4 de Junio de 2006

Anda el editorialista de La Razón un tanto preocupado porque el 40% de la población española se concentra en el 1% del territorio; porque el 95,5% de los españoles lo hace en el 50% del territorio según un estudio que un estudio de la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) sobre los cambios de la localización de la población española en el siglo XX. Con el singular título de "La mitad del país es ya un desierto demográfico" y tras identificar las mejoras de las infraestructuras con el "disparado" precio de las viviendas y recalcar el efecto de las grande urbes con la desertización, destacando las provincias que tienen una población menor que la de principios del siglo XX, concluye:

"No parece que la tendencia a la concentración urbana pueda recuperar el equilibrio sin una decidida intervención del Estado. Disponemos de las infraestructuras adecuadas, de servicios y de comunicaciones electrónicas para procurar unos crecimientos urbanos equilibrados, que al mismo tiempo permiten poblar las áreas rurales por sí solos no bastan: hace falta voluntad política para ofrecer alternativas"

Semejante conclusión podría parecer más propia de un periódico como El País o El Mundo, pero hemos de recordar que las derechas, y La Razón responde a este tópico, son tremendamente intervencionistas.

En este caso todo gira en torno a la falacia del equilibrio, seguramente evolución lógica del concepto marxista de la igualdad. Objetivamente, ¿qué hay de malo que casi el 100% de la población se concentre en el 50% del territorio?. Por una parte, las personas tienden a agregarse en grupos esto les reporta una serie de beneficios y por supuesto, una serie de perjuicios pero por lo general mucho menos importantes. Lo cierto es que si esta situación fuera tan desagradable, nada les impediría el buscarse sitios más solitarios, menos masificados. Según estos datos, la mitad del territorio sólo alberga al 0,5% de los 40 millones de españoles largos que somos por lo que seguro que encontrarían lugares donde desplazarse, con un vivienda relativamente barata, incluso con toda la corrupción que supone en España el urbanismo.

En una ciudad como Madrid, muchos madrileños han terminado huyendo a las poblaciones que forman parte de su cinturón urbano lo que lógicamente, ha terminado por disparar los precios de las viviendas pero que hasta hace unas décadas, se mantenían por debajo de los niveles de la capital. Existe esa tendencia centrífuga, pero nadie se alejará mucho del lugar donde trabaja, o de su familia, o de sus amigos, o de todos ellos por mucho que los medios de transporte o de telecomunicaciones hayan mejorado una barbaridad o si lo hace, buscará una situación como mínimo igual o mejor, en forma probablemente de mejor sueldo o condiciones de vida más a su gusto. Simplemente, el español buscará aquel punto que más le pueda satisfacer en función de sus particulares circunstancias. Somos mayorcitos para poder decidir.

Sin embargo el redactor entiende que el Estado debe establecer algún programa de ingeniería social por la cual el territorio español tenga una densidad de población homogéneo, sea lo que sea lo que signifique para su complejo neuronal. No hay voluntad política asegura y yo digo que espero que no la haya. No tengo ganas que venga el político de turno para decirme dónde tengo que vivir y en que condiciones. Creo que el Muro de Berlín ya cayó hace unos años y China no es modelo de nada, al menos para mí. La Razón debería explicar al menos cuál es el modelo moral en el que se basa para dar semejante mensaje, un mensaje tan sumamente socialista. También debería explicar porque es negativo que la mitad de nuestro territorio esté deshabitada (a los grupos ecologistas le debe parecer maravilloso) y tercero, porque los españoles deben plegarse a semejante reubicación. Hay días que es mejor no escribir nada.