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Antiglobalización

¿La globalización del capitalismo ha empeorado el mundo, como asegura el movimiento antiglobalización?

Las estadísticas hablan por si solas. Durante los últimos 40 años, la esperanza de vida en los países en vías de desarrollo ha crecido de 46 a 64 años. Desde 1950, la mortalidad infantil ha caído del 18 al 8 por ciento. La proporción de analfabetismo se ha reducido del 70 por ciento al 25, aproximadamente. Desde 1970, el trabajo infantil y el porcentaje de hambrientos se ha reducido a la mitad. Desde 1980, las personas en situación de pobreza absoluta se redujo en más de 200 millones. El número de estados que se gobiernan democráticamente y respetan los derechos humanos se incrementa constantemente. Hoy en día hay 120 países democráticos cuya población total es de 3.500 millones de personas (más o menos el 60% del total), más que nunca en la historia de la humanidad. Siguen existiendo grandes problemas en el mundo, pero para cualquiera que se preocupe de investigar, es obvio que el mundo, en muchas maneras, se ha convertido en un sitio mejor y más justo.

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¿Y no es cierto que la Revolución Industrial provocó una miseria indescriptible y menoscabó el nivel de vida las masas trabajadoras?

Uno de tantos mitos socialistas que han pasado a formar parte del imaginario de la gente es que la Revolución Industrial inglesa, a modo de pecado original del capitalismo, supuso el empobrecimiento y el envilecimiento de las masas obreras a manos de patronos explotadores en busca del lucro sin escrúpulos. En realidad, el nivel de vida de la mayoría de la población no dejó de aumentar como ilustran los indicadores económicos y sociales de la época. Los salarios reales crecieron y se expandió la oferta de productos y servicios. Los trabajadores emigraban del campo a la ciudad porque allí las condiciones laborales eran mejores. Hubo avances sanitarios, se comía más sano que antes, había hogares más confortables y una mayor higiene. La miseria estaba ciertamente extendida en aquel estadio primigenio del desarrollo, pero no era resultado de la industrialización, sino el residuo de la preindustrialización, y sólo ahora esa realidad que se tenía por inamovible aparecía como superable.

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¿Como se puede justificar el capitalismo, cuando significa dar el poder a las multinacionales?

Eso no es verdad. Las grandes empresas pueden adquirir un monopolio en un sistema de aranceles, licencia y coerciones diversas porque a los consumidores se les niega la posibilidad de comprar a otro y se previene que puedan surgir potenciales nuevos competidores. Capitalismo significa tener la libertad de escoger y rechazar los negocios que no ofrecen nada interesante. La libertad que una economía capitalista otorga a las empresas es la misma libertad que tiene un camarero de dar al cliente una carta en la que escoger su consumición. Y en lo que consiste el libre comercio es que otros camareros, incluso extranjeros, tienen permiso para acudir con menús alternativos.

"El 20% de la población posee el 80% de la riqueza, mientras que el 80% de la población tiene el 20% restante"

En primer lugar, el dato es de 1979. En este momento la relación es 20-70 y 80-30. El motivo es que las reformas económicas emprendidas en los últimos años más favorables al capitalismo en regiones muy pobladas como India o China han permitido que varíen los porcentajes. De haberse mantenido el socialismo en aquellas naciones, en lugar de seguir ese camino, hubiera sido al contrario.

En segundo lugar, junto con los datos hay que actualizar el discurso. El 20% de la población posee el 70% de la riqueza porque produce el 70% de la riqueza. Para que el 80% de la población aumente el 30% actual basta con que les permitamos producir y comerciar en libertad.

Por último, estamos hablando de porcentajes, que en la práctica son absolutamente irrelevantes. Sólo sirven al demagogo, pero lo que le importa a quien en una humilde población de Chile, Botswana o Corea del Sur no es ningún porcentaje, sino que ha llegado una multinacional que le da empleo a él y a su familia y les da los ingresos que les han sacado de la muerte por inanición, o que les permite ahorrar para el futuro de sus hijos o incluso liberarles del trabajo para que vayan a la escuela.

