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18 de Octubre de 2007

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Otra vez la "bárbara reliquia"

Egócrata ha escrito un post en contra del patrón oro muy en la línea keynesiano-friedmanita que ha contaminado la economía monetaria de todo el s. XX, provocando hiperinflaciones, deflaciones y crisis financieras por doquier.

No se trata de un artículo muy elaborado, aunque en este caso por causa más que justificada: se acaba de casar (felicidades). No dudo de que pueda hacerlo mucho mejor (y de hecho ha prometido hacerlo), aunque los argumentos sigan siendo igual de endebles.

Empieza Egócrata diciendo que eso de decir que (un poco) de inflación es peor que el sistema de ajuste equivalente en una recesión en patrón oro (la deflación) es tan absurdo que es para echarse a llorar. Bueno, lo que es absurdo es la frase. No sólo por hablar de “un poco” de inflación (¿una pérdida superior al 90% de su valor en 35 años es “un poco”?), sino por considerar que los beneficios del patrón oro se reducen a estabilizar los precios.

Sin duda, mantener relativamente estable el valor de la moneda es su efecto más llamativo, pero me atrevería a decir que no su efecto más destacado. El gran beneficio del patrón oro es, desde luego, la estabilidad de los tipos de interés y el ajuste entre ahorro e inversión. El oro reestablece la soberanía del ahorrador: permite el atesoramiento marginal para protestar por los bajos tipos de interés, lo que limita las expansiones crediticias y el descalce de vencimientos.

Acto seguido, Egócrata niega que la moneda tuviera un valor fijo ya que las reservas de oro nunca equivalían a toda la masa monetaria (eran de hecho una fracción), así que como ahora, el dinero era una promesa, no un valor totalmente real ni de broma.

Esto es otra simpleza que además contradice, como rápidamente veremos, otro de sus argumentos contra el patrón oro. Aquí hay que distinguir varias cosas: los mayores defensores del patrón oro nunca han defendido una reserva bancaria 100% oro, sino una reserva de oro y activos líquidos de buena calidad (letras de cambio y crédito comercial). Que los bancos no tuvieran el 100% de sus reservas en oro no contradice el sistema; no olvidemos que las letras de cambio tenían un vencimiento no superior a 90 días, en cuyo plazo maduraban en oro. En la práctica existía una perfecta convertibilidad, ya que la letra no operaba como mecanismo de crédito, sino de compensación.

Luego, otro tema, es si los bancos utilizaban sus reservas de oro para invertir en activos mucho menos líquidos, con plazos de maduración más elevados. En efecto, se trata de una práctica ilícita por haber garantizado a sus depositantes la disponibilidad de sus fondos y estar, sin embargo, invirtiéndolos en proyectos con elevados plazos de amortización.

La ventaja es que el oro permite limitar estos excesos y no sobredimensionarlos. Cuando los depositantes acuden a retirar sus depósitos, los bancos se verán forzados a liquidar sus inversiones y sufrir las pérdidas, por lo que deberían haber guardado una cierta prudencia con anterioridad. El Banco Central, en caso de existir, puede prestar oro a los bancos, pero sólo muy limitadamente, ya que sus reservas no son infinitas. En otras palabras, los ciclos de malinversión, de arbitraje de tipos de interés y de inversión de la curva de rendimientos no puede durar indefinidamente.

En un sistema de dinero fiduciario, sin embargo, las inyecciones de liquidez sólo tienen un límite: el repudio de la moneda. Los pecados de los banqueros los pagan los tenedores del dinero fiduciario mediante inflación.

Egócrata considera que esta “flexibilidad” de la expansión crediticia es un defecto del patrón oro. Sin embargo, la flexibilidad es precisamente el germen del problema: la moneda se envilece para financiar la inmovilización de la economía. No hay ninguna barrera inmediata, los efectos son mucho más tardíos e implican la quiebra de parte del sistema monetario.

Por último Egócrata compara la crisis de Argentina con las crisis bajo el patrón oro: Y la verdad, si alguien tiene curiosidad para saber cómo funciona una crisis económica seria bajo un sistema de patrón oro en la realidad, basta con echar un vistazo a la Argentina del corralito. Y uno se pregunta qué tendrán que ver.

La crisis de Argentina se produjo porque el Estado obligó a los bancos y a los fondos de pensiones a financiar sus déficits públicos, adquiriendo su deuda. Conforme esa deuda fue aumentando en volumen, el Gobierno decidió impagarla a los extranjeros (diciembre de 2001), con lo que los activos de los bancos perdieron todo su valor. No había manera de liquidar el activo a su valor nominal y por tanto de pagar a los depositantes. De ahí la necesidad del corralito.

La solución “flexible” de Egócrata habría consistido básicamente en suspender la convertibilidad con el dólar y emitir tantos pesos como fueran necesarios para pagar a los depositantes. Esto es, que el Banco Central recomprara toda la deuda pública de los bancos y de los fondos de pensiones, y que todos los tenedores de pesos soportaran la pérdida a través de la inflación. Al final se adoptó una solución similar: se devaluó la moneda un 40%, con lo que los depositantes recibieron el 100% de sus depósitos en un peso un 40% menos valioso.

