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19 de Enero de 2006

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Orden Natural
Bitácora de Juan Fernando Carpio

Moralismo anticonsumista


Pijus economicus ha continuado con su serie de post sobre el consumo. Voy a responder a su tercer post.

Según Pijus, El sistema de producción tal y como lo conocemos no ha existido nunca con anterioridad a nuestra época, sino que en las sociedades antiguas la noción de producción-consumo adquiría un significado muy diferente.

Es evidente que el sistema de producción de hoy no tiene nada que ver con el de hace 100, 500 o 1000 años, de la misma manera que no tendrá nada que ver con el que habrá dentro de 100, 500 o 1000. Ni las sociedades son las mismas, ni la riqueza es similar, ni los sistemas políticos son equiparables.

Estas evidencias, sin embargo, tienden a amplificarse para quien considera que estamos en el fin de la historia o que las características del presente son mucho más excepcionales en la historia que todas las pasadas. Pero, en todo caso, sí podemos establecer algunas relaciones apodícticas y constantes a lo largo de toda la historia: a) Sin una acción productiva -por breve que sea- es imposible consumir, b) Para emprender procesos productivos indirectos (esto es, aquellos en que la propia acción no genera como resultado el producto) es necesario haber producido previamente de manera directa y ahorrar parte de esa producción para sostener (o financiar) el proceso de producción indirecto, c) No toda apariencia de producción tiene que tener como objetivo el consumo (pensemos en la caza por diversión).

Estas tres relaciones subyacen a cualquier sistema productivo de cualquier época.

Sigue Pijus: tampoco el mercado tenía igual significado ni extensión en comparación con el actual. Ambas ideas han sido justificadas atendiendo a la supuesta maldad de la naturaleza humana y el presunto egoísmo inherente al ser humano, y se les ha concedido un carácter universal e histórico

Aquí nos confundimos de todas todas. La extensión del mercado actual sólo es un reflejo de las relaciones sociales actuales. El mercado no es necesario porque el ser humano sea egoísta, sino porque el ser humano no tiene información sobre todos los acontecimientos, todas las circunstancias y todas las necesidades del resto de seres humanos. Cada individuo actúa en una esfera muy reducida de la realidad y, sin embargo, a través del mercado, sus decisiones tienen trascedencia positiva sobre individuos a los que ni siquiera conoce.

Gracias al mercado, Pedro puede comprar un automóvil que ha sido producido por Juan. Juan podrá cobrará un salario a cambio de haber producido un automóvil que quería Pedro y, con ese salario, podrá adquirir una Playstation que ha producido Javier. En este caso, ni Pedro conoce a Juan, ni Juan sabía que Pedro quería un automóvil, ni mucho menos Juan sabía que Pedro quería una Playstation a cambio de la cual hubiera podido intercambiar el coche. Actuando descentralizadamente, en ámbitos diminutos, conseguimos una magnífica coordinación social, una monumental división del trabajo, que se dirige a satisfacer nuestras necesidades, sean éstas las que sean y dependan o no del consumo.

Pero todo esto no tiene nada que ver con el egoísmo, ni los clásicos pretendieron que así fuera. Como explica Hayek: nadie puede llegar a conocer más que una minúscula porción de la sociedad y por lo tanto todo lo que puede ser incluido en sus motivaciones son los efectos inmediatos de sus actos en el ámbito que le es conocido (…) las necesidades humanas por las que él "puede" efectivamente preocuparse son una cantidad insignificante de las necesidades de todos los miembros de la sociedad. El ser humano debe buscar su propio interés porque su ámbito de información es reducido. No debe pretender "hacer el bien" a través de la fuerza o de sus intervenciones en la vida de los demás. El propio interés, de todas formas, no significa el interés personal exclusivo, sino el de su círculo social. Volvamos a Hayek: El "ego" por el que supuestamente las personas debían preocuparse claramente incluía a la familia y a los amigos. Ninguna diferencia significaba respecto del argumento habría si se hubiera hecho extensivo a todo aquello por lo cual la gente de hecho se preocupa.

