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30 de Noviembre de 2004

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Respuesta económico-institucional a Marcel Coderch


José Carlos ha redactado dos posts respondiendo a Marcel Coderch sobre los fenómenos económicos que una economía desregulada tiene a su alcance para frenar los efectos de una escasez transitoria de fuentes de energía. Es, en ese sentido, al que creo que debe circunscribirse la discusión.

Me voy a tomar la licencia, con la aquiescencia de José Carlos, de incorporar un tercer post a la discusión, dado que el tema sobre la viabilidad futura de energía podemos enforcarla desde una triple perspectiva: física, económica y económico-institucional.

Para la física, doctores tiene la Iglesia, y entre otros, por lo que he visto, Marcel. De hecho, ese es precisamente su gran error, enfocar el tema de la obtención de energía para la acción desde una perspectiva absolutamente cientista, complementada por una visión económica errónea, y una peor concepción institucional del mercado que, como con acierto la calificó Carpio, antropomórfica.

José Carlos ha contestado tratando de explicarle cuáles son los mecanismos de los que los individuos, mediante nuestra acción mayormente no intencionada, disponemos para solucionar ese problema. En realidad, su brillante argumentación es un caso particular -el más importante si cabe- de cualquier escasez de bienes complementarios en la mayoría de los procesos de acción. No voy a añadir nada entre muchas otras razones porque doctores también tiene la Iglesia.

Pero, finalmente, llegamos al tercer enfoque que, a mi juicio, es el más devastador para las tesis de Coderch. Dado que ya he mantenido un conato de discusión, y José Carlos me ha cedido la vez, comenzaré con la crítica económico-institucional.

El problema, en realidad, es otro caso particular a cómo el ser humano es capaz de solucionar los problemas inherentes a su naturaleza. Coderch tiene razón en que el recurso al mercado per se no es una respuesta a problemas tales como continuar procesos productivos basados en la explotación de unos recursos físicamente finitos. Que los recursos energéticos terminarán algún día, en caso de que su explotación, por muy productiva que fuera, continuara, es una verdad económicamente innegable. De hecho, dudo que nadie la haya negado, pues afirmar que los recursos son físicamente infinitos (otro tema es que, según Reisman, a efectos prácticos sean infinitos) equivale a afirmar que no existe escasez (si bien, éste es un tema controvertido para la teoría económica, pues en todo caso existiría una escasez temporal)

Por ello, mi punto de partida no debe ser, a diferencia del de José Carlos, cómo prolongar la escasez de energía hasta el punto de que, posiblemente, encontremos una fuente energética alternativa. El análisis de José Carlos es, a mi juicio, empresarialmente correcto, es decir, escruta lo que a mi juicio sucederá, especialmente, si creemos como Mises que el empresario es aquél que mira el futuro con ojos de historiador.

El análisis económico-institucional no necesita partir de ahí, no debe partir de ahí. Supongamos que Coderch tiene razón, y ceteris paribus la tiene sin duda a largo plazo, (si bien, la condición ceteris paribus aplicada a un análisis dinámico no puede ser más equívoca), es más, pongámonos en una hipótesis bastante negativa, peor a las que suelen proponer los catastrofistas (creo). Imaginemos que, en 30 años, todo el petróleo del mundo habrá terminado. Insisto, esta previsión ceteris paribus se basa en supuestos cuya previsión nos resulta imposible de asegurar apodícticamente, pues se basa en nuestro estado presente de información que se supone completo y, sobre todo, inalterable. Cualquier perturbación, en un sentido positivo o negativo para las energías, alterará inevitablemente esa previsión.

Pero bien, supongamos a efectos dialécticos, que los recursos petrolíferos terminarán en 30 años. En este sentido, creo que hay dos posibilidades: a) que pueda existir una solución tecnológicamente alternativa, b) que no exista.

