7 de Octubre de 2005

Leo en El Mundo que se ha otorgado el Premio de la Crítica a Alberto Méndez por su libro ''Los Girasoles Ciegos'', cuatro ''estremecedores relatos'' ambientados en la Guerra Civil española y en la posguerra. No es que me interese mucho el libro pero como para gustos están los colores, leo que Santos Sanz Villanueva, catedrático y editor, le ha dedicado todo un artículo elogiando la obra y a su autor con el políticamente correcto título "Cuando la Literatura triunfa sobre el mercado". Resulta tedioso, aburrido, fastidioso, molesto incluso irritante el tener que estar recordando a sesudos periodistas, críticos y opinadores que el mercado no es sino un conjunto de transacciones de bienes y servicios generalmente a cambio de un precio y en el que por lo general nadie obliga a nadie a consumir puesto que se supone que cada uno es mayorcito para decidir lo que quiere o puede tener o en caso contrario, sus padres y tutores deberían cuidar de no convertir a la criatura en un ser caprichoso e inmaduro. La literatura no puede triunfar sobre el mercado de la misma manera que la trigonometría no puede hacerlo sobre la teología, son dos términos incompatibles, que actúan sobre ámbitos distintos.

Parece que al amigo Santos Sanz confunde conceptos cosa que por otra parte es bastante habitual en el mundo periodístico progresista. Lo que le molesta es el márketing que se monta sobre determinados libros y autores y que este no responde a criterios de calidad (su calidad) sino a oscuros intereses empresariales que pretenden hacernos pasar por un Cervantes cualquiera a mindundis como Raúl López, futbolista o Dan Brown, experto en Sevilla. Pues va a tener razón que el márketing y la publicidad tienen efectos extrañísimos en el potencial consumidor, lo mismo convierte al bolígrafo Bic o a David Bisbal en un éxito de ventas que hunde en la miseria a las baterías de cocina Monix con su "Qué menos que Monix". Son cosas del creativo y las tonterías que le pasa por la cabeza. Tiene razón en que hay mucho tonto en el mundo de la literatura, pero como en todas partes, señor mío, como en todas partes. Hay médicos mediocres, albañiles horribles, fontaneros negados e incluso políticos despreciables. Otros maravillosos, brillantes, aptos y extraordinarios viven en antros oscuros donde nadie les aprecia. Quién le ha dicho, Don Santos que este mundo es justo. Es más, qué puñetas es la justicia, el concepto que usted tenga o el que tenga yo. El mercado es la manera más rápida y menos mala, si se me permite este horrible concepto, de dar a conocer tus cualidades sin perjudicar a terceros, no todos triunfarán pero los mejores tendrán más posibilidades.

Dice Santos Sanz que Alberto Méndez:

"Llegó a la calle sin otro apoyo que la calidad de un texto impresionante por su hondura. Y poco a poco se fue imponiendo sobre las interesadas influencias de esta sociedad mediática".

Esto, le guste o no, es mercado puro y duro. El libro se vende porque gusta y se comenta. El márketing es sólo una de las herramientas de la comercialización, no es el mercado. Las ayudas y las influencias forman parte de todo el proceso. Este artículo que comento y la información en la que se basa también son formas de márketing, le guste o no a Santos Sanz. Es más, las puñeteras subvenciones a determinadas obras literarias o audiovisuales no dejan de ser influencias mediáticas y políticas, ¿le parecerán malas o cree en la excepción cultural?.

"Ha sido el triunfo de la Literatura, dicho sin rubor con el énfasis de la mayúscula, sobre el mercado".

No señor, el boca-oído que comenta es el triunfo del Mercado sobre la Subvención y la Ayuda Estatal. La Literatura, dicho sea con contención ya que no me he leído el libro, se ha extendido gracias al Mercado, le moleste o no a alguno.