Pijus continúa citando a Karl Polanyi: la ganancia y el beneficio obtenidos en el intercambio no desempeñaron jamás una parte tan importante en la economía humana. De ahí extrae conclusiones: el actual objetivo racional es servir al crecimiento económico que nos conduce por la senda del progreso infinito, de modo que es necesario reproducir de forma ilimitada el proceso productivo siempre en un nivel por encima del anterior. Requisito fundamental para ello es obtener un excedente económico en el intercambio. Muchos puntos, muchos errores.

Primero, el objetivo racional NO es servir al crecimiento económico. Como indicó Mises, la racionalidad se refiere a los medios; los medios serán racionales en tanto contribuyan a lograr el fin. El fin de los individuos, que yo sepa, no se refiere a maximizar el PIB o cualesquiera otras macromagnitudes. Cada ser humano tiene objetivos concretos, aspiraciones particulares, para las que requiere de unos medios que sólo puede lograr a través de la producción.

Segundo, el sistema productivo no se reproduce, sino que cambia continuamente. La producción de hace 10 años no tiene nada que ver con la actual. El sistema económico se va depreciando y las cuotas de amortización se reinvirten en otros sectores para adaptarse a las nuevas necesidades del ser humano. No se reproduce nada; la acción selecciona los medios más adecuados para sus fines y de ahí surge la rentabilidad empresarial.

Tercero, todo intercambio implica un excedente económico para ambas partes si este intercambio es voluntario. Para lograr excedentes no es necesario minimizar los costes contables a través de profusas inversiones en tecnología que incrementen la productividad (aunque puede ser una manera), basta con ofrecer a otra persona algo que no tiene y que valora a cambio de algo que tiene pero que valora menos que lo que tú le ofreces. Los intercambios no se producen entre igualdades, sino entre desigualdades de valor. Cada parte valora menos aquello de lo que se desprende que aquello que recibe a cambio. De ahí que este intercambio sea mutuamente beneficioso.

Cuarto, un empresario que busca el beneficio es un empresario que busca servir de la mejor manera a los consumidores. Preocuparse y obsesionarse por el beneficio significa preocuparse y obsesionarse por el consumidor. No hay ningún modo -salvo el robo del Estado- de obtener ingresos salvo ofreciendo aquello que el consumidor quiere.

Todo ello, sin embargo, no es tenido en cuenta por Pijus: Sin embargo, en las sociedades antiguas el ser humano se caracterizaba por la “ausencia de la motivación de ganancia”.

No es cierto que la acción humana se haya guiado en alguna ocasión por la falta de motivación de ganancia. Esto es una contradicción en los términos. Toda acción se realiza para mejorar una situación inicial; el hombre no actúa si espera estar peor al final que al inicio de su acción. Toda acción busca una ganancia; pero ganancia no significa beneficio monetario. Éste es el punto donde Pijus se confunde, no se puede erradicar la ganancia de la acción, porque entonces el hombre no actuaría. De hecho, ayudar al prójimo no es más que buscar la ganancia propia en la ganancia ajena; pero hay ganancia.

El beneficio monetario es, simplemente, una de las formas más adecuadas para no despilfarrar los recursos en satisfacer necesidades muy poco valoradas. Una empresa que no se guía por la ganancia es una empresa a la que no le importan: a) los ingresos, b) los costes. Si no le importan los ingresos significa que se la trae fresca si los consumidores le compran o no, esto es, si presta algún servicio a los demás o simplemente llena los stocks de los almacenes con productos inútiles. Si no le importan los costes (y ofrecer un producto que la gente quiere de manera gratuita es un coste), significa que no le importan los usos alternativos a los que podrían dedicarse esos recursos, esto es, que está dispuesta a impedir que ciertos individuos satisfagan sus necesidades más urgentes a través de esos recursos.

Sigamos: Por regla general el sistema económico se integraba dentro del sistema social al que debía servir, a la vez que la sociedad se administraba por motivaciones no económicas. Ejemplo representativo de esta idea es que durante el medievo, cuando se introducía una nueva tecnología, ésta era bienvenida como una herramienta para trabajar menos y ampliar así el tiempo libre.