Empecemos por b), la más sencilla, a su vez tenemos dos posibilidades: b1) no intervenir, b2) intervenir (no sé muy bien en qué sentido, puesto que -puedo equivocarme y si es así, pido disculpas- Coderch insiste en que debemos reflexionar sobre el problema, en busca de soluciones, sin proponer de momento ninguna -lo cual no es, en absoluto, una objeción a su propuesta) Si nos situamos en b), por tanto, la cuestión se traslada a una discusión sobre el momento en el que debe aflorar la crisis energética en que nuestro actual modus vivendi retroceda a límites más primitivos. La discusión puede parecer atractiva, pero entraría más bien en el plano ético.

Pero vayamos a a) que, me parece, es en la perspectiva en que debemos situarnos ante la incertidumbre de si existe una solución o no (si partimos de la base de que no existe, aunque la hubiera, me temo que sólo por serendipia la encontraríamos). Es en este sentido, siguen existiendo dos posibilidades a1) no intervenir y confiar que en 30 años se encuentre una solución o a2) racionar de alguna manera los recursos, frenar el crecimiento y conceder un mayor plazo a la sociedad para que encuentre esa solución.

Creo, aunque obviamente puedo equivocarme, que estas son, grosso modo, las dos posibilidades. Asumo, repito, que los mecanismos correctores de los precios que tan bien describe José Carlos ya han operado y que así se mantienen. Incluso, es posible asumir, como parece probable, que durante esos 30 años la economía vaya progresivamente marchitándose (en caso de no encontrar ninguna solución), en especial, con respecto al crecimiento que una provisión constante de energía nos hubiera permitido alcanzar.

Aún así, me temo que hay que distinguir dentro de a1) otras dos posibilidades, o extremos de un rango de posibilidades. Por un lado, que la sociedad, aún ante la expectativa de un pronto fin de la energía, siga consumiéndola como si tal destino no fuera a llegar (o incluso incrementando el despilfarro como si de un venidero Apocalipsis se tratara) o, en el otro lado, que la sociedad prevea su destino a 30 años vista y, descentralizadamente, genere una serie de procesos de ahorro y racionamiento voluntario, totalmente restrictivos, para prolongar su nivel de vida. Qué ocurriría es imposible de prever, si bien ninguno de ambos extremos resulta probable. Eso sí, ocurra lo que ocurra dentro de una sociedad no intervenida, podemos asegurar una cosa que la diferencia de a2), y esa diferencia constituye el quid del análisis económico-institucional.

En a1) los planes intertemporales de los sujetos serán plenamente compatibles a través del sistema de precios. Cierto que, en buena medida -en una gran medida-, la correcta compatibilidad de esos planes dependerá de que los agentes hayan sido capaces de anticipar cuál será la evolución de los precios (recordemos que mantenemos la premisa de que, aún con el sistema de precio, en 30 años los recursos terminarán); pero lo importante es que los individuos, de manera descentralizada, pueden, ante sus errores de previsión, corregir rápidamente sus planes. De manera que existe una tendencia a que esos errores se minimicen, si bien, es cierto, una cierto error en la acción es inevitable (de ahí surge precisamente el beneficio). Lo que vengo a significar es que los recursos se usarán de una manera en que, en general (tan en general como en tiempos de abundancia, pues la abundancia no elimina el error), los recursos se ordenarán, aún ante la previsión de su fin, de una forma que permitan a los individuos satisfacer sus fines.

Esto significa que, entre los planes de los individuos a cuya satisfacción se dedicarán eficientemente los recursos, esté también presente un plan, o una búsqueda del mismo, para solucionar la situación posterior al fin de los recursos (salvo que todos los individuos rehúsen hacerlo en cuyo caso las pretensiones reguladoras carecerían de sentido). Es decir, el individuo no planifica sólo para la acción inmedita, de hecho, nunca planifica para la acción inmediata; toda acción se dirige hacia un fin futuro y, en tanto requiere un tiempo de planificación anterior, toda acción es planificada antes de nacer (esta es una consideración puramente misiana; es importante no confundirla con el evolucionismo hayekiano -basado en las consecuencias no intencionadas y planificadas de la acción-, de hecho, importantes austriacos como Cubbedu lo hacen y llegan a conclusiones extravagantes: que toda acción haya sido previamente planificada no significa que toda consecuencia de la acción, ni mucho menos, lo haya sido)

