5 de Enero de 2005

"Si no estamos dispuestos a abrir un proceso negociador, ¿esto cómo lo solucionamos?, ¿a tortas?". Esto es una amenaza, dentro y fuera de contexto. Hubiera quedado igual de tajante si hubiera dicho: "Si no se hace lo que yo quiero, vamos a la guerra". Ibarretxe ha traspasado, de manera irreversible, la delgada línea que separa una política agresiva del atropello al Estado de Derecho. Ibarretxe sigue paso a paso el mismo camino que ha llevado a muchos dictadores al poder. Sobre el papel, son los líderes de la negociación, del diálogo, quieren lo mejor para los suyos, quieren convivir en paz con los vecinos. En la práctica, se tiene que dialogar exclusivamente lo que quieren, la negociación suele acabar cuando ha conseguido sus objetivos, en caso contrario 'estamos ante un atropello', determina arbitrariamente quiénes son los suyos y el resto puede irse preparando y los vecinos curiosamente 'nunca, pero nunca quieren la paz'.

Ibarretxe y el PNV tienen un plan y ese plan es innegociable, es tan innegociable que no le importa lo que digan las Cortes Generales sobre ello. Simplemente es un paso administrativo que se puede o no dar. Esto, es un desafío a la legalidad. No es el primero, véase el caso del presidente del Parlamento vasco, ni será el último. Créanme cuando les digo que en poco tiempo se convocará un referéndum, seguramente antes de las elecciones vascas, para asegurarse que ninguna mayoría inesperada le haga fracasar. La caja de Pandora está abierta y los vientos soplan con fuerza.

Pero tenemos el gobierno del 'buen rollito'. En vez de dejar que cada uno de los tres poderes actúe dentro de sus competencias contra este Plan, que incumple de principio a fin la Constitución española (mala, pero en vigor), Zapatero y adláteres se dedican a hacer política de partido, atacando al Partido Popular, su rival directo, en vez de establecer una estrategia conjunta que neutralice este intento cada vez menos velado de secesionismo. A la desactivación del Consejo General del Poder Judicial, le ha seguido una fiscalía que es incapaz de cumplir sus obligaciones sino es con la autorización de Ferraz. La reunión propuesta por los presidentes de las Comunidades Autónomas dominadas por el PP es una buena estrategia política que obligaría al presidente vasco a dar explicaciones directamente a sus, de momento, colegas autonómicos. En caso de que no acudiera, perdería algo de esa imagen de diálogo que se está intentando crear. Políticamente podría salir tocado.

Sin embargo, el PSOE ha decidido esperar a las Cortes. Esto también es significativo. Da la sensación de que los socialistas y el Gobierno no saben que hacer, que buscan tiempo no se sabe muy bien para qué. Contentar a su socio de extrema izquierda y al nacionalismo catalán le impiden hacer algo conjunto con el PP. Este se ha ofrecido a un pacto de gobernabilidad, lo que no deja de ser un acto totalmente interesado, ya que ayudar a un PSOE herido es minar su imagen, cada vez más dañada en los apenas nueve meses que lleva gobernando. Pero, independientemente del rédito político que los populares puedan sacar, es una alianza necesaria ahora. El siguiente Estatuto será el catalán y en este caso sin el terrorismo de por medio y con los independentistas como socios directos de las socialistas, la cosa irá mucho más deprisa. Por esto, lo que pase con el País Vasco, será importante para Cataluña.

Ibarretxe ha jugado la baza de identificar su figura y la de su partido con toda la sociedad vasca. "Nosotros los vascos y las vascas" o la "sociedad vasca" son dos de sus coletillas favoritas. Creo que desde las departamentos de comunicación de los partidos, desde los medios de comunicación que no se comprometan con el nacionalismo, se debería desarmar esa falsedad. Al PNV y a sus socios no les habrá votado más de un tercio de los votantes, el 51% de la sociedad vasca se dice no nacionalista, incluso puedo aventurar que hay muchos más nacionalistas que no quieren la independencia que constitucionalistas que quieren separarse del resto de España. Ni el Gobierno vasco, ni el Estado vasco representan a la sociedad civil vasca, este es otro caso que confunde Estado con Sociedad.

Yo no quiero tortas y hay argumentos, hay sistemas políticos, judiciales y legislativos suficientes para desactivar esto sin necesidad de recurrir a las tortas. Sólo falta voluntad, y eso es algo de lo que Zapatero no anda muy sobrado.