Nozick muere a los 63
Por Gorka Etxebarría
Cortesía de La Revista de Libertad Digital.
Nozick apareció en la escena intelectual Americana con un libro que se ha convertido en un clásico, Anarquia, Estado y Utopia (Fondo de Cultura Económica). En esta obra desmontaba la defensa del Estado Providencia de Rawls y argumentaba poderosamente a favor de un Estado estrictamente mínimo dedicado exclusivamente a la defensa y policía. Incluso llegaba a criticar los impuestos por ser puramente coactivos calificándolos de trabajos forzados. Para Nozick, la teoría contractualista de Rawls implica que la gente, bajo un velo de ignorancia, elegiría un Estado de bienestar que promoviera la igualdad. Mas Rawls no se percataba de que sus teorías conllevaban la imposición de la desigualdad y la coacción.
Para Nozick los derechos individuales son inalienables y nadie tiene derecho alguno a vulnerarlos. El Estado mínimo es el único Estado moral porque defiende ese espacio necesario para poder desarrollar cuantas utopías deseemos llevar a cabo (por supuesto, su definición de utopía no tenía nada que ver con lo que los socialistas defienden).
Su enfoque del Estado mínimo era suficientemente detallado. Planteaba que se partía de un estado de la naturaleza netamente lockeana y que surgirían agencias de protección privadas dedicadas a la preservación de la propiedad y libertad individuales, pero que, al final, una agencia se convertiría en Estado al monopolizar el uso del poder. Esta evolución permitiría que el Estado resultante no violara los derechos individuales. Evidentemente el desarrollo no era histórico pero permitía defender un Estado netamente capitalista. Pese a lo que se dijo de él (teórico de derechas...), se opuso sistemáticamente a las medidas conservadoras que trataran de imponer una moral determinada desde el Estado.
Aquél libro, causó una honda influencia en el revival liberal en Estados Unidos. Además, prácticamente todos los intelectuales de izquierdas se han visto obligados a leer este estupendo trabajo. Hubo quienes le espetaron falta de claridad y otros que resaltaron que no fue capaz de explicar por qué los individuos tienen derechos, pero nadie pudo negar la oportunidad de que un filósofo de una institución tan importante como Harvard aportara su rigor para defender un ideario maltratado. Lo más curioso es que no respondió a ninguna de las críticas que se le hicieron. Explicó que no quería dedicarse toda su vida a escribir "El Hijo de Anarquía, Estado y Utopía" y por eso se dedicó a estudiar diversos temas, sin concentrarse en ninguno en particular.
Su ultimo libro, Invariances, enlazaba con esos fundamentos morales de los derechos de los que carecía en su primera gran obra. En una entrevista reciente explicó que en esta obra, defiende que "las capacidades que tenemos, incluyendo la capacidad de aprehender la verdad, han sido modeladas, si no creadas por la evolución". Esta obra analiza la naturaleza de la verdad y la objetividad. Asimismo examina la función de la conciencia subjetiva en un mundo objetivo. Pero lo que más llama la atención en este libro es el profundo análisis contra el relativismo.
Anteriormente, defendió el kantismo en Philosophical Explanations al tratar temas como el libre albedrío o la naturaleza de la experiencia subjetiva. The examined Life (Gedisa, 1989), supuso su apostasía del liberalismo de acuerdo con autores de la talla de M. Rothbard (La Ética de la Libertad, Unión Editorial). Sin embargo, en una recentísima entrevista realizada por (Laissez Faire Books reconoce que lo único que daba a entender fue que no era tan radical como antes pero que seguía siendo liberal. En Puzzles Socráticos, recopiló artículos y ensayos suyos en los que se podían encontrar grandes joyas. Por ejemplo, en uno de ellos discute la metodología de la escuela austriaca y en otro se dispone a cuestionar si el liberalismo tiene o no fundamentos morales. Pero quizá los artículos más interesantes de la obra, son los dedicados al socialismo y los intelectuales. Respecto de estos últimos, explica que abrazan el socialismo porque su mentalidad es de colegio. Esto es, se percatan de que en el colegio las retribuciones o recompensas dependen estrictamente del mérito personal y el estudio, pero que en el mercado hasta el último de la clase puede triunfar si sabe dar a los consumidores productos que éstos valoren. Ante esta situación, muchos intelectuales apuestan por una sociedad meritocrática, que en el fondo es una forma de impedir que la creatividad empresarial fluya con libertad. En lo que al socialismo se refiere, Nozick apunta que si la gente apoyara el socialismo con fervor religioso no se necesitaría la coacción para implantarla, y además recopila datos acerca de los kibbutz para enfatizar que cada día menos gente quiere vivir bajo el socialismo.
A quienes estén interesados en una introducción al pensamiento de Nozick, pueden consultar el primer número del Journal of Libertarian Studies, donde se recogen estudios de primer orden sobre su magna obra, Anarquía, Estado y Utopía elaborados por intelectuales de la talla de Rothbard, Childs o Barnett.