En otras palabras, uno de los fines probables de los individuos (esta afirmación no informa ni de la cantidad de recursos, especialmente temporales, que cada individuo debe dedicar a tal fin), de todos los individuos (y ello incluye empresas), será la búsqueda de una solución al momento posterior a que la energía haya terminado, pues esa solución constituye un bien de orden superior (un medio anterior) para la utilización de todo un sistema productivo que eleva infinitamente sus posibilidades de acción. Es decir, la solución a ese problema es un requisito para las posteriores posibilidades de acción. Conviene matizar que la búsqueda de todos los individuos no sería, ni tendría porque ser, una búsqueda científica, sino de nuevos tipos de energía no pensados o de otras formas de ahorro; en otras palabras, salvo milágros inesperados, de los individuos con escasos recursos para la inversión, no podrían esperarse probablemente energías que mantuvieran, ni siquiera de manera lejanamente similar, el nivel de vida basado en la explotación del petróleo, esa búsqueda correspondería a las empresas. Quede claro, que la estructura de costes convertiría en auténticamente rentable toda búsqueda de energías alternativas ya que en última instancia quedaría justificado incluso la utilización de todo el capital existente en el mundo destinado a tal fin. No olvidemos que apelar a los costes (es decir, a la utilización alternativa de ese capital) tendría escaso sentido puesto que ese capital no tendría usos alternativos sin energía. Digamos que, en el límite, podrían llegarse a usar todos los esfuerzos, descontando los fisiológicos, de los que dispone la sociedad para encontrar tal solución (no digo que se hiciera, digo que podría hacerse de una manera descentralizada y, sobre todo, respetuosa con los fines individuales)

Por supuesto, aún así, todo ello no garantizaría que se encontrara una solución al problema. Sólo traza el camino de la posibilidad a1) para encontrarla.

Vayamos ahora a la otra posibilidad, a2). En este caso, un individuo, un grupo o toda la sociedad concertadamente, se dedicarían a racionar los recursos para (supongo) prolongar su duración y buscar una solución en ese mayor lapso. Ciertamente, las posibilidades de racionamiento son muy amplias; un buen racionador podría incluso prolongar el uso de esos limitados recursos (30 años en libre mercado) durante 1000 o 10000 años, si bien las consecuencias posiblemente fueran la muerte de buena parte de la población y, a los efectos que nos interesan, retroceder a una economía de subsistencia, donde los planes de búsquedas de solución quedaran totalmente desplazados por la necesidad diaria de sobrevivir.

Y ese ejemplo hiperbólico quizá ilustre los problemas que la posibilidad a2) contiene. Todos, y digo todos, los planes individuales previos a la deliberación colectiva sobre el uso de recursos, se verán modificados por incluir en buena medida datos (en el sentido hayekiano) que no se corresponderán con el racionamiento colectivo. Eso significa que todos los planes se subyugarán al plan colectivo y, todas las acciones futuras, deberán basarse en las previsiones hechas por ese plan colectivo. Esto significa, necesariamente, que una perturbación no prevista en el plan colectivo necesariamente arrastrará a la perdición todos los planes individuales posteriores subordinados al mismo. Hay que recordar, por tanto, que si toda acción humana es falible, es importante que esos fallos afecten sólo a las prospecciones de algunos individuos, permitiendo a otros la experimentación, por su cuenta y riesgo, de la prueba y error. Es por ello, que la descentralización de esfuerzos supone una multiplicación de los intentos por hallar una solución, frente al plan colectivo trazado que somete y guía el paso de todas las decisiones individuales (no existe auténtica descentralización de esfuerzos, sería algo así, para emplear la jerga administrativa, como una desconcentración)

