liberalismo.org
Portada » Bitácoras » La Hora de Todos » Nuevas reflexiones sobre la defensa privada: Respuesta a Iracundo (I)

22 de Agosto de 2006

« First Worst y Second Worst | Principal | Nuevas reflexiones sobre la defensa privada: Respuesta a Iracundo (II) »

La Hora de Todos
Bitácora de José Carlos Rodríguez

Nuevas reflexiones sobre la defensa privada: Respuesta a Iracundo (I)


El irascible Isidoro retomó (I y II) hace unas semanas el debate que manteníamos en torno a la defensa privada y, de nuevo, como suele ser habitual en él, lo hizo con más empeño que acierto.
 
De hecho, esta vez ha llegado a hacer un llamamiento público para que los lectores dejen de seguir la discusión, no sea que llegaran a alguna conclusión incómoda. Isidoro comienza su respuesta diciendo mi largo post (I y II) es incomentable e ilegible por su extensión de 30 páginas: nos daba muestra de que lo importante era hacer un post incomentable, no por su contenido, sino por su extensión.
 
Coherente conclusión de Isidoro: escribo otro post de 30 páginas para que nadie lo lea y al menos pueda quedar como un buen machacateclas de cara a la galería minarquista.
Es más, incluso él mismo reconoce que ésta era su intención: podría haber sido de la mitad de extensión pero no habría cumplido su propósito. Por ello hoy le devuelvo la misma moneda. Claro, el objetivo no es rebatir ideas ni argumentar (para lo cual, en todo caso, se necesitarían argumentos), sino hacerme leer 30 páginas con la finalidad de que desista de destripar falacias y con la esperanza de que los lectores eviten seguir un debate más que perdido por su parte.
 
Y es que tan grande ha sido su intención para dificultar la lectura y comprensión del texto, que en lugar de dividirlo en apartados (sea o no la división que yo propuse) ha soltado una alegre parrafada inconexa en forma ser ideas sueltas por aquí y por allá, con la única pretensión de aparentar que una ideología en retirada (la de Isidoro, no el minarquismo solvente) se mantiene en primer línea de batalla.
 
No sé que chapucero esquema utilizó para dividir el texto, pero tras poner dos apartados parece ser que se cansó de buscar los números en el teclado y desparramó el totum revolutum que tenía en la cabeza todo junto. Con estos mimbres, así le ha salido el invento.
 
Por mi parte, y en contra de lo que opine Isidoro, me gustaría que el texto lo lea cuanta más gente mejor. Para algo lo he escrito y para algo he empleado mi tiempo. Mi propósito, a diferencia de Isidoro, no es dificultar la lectura, sino reflexionar en voz alta para proseguir el debate. Por ello –también a diferencia de Isidoro- voy a seguir utilizando los apartados para dividir y clarificar la lectura. Comencemos.

1. Los nazis y las demostraciones solventes

Una de las críticas que Isidoro efectuaba contra la defensa privada es que las empresas habrían pactado con los nazis, esto es, que ningún empresario habría estado dispuesto a combatirlos para cumplir con los compromisos contractuales con sus clientes. En cambio, la bondad del Estado es tan grande, que presupone que cualquier político los habría combatido. ¿Y qué prueba ofreció? Que si Churchill no hubiera combatido a Hitler lo habría hecho Halifax. Ante lo cual yo le respondí que eso no es un argumento teórico que muestre una causalidad entre la política y la defensa sino en todo caso una contingencia histórica, esto es, una casualidad.

Isidoro, en cambio, cree que no hace falta ir más allá, su ejemplo demuestra la inexorabilidad de la defensa estatal frente a los nazis: yo creo que es un buen modo de, sin recurrir a la probeta (!?), dar una somera explicación de cuál podría ser uno de los motivos por los que opinar que un cuerpo de políticos serían capaces de mantenerle el pulso a un enemigo abrumadoramente superior sin aparentemente ganar nada en ello.

O me estás diciendo que los políticos SIEMPRE deberán actuar de esta forma tan excepcional o tu argumento no pasa de que en esas circunstancias y con esos políticos, Inglaterra habría entrado en cualquier caso en la guerra. Pero, repito por enésima vez en esta discusión, lo que tienes que demostrar es que la coacción estatal genera los incentivos para que siempre se entre en guerra en estos casos mientras que, por el contrario, el anarcocapitalismo los elimina. Sólo en ese caso puedes afirmar que, ante una amenaza como los nazis, el Estado podrá defendernos y los empresarios no.

Sin embargo, la explicación que da Isidoro no pasa por la política, sino por las instituciones subyacentes: Ni políticos bendecidos ni aureolas. En todo caso lo bendito sería ese conjunto de instituciones británicas que sin poder esperar beneficio alguno de luchar en solitario contra todo el continente europeo dirigido por los nazis lo hicieron sacrificando su imperio y recursos en dicha lucha.

Bien, entonces si la política no es una garantía para combatir a los nazis, ¿por qué reivindicas la política? Ah, que reivindicas la política inglesa, bien, pues yo reivindico los empresarios liberales y antitotalitarios. Puestos a pedir que no quede. ¿O es que estás afirmando que los políticos, gracias a unas instituciones subyacentes, sí pueden ser supuestamente abnegados pero los empresarios no?

Tu primer error está en creer que por defender el estatismo minarquista éste será siempre posible (los socialistas también dicen: nosotros no queremos un comunismo stalinista, Stalin fue una desviación del comunismo, es una impureza, nosotros apostamos por el socialismo real) y que, por tanto, será siempre mejor a un anarcocapitalismo que tú reduces a una expresión ridícula. ¿Es mejor unos políticos que nos defiendan de las agresiones externas a unos empresarios que nos entreguen en bandeja de plata? Caramba, pues claro; pero es que tú ni has demostrado que los políticos vayan a defendernos en cuanto a políticos ni que los empresarios vayan a entregarnos en cuanto a empresarios. Y, a partir de ahí, toda tu crítica antianarquista se queda en nada.

Veamos cuál cree que sería Isidoro el comportamiento de un empresario estándar: Los nazis, habiendo hecho gala de su total y abrumadora potencia militar les dicen a nuestros amigos del trust: "nosotros no tenemos nada contra vosotros ni queremos "vuestros activos y pasivos" (hay que ser teórico, casi me olvidaba) sino que os proponemos que conservéis todo lo vuestro mientras me paso por la piedra a los tontos del culo del continente que provocaron mi ataque". En tal situación dicho trust no perdería absolutamente nada (al trust le interesan "otros mercados", Europa continental se la trae floja) y, sabiendo que sus inversiones y activos entrarían en franco peligro al sostener una filantrópica cruzada por los pueblos libres de Europa (bah! imperialismo, dirás), optaría por no arriesgar el negocio. ¿Resultado? Pues evidente: los nazis panza arriba hinchándose a saquear la económicamente indiferente, a ojos del trust, Europa continental.

