10 de Enero de 2005

Emir Kusturica es cineasta, músico y bosnio y no sé si en ese orden. Pero aunque sus tres cualidades pueden invitar a la simpatía, no deberíamos olvidar que es ante todo un "intelectual" y ello le desacredita de arriba a abajo. Bueno, tampoco quiere ser tan tajante, lo que le desacredita es su desmemoria y su sectarismo de los que ha hecho gala en Logroño, ciudad que ha visitado en la presentación de la gira que con su grupo, Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra, va a realizar por España. Además, su última película "La Vida es un Milagro" va a estrenarse el próximo día 21 y sobre cine ha versado también la rueda de prensa.

Dice Kusturica que su nueva película está rodada lejos de cualquier ideología y que en la guerra de Bosnia, "los serbios eran los malos y el resto los buenos. He tratado de evitar este punto de vista ideológico y hacer una película basada en la historia de un hombre que tiene que elegir entre su hijo y una mujer que es de otra nacionalidad y otra etnia". Kusturica juega al relativismo moral. Sería imperdonable por mi parte olvidarme de los crímenes de guerra que cometieron tanto croatas como bosnios, sería imperdonable por mi parte olvidarme que en Bosnia el integrismo islámico ha encontrado una quinta columna europea, pero lo que no puedo olvidar y parece que el bosnio Kusturica sí, es que fueron los serbios los que iniciaron esta guerra, esta guerra donde Milosevic intentó crear la Gran Serbia con el consentimiento de su pueblo que sólo cuando sintieron los bombardeos de la OTAN en sus carnes, reprobaron y a duras penas.

Dice Kusturica que "es un momento de destrucción del cine y la música. Hollywood no dice nada, los héroes están vacíos. Son idiotas muy felices". Olvida el bosnio que no todo el cine que se hace debe ser un docudrama que nos muestre lo desgraciados que somos y que tan buen cine es Indiana Jones como cualquier película de Bergman (del que personalmente creo que es un pestiño). Olvida Kusturica que los héroes de cine son eso, un actor que interpreta un papel y que sólo un memo o un niño tomaría como real. Que sus héroes, los de sus películas, no dejan de ser una visión subjetiva suya o de su guionista, no más real que el mencionado Indiana o Robin Hood, por dura que sea la historia.

Dice Kusturica que la tecnología "está aplastando completamente al arte. En el 80 por ciento de las producciones se ve que la estética del cine está muerta. Impera el lenguaje de la televisión, así que pagas una entrada para ver cine y lo que ves es un telefilme". Habría que recordar a Kusturica que la mayoría de las personas deciden ir a ver "Spiderman 2" antes que sus películas quizá porque estos ciudadanos necesitan héroes como el hombre araña más que como su protagonista y que en la mayoría de los casos, la decisión es libre pues ambas posibilidades están en cartel. Es posible que si fuera al revés, Kusturica viera su película semanas y semanas en cartel mientras que el héroe Marvel acabara en la papelera más cercana. La tecnología, y esto es mi opinión, no sólo no está matando el cine sino que le está dando unas posibilidades que antes eran impensables por caras. Ni "El Señor de los Anillos" ni "Alejandro Magno" ni "Spiderman" ni "Los Invencibles", por poner ejemplos cercanos, serían posibles sin esa maravillosa tecnología que junto a un buen guión, unos excelentes actores y un magnífico director pueden dejarme atado a una incómoda butaca durante varias horas y sin una queja por mi parte.

Dice Kusturica que su última película no es pesimista que lo que pasa es que "todo se está convirtiendo en mercado, todos están a su servicio. En lugar de Dios, la gente ha descubierto el mercado". Pues gracias a Dios, que es mercado porque si no lo fuera, sería una imposición. Kusturica como buen intelectual progre, ataca el mercado, quizá porque no lo comprende, quizá porque no le queda más remedio, quizá porque es que no da más de sí. Kusturica busca su cuota de mercado entre la progresía que gusta del cine plomizo, solidario y con moralina final, de los que una vez que reciben el mensaje, el mismo mensaje de siempre, buscan su ombligo o el de sus amigos y colegas para reconfortarse en su propia existencia. Ese es el mercado de Kusturica quizá porque el bosnio es incapaz de rodar una película parecida a cualquier épico western de John Ford o a esa maravilla de Howard Hawks, sin mensaje profundo, que es "Rio Bravo" o su copia "El Dorado".

Vaya el que quiera a ver actuar a Kusturica con su grupo o planchar las posaderas ante su película, alquílela en el videoclub, si es que existe una copia en esta culta España, o cómprela en la sección de Cine de Autor en la Fnac o en El Corte Inglés. Pero recuerde que, para desgracia del autor, está formando parte de ese mercado maldito, piense que forma parte de un quesito minúsculo en un gráfico de tarta. Yo por mi parte, rezaré desde mi agnosticismo para que no le suelten una subvención ya que lo tiene todo para recibir una jugosa prebenda, aunque sea bosnio.