Como ya hemos visto, administrar la sociedad por consideraciones no económicas significa desatender las necesidades de las personas. Pero además, si se "administra" la sociedad como un todo, esto es, petrificando y controlando las relaciones sociales, estamos obligando a que cada persona se convierte en un medio para los "intereses objetivos" fijados por los poderosos. Los individuos dejan de buscar y averiguar empresarialmente cuáles son las necesidades de los demás para darles respuesta y se dedican a ajustarse a los planes ciegos de los administradores. Son éstos los que dedicen qué puede producirse, a quién le corresponde cada producto y, por tanto, qué fines puede satisfacer cada individuo.

Por otro lado, Pijus parece equiparar bienestar no económico con trabajar menos, esto es, con tener más tiempo libre. El problema del tiempo libre es que a no todo el mundo le gusta contemplar el paisaje o caminar por el monte. La gente necesita actividades para sentirse motivado: leer, ir a un pub, beber cerveza, viajar al extranjero, jugar a fútbol, conectarse a Internet... Para todas esas actividades la gente quiere tiempo libre; pero todas esas actividades necesitan de libros, locales de fiesta, música, jarras, barriles de cerveza, aviones, comida, pelotas, campos de fútbol, porterias, ordenadores, redes... Y todo ello tiene que producirse, no nos viene caído del cielo. Por tanto, mucha gente puede preferir trabajar para producir y adquirir todos esos bienes en lugar de disfrutar de más tiempo libre tumbado a la bartola.

Pijus parece incapaz de comprender esto: los beneficios de toda herramienta que incremente la productividad deben ir destinados a trabajar menos. ¿Por qué? ¿Simplemente por qué tú así lo has decidido? ¿Y qué pasa con las personas que quieren aprovechar esa mayor productividad para producir todavía más y pasarlo mejor durante el mismo tiempo libre que antes? Aquí tenemos uno de los clásicos errores de los planificadores, su incapacidad para conciliar los diversos planes de los variopintos individuos.

Por cierto, Pijus olvida que una reducción del tiempo de trabajo, esto es, un incremento del tiempo libre supone un beneficio, una ganancia empresarial. Lo digo por las supuestas negaciones del beneficio en la Edad Media.

El siguiente paso es referirse al mínimo de subsistencia: Algunos estudios (2) van más allá y describen cómo en las sociedades antiguas el hombre tenía la capacidad técnica para crear un excedente, pero que no lo entendían necesario por ya sobrepasar el mínimo de subsistencia

Es curioso cómo los socialistas afirman simultáneamente que ir más allá del mínimo de subsistencia es inadecuado pero al mismo tiempo critican que, por ejemplo, haya gente que no pueda acceder a viviendas. Pero vamos a ver, ¿quién necesita un piso para subsistir? Se puede subsistir con los padres, o durmiendo en la calle o en cuevas, como hacían en la Edad de Piedra. De hecho, todo aquel que no está muerto dispone del "mínimo de subsistencia". Por tanto, ¿cuál es el problema del capitalismo? No sólo deja libertad para que la gente se contente con el mínimo de subsistencia, sino que además permite que, quien quiera ir más allá, pueda hacerlo. Una cosa no quita la otra. ¿Cuál es el motivo de reprimir a los que trabajan y producen más para luego consumir más? Sólo recuerdo que si consumieran menos, también trabajarían y producirían menos, de manera que el supuesto excedente del que habla Pijus no existiría. Ni siquiera para redistribuirlo.

Este es el problema esencial del argumento de Pijus. Se erige como un moralizar que quiere impedir a los individuos que trabajen más, que produzcan más y que, por tanto, empleen esa mayor acumulación de medios que puedan, si así lo creen conveniente, consumir. El capitalismo no obliga a nadie a ser egoísta, a no ayudar a los demás, a tener ansias en trabajar más y más. La gente no se busca tres trabajos para estar empleada 24 horas al día; y si lo hiciera sólo lo haría con el deseo de superar el mínimo de subsistencia al que parece abocarnos la sabia "administración" propuesta por Pijus. El hombre debe adaptarse a los patrones que los planificadores han cortado para él; sus fines son irrelevantes porque no puede aspirar a mayores medios que los que necesita para sobrevivir. Esa es la vida que nos proponen los socialistas: hacer como que vivimos y fingir que somos felices con los planes que ellos nos imponen. El nuevo hombre soviético.