Primero, tu argumento sería válido si demostraras que cualquier empresario se comportaría de ese modo, pero como no lo haces, como simplemente describes una situación posible, pero no necesaria, se queda en un brindis al sol estatista. Yo también puedo reescribir tu párrafo cambiando la palabra empresario por la palabra político, y sigue siendo válido. Sí, ya sé que luego me dices que Inglaterra no quiso pactar con Hitler, pero tú no me estás hablando de políticos, sino de políticos particulares que, en esa situación concreta, no quisieron pactar con Hitler. Eso no demuestra ni que los políticos per se no vayan a pactar nunca con los enemigos de la libertad, ni que esas condiciones sean reproducibles en cualquier escenario.

Si en lugar de concebir un empresario que cede a los nazis por una supuesta rentabilidad económica, piensas en un empresario decidido a servir a sus clientes e incluso a los posibles clientes futuros (y es que al fin y al cabo tú estás hablando de políticos supuestamente comprometidos con sus ciudadanos), el ejemplo sigue siendo realista y el resultado es el opuesto. Al fin y al cabo, tú me estás hablando de un empresario particular (el falaz homo economicus neoclásico) que consideras el tipo universal de empresario. Lo cual es un error en el que, visto lo visto, ya no puedo sorprenderme que caigas.

Segundo, aun asumiendo que todo empresario se comporta como homo economicus y todo político no (lástima que sólo aprovechemos ciertas cosas de la Public Choice y no otras), tampoco queda claro que para los empresarios de defensa sea rentable ceder ante los nazis. Un empresario de defensa y seguridad puede tener sucursales en EEUU que, lógicamente, no se verían muy reforzadas por el hecho de que, ante el más mínimo enviste, la empresa de defensa ceda. De hecho, esto podría suponerle la retirada de ingresos y, sobre todo, comprometer su viabilidad futura como empresa de defensa (a pesar de lo cual, ciertamente, podría resultar provechoso transformarse en un apéndice del Estado nazi, al igual que a muchos otros políticos extranjeros les resultó más cómodo integrarse en la estructura de poder hitleriana).

En cambio, el Estado, por su naturaleza de monopolio territorial, vinculado a una población concreta y que no puede repelerlo, no tendrá el freno de tener parte de sus activos o clientela en el extranjero. Si Inglaterra tiene una colonia en la India y sus políticos deciden ceder ante los nazis, los indios siguen siendo presos de los ingleses. Si una compañía que ofrece servicios de defensa en Inglaterra decide ceder ante los nazis, podrá ver sus contratos cancelados en la India. Y esa sí es una diferencia relevante, un contrapeso muy importante a la totalización, lo cual no significa –como tú si pretendes hacer- que sea un contrapeso definitivo que demuestre que cualquier empresario combatiría a los nazis. No, sólo digo que los contrapesos del anarcocapitalismo son de mayor entidad que los del estatismo, pero no que sean infalibles.

Tercero, a una empresa de seguridad tampoco le interesa pactar con Estados agresores que acaban de eliminar a otras empresas de seguridad vecinas por el simple hecho de ser empresas de seguridad. Tú puedes garantizarme que no me vas a atacar, que sólo quieres conservar un territorio pero -aparte de quedarte con unos mercados donde es probable que la empresa de seguridad tenga clientes o, al menos, potenciales clientes- tu credibilidad como persona que respeta los acuerdos contractuales violentando la propiedad privada y sometiendo a miles de personas, queda seriamente dañada.

Cuarto, no tienes por qué pensar en un trust que abarque toda Inglaterra, eso simplemente es el resultado de una simplificación constructivista incapaz de concebir la existencia de varios trusts en un mismo territorio y la extensión de algunos de esos trust hacia otros territorios, como Francia. En ese caso, un ataque al territorio francés implicaría un ataque a distintas compañías.

Quinto, no se es teórico por hablar de conceptos económicos como activos o pasivos, sino por demostrar que unos determinados hechos no pueden ser de otro modo. De hecho, la contabilidad es una aplicación práctica de categorías a priori; algunas bromas metodológicas denotan una seria carencia de base.

Como la siguiente: Me es indiferente que el ejemplo histórico te haga salir herpes y no te funcione en la probeta ancap, pero eso no indica que el ejemplo no valga ni tampoco indica que la probeta no esté necesariamente trucada. Yo pongo de ejemplo al estado británico, un sistema con una serie de antecedentes e instituciones comprometidas en gran medida con el liberalismo y la independencia de las naciones de Europa, no del estado A de la probeta nº3. ¿No habíamos quedado en que el estado sin instituciones de control o constitución alguna guardaba una relación de práctica identidad con el trust?

Primero, sobre metodología. Los ejemplos históricos están bien, si sabes manejarlos. En caso de que utilices ejemplos históricos para demostrar una hipótesis, metes la pata. La historia te puede permitir ilustrar o corroborar una teoría, pero no asentarla. Desde el momento en que las cosas no tienen por qué ser de la forma en que las describes, sino que es posible que hubieran ocurrido de otro modo, no estás ante una teoría, sino ante un cuento. Los cuentos son útiles como narración, pero no como búsqueda del conocimiento.

Los ancaps austriacos –tampoco simplifiques los argumentos ya de por sí simples- no utilizamos probetas, buscamos las implicaciones necesarias de la acción sin utilizar experimentos sociales como el Estado. Para alcanzar ciertas conclusiones no necesitamos condicionar al hombre ni colocarlo en determinadas circunstancias diseñadas a medida; nos basta con buscar las regularidades de su acción.

Por tanto, tu ejemplo me vale en su justa medida: prueba que los políticos no necesariamente han de ceder ante los totalitarios. Pero no prueba ni que vayan a combatirlos siempre, ni que vayan a ser eficientes en el combate ni, sobre todo, que los empresarios no vayan a querer combatirlos. Eso son historietas que te inventas tú, sin prueba alguna, de cara a la galería (nótese que yo no tengo que probar que los empresarios vayan a combatirlos siempre, pues en ningún momento he realizado tal afirmación).

Segundo, como ya te comenté, las instituciones de control que utiliza el Estado son instituciones con un trasfondo adecuado (ya que inciden en los defectos inherentes al abuso de poder) pero insuficientes. Las empresas amplifican esos checks and balances y los convierten en más solventes. Si te gustan los mecanismos de control, sé coherente con ellos y pide que se apliquen hasta el final; no reclames que el Estado decida hasta qué punto se aplican los mecanismos de control del Estado, porque entonces tienes al zorro cuidando del gallinero.

Tercero, eso de que “habíamos quedado en que el trust no tenía instituciones de control” es un invento tuyo de poca consistencia, ya que para acordar algo, ambas partes deben estar de acuerdo y yo no lo estoy. Dicho lo cual tampoco me extraña que aun no te hayas enterado de que no coincido contigo en ese punto, así debes leerme y, sobre todo, entenderme.

Pero veamos cómo fundamenta nuestro irascible estatista la ausencia de instituciones del trust: ¿Hasta que punto invalidaría la defensa de la isla británica el que un señor de la guer... estooo: proveedor de soberanía, llegase a un trato de liquidación del negocio con el gobierno alemán? Sin romper ningún trato, suponiendo que el trust aún no hubiese tomado forma en este caso, los nazis se te meterían en casa. Dirás: "no, ya habrían llegado a un acuerdo los oferentes respecto a ese tema", ¿y si no?

