22 de Mayo de 2008
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¿Leyes contra la sodomía?
Reconozco que hacía tiempo que no leía en Red Liberal la justificación de una propuesta tan políticamente incorrecta y, al tiempo, tan absurda como eso de las leyes contra la sodomía. Supone, además, cruzar una línea que nunca debe cruzarse, y que todo liberal debería tener por sagrada: la que separa la moral de la ley.
Una persona puede tener opiniones morales completamente repulsivas para la mayoría. Puede ser homófobo, judeófobo o anticlerical, posturas morales que personalmente encuentro repugnantes. Sin embargo, eso no impide que al mismo tiempo se pueda ser liberal, precisamente porque el liberalismo no es una doctrina que pretenda regularlo todo, como pueda ser el socialismo. Se limita a proponer un sistema que reduzca o elimine conflictos, y parte muy importante del mismo es el respeto a la propiedad privada y, con ella, a toda una serie de derechos como los de expresión, privacidad o el de hacer con el cuerpo de uno lo que desee.
Es decir, se puede ser homófobo y liberal si no se quiere que el Estado encarcele a los homosexuales o les ponga traba alguna, como esto de las leyes contra la sodomía. Se puede ser judeófobo y liberal si odiando a los judíos no desean recluirlos en ghettos o reducirles sus derechos como ciudadanos por el hecho de su religión o su origen. Se puede ser anticlerical y liberal si aborreciendo a los curas, monjas y frailes no se pretende quemar conventos ni negar los derechos de expresión o asociación por el mero hecho de ser católicos y formar parte de la Iglesia. Es cierto que es difícil conciliar estas posturas, porque a todos, incluyendo a los liberales, nos resulta muy difícil deslindar la moral de nuestras opiniones políticas. No hay más que ver, por ejemplo, la incapacidad de algunos de diferenciar entre una cosa y otra. Pero eso no significa que no sea posible, por lo que la crítica política debe ir por los intentos de imposición de una moral determinada, no por la moral en sí.
Ahora bien, es cierto que no existe un derecho a la sodomía, porque para ello hacen falta dos y no se puede obligar al otro a que consienta. Existe, eso sí, la libertad, que nadie utilice la coacción o la amenaza de coacción para impedir esos actos, siempre y cuando quienes los hacen no lo hagan obligados. Pero claro, es algo tan evidente que no aparece en ningún manual. O al menos es evidente para los liberales; no tanto en esta sociedad nuestra tan socialdemócrata.
En lo que no debemos engañarnos es en que el argumento principal de Alfredo Coll es perfectamente equivalente a los empleados por Elena Salgado y el Gobierno Zapatero en contra del tabaco o el alcohol. O una próxima ofensiva, que no dudo que llegará, contra la comida con demasiadas grasas. No dudo que probablemente los actos homosexuales tengan más riesgo de transmisión de enfermedades que los heterosexuales, aunque sólo sea porque al ser estériles se tomen menos precauciones. Por tanto, siguiendo la lógica socialista actualmente en el Gobierno, debería irse limitando ese derecho a hacer lo que cada uno desee con su propio cuerpo. No prohibiéndolo, necesariamente, pero poniéndole pegas, como por ejemplo el cierre de locales "de ambiente", ya que el Estado se ha arrogado el derecho de conceder o no licencias de apertura. Si se sigue de forma coherente el principio de que el Estado debe evitar que nos hagamos daño a nosotros mismos, es un paso lógico.
¿Por qué no lo hace? Porque moralmente a los socialistas les parece muy bien (ahora) la homosexualidad, pero no fumar o beber. Apoyar leyes contra la sodomía es antiliberal, como lo es la ley del tabaco. En ambos casos es convertir una moral particular en ley, con la excusa de la sanidad pública y los gastos extra que le suponen.
Quienes amamos la libertad defendemos que cada cual haga con su cuerpo y su propiedad lo que le plazca. Aunque hagan cosas que no nos gusten.
ACTUALIZACIÓN: Ya pueden volver a comentar.