¿No ha hecho la globalización que el mundo sea cada vez peor, como claman los movimientos antiglobalización?

Las estadísticas hablan por si mismas. Durante los últimos 40 años, la meda de vida en los países en desarrollo ha subido de 46 a 64 años. Desde 1950, la mortalidad infantil ha caído del 18 al 8 por ciento. La proporción de analfabetismo ha bajado del 70 al 25 por ciento, aproximadamente. Desde 1970, el trabajo infantil y el porcentaje de hambrientos ha caido en más de la mitad. Desde 1980, las personas que viven en la pobreza absoluta se ha reducido en más de 200 millones. El número de países gobernados democráticamente y respetuosos con los derechos humanos se incrementa constantemente. Hoy en día hay 120 países democráticos con una población conjunta de 3.500 millones de personas (aproximadamente el 60% de la población mundial, más que en ningún momento anterior de la historia. Todavía quedan enormes problemas en el mundo, pero a cualquiera que se preocupe de examinar la realidad, es obvio qu el mundo, en casi todo, se ha convertido en un sitio mejor y más justo.

Pero esas mejoras no tienen necesariamente nada que ver con la globalización y el capitalismo, ¿no?

Las mejoras se deben sobre todo a la difusión de la información, la tecnología y la prosperidad por todo el mundo, y eso ha sido posible sobre todo por la labor de gente libre, es decir, gente que es libre de vivir en una sociedad capitalista. Hay conexiones claras entre el grado de libertad económica y el crecimiento de la prosperidad y el bienestar. De todos los países del mundo, el quinto que tiene una economía más libre es casi diez veces más próspero que el quinto con la economía menos libre. Durante la década de los 90, los más liberales tuvieron un crecimiento anual del 2'56% mientras que los menos liberales tuvieron un crecimiento negativo de -0'85%. Los países más libres tienen niveles de pobreza que son un 60% menores que los existentes en los países menos libres. ¡Incluso la media de vida en el quinto de los países más libres es 20 años más larga que en el quinto menos libre! La conexión entre libertad económica y libertad política se muestra en el hecho de que los ciudadanos con el derecho de comerciar internacionalmente tienen cuatro veces más posibilidades de disfrutar de libertades políticas que los que no.

Los salarios que pagan las grandes multinacionales en el Tercer Mundo son una vergüenza y un crimen

No se pueden estudiar los salarios en los países no desarrollados comparandolos con los de los países desarrollados así, sin más. El nivel de vida es allí más bajo y, sobre todo, lo es la productividad. Y ésta es más baja por la carencia de máquinas, infraestructura, educación e instituciones serias que respeten la propiedad privada. Pese a lo escaso que nos puede parecer el salario que pagan las empresas extranjeras en el Tercer Mundo, los estudios muestran que dicho salario es entre tres y ocho veces mayor que el habitual en dichos países.

Jesús Reyes-Heroles, embajador de Méjico en Estados Unidos, explicó que "en países pobres como el nuestro, la alternativa a trabajos mal pagados no son trabajos bien pagados, sino la carencia de empleo". Esto explica que, pese a lo vergonzosos y criminales que parecen ser los salarios, los habitantes del Tercer Mundo estén más que dispuestos a aceptarlos. Quizá es que saben mejor que los idealistas del Primer Mundo lo que les conviene a ellos y a sus familias.

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¿Acaso no os escandaliza que trabajen los niños?