Primero, sigues concibiendo el trust como una versión privatizada del Estado, lo cual me parece muy bien porque es tu erróneo argumento de partida y al que tienes que agarrarte como un clavo ardiendo, pero no me atribuyas a mí un error teórico de ese calibre. Tu visión del trust es simplemente ridícula: o bien es una amalgama desorganizada de empresas sin posibilidad alguna de defenderse o bien una vez consolidado es un Estado-de-facto. No concibes otra situación para el anarcocapitalismo.

Pero, al menos, ahora ya reconoces –sin ninguna contradicción, obviamente, porque tú no te contradices- que ese trust podría ganar la guerra: ¿Hubiese resistido dicho estado a los nazis? Eso sí que ya no lo sé; desde luego contaría con la ventaja de la coacción, como ya dije en mis anteriores posts, aunque no contaría con los controles y actitudes de un gobierno representativo británico.

Sólo te recuerdo que hace unos posts decías taxativamente que: El "sistema" ancap sería impotente frente a una amenaza procedente de semejante estado. Vaya, a esto lo llamo solidez teórica.

Segundo, el trust de empresas ni tiene por qué ser único ni tiene por qué ocupar todo el territorio británico como tú, sin entender nada, presupones. No es un proveedor de soberanía, precisamente porque no existe una soberanía nacional sobre la que reposar ni dentro de la que encorsetarse. Es simple y llanamente un resultado de la configuración empresarial para satisfacer una demanda de defensa pesada de los consumidores. Aun cuando se tratara de empresas consolidadas, dentro de un mismo territorio puede haber varias (aun cuando firmen acuerdos de colaboración) y, sobre todo, pueden compensarse mutuamente los servicios que presten a los clientes de la contraria (como sucede en los seguros de coche).

Tercero, las empresas sí se desarrollan en un entramado institucional. Sin instituciones –que no son, tampoco, construcciones políticas con planta constitucional, sino comportamientos pautados sobre las que, en todo caso, se construirán Estados más o menos deficientes- no es posible ni siquiera desarrollar el negocio de provisión de seguridad. Sin instituciones la alternativa no es: o jungla o Estado mínimo; sin instituciones sólo hay un camino, el Estado totalitario. Ni surgiría una sociedad ancap ni podrías construir, imponer o planificar un Estado mínimo al estilo británico. Simplemente porque el funcionamiento de la sociedad –su visión de la vida política y de la legitimidad- no depende del entramado político; el Estado no es un conjunto de instancias burocráticas que funcionan a pesar de la sociedad, más bien la sociedad es un conjunto de órdenes espontáneos que funcionan a pesar del Estado.

Y esto significa que el cambio fundamental es en las instituciones, NO en el modelo político por el que intentes proveer, de manera torpe, un bien –la defensa- que presumiblemente los individuos necesitarán. Lo importante es modificar –no mediante la violencia, claro- las concepciones de la sociedad en torno a ciertas ideas y conceptos. Por decírtelo claramente: si mañana impones el Estado mínimo en España tienes una guerra civil. ¿Tú crees que la gente, los parásitos, los funcionarios, los sindicatos, los subvencionados y los empresarios afines al régimen se conformarían sin sanidad y educación pública, sin prestaciones de desempleo, sin planes urbanísticos, sin negociaciones colectivas, sin Banco Central o sin un sueldo coactivo a fin de mes? Si crees eso, es que realmente estás soñando. Tu Estado mínimo es hoy tan imposible como el anarcocapitalismo; lo importante será convencer a la gente de que el Estado mínimo es mejor que el Estado socialista, y en ese momento el Estado mínimo podrá poseer una cierta estabilidad. Eso será una institución subyacente que permitirá que los individuos se dediquen a vivir, en lugar de a coaccionar al prójimo. Pero del mismo modo que puedes convencer a la gente para eso, puedes convencerla para que la defensa también sea privada. El debate económico reside en: a) si es posible que sea privada (o en cambio la defensa no puede proveerse de esta forma), b) si es preferible que sea privada.

Tú hasta aquí te has limitado a creer que toda empresa de seguridad se convertiría en Estado al no tener ningún entramado institucional, lo cual confirma que el único que está manejando una probeta absolutamente artificiosa eres tú. El problema de los free-riders, de las compensaciones mutuas o de la financiación de armamento pesados, son temas relevantes e interesantes; que me digas que bajo unas condiciones irreales que tú impones –a saber, ausencia de instituciones- el anarcocapitalismo no puede sobrevivir, es del todo irrelevante. Sin instituciones ni el anarcocapitalismo ni nada que tenga algo que ver con la libertad puede sobrevivir.

2. El trust como resultado violento

Mi tesis sobre la provisión de defensa privada fue, recordémoslo, la siguiente: las distintas empresas de seguridad convencional forman una empresa nueva, participada por todas ellas, para además proveer con seguridad pesada a sus clientes. Esto ni implica un monopolio territorial –ya que puedes tener diversos trusts compitiendo y con clientes en los territorios- ni tampoco la violencia sistematizada.

Ahora bien, tampoco soy tan ingenuo como para afirmar que ese trust no puede degenerar en un Estado. Mi tesis simplemente es: no tiene por qué hacerlo y, de hecho, tiene incentivos para no hacerlo. Lo que no es de recibo es considerar que el Estado mínimo es un objetivo adecuado porque permite defender la libertad (obviando que puede degenerar a un Estado totalitario) y criticar el anarcocapitalismo recordando sólo que puede degenerar a un Estado.

Mi prudencia teórica, sin embargo, no se ve correspondida con la de Isidoro que con más fe que argumentos niega cualquier posibilidad de un trust pacífico: Yo no niego el que se pueda llegar al acuerdo ni digo que éste sea identitario, ¡ni mucho menos!, sino que ese acuerdo no se alcanzaría pacíficamente (sería una lógica conclusión de una escalada de violencia facultada por los propios demandantes de "fuerza" o de los ataques del enemigo) y que una vez se constituyese el directorio o consejo ese sería, al no conspirar para mantener el precio de la alcachofa sino para utilizar meditada y conjuntamente la fuerza en una sola dirección, un estado o un gobierno de facto.

Me parece muy bien que lo digas y que incluso apeles a un supuesta lógica escalada de violencia. Pero de la misma manera que utilizar las palabras “activos y pasivos” no te convierte en teórico, hablar de lógica no significa que utilices la lógica. Una cosa son tus impresiones particulares, tus intuiciones y tu predisposición centralista, otra muy distinta que hayas demostrado que el trust, necesariamente, sería violento.

Sí, ya sé que soy un pesado con las demostraciones. A algunos el rigor nos preocupa y si afirmas que un acuerdo debe ser siempre violento, debes probar que siempre será violento. En caso contrario, corres el peligro de que otro llegue y diga: “nunca será violento”. Y la discusión no pasará de repetir consignas a gritos. Insisto, yo soy un poco más prudente, digo que puede ser violento y que puede no serlo. Pero de la misma forma en que creo que la privatización de la educación pública es factible sin que caiga el gobierno de turno (algo que hoy por hoy no es posible) también creo que es posible un trust que no resida en la violencia.