De ahí que la afirmación hayekiana de que ciertos regulaciones puedan generar una seguridad a todos sus individuos (en este caso, seguridad frente a un fin de los recursos a 30 años vista) implica la ineludible consecuencia de hacer a la sociedad en su conjunto más vulnerable frente a alteraciones externas no previstas. Y no olvidemos que en las organizaciones sociales, en los planes sociales, en tanto destinados a un fin (racionar para tener más tiempo durante el que buscar una solución) y diseñados por mentes humanas, el componente de los datos que se asuma constante para su ejecución resulta fundamental. Una alteración en esos datos supondrá la quiebra, en su conjunto, no sólo del proyecto colectivo, sino de todos los desconcentrados proyectos individuales. Y nada vuelve una planificación colectiva menos vulnerable que una individual (si acaso más vulnerable -y aquí ya entraríamos en las consideraciones misianas sobre la imposibilidad del socialismo que, podemos por una vez eludir)

Además, hay otro elemento, derivado del anterior, por el cual se resiente la búsqueda de la solución. Como hemos dicho, los planes individuales que deberán someterse al colectivo (en tanto sean incompatibles o parcialmente incompatibles), suponen una desconcentración del plan colectivo; en otras palabras, supone una extremidad del plan colectivo. No existe, en ese sentido, una individualidad creadora de los planes; los planes individuales sometidos al colectivo son meras especialidades, meras asignaciones funcionales a cada sujeto, destinados al fin último. La prueba y error de cada sujeto es la prueba de error de cada rama del plan colectivo (véase de que, en todo momento, estoy partiendo de la falaz hipótesis de que existe una perfecta coordinación entre todos los miembros del plan colectivo). Si el plan colectivo parte de hipótesis erróneas, utiliza medios equivocados o no considera factores externos que afectarán a su desarrollo, el plan en su conjunto quebrará. Pero lo importante aquí, es que se elimina la genuina función empresarial de los individuos, su genio creador, y si la sustituye por una función empresarial previa y congelada (en la organización) del planificador o los planificadores. Como con acierto señalaba Hayek, existen dos posibilidades para decapitar la función empresarial, o bien se le asigna un fin al sujeto (cosa que ocurre en buena medida en este caso) o se le asignan unos medios que, indirectamente, estarán determinando el fin (cosa que ocurre completamente en este caso)

En definitiva, cada plan colectivo para la búsqueda de una solución constituye una apuesta a una jugada; sólo con la reforma de cada plan colectivo podremos buscar nuevas soluciones. Pero aquí existe otro problema fundamental, ¿cuándo podemos afirmar que un plan colectivo ha fracasado? ¿cuál debe ser el umbral temporal para ello? Fijémonos que el período al final del cual se esperan los resultados sigue siendo un dato subjetivo, considerado por el planificador, que no tiene porque corresponderse con la realidad. Si ese dato yerra, todo el proyecto se derrumbará sobre sí mismo. Evidentemente, un plan consuntivo de recursos escasos sin resposición no puede perdurar eternamente (en ese caso, la jugada del planificador social sería única), pero si se fija un plazo de abandono inferior a la maduración de los procesos, el proyecto se abandonará antes de obtener una solución, con todo el despilfarro que ello ocasiona.

Además, las posibilidades de desarrollo social y del conocimiento dentro de una organización preconcebida se basan, en buena medida, en las previsiones sobre la evolución de éste; lo cual lo deja en una posición de flagrante inferioridad respecto a la alternativa a1). Imaginemos que hace 20 años, implementamos un racionamiento de los recursos; es muy posible que una de las decisiones tomadas, hubiera sido la de no permitir el uso creciente de algunos electrodomésticos por todos los hogares. Es probable que entre estos electrodomésticos hubiera estado presente el ordenador. En todo caso resulta verosímil pensar que el desarrollo de la informático hubiera experimentado un severo retroceso, habida cuenta de la reducción de posibilidades de beneficio derivadas de una necesario limitación del uso de la informática. De eso ser así, y aún suponiendo que Internet si hubiera aparecido, en esa sociedad racionalizada, la gran mayoría de la gente no hubiera tenido acceso a Internet o, al menos, un acceso similar al actual. El intercambio de información, de discusión, de reflexión y de esfuerzos que, por ejemplo, en estas discusiones, está teniendo lugar, nunca se hubiera producido.