La mayoría de los liberales consideran que prohibir el trabajo infantil es perjudicial allí donde la alternativa es el hambre y se condena a las familias a una situación todavía más precaria, e innecesario allí donde el desarrollo económico ha extinguido de facto el trabajo infantil. Los padres en los países pobres no quieren menos a sus hijos, por lo que no es fútil preguntarse por qué iban a enviarlos a trabajar y no a la escuela si lo adecuado para éstos en ese contexto fuera lo segundo. Lo que necesitan esos países es libertad de mercado para salir de la pobreza, y la prohibición del trabajo infantil no va a contribuir a esta causa; al contrario, eso sólo puede recortar los ingresos de las familias y retrasar la acumulación de capital necesaria para que la sociedad sea más próspera.

Por otro lado, desde un punto de vista ético muchos liberales juzgan arbitrarias las disposiciones que prohíben trabajar a los menores. ¿No podría resultar beneficioso para un niño de 13 años que no quiere ni oír hablar de estudios dejar que trabaje en un taller y adquiera experiencia laboral en lugar de encerrarle en una aula seis horas al día? ¿Por qué es ilícito que un niño ayude a su padre a recolectar hortalizas, o cobre por hacer de jardinero cuando no es ilegal que se dedique a cuidar el jardín de su casa porque le divierte o a ganarse la paga haciendo tareas domésticas? ¿Acaso no debería ser la familia, o el propio niño alcanzada cierta edad, en vez del Estado, quien decidiera sobre tales asuntos?

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¿No son culpa del FMI y el Banco Mundial los males de Hispanoamérica?

Ciertamente, unas instituciones que se dedican a usar el dinero de las economías que funcionan para dárselo a las que aplican políticas disparatadas no son los mejores guías hacia el éxito. Ahora bien, no están solos.

La tristemente famosa CEPAL ha llevado durante décadas a Hispanoamérica por el camino de la amargura. Los gobiernos que siguieron sus consejos intentaron todo tipo de trucos proteccionistas para desarrollarse. Pero la sustitución de importaciones y exportaciones por productos autóctonos, lejos de desarrollar las economías, mantuvo en el estancamiento económico a estos países.

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El capitalismo puede que funcione bien con negocios y fábricas pero, ¿acaso la especulación y la velocidad de los mercados financieros no han generado crisis en el Tercer mundo que han hecho a los pobres más pobres?

Al contrario, yo diría que los mercados financieros libres son algo bueno para los pobres. Su principal función es manejar riesgos y transferir capital a donde hay poco pero existe la posibilidad de obtener una buena rentabilidad. Durante los años 90, los inversores canalizaron aproximadamente un billón de dólares en los países en vías de desarrollo, aproximadamente lo mismo que han recibido esos mismos países en ayudas al desarrollo durante los últimos 50 años. Esto ha marcado una gran diferencia en su desarrollo económico. Es cierto que el libre intercambio de moneda no puede ser combinado con regulaciones como la fijación del tipo de cambio, por ejemplo, porque en ese caso la especulación sería negativa. pero en ese caso lo que debemos hacer es abolir el control de cambios, no los movimientos de capital. Es un hecho comprobado empíricamente que el incremento en el mercado de divisas no ha significado mayores fluctuaciones. Son los estados con controles de capital los que tienen los más espasmódicos tipos de cambio.

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¿Y no deberíamos ayudar económicamente a los países menos desarrollados?

Los liberales están en contra de la ayuda externa financiada por el Estado, no de la ayuda externa financiada voluntariamente por particulares y organizaciones privadas. La solidaridad, consideran los liberales, sólo puede ser voluntaria. Lo contrario, la confiscación y redistribución estatal, no es solidaridad sino servidumbre.

Además, las ayudas públicas van de gobierno a gobierno, de modo que no se vigoriza el sector privado del país receptor sino la administración pública del lugar, que ahora dispone de más fondos para llevar a cabo las políticas intervencionistas que perpetúan el subdesarrollo, aún suponiendo que los regímenes generalmente corruptos de los países receptores no se quedaran con el dinero. Como dijo P.T. Bauer, la ayuda exterior es "una manera de transferir el dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres".

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