¿Y por qué lo creo? ¿Simplemente por fe anarquista? No, lo creo porque existen incentivos y motivos para que la paz se consolide en el negocio de la violencia: motivos similares a los que tú puedes tener para creer que todo Estado mínimo no tiene que degenerar en un Estado stalinista.

Esos motivos son los controles que se establecen entre las compañías: la participación de los ahorradores en el capital de la sociedad, la competencia entre las compañías por captar nuevos clientes sin perder a los anteriores, la libertad para una cancelación masiva de los contratos ante los incidios de consolidación coactiva del trust o la defensa que otras compañías, financiadas con ayuda extranjera, podrían prestar para evitar los monopolios territoriales (sí, ya sé que te puede sonar raro, pero si cada vez que el Estado de EEUU inicia una guerra en el extranjero, no cae el gobierno, por algo será).

Mecanismos los hay, máxime cuando se ha difundido un cierto respeto a la propiedad privada sin el cual la sociedad no puede funcionar. Sólo es necesario caerse del guindo y darse cuenta de que ello es posible para no continuar inútilmente apresados por los Estados.

De nuevo, Isidoro olvida todos estos mecanismos y confunde posibilidades con necesidades: Entonces dicho Consejo de Administración, Directorio, Club de la Lucha o como se llamase podría proceder a declarar una muy coherente guerra a cuántos quisiera: sobre todo a los "oferentes" rebeldes, los mafiosos.

Si sería estrafalario negar que ello pueda suceder, tan estrafalario es afirmar que tiene que suceder. También el Estado puede enfrascarse en guerras innecesarias y sangrientas (incluso contra su propia población) y no por ello Isidoro abniega del Estado mínimo. ¡Ah! que si le añadimos el adjetivo mínimo al Estado ya está todo arreglado. Tú no defiendes que cualquier Estado, sino un Estado bueno y que se comporte dentro de sus justos límites.

Pues bueno, yo haré lo propio, me declararé partidario del “anarcocapitalismo pacífico”, esto es, no de un anarcocapitalismo donde la gente incumpla sus contratos y ataque al prójimo, sino donde se respeten los títulos de propiedad.

¿Verdad que esto contribuye poco al debate científico? ¿Acaso no debemos aclarar si el anarcocapitalismo puede ser pacífico o si el Estado puede ser limitado? ¿Acaso no debemos estudiar cuáles son los incentivos para que el anarquismo deje de ser pacífico y para que el Estado deje de ser limitado? Por supuesto Isidoro no hace nada de esto, quizá porque no lo considere necesario o, más probablemente, porque tenga suficiente con autoafirmarse sin aportar razonamiento alguno. Con afirmar que el anarcocapitalismo sería violento porque sí, sobra. Para los que ya estén convencidos es posible, para quien quiera leer algo más que los lugares comunes de siempre, no.

3. El patrioterismo socialista

Uno puede ser minarquista –como George Reisman- y no caer en falacias antiliberales. Hay errores excusables, incluso errores estimulantes, que son de agradecer.

Ahora bien, suele ocurrir que cuando uno se enroca en un posición contra viento y marea, aun cuando le hayan advertido de los problemas que ciertos argumentos tienen para con la libertad, riza un poco más el rizo y adopta posiciones socialistas del copón.

Isidoro nos ofrece un maravillo ejemplo. Yo le critiqué su torpe identificación de nación con Estado, esto es, de lenguaje, cultura, folklore o lazos sanguíneos comunes con estructura militar. Esto es, puede existir una sola nación con organizaciones defensivas dispares.

Respuesta de Isidoro: ¡Curioso! Toda esa comunidad con su historia, su lenguaje y su cultura... no debe defender esa comunidad.

Eso mismo creía Hitler, claro. Aun en un contexto estatista, tenemos ejemplos, como el de Alemania y Austria, que tienen lenguajes y culturas comunes, esto es, son una misma nación, con estructuras políticas separadas. ¿Deberían defenderse conjuntamente? Esto es, ¿deberíamos repetir el Anschluss?

Y es que si la cultura primigenia debe ser la base para la defensa, entonces el cambio cultural pacífico también será un ataque violento contra las bases de nuestra organización militar, es decir, será una invasión militar.

Pero además, fíjate si resulta curioso, tu argumento puede aplicarse para todo. Si yo debo defender a mi vecino porque hablamos el mismo lenguaje, quizá también deba pagarle la educación y la sanidad a sus hijos. ¿O acaso me estás diciendo que “Toda esa comunidad con su historia, su lenguaje y su cultura no debe ser solidaria con la comunidad”? ¿Por qué la defensa sí y la redistribución regional de la renta no? Te recuerdo que el PP utiliza justamente ese argumento –somos una única nación- para justificar que los catalanes deban pagar las carreteras a los andaluces. ¿Cuál es la diferencia?

No, la nación no existe para someter a sus nacionales, ni para imponerles pautas de comportamiento comunes. La nación existe para beneficiar a sus miembros y, si en el caso de la defensa, existen otras organizaciones más eficientes (lo cual es verosímil, a menos que sostengas que una particular disposición militar será siempre la más correcta), entonces no tiene sentido forzar esa particular provisión defensa ineficiente.

Esto mismo le increpé a Isidoro sobre su post anterior, preguntándole si creía que debemos conformarnos con una defensa nacional menos eficiente simplemente por ser nacional. Respuesta: Sería un cazurro si dijese tal cosa, lo que pasa es que no lo he dicho; entre otras cosas porque sostengo que es más eficiente el ejército regular que un estado provee.

Bien, no dices que debemos conformarnos con una defensa peor, dices que la defensa nacional siempre será mejor por ser estatal. Bien, y ahora dime, ¿por qué la disposición estatal española es la más eficiente para defender a, digamos, Canarias? ¿O por qué partes del territorio catalán no se defenderían de manera más eficiente si se coaligaran con partes del territorio del sur de Francia? ¿Me puedes dar la respuesta a priori? Si cualquier Estado, por el mero hecho de existir, nos proporciona la provisión de defensa óptima, entonces, entre otras cosas, EEUU debería seguir dependiente de la provisión de defensa de Inglaterra. ¿Cómo osa secesionarse si el rey Jorge ya les estaba proporcionando la defensa más eficiente? Por unos pocos impuestos no deberían haber renunciado a tremenda seguridad que, a buen seguro, no han logrado equiparar en toda su historia.

La simpleza argumental es patente: puedes decir que la defensa estatal es superior a la defensa por agencias, pero difícilmente puedes decir que la defensa estatal sustentada en la nación es superior a cualquier otra defensa, incluida la estatal no sustentada en la nación. Tu en cambio nos ofreces –de nuevo sin probar nada: porque sostengo que es más eficiente el ejército regular que un estado provee; pues sigue sosteniéndola con tu fe para que no se caiga, razón ni una- una respuesta a priori: todas las defensas estatales-nacionales son eficientes. Y eso tú solito; si os metemos a varios como tú en un Comité nos resolvéis el problema de la planificación socialista.