Por ello, la innovación empresarial (empresarial entendida en el sentido kizneriano, esto es, la empresarialidad de todos los individuos) se vería seriamente constreñida a la mera innovación de los científicos o de los delegados estatales, a su vez, subordinados al plan colectivo. La información, sus usos y experimentaciones, quedaría seriamente frenada (en relación con el camino a1) y las innovaciones serían comparativamente inferiores.

Todo ello sin contar que, en muchas ocasiones, los esfuerzos individuales cuando se les impone un plan especialmente restrictivo con los medios a su disposición se basan precisamente en evadir esas restricciones para, finalmente, cumplir sus planes individuales. Además, en muchos casos, la satisfacción derivada de muchos proyectos individuales se sitúa como medio previo al seguimiento de ulteriores planes (o al seguimiento en condiciones de ulteriores planes) Un ejemplo, si bien no exactamente relacionado con el caso de los recursos, sería el hambriento que antes de ponerse a estudiar necesita o quiere comerse un bocadillo. Obviamente, puede ser coaccionado a estudiar, pero sus rendimientos serán notablemente inferiores. Podemos sustituir, en este caso, el fin bocadillo por cualquier otro fin individual insatisfecho por la restricción de recursos y obtenemos un ejemplo aplicable a esa construcción racionadora.

En definitiva, los defectos de seguir el camino a2), esto es, hacer "algo" (sea lo que sea ese algo, si bien tendrá que ver con la coacción sistemática a los planes de los individuos) genera una serie de conflictos que, en mi opinión, la hacen comparativamente mucho menos atractiva que seguir la opción a1) para resolver el problema. Ello no significa que, obviamente, la solución no pudiera aflorar siguiendo la opción planificadora, y sí tuviera que hacerlo en el caso de seguir la opción del orden espontáneo. Pero en definitiva, la controversia se resolvería por el genio individual; lo cual, hace pensar que ese genio individual podría perfectamente aflorar en una sociedad sin fin último impuesto.

En este sentido, me parece que la perspectiva económico-institucional tiende a plantear las alternativas que existen a los problemas inherentes a la naturaleza humana. Una alternativa, la del orden espontáneo, genera las consecuencias para que se abra un proceso múltiple, diversificado, descentralizado y con una vasta información en desarrollo y creciente interrelación, donde los errores individuales no generan una recurrencia universal de errores; otra, la de la planificación, constriñe las posibilidades de la función empresarial a un ámbito tan reducido como la ejercida en origen por el planificador, hasta el punto de que no existen auténticos procesos de prueba y error, sino sólo uno, el colectivo.

Quizá por ello, Marcel confunde erróneamente el mercado como panacea necesaria con el mercado como marco para una panacea probable; y en todo caso, una institución social que tiende a minimizar los errores, maximizar las pruebas y multiplicar los intercambios de información, todo ello acorde con los fines individuales. ¿Puede caber todo ello en la mente del planificador?

Comentarios

 
Ya aparecerán nuevas tecnologías, como Gas to Liquids o quizás algún día el hidrogeno como principal fuente de energía.

Luego, ¿quién quiere vivir aterrorizado porque supuestamente el capitalismo está acabando con este mundo? Fidel Castro es uno de los jefes de estado que más repite que el capitalismo es nuestro enemigo mortal, que significa el fin del mundo; está súper preocupado por esto. Yo no.

La última línea del himno nacional boliviano es muy buena: «morir antes que esclavos vivir». Lo que preocupa es que el estatalismo sigue creciendo para protegernos, supuestamente, del capitalismo.
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 02:14 (1)
«capitalismo salvaje».
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 02:16 (2)
"Para la física, doctores tiene la Iglesia, y entre otros, por lo que he visto, Marcel. De hecho, ese es precisamente su gran error, enfocar el tema de la obtención de energía para la acción desde una perspectiva absolutamente cientista, complementada por una visión económica errónea, y una peor concepción institucional del mercado que, como con acierto la calificó Carpio, antropomórfica."

Tengo una minúscula polémica con los economistas sobre alguna cuestión filosófica de fondo. Aquí puedo tener otra.