¿Por qué digo que esto no tiene nada que ver con el patrón oro? Porque ante el excesivo endeudamiento público, el oro hubiera empezado a salir del país, incrementando el tipo de interés al que pueden prestar los bancos (sus reservas se ven minoradas), y el gobierno no habría conseguido colocar su deuda.

Luego hay otra cuestión. Si los bancos se quedan sin activos, ¿quién debe responder de su irresponsabilidad? Las respuestas son tres: sus accionistas, sus depositantes o toda la sociedad. Los defensores del dinero fiduciario lo tienen claro: toda la sociedad y así se evita la quiebra de los bancos. De lo que no se dan cuenta es que, en ese proceso de extensión de responsabilidades, se está quebrando el sistema monetario y, con él, el bancario.


Comentarios

 
Errrr... Bueno, no tengo tiempo de contestar bien (por estar recién casado :-P) pero el corralito en Argentina es un efecto derivado de la ley de paridad, no de la deuda. A finales de los 90, con las tormentas monetarias variadas, Brasil, el gran socio comercial de Argentina, devalúa su moneda. Los argentinos, idolatrando la paridad, deciden quedarse igual. El problema es que la economía pierde toda competitividad al tener un tipo de cambio absurdo, y se mete en recesión.

Una vez en ese fregado, la solución es relativamente clara: si tu economía tiene la moneda escandalosamente sobrevalorada y no devaluas, algo tiene ceder. Si no dejas caer tu moneda, la contracción se hará a lo bruto, con deflación y con todo Dios atacando tu moneda, ya que nadie se cree que ese 1 peso = 1 dólar es sostenible. Cuando el Banco Central se queda sin recursos para defender su moneda, lo único que les queda es controles de capitales, esto es, el corralito.

Llámale como quieras, pero la paridad funciona como un "patrón dólar". Es un ejemplo de cómo corrige una economía en recesión si no puede devaluar a base de inflación.
Enviado por el día 21 de Octubre de 2007 a las 04:00 (1)
Sobre la limitación de la cantidad de crédito que los bancos pueden crear bajo patrón oro... La verdad, no es algo exclusivo de este sistema. Sabes de economía, y sabes que nada sale gratis; si un banco da demasiados créditos malos, el banco se estrella. La ley de la gravedad también se aplica con dinero fiduciario.

Por añadido, los bancos centrales pueden (y de hecho lo hacen) regular la cantidad de crédito y la calidad de este. Cuando un banco hace el mandril, es intervenido, los accionistas castigados, y todos contentos. La belleza de un sistema más flexible es que el banco central puede hacer que los ajustes no sean destructivos.

Si algo se aprendió en los años 30, de todos modos, es que dejar morir a los bancos no es una buena idea. Kantor lo explica mucho mejor:

http://kantor-blog.blogspot.com/2007/09/capital-fi...

A todo esto, no me explicas por qué la inflación suave (y sí, 2-3% anual es suave) es un problema grave. Es de lejos mucho más inofensiva que las deflaciones, algo mucho más habitual en sistemas de patrón oro y en países con alergia a la liquidez por motivos extraños.
Enviado por el día 21 de Octubre de 2007 a las 04:39 (2)
La devaluación del real sólo operó para agravar la situación económica argentina. Como ya expliqué: En enero de 1998 el gobernador del Estado brasileño de Minas anunció el impago de la deuda pública y posteriormente el gobierno brasileño devaluó el real. Esto encareció y hundió las exportaciones argentinas, dando lugar a un empeoramiento de la situación económica del país, a una mengua de la recaudación fiscal y a un incremento del riesgo país con el derivado aumento del coste de financiación. Todo ello agravó aún más la situación de las arcas públicas.

Pero ello no resulta per se problemático. Si exportas menos empeora tu balanza comercial. No veo que EEUU o España, por ahora, entren en recesión. Otra cosa muy distinta es si el gobierno sigue gastando el ritmo de cuando exportabas más.

Por otro lado, la paridad sigue siendo sostenible si tienes suficientes dólares en reservas. Si no los tienes, fija una paridad real y no ficticia.

Pero el problema no fue que el Banco Central se quedara sin reservas. La crisis del corralito no fue un control de capitales derivado de la buena salud del sistema bancario. Se produjo de la imposibilidad por parte de los bancos argentinos de convertir los depósitos en pesos.

Dices luego que si un banco da demasiados créditos malos este se estrella. El problema es que el concepto de crédito malo varía entre el patrón oro y el dinero fiduciario, porque en este último si un crédito no es suficientemente malo, es rescatado por el Banco Central. ¿O es que las últimas inyecciones de liquidez y reducciones del tipo de descuento eran para adornar?

En los años 30 los bancos ya estaban muertos. El Credit Anstalt no quiebra por la inoperancia de la Fed.

¿Por qué es grave una inflación suave? Ciclo económico y búsqueda de activos alternativos con los que atesorar el valor (prima de precios sobre materias prisas o inmuebles monetizados). Presión hacia el malendeudamiento y facilidad de crecimiento del gobierno.
Enviado por el día 21 de Octubre de 2007 a las 11:29 (3)

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