Pero continuemos con la nación y su función violenta: Tu concepción de la defensa, a mi juicio errónea como resulta evidente, tiende a "disolver" la palabra nación porque precisamente dicho concepto deviene inútil para dicha concepción.

Lo que no sé es si te resulta evidente que mi concepción de la defensa de parece errónea, si consideras evidente que es errónea, o como me temo, si es evidentemente errónea porque tú lo así consideras.

En cualquier caso, tu concepto de la nación es claramente socialista y constructivista. Para ti la nación ha sido creada para cumplir la función defensiva y sin una defensa colectiva, la nación es inútil.

La concepción liberal –que no ancap- de nación siempre ha remarcado su carácter como orden espontáneo no planificado; las naciones son un conjunto de instituciones –como el lenguaje, las tradiciones, la cultura...- que evolucionan y que emergen como resultado NO intencionado de las interacciones humanas. Ferguson decía que las instituciones –y por tanto las naciones- son el resultado de la acción humana pero no del diseño humano.

Tú, en cambio, te opones a que esa nación siga evolucionando y la reduces a una mera cuestión defensiva. El lenguaje o la cultura no son el fruto de las interacciones humanas, sino simples excusas para que el Estado asiente su imperium defensivo. De ahí que si critico que se utilice la nación como fundamento de la organización violenta –de modo que tengamos tantas culturas como ejércitos y tantos enfrentamientos como colisiones culturales- esté diluyendo y restando importancia al concepto de nación.

Ciertamente debe ser así para alguien que considera que el orden espontáneo carece de importancia, eliminar los elementos coactivos y violentos de la nación. Para mí que reconozco la aportación esencial de las instituciones espontáneas a la defensa de la libertad y del progreso humano, desde luego, no lo es.

Sigamos con las malas interpretaciones de mis palabras: No voy a tener que recordarte que hace bien poco nos decías que la seguridad de los extremeños a un gallego se la tiene que refanfinflar. ¿Y qué ocurre con tu análisis si te digo que al gallego le importa, y mucho?

De nuevo, caes en el antiliberal error de creer que la no imposición de A es igual a la imposición de no A. Si digo que los ricos no tienen que para la sanidad a los pobres, eso significa que los pobres deben morirse por no poderse operar, que los ricos deben ser insolidarios y que sólo unos pocos deben gozar de una buen sistema sanitario. Pues no.

Yo no he dicho que al gallego le tiene que traer sin cuidado la seguridad del extremeño, sino que no hay que obligarle a que se la pague y mucho menos a que lo defienda por reclutamiento forzoso. Eso no significa que no deba importarle; de hecho, si según tú “le importa y mucho”, olvídate del problema de los free-riders y ten la seguridad de que el gallego financiará sistemas de seguridad para los extremeños. ¿Por qué quieres imponerles coactiva el pago entonces? No tiene mucho sentido, a no ser que comiences también a adscribirte al argumento socialista de las metapreferencias: “en realidad, el gallego quiere ayudarle, pero no sabe que lo quiere, así que lo coaccionamos para que se realice como persona”. ¿También aquí?

En este punto, Isidoro trae a colación un artículo mío en LD donde critiqué al nacionalismo como una ideología impulsada del Estado para que los ciudadanos se movilizaran en comandita ante las órdenes centralizadas del Estado: ¿Y qué ocurre si te leemos y vemos que tachas a la nación, al histórico apego a un territorio de un grupo de individuos, como la enésima conspiración del estado y sitúas en la desaparición del concepto nación el final mismo del imperium estatal? ¿No relacionas estado y nación cuando dices: "Cuando la población deja de estar ligada a un territorio, el trípode se tambalea. Ya no puede hablarse en puridad de una masa ciudadana asentada de por vida en un territorio ni, por tanto, de una soberanía estatal que brota de esa masa"? Yo creo que sí.

Me lees mal y me comprendes peor. Una cosa es la nación y otra es el nacionalismo, que es el ensalzamiento de la nación como inmanente elemento rector de la vida de sus miembros. Yo relacionado nacionalismo con Estado, no nación con Estado; el caso de Austria y Alemania es claro.

El Estado si promueve el nacionalismo, porque le interesa –al parecer como a ti- confundir nación con Estado y creer que toda nación debe aspirar a ser Estado y, por tanto, que todo Estado sólo puede estar compuesto por una nación. El ideal del fascismo, de regímenes estatales corporativos que, asentados sobre la identidad común, se respetaban y se relacionaban entre sí, está bastante cercano.

La frase en negrita mía que citas sin demasiado éxito simplemente afirma lo siguiente: cuando el Estado pierde su monopolio territorial, el trípode de Bodino se resquebraja, ya que en un mismo territorio puede estar ocupado por diversas naciones. Esto significa que la nación no nace de la tierra, sino de las personas, y que son los individuos los que se mueven y se mezclan, no las entidades nacionales. Ante eso, tienes una concepción liberal y no colectivista de los fenómenos sociales y el Estado difícilmente puede justificar que se coacciones a todos los miembros nacionales de un territorio, teniendo como tienes una pluralidad de miembros nacionales distintos. Espero que esto no sea tu intento de buscar mis contradicciones, porque no se te da demasiado bien.

Terminemos con este bloque. Como ya he dicho antes, el argumento de Isidoro –la nación debe defenderse a sí misma- puede utilizarse para justificar cualquier tipo de redistribución –la nación debe alimentarse a sí misma, la nación debe alfabetizarse a sí misma, la nación debe cuidar de sí misma...- pero también, en el ámbito comercial-militar, viene a justificar un proteccionismo absurdo, contraproducente e ineficiente: la nación debe comprar sus productos a sí misma, debe proteger sus industrias y debe aprovisionarse con sus propios bienes militares. Aun cuando EEUU construya mejores submarinos, los buenos, los españoles. ¿Por qué? Pues por ser españoles, los barcos a Izar, no a Corea.

Respuesta tangencial: Cuando una región de nacionales se ve amenazada por un ejército enemigo, toda la potencia de la nación se encamina a repeler dicha amenaza. Que algunos interpreten la competencia exterior como "enemiga" es fruto de ideas socialistas, no liberales, y por defender la defensa nacional, valga la redundancia, uno no se convierte de golpe y porrazo en socialista, que yo sepa. Yo no asumo ineficiencias por defender la defensa nacional sino todo lo contrario, ¿te acuerdas?

Decir esto y no decir nada es equivalente. Ya sé que interpretar la competencia inter-NACIONAL como enemiga es fruto de ideas socialistas, precisamente por eso digo que tu idea de interpretar que las culturas extranjeras son sistemas defensivos exteriores y no integrables –ya que la defensa debe basarse sea como sea en la nación- es una idea socialista.

A lo que tienes que responder, sin embargo, es por qué en una guerra no debemos producir nosotros mismos los submarinos –ya que debemos defendernos a nosotros mismos, deberemos proveernos también a nosotros mismos con los mecanismos defensivos- y sí, paradójicamente, tenemos que comprárselos al mejor fabricante. ¿Cómo concilias tamaña incoherencia?

