grandes mamíferos nativos en Australia, como el Diprotodon (un koala terrestre del tamaño de un rinoceronte), se produjo hace unos 50.000. Los últimos restos fósiles de diprotones, canguros gigantes y enormes aves no voladores, se encuentran en los mismos estratos en los que empiezan a aparecer las primeras puntas de flecha y restos de asentamientos humanos. Por supuesto, puede argumentarse que el cambio climático que se venía encima afectó a esos animales. Seguramente fue así. No obstante, resulta curioso que la misma secuencia se repita en los yacimientos de Norteamérica y Sudamérica, en los que la aparición de utensilios humanos coincide con la desaparición de numerosas especies de grandes animales. Eso sí, en otras fechas mucho más tardías a las de Australia. Los últimos caballos nativos americanos, perezosos y armadillos gigantes, tigres de dientes de sable y mastodontes, se desvanecieron en las mismas fechas en las que el hombre entró desde Asia por el estrecho de Bering. Extinciones similares se han constatado en Madagascar, Nueva Zelanda o las Antillas. Por supuesto, nadie culpa al aborigen australiano ni al americano de un delito ecológico. Probablemente la caza tardó siglos o milenios en causar el exterminio, y no eran conscientes de que algún día fuese a suceder. Nosotros tenemos más medios, más datos sobre las consecuencias de nuestros actos, y por tanto una mayor responsabilidad. Sobre todo, la responsabilidad de querer saber cuales son esas consecuencias.
Enviado por el día 1 de Agosto de 2007 a las 23:10 (5)

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