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Principios de un orden social liberal Reseña
Principios de un orden social liberal


Unión Editorial, Madrid, 2002
130 páginas

Hayek en una lección

Por

Para muchos Hayek fue el ideólogo de la revolución conservadora de Reagan y Thachter. Para otros, un neoliberal extremo y para prácticamente todo el mundo, un desconocido.

Este austríaco que obtuvo el premio nobel de economía en el año 1974, aprendió economía de su maestro Ludwing von Mises y desde entonces comenzó a defender el liberalismo.

Con su Camino de servidumbre mostró cómo los colectivismos parten de unos mismos principios que tratan de anular los derechos individuales para sacrificarlos en el altar del colectivo y que conducen a la sociedad al caos y a la miseria.

Una de sus obras más importantes es Los Fundamentos de la libertad. Digamos que para aquellos que quieren empaparse de las ideas contenidas en dicho libro sin dedicar mucho tiempo a la lectura (alrededor de 500 páginas como todo buen libro que se precie), esta obra es primordial. Recoge lo más claro de Hayek y el Postcriptum a Los Fundamentos de la libertad.

Básicamente, Hayek subraya el hecho de que el conocimiento está disperso en la sociedad y que para dirigir una sociedad necesitaríamos ser dioses ya que la multitud de gustos, opiniones,…impedirían que los mandatos coactivos emanados de la autoridad central tuviesen éxito. Pero no sólo se queda ahí. Añade que ni el socialismo puede funcionar pero tampoco un Estado que interfiera en la formación libre o espontánea de las instituciones propias de nuestra civilización como el mercado, el lenguaje y muchas costumbres que se convierten en esenciales por perdurar en el tiempo al funcionar correctamente. La defensa del orden espontáneo siempre encuentra oposición en quienes, como denomina Hayek, son racionalistas constructivistas. En definitiva, que utilizan la razón para cuestiones que a ella misma la superan. Intentan reformar desde el mundo de las ideas sin tener en cuenta los múltiples factores que afectan a cada decisión o reforma. No pueden conocer las consecuencias imprevistas de cualquier decisión porque, al igual que no podemos conocer el futuro, al tratar con seres humanos no podemos prever cada movimiento que den. Podemos dar predicciones cualitativas (pattern predictions) pero no cuantitativas. No podremos saber cuánto aumentará el PIB si tal o cual reforma se lleva a cabo pero sí que aumentará, por ejemplo. Sin duda, Hayek creía que el siglo del socialismo (el siglo XX) había sido el siglo de la entronización de la razón y que por ello, había que defender un racionalismo falsable a lo Popper.

Una de las reglas que Hayek menciona con más denuedo a lo largo del libro, es la aplicación de reglas aplicables a todos por igual. Una vez más se refiere al RechStaat o Estado de derecho. Por ejemplo en aplicación de este principio, repudia el impuesto progresivo ya que infringe el principio de igualdad. Es en este campo en el que Hayek se muestra más original al apuntar los problemas que surgen de las legislaciones particulares emitidas por el Estado cuando escucha a los grupos de presión. Hayek confía en que con esas reglas, estas cuestiones sean menores pero desgraciadamente los casos se multiplican en nuestra sociedad.

En otra de las secciones del libro se rastrea la historia del pensamiento liberal hasta el inicio del declive tras la primera guerra mundial. Citando a Smith señala que su meritoria "contribución fue la idea de un orden que se autogenera y se construye espontáneamente si los individuos se someten al freno de leyes apropiadas"(p.61). A partir de la primera gran guerra se intenta "prolongar la prosperidad y asegurar el pleno empleo mediante la expansión de la base monetaria y el crédito" introduciendo la inflación (un impuesto oculto) a escala mundial. De ahí al paro masivo no hubo que esperar mucho como los propios Mises y Hayek advirtieron en la década de los veinte. Por otra parte, Hayek diferencia entre dos liberalismo: el de origen francés-racionalista y inglés o evolutivo. El primero acabará a juicio de Hayek por introducir el socialismo mientras que el inglés por su prudencia y valoración positiva de la tradición por defender la sociedad liberal (evidentemente esta cuestión es una de las más polémicas dentro del campo liberal y por ello no podemos detenernos aquí).

Quizá uno de los puntos más débiles del análisis hayekiano estriba en el número de servicios que pueden ser asumidos por el mercado. Hayek desconoce o elude los estudios de David Friedman o Murray Rothbard y recientemente, B.Benson en su formidable Justicia sin Estado (Unión editorial) donde se ponen de manifiesto las falacias que contiene la teoría de los bienes públicos.

Pese a estas críticas, el pensamiento de Hayek despierta el intelecto y las ganas de defender la libertad. Hayek es un gran pensador y esta es una de las mejores introducciones a su pensamiento junto con el ya clásico La Política de la libertad. Estudio del pensamiento político de Hayek de Paloma de la Nuez (Unión editorial).