Por cierto, me gusta eso de “no asumo ineficiencias”; está bien que lo asumas, porque es lo único que puedes hacer. Suponer, asumir, tener fe, pero no demostrar. Lástima que eso, nuevamente, no sea un argumento. Sólo una convicción en función de la cual sigues defendiendo la coacción sobre las personas.

4.  Una reflexión invisible para volver al principio: la influencia del público

Isidoro me espetó que las acciones del Parlamento británico en su enfrentamiento con los nazis se debieron en buena medida a la presión de la opinión pública. Recordemos su frase porque, en este caso, sí es acertada: La influencia de la opinión pública era, pues, notable y no puedes referirte a las acciones del Parlamento británico como si a las decisiones de unos tiranos se tratase: fueron en todo momento muestra de los pulsos y cambios de la opinión de los británicos.

Yo le recordé que, precisamente porque la opinión pública (como he expuesto antes), esto es, las instituciones espontáneas, determina en buena la solidez y el respeto a la libertad de cualquier estructura de poder, que si realmente quería que esa opinión pública tuviera una influencia determinante y condicionante, el mercado, y nos los pasillos burocráticos, eran el ámbito adecuado. Es ridículo pensar que un Estado no puede totalizarse porque no conseguiría domeñar a la población y que, en cambio, un trust se asentaría como monopolio territorial explotando a una sumisa población; los consumidores tienen un mayor poder que los votantes, porque su filiación y transferencia de recursos se va renovando cada momento y no cada cuatro años.

Pero además, como también he advertido, en el caso de una empresa privada existen otros mecanismos de control al margen de la presión popular: por ejemplo, el control que ejercen los accionistas o los clientes extranjeros que observan como una compañía deja de serlo; o los bancos que decidan embargarles sus cuentas y activos en el extranjero una vez se hayan convertido en Estado. Todos estos instrumentos simplemente no operan en un contexto estatista, ni siquiera en el de un estatismo minarquista benévolo. El mercado no sólo recoge los checks and balances del minarquismo y los mejora, si que establece unos checks and balances propios y adicionales.

Antes todo esto, ¿qué responde Isidoro? Pues que ha reflexionado mucho y... casualidades de la vida, llega a las mismas conclusiones del principio y, eso sí, sin exponer la cadena de reflexiones y argumentos que le han llevado a tan sólida comprensión: Eso estaría perfecto si no fuese porque opino, tras haberlo razonado no te creas..., que las empresas son inútiles a la hora de plantear una defensa seria frente a una amenaza exterior organizada y cuando pretenden abandonar dicha inutilidad, entonces, toman forma de estado.

Por aquí ya pasamos antes de que “razonaras” con profusión. Yo te dije que tu simplismo ordeno-mando nos llevaba a finiquitar el Estado mínimo durante una guerra para instaurar una dictadura totalitaria. Tú mismo lo confirmaste: Me limito a afirmar que en muchos aspectos los gobiernos que dirigen una guerra se convierten en una dictadura por seguridad nacional.

Por supuesto tú verás sencillo que tras esa conversión dictatorial el estado y conseguida la paz, como si de la República romana se tratara, vuelva a sus niveles iniciales de intervencionismo. Otros, en cambio, contemplan las guerras como el combustible por el que el Estado se alimenta e incrementa su tamaño. En todo caso, no puedes garantizar que, el Estado mínimo, por ser mínimo, vaya a volver a deshacerse de la dictadura. En lo único que puedes confiar es en que haya unas instituciones subyacentes que le obliguen a volver a su tamaño originario. Y esas mismas instituciones pueden existir en el caso de un sistema de mercado.

De hecho, no descartes que en los contratos con las empresas de defensa se pudiera incluir alguna cláusula de contenido temporal por el que la empresa gozaría de ciertas facultades extraordinarias en momento críticos. Aunque, obviamente, la competencia entre trust podría aliviar la gravedad de esas cláusulas: por ejemplo, “En momentos de excepción, se permite la confiscación de automóviles de los clientes” vs “En momentos de excepción se permite la confiscación de automóviles de los clientes y, una vez lograda la paz, serán restituidos en su valor monetario”.

El Estado, claro está, de todo esto no hace nada. Le basta y le sobra con declarar un Estado de excepción y controlar a la población. En esos Estados el místico “contrato social” se suspende, porque el guardián no se siente constreñido. Las empresas, si incluyen cláusulas restitutorias, sí deberán cumplirlas una vez terminada la guerra porque sus clientes extranjeros estarán vigilando cómo se comporta en otros territorios.

En definitiva, la empresa de nueva planta dedicada a la defensa privada ni tiene por qué carecer de una estructura directiva única, ni por tenerla debe convertirse en Estado, ni por no convertirse en Estado tiene que adolecer de algún mecanismo de acción rápida. Serán los propios clientes los que firmarán sus acuerdos y, después de la guerra, decidirán si renovarlos, o no, en función de su satisfacción con la gestión.

Sigamos con la estrambótica visión de Isidoro: no me cansaré de recordar, además, que el que tu negocio esté incardinado en el ámbito de la fuerza bruta, sobre la base de que no existe coacción alguna, genera unos incentivos explosivos a ser "chicos malos" a petición del consumidor. Todos quieren tener al "primo de zumosol", no a la mula francis.

Es curioso como los incentivos para ser chicos malos sólo se crean entre empresarios y no entre políticos. ¿Qué impediría que, siguiendo tu lógica, en un Estado minarquista los políticos compitieran por ser el más “bruto” y el más militarista? Bueno, mejor dicho, yo sí te diré un freno que existiría en un sistema de mercado y que no existe en el minarquismo: en el mercado, si quieres ser chico malo, te lo tienes que pagar tú. Un mayor armamento pesado implica un mayor desembolso de sus clientes. En el estatismo, si quieres ser chico malo puedes obligar a otros a que te paguen tus caprichos; a través de la redistribución de impuestos, los ricos pueden pagar las correrías militaristas del resto de la población.

Tú asumes que todos quieren tener al primo de zumosol ofensivo (no al defensivo) y no lo demuestras. Utilizas hipótesis sobre el actuar humano no contrastado ni demostrado (¿por qué, entonces, millones de izquierdistas europeos se manifiestan contra la invasión de Irak aun cuando preventiva y zumosolamente podría parecer adecuado cargarse no sólo el régimen iraquí, sino también el iraní o el sirio?). Esto, repito, no es una manera de defender ningún argumento, pero en fin, tú insistes, supongo que poco más tendrás.

Pero aun asumiendo que todos quieran al primo de zumosol, casualmente tu argumento se trunca cuando llegamos al Estado minarquista. Tenemos una opinión pública influyente y militarista pero, en cambio, el Estado mínimo se mantendrá dentro de sus justos confines. ¿No crees que es un poco irreal? Con esos presupuestos, tu Estado mínimo es tan imposible, sino más, que el anarcocapitalismo, ya que éste último, a diferencia del tuyo, no tendría un Estado asentado con poder omnímodo para emprender guerras por doquier.