Me permito corregirte o, mejor, ampliar este punto: No es un fallo de enfoque lo importante, sino la calificación del error que propicia el engoque. Está haciendo las extrapolaciones de siempre, que una y otra vez ha quedado demostrado que tienen dudoso valor cientifico y que tienen su antecedente más directo en las lucubraciones del "Club de Roma", pero que podemos rastrearlas hasta las afirmaciones sobre la imposibilidad del vuelo allá por principios del siglo pasado y otras más antiguas.

No entiendo de los que podemos llamar agoreros por qué se centran en el petróleo y, dentro de este asunto, en que se conocen todas las reservas. Inciden, falzmente a mi juicio, en que se conocen las "fáciles", las de gran rendimiento por su más sencilla extracción. No sé por qué no consideran la fusión nuclear, las mismas energías "alternativas", otra fuente de energía nueva.

En realidad su proposición de base es la tesis malthusiana de siempre: si el consumo crece y dada la evidente finitud de los recursos, la catástrofe es inevitable. Luego se le dota de contenido. El malthusianismo es atractivo porque incorpora de manera natural algo que a menudo se establece de manera sólo implícita, alguna variante del "principio de precaución", es decir, el "pongámonos en la peor de los escenarios", que tiene buena reputación moral.
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 07:36 (3)
Tienes mucha razón, dlluis. Hay lugar para la sospecha. No se puede aludir a un problema potencial del futuro, que puede suceder en cientos de años, o quizás no suceder en miles de años más, para frenar el desarrollo y el progreso que urgentemente o incuestionablemente se necesitan hoy, peor si al mismo tiempo hay quejas sobre el desempleo y bajos salarios.

No hay que politizar la economía.
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 10:32 (4)
Más políticos y burócratas y más leyes y regulaciones, no son, por así decirlo, apremiantes necesidades de la humanidad en este momento.

Chistoso y bárbaro al mismo tiempo que Fidel Castro ponga al fin del mundo como excusa para el socialismo. Comparto esto contigo, dlluis: Fidel Castro y compañía nos preocupan. Cuando del final de la libertad se trata, vale preguntar: ¿qué propicia el enfoque de los que todavía quieren acabar con el capitalismo?
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 10:50 (5)
Me parece excelente tu enfoque utilitario, Juan Ramón. Luego está el punto de que sin capitalismo y libertad se pierde el gusto de vivir, el alma misma como diría J.F. Carpio, ¿y para qué vivir como esclavos de unos cuantos privilegiados en el gobierno y/o asociados al gobierno? Bien lo dice el himno, a eso mejor morirse.

Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 11:05 (6)
Si un problema tiene solución, entonces no hay problema. Si no la tiene, tampoco lo hay.
Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 13:06 (7)
Bueno, ahora el que tendré que pedir tiempo seré yo, que soy el mismo y no tengo doble alguno.

Pero me lo miraré, aunque comprenderás que primero quiera contestar a amagi. Es por antiguedad de la deuda.

Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 19:36 (8)
De todas formas, y por si acaso, lo de "tener una perspectiva absolutamente cientista, complementada por una visión económica errónea, y una peor concepción institucional del mercado que, como con acierto la calificó Carpio, [es] antropomórfica", ¿es muy grave, doctor? ¿debo ir a Urgencias, o puedo pedir consulta normal?

Por lo que veo, el tal Carpio es un especialista en eso de las enfermedades "antropomórficas", ¿puedes decirme donde tiene el consultorio, para que me visite?

Perdón por la coña, prometo ser serio en los posts posteriores, pero a esa hora de la tarde parezco ya el consultorio de Doña Francis, que yo escuchaba embelesado cuando era un niño. Ese donde le escribían todos los desengañados amorosos. Y ella, día tras día, dándoles la solución a todos, y siempre dentro de los cánones de la Santa Madre Iglesia, era genial. No cómo ahora con tanta tele/publicidad/basura con la alimentamos los cerebros de nuestras criaturas.

En fin, ya se sabe que para los viejos, el pasado siempre fue mejor. ¡Si la Doctora Francis hubiera tenido un weblog cómo éste! ¡Otro gallo le hubiera cantado!