Comentarios

 
En una economía libre los fines, en tanto que subjetivos, son pasionales, pero el realizarlos siempre supone para quien los consigue una situación que considera, como mínimo, mejor que la anterior, lo cual le supone un aumento de su felicidad (mayor o menor en función de la importancia concedida a las espectativas cumplidas con la nueva situación.

Si nuestros fines nos vienen determinados heterónomamente, pese a la pretensión de objetividad con que se quiera o se crea revestido el echo, resulta muy difícil que la sensación de felicidad pueda acercarse (en el mejor y más improbable de los casos) a la producida en la consecución de fines propios.
Enviado por el día 19 de Enero de 2006 a las 20:33 (1)
"Es curioso cómo los socialistas afirman simultáneamente que ir más allá del mínimo de subsistencia es inadecuado pero al mismo tiempo critican que, por ejemplo, haya gente que no pueda acceder a viviendas. Pero vamos a ver, ¿quién necesita un piso para subsistir? Se puede subsistir con los padres, o durmiendo en la calle o en cuevas, como hacían en la Edad de Piedra. De hecho, todo aquel que no está muerto dispone del "mínimo de subsistencia". "

Jajaja!! Muy bueno

Un saludo,

HOYU
Enviado por el día 19 de Enero de 2006 a las 21:11 (2)
Bueno, a veces creo que mas que el nuevo hombre sovietico, lo que buscan algunos es el temible abuso del aldeano ptolemaico.
Uhmmm... curioso, usualmente la critica mas comun que escucho respecto del consumismo es el factor publicitario, o de la supuesta creacion o fortalecimiento de necesidades superfluas para como quien dice enamorar al consumidor. Debe ser la critica mas simplona y seguramente estuvo de moda hace decadas coincidiendo con las conspiranoias sobre la sociedad y mass media.
Enviado por el día 19 de Enero de 2006 a las 23:36 (3)
En una economía de libre mercado, todos somos libres de comprar lo que queramos, cuánto queramos y cuándo se nos de la gana. Tenemos la entera libertad de hacer con nuestro dinero lo que sea. Los que critican al "consumismo" siempre lo tachan de malo y perjudicial para las naciones. No entienden que padecer "consumismo" no es culpa de un sistema, sino de las propias decisiones de los individuos. Y que la misma gente debe asumir la responsabilidad y afrontar las consecuencias en caso de que su consumo excesivo sea perjudicial. Es un error culpar al capitalismo, cuando las decisiones las tomamos los invidicuos como consumidores. Por algo vivimos en libertad. Si alguien contrae serios problemas por su tipo de consumo, no es culpa del sistema ni de nadie, más que de él mismo. Nadie obliga a la gente a comprar determinadas cosas.

Mi blog es http://damiangg.blogspot.com
Enviado por el día 21 de Enero de 2006 a las 01:24 (4)
Jajajaja dije INVIDICUOS cuando la palabra correcta es INDIVIDUOS. Disculpen.

Mi blog es http://damiangg.blogspot.com
Enviado por el día 21 de Enero de 2006 a las 01:27 (5)
Resulta llamativo como idealizan la antigüedad los que sólo conocen su parte heroica y aristocrática. Y también llama la atención como se idealiza la naturaleza cuando se contempla desde una comodidad duramente trabajada por la civilización. Visiones parciales, tristes visiones parciales.

Pero lo más encantador es el prejuicio de “el ser humano desinteresado”. Es sumamente “interesante”. Y sorprende cómo atraviesa las sucesivas generaciones sin merma.
Enviado por el día 23 de Enero de 2006 a las 13:51 (6)

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