Luego simplemente se pierde en contradicciones y fantasías sobre el estatismo: el parlamento, y especialmente uno como el británico, se basta para gestionar una guerra no sólo mejor que las imaginarias agencias de seguridad sino que llegado el momento, a diferencia del trust, se verá obligado a dar rápido final al conflicto ya fuese por las próximas elecciones o por clamor popular.

Pero vamos a ver, ¿no habíamos quedado que la opinión pública en su totalidad quería al primo de zumosol? Ahora resulta que el clamor popular quiere que no se prolonguen los conflictos artificialmente, algo que sólo puede lograr el Parlamento y no el trust. ¿Es que el trust no está sometido al clamor popular? Qué cosas. Pero aparte, te voy a dar otras razones por las que el trust no está interesado ni puede mantener conflictos largos en contra de la voluntad de sus clientes: a) el trust utiliza sus recursos para mantenerse en la guerra, lo que significa que una guerra más larga supone un mayor coste, b) una empresa que prolongue artificialmente las guerras en contra del “clamor popular” será una empresa que nadie querrá contratar en otros lugares del mundo, c) si la guerra está finiquitada y sólo se prolonga por razones artificiales, los clientes lo tienen tan sencillo como cancelar sus suscripciones a la empresa.

De ahí que resulte totalmente ridícula la siguiente afirmación: Con las agencias de seguridad, el que te envíen una felicitación de Navidad o tengan una facturación transparente y un maravilloso hilo musical mientras te tienen a la espera de saber si han detenido al enemigo en la bocacalle siguiente a tu manzana... creo que sería totalmente indiferente.

Estamos alcanzando un nivel de contradicciones tremebundo. Si a la gente le importa no mantenerse en una guerra artificial, ¿cómo le va a resultar indiferente? Pero es que, además, una empresa privada que prolongue las guerras es una empresa privada que cargará mayores cuotas a sus clientes. Esas cuotas –a diferencia de los impuestos o de la financiación mediante déficit- sí son evitables, de modo que los consumidores no serán indiferentes a pagar mes tras mes facturas enormes si son innecesarias. El Estado, en cambio, sí suele incrementar los impuestos durante una guerra y no reducirlos al terminar, de manera que a los sufridos contribuyentes –nada digamos si se ha recurrido al déficit público, de modo que están asumiendo coactivamente deudas de las que ni son conscientes- no les importa el fin del conflicto salvo por razones humanitarias.

5. Qué pueden saber los consumidores y el papel de la productividad

Aun dentro del anterior punto, pero con entidad suficiente para diferenciarlo, Isidoro vuelve a repetir los mismos errores que posts atrás recordando que los consumidores no pueden diseñar las estrategias bélicas: Los consumidores no pueden saber cuál es la estrategia adecuada para defenderse de un ataque generalizado organizado contra su entorno y las empresas de seguridad tampoco, a menos que se conviertan en trust: la unión de dirección estratégica. Se les hace el trabajo a los enemigos: divide et impera. En este punto no cabe aplicar con calzador el análisis de mercado, una defensa "diversificada" no es más que un caramelo en dulce para un ejército regular; no interesa "productividad" sino destructividad. ¿Versan las reglas del mercado sobre destrucción? Nein.

Por partes. Sobre los consumidores, en ningún momento he defendido que sean éstos quienes diseñen la estrategia de defensa, e imputarme esto es un reflejo de mentir o de, más probablemente, no haber entendido nada. Los consumidores, sin embargo, sí saben qué tipo de inseguridad sienten. Yo hoy puedo no sentirme amenazado por Bin Laden, pero sí por la creciente inseguridad callejera; en este sentido, pagaré más a una empresa que sea intensiva en seguridad callejera que a otra que sea intensiva en defensa pesada. Y eso sí supone una satisfacción de mi inseguridad: porque la inseguridad es una sensación presente. Yo estoy inseguro por lo que temo, no por los avatares futuros e improbables.

Otra cuestión es que las empresas de defensa pesada intenten informar a los consumidores de la auténtica entidad de la amenaza de Estados extranjeros sobre su seguridad; de forma similar a lo que hace Bush diciendo que Hussein era una amenaza seria o que Corea del Norte integra el eje del mal, sin necesidad de que tenga que desclasificar informes secretos sobre la importancia del peligro. ¿O es que crees que la población de EEUU, si creyera que los rogue states son hermanitas de la caridad, consentiría los mastodónticos incrementos del gasto? Obviamente no, sólo porque su presidente les ha convencido del peligro que suponen esos Estado, ha sido posible esa asfixia presupuestaria.

Por otro lado, Isidoro dice que las reglas de la productividad no juegan, aquí hemos de acuñar un nuevo concepto: la destructividad. La productividad es una relación entre medios y fines: cuando reduces los medios y mantienes el fin, o cuando mantienes los medios e incrementas los fines, tu productividad aumenta. Si tu objetivo es destruir la mayor cantidad de objetivos posibles, un instrumento es productivo cuando incrementa su poder destructivo. En este sentido, la productividad se refiere a fabricar las armas más destructivas posibles con el menor uso de inputs, lo cual te permitirá fabricar muchas armas muy destructivas.

Por supuesto, no estoy de acuerdo en que las exigencias de defensa pasen únicamente por su “destructividad”, esto es, por su productividad militar, ya que en caso contrario sólo nos aprovisionaríamos con bombas atómicas. Pero aun en ese momento, las reglas del mercado en cuanto a asignación de recursos escasos hacia los fines más urgentes, siguen siendo igual de relevantes. Sólo desde un endeble conocimiento de la economía pueden sugerirse cambios tan innecesarios como confusos de los términos.
 
6. Paréntesis 1: Cómo intentar darle la vuelta a la tortilla desparramándola sobre la cocina

Si han leído la discusión verán que una de mis críticas evidentes a Isidoro es que no argumenta nada; se pasa el día diciendo, “yo asumo”, “yo creo”, “es evidente que”, “no tengo dudas de que”, “yo parto de”... Esto, claro está, despierta las iras de Isidoro; es lógico, no basta con caer, encima que te señalen cuando caes. Lo siento, pero en eso consiste la discusión; yo no voy a decirte, “es lógico que te hayas caído, de hecho, puede que todos tengamos que seguir tus sabios pasos hacia el tropiezo”. Si vas dando saltos de mata, sin cadena argumental alguna, lo mínimo que puedo hacer es señalártelo.

En estas que Isidoro intenta devolverme la acusación, lo cual no digo que sea imposible, pero sí improbable. No porque no me equivoque, sino porque, generalmente, intento medir si mis afirmaciones son apodícticas o si son sólo posibilidades donde no cabe determinar a priori la decisión.

Y claro, entiendo que obsesionado con buscarle tres pies al gato, al final acabemos encontrándole los cuatro, y nos descontemos. Isidoro me cita en mi anterior post: Pasemos a la primera contradicción de Isidoro que sigue negando porque sigue sin entenderla." Corta aquí el texto y comenta: Simplemente apabullante: la gente se contradice porque lo dice Rallo, contraargumente lo que sea.