Enviado por el día 30 de Noviembre de 2004 a las 19:48 (9)
Eaco,

No sé si en la mente del "planificador" cabrá todo lo que has escrito y todo lo que planteas/sugieres, pero en la mía creo que sí.

Es una disquisición interesante (hasta ahora no había podido leerla completa). No es que la haya "descuartizado" todavía (eres denso de co..ones!) pero tiene el "right flavor".

Por lo menos intentas un arbol de decisión, algo que también hacemos en "ciencias" cuando de tratar una problema complejo se trata.

Empezáis a caerme simpáticos los super-hayekianos!

Buenas noches, voy a ver si con un buen sueño redentor se me estructuran mejor las ideas (no es conya, en la ducha a veces "lo veo todo ya escrito"). Dicen que eso es el sueño, una reorganización del cerebro - "trash collection" se llama en informática.

Bye
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 00:50 (10)
Mcoderch, me gusta la pasión que pones en defender tus ideas, pareces un adolescente, créeme que no es una crítica, no te lo tomes a mal.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 00:56 (11)
Un último pun:

Empezáis a caerme simpáticos los super-hayekianos, lástima que "you are wrong for the right reasons" - mi antónimo particular del "being right for the wrong reasons".

Espero no contaminarme.

Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 00:58 (12)
Séneca,

Hombre ya encontraba a faltar tu apostilla!

¿Todavía no te has decidido a pasar a las dos líneas? Venga hombre, es como echarse a la piscina, pasada el shock inicial, luego es una gozada.

Y, gracias por lo de la pasión juvenil, es reconfortante!

Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 01:02 (13)
¿Por qué escribir dos líneas diciendo naderías pudiendo condensar en una el sentido común?
Hay que ser... Tildar de superhayekiano a Rallo. Jajajajaja.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 02:09 (14)
El pensamiento - el enfoque - elaborado en la talentosa anotación es más Hayek que Mises o Rothbard. La elaboración misma me recuerda más a Hayek.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 03:26 (15)
En el fondo me aprecias mcoderch aunque te cueste reconocerlo.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 05:28 (16)
hayek,

Os tildo en general de super-hayekianos por un comentario de Rallo a una crítica mia a la caracterización que Hayek hizo en Madrid en 1976 de la "abominable democracia ilimitada".

Decía Rallo que las palabras de Hayek no eran "suficientemente hayekianas" o algo así. De ahí mi guasa.

Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 10:54 (17)
Séneca,

Porque te aprecio, me gustaría ver que escribes algo que enhebre más de dos pensamientos seguidos.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 10:56 (18)
Séneca los enhebra en pocas palabras. Sí, tenéis razón que este post de Rallo es argumentalmente hayekiano. Yo me reía por motivos "internos", que Rallo habrá endendido.
Pero vamos, me parece estupendo que se tenga en cuenta al maestro.
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 11:08 (19)
Mcoderch,
Bueno, lo de ser muy hayekiano resultaría ser como un piropo por acá. Sería como decirte a ti que eres súper polianyiano, aproximadamente. No sé, mcoderch, yo te insisto sí, como buen porrista o hincha del sitio (tipo seneca), de que es muy difícil entrar acá como izquierdista y no salir como liberal. Fíjate que es un fuego cruzado muy cerrado; nadie se salva, lo he visto con mis propios ojos. Lo único que detiene y detuvo al liberalismo, al fin y al cabo, es la falta de comprensión o conocimiento de la gente en general. Una vez que entran a este lugar y les gusta, significa el adiós a la vieja ideología en no más de dos meses. Es que ven el cuadro completo por primera vez.

(Ay madre, qué mundo había sido.)

Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 11:34 (20)
Tranquilocom, te superas cada vez :)
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 18:42 (21)
tranquilocomp,

Fíjate si soy optimista que yo pienso todo lo contrario, todavía confío en, como mínimo, hacerle cosquillas intelectuales a algunos de vosotros.

Veremos ....
Enviado por el día 1 de Diciembre de 2004 a las 19:41 (22)
Saludos.
Enviado por el día 2 de Diciembre de 2004 a las 02:16 (23)

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