2 de Junio de 2004

En esta sociedad tan bien adaptada a la imagen, las palabras y los discursos grandilocuentes nunca hay sitio para los hechos y cuando éstos contradicen lo anterior se niegan o se relegan a la insignificancia. Y es que no es cuestión de fastidiar la imagen que tenemos, que de ella vivimos.

Un vividor de esos a los que se les atribuye todo tipo de parabienes, cual potingue sanador de las medicinas orientales, es el ínclito presidente de Brasil, Luis Iganacio Lula da Silva. Es sin lugar a dudas, estandarte mundial de los movimientos antiglobalización, de algún despistado líder europeo recién llegado al poder por razones que ni se imaginaba y en definitiva, de toda la prensa progre incapaz de fijarse en lo que hace pero sí en lo que dice imbuido por el nuevo espíritu periodístico, tan influido por la intelectualidad. Pues este personaje, creador de la alianza contra el hambre, con el dinero de los demás como no podía ser de otra manera, este personaje que prometió hacer de Brasil la primera potencia mundial y que a duras penas si ha conseguido mantenerla donde estaba, ha tomado la decisión de comprarse un avión para sus desplazamientos.

Por lo visto el Airbus costará 56,7 millones de dólares y es que mucho criticar a los americanos pero parece que tener un Air Force One mola mucho y se lo había pedido a los Reyes Magos. Si yo fuera un progre desatado diría eso de que cuántos hospitales, colegios, y todo tipo de cosas por el bien de la sociedad social se podrían haber hecho con tanto dinero. Pero no voy a decir nada parecido. Si Lula se quiere gastar 57 kilos en un avión para que le den vuelta como a José Bono por las hoces del Cabriel, que se lo compre y dos cazas de escolta si le da la gana. Eso sí, si alguno va a hacer una donación para los pobres indios perdidos de la cuenca amazónica piense antes de dar una sola perra en el Airbus del 'presi', que a lo mejor no es necesario. A lo mejor lo necesario sería que Lula y su escolta viajen en línea aérea regular y dejen el dinero de los contribuyentes con sus legítimos dueños, los contribuyentes. Y lo bueno de todo esto es que a pesar de lo que he puesto no me puede expulsar de su país.

Y ya que estoy en Brasil no quiero pasar la ocasión sin comentar algunas de las declaraciones del ministro de cultura de este país, el cantante - perdón, quise decir intelectual -, Gilberto Gil. Este músico que está en el festival Rock de Río-Lisboa dijo sin ninguna vergüenza que la industria discográfica tendría que aprender mucho de la piratería musical. Entrevista aparecida en el Diario de Avisos hace unos días y que alguno de los muchos canarios que pululan por estos lugares me podría ayudar a datarla que ahora no recuerdo la fecha concreta. El amigo Gil (Jesús, que apellido) creo que no es muy consciente de lo que ha dicho. Anima a un sector legal a que aprenda de una panda de delincuentes. Pues ya sólo le queda decir que el ministerio de interior o seguridad o como se llame en Brasil aprenda de la mafia. Lo mismo es que eso mismo ya está pasando.

Y estos son los socios de nuestro presidente Rodríguez y no esos horribles yanquis. Con aliados como estos no me extraña que ZP esté dispuesto a desarrollar una política "menos crispada" con Cuba (ABC, 31 de mayo). Lo próximo, soltarle un morreo con lengua al carnicero de la Habana. Pero le va a dejar la boca llena de pelos. Y luego nos escandalizamos cuando nos dejan fuera de la alianza antiterrorista de la UE. Con estos gobiernos que Osama nos da, lo raro es que no nos echen de la UE.