Pues hombre, no es una contradicción porque lo diga yo, sino porque lo argumente yo. ¿Qué donde está el argumento? Ah, ¿que has cortado mi argumentación y la has acabado de copiar debajo para poder intercalar ese comentario pueril? Mal vamos. Sigamos leyendo para encontrar mi argumentación desaparecida.


Comentarios

 
Qué bueno, un ejército privado.

Eso me recuerda un reportaje que vi sobre las compañías de protección privadas que emplea el ejército estadounidense en Irak.

Hablaban algunos de sus miembros sobre misiones en las que se recortaban los miembros necesarios para reducir personal y gastos.

Ya lo estoy viendo, Marruecos invade Ceuta y Melilla, y tu ejército (o ejércitos, ¿también contratarías una empresa para centralziar el control de misiones y de objetivos?) privados dicen que no pueden defenderlas porque como en veinte años no había habido guerra, la consultora del proceso de reingeniería había recomendado ahorrar en munición y combustible para mantener los crecimientos de dos cifras en los beneficios.

Que bueno.

En lugar de hacer innecesarios los ejércitos, vamos a privatizarlos para que extén en anos de lobbies que coludan para cobrar más.

Ya lo estoy vieno, mira oye, que o me pagas el doble, o me llevo mis soldados a Turmekistan, que allí hay paz. No, no me importa que no e vuelvas a contratar, dentro de poco seréis una colonia de Portugal, y con ellos me llevo de p... madre.

Aplica lo que ocurre en sectores con monopolio a lo que sería una situación de guerra y verás que todas tus racionalizaciones son papel mojado aplicadas a la realidad. chocan con lo que chocan siempre, el egoismo la inteligencia, el aprovechamiento y las tretas arteras de quienes formamos el mercado (haciendo que sea imposible una competencia perfecta duradera), los seres humanos.

Y luego me dicen a mí que soy utópico. En serio, muy bueno dedicar tanto a decir algo que es inútil. Dediquémonos a ir redireccionando el gasto militar hacia otros sectores más productivos y eficientes.
Enviado por el día 22 de Agosto de 2006 a las 22:04 (1)
Co*o, Juan Ramon, no lances las cinco respuestas de un golpe, que me da un empacho ;-)
Enviado por el día 22 de Agosto de 2006 a las 22:16 (2)
¿De qué cosas hablas, agenjo? Esas empresas de proteccion privadas son "privadas" en nombre nada más. Sus salarios están financiados por impuestos. Son mercenarios estatales nada más. No están haciendo nada por sí mismos, ni defendiendo a nadie que les haya pedido su ayuda. Son títeres del ejercito de Bush. La única diferencia es que no son militares.
Enviado por el día 23 de Agosto de 2006 a las 05:40 (3)
Hola vanguardist.

Son empresas privadas. Que reciban su salario de una administración no les diferencia de los millones de empresas que mantienen empleos gracias a contratos con las administraciones públicas. (un ejemplo http://www.blackwaterusa.com/about/)

Llámalo X :-)

Te pongo otro ejemplo.

Nosotros contratamos una compañía de seguridad para proteger nuestras instalaciones.

Al prinipio bien, pero poco a poco empezamos a ver cómo los vigilantes iban siendo cada vez más mayores, rozando casi los sesenta.

Eran simplemente más baratos en términos de salario.

Al final pasó lo que tenía que ocurrir, hubo un atraco tan estúpido que se hubiese evitado fácilmente si hubiese habido los medios iniciales.

La seguridad estatal no puede depender de organismos privados por dos razones lógicas, aplastantes.

Nadie va a dar su vida por un sueldo si no ve su familia o su patria en peligro.

La mayoría de las veces no lo haríamos ni así, pero el miedo a la coherción del Estado complementa este sentimient patriótico. ¿Cómo impedirías las deserciones en caso de guerra? Con las mismas leyes e instituciones que tanto criticáis? ¿O dejaríais que las empresas privadas ejerciesen su propia justicia, incluso sumaria? ¿O dejaríais que una desercióin en masa que entrega a México el estado de California, por ejemplo, se arreglase con un despido.

Segundo, el concepto de defensa y el de redución de costes y reingeniería no pueden ir de la mano en la misma campaña. Si sabes algo de estrategia, sabras que las fuerzas armadas deben estar siempre en estado operativo al máximo de su capacidad necesaria(o deberían).

Porque de no hacerlo, es un punto flaco fácilmente aprovechable por el enemigo.

Evidentemente en los ejércitos hay que mejorar muchas cosas, y hacerlso más eficientes, pero com en el resto de los organismos del Estado y la administración, vanuardist.

sigo...
Enviado por el día 23 de Agosto de 2006 a las 09:37 (4)
...Antes de escribir tanto sobre algo, habría que preguntarse si tiene base en el presente o en el futuro.

Reduzcamos la tensión entre naciones, y la necesidad de ejército, e inviertamos las capacidades sobrantes en otras áreas, como la exploración espacial. Que no crear efectos colaterales, tienen la virtud de no desvirtuar el actual sistema económico, y al tiempo son más eficientes y crean más retornos positivos para la industria civil.

Además de abrir las puertas a una exploración en la que, la nación que se quede atrás, perderá el terreno como lo hicieron las potencias Alemana e Italia durante el período colonial.

Si hasta China, India, Sudáfrica, Brasil se han dado cuenta de ello...

Y disculpad los errores de tecla, pero tengo que entregar un artículo sobre energías renovables para que me digáis que soy utópico. Yo :-)

Un saludo
Enviado por el día 23 de Agosto de 2006 a las 09:39 (5)
Bien. Cuantos bloggers se tienen por "liberales" en el sentido del ancapismo deberían arrancar inmediatamente de sus blogs los pins pro-Israel. Es absolutamente inconsistente con una doctrina que defiende la disolución de los ejércitos nacionales mantener el apoyo a Israel, una nación altamente militarizada y con defensa unificada.
Enviado por el día 23 de Agosto de 2006 a las 14:11 (6)
¿Alguien me podría dar la dirección de la bitácora de Iracundo? He leído los clichés y los insultos, y no he llegado más allá del primer párrafo de esta respuesta. Cuando las teorías no tienen un anclaje empírico, no hablamos de ciencia, sino de metafísica, mística y disciplinas afines. Es por eso que no he proseguido la lectura. Y apelar a la causalidad para desdeñar la evidencia que contradice nuestras convicciones es lo suficientemente grave para que no haya pasado un segundo más en la lectura de esto. ¡Qué falta de seriedad, o que triunfo de la LOGSE! Está claro que consiguieron sus objetivos.
Enviado por el día 26 de Agosto de 2006 a las 18:18 (7)
Enviado por el día 27 de Agosto de 2006 a las 03:55 (8)
Enviado por el día 29 de Agosto de 2006 a las 18:55 (9)
Perdón, se me olvidaba el mejor de todos ellos:

http://www.mises.org/journals/jls/17_1/17_1_3.pdf
Enviado por el día 29 de Agosto de 2006 a las 18:58 (10)

No se admiten ya más comentarios.