Comentarios
Lo suscribo por completo, y añado el comentario que dejé en el blog en cuestión respecto a semejante sugerencia:
"No veo yo mucho liberalismo por aquí… demasiada letra y malas ideas.
La Libertad, señores, como ausencia de coacción, procedente, claro está, de otro ser humano.
Si alguien les sodomiza o introduce cualquier objeto por la boca, oído u orificio nasal sin su consentimiento, defiéndanse!
Lo demás, palabrería, discursos puritanos y estériles… mucho bizantinismo… sinceramente.
Saludos y LIBERTAD!"
http://lalibertadylaley.wordpress.com/2008/05/21/l...
Creo que te admiro.
http://kill-lois.blogspot.com/2008/05/la-incapacid...
Se me esta atribuyendo algo que simplemente no es cierto.
Stewie
Ahora bien, si alguien es un homofobo asqueroso, tenemos el deber de respetarlo físicamente y tolerarlo. No aceptar todo lo que se nos presente. El boicot voluntario es una herramienta totalmente legitima para potenciar el ostracismo de quien tenga opiniones inmorales a nuestro juicio.
El respeto al derecho a discriminar pacíficamente va en ambos sentidos.
Stewie Griffin
No entiendo qué pinta Alfredo Coll en esto.
Yo estoy a favor de la ley antitabaco porque defiende mis derechos. Me alegro que nadie me pueda fumar encima en un lugar donde estudio/trabajo. Para eso está el Estado, para proteger los derechos (y la integridad física lo es) de los que no queremos fumar. Evidentemente, alguien podría decir “pues si no quieres que te fumen en la Universidad, no estudies”. ¿Tendría que elegir entre mi educación y mi salud?
Pero matizo: me parece mal obligar a los hosteleros a elegir si quieren ser un local de fumadores o de no fumadores: les obligas a elegir la clientela a la que dirigirse y les perjudicas notablemente. Casi todos los bares son “para fumadores”, con lo que en la práctica no cambia mucho, pero en pura teoría me opongo.
Lo que quiero decir es que hay intervenciones del Estado que son buenas y necesarias (proteger la salud de los no fumadores, que no pueden elegir dejar de ir al trabajo si les fuman a la cara), y otras que son gratuitas e innecesarias (regular el tabajo en lugares de ocio, donde uno acude si quiere).
No lo metamos todo en el mismo saco. De la misma manera, puede regularse el consumo de drogas: hay sustancias que son peligrosas no sólo para el que las consume (allá él) sino para terceros, debido a las reacciones que pueden provocar en el consumidor. Estoy hablando en pura teoría, porque desconozco los efectos de cada sustancia concreta. Lo mismo se podría decir de los anabolizantes.
La contrapartida de legalizar estas sustancias es, necesariamente, la información. Para que los ciudadanos puedan elegir, deben tener información sobre qué les puede pasar si toman esa sustancia. Y eso es posible que deba hacerlo el Estado (recordad que lo queremos para proteger nuestros derechos, y eso puede implicar avisarnos de que algo puede causarnos mucho daño).
Sería bueno una rectificación por parte de esta bitácora. Saludos.
No creo que la homofobia o la judeofobia sean posturas morales, sino fobias. Claro que hay que distinguir a quienes consideran un pecado las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo de quienes sienten un odio visceral hacia determinado grupos de personas, entre ellos, los homosexuales. Son distintos, sí.
Creo que un liberal no debería sentir fobias hacia nadie, pero sí mantener posturas morales. Bueno, si tiene una fobia, qué le vamos a hacer... ¿no? Pero me parece muy poco liberal racionalizar una fobia, que sería una posición romántica o paranoica, en vez de defender una posición moral. Creo que debería disociarse la fobia de la moral para no caer en la falacia de que todos los que rechazan la homosexualidad son necesariamente homófobos.
Pocas posturas morales pueden adquirirse con respecto a los judíos, que al fin y al cabo nacieron judíos. Pero con respecto al clero o la homosexualidad no sucede lo mismo.
Un saludo.
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