3 de Octubre de 2004

Esa es la genial frase de la película Forrest Gump y ya se sabe que la realidad termina superando a la ficción. Sin embargo, la primera vez que hoy algo parecido fue a Luis Carandell que en una tertulia radiofónica definió al gilipollas como aquel que dice o hace gilipolleces. Todo un sabio. ¿Cuál es la razón de tan maleducado comienzo? Pues que me he puesto a hacer limpieza entre los papelotes que voy recopilando aquí y allá para comentar en la bitácora y he encontrado varias entrevistas a ilustres personajes de la farándula y la política que se han dedicado a decir o hacer eso, lo que Forrest Gump (bueno, sus guionistas) o Luis Carandell definieron con tanto acierto.

Como no quiero que caigan en saco roto y antes de que más serios asuntos atraigan la atención del lector, voy a comentar a algunos de ellos:

Arthur Lyon, La Vanguardia del 23 de julio: "Para avanzar debemos desarrollar el altruismo". Arthur Lyon, es biólogo bahai (filosofía oriental de no sé qué signo, karma o demencia) y experto en Medio Ambiente de la ONU, lo que explica su fe en el altruismo. De hecho, como funcionario "onuesco", no debe conocer otra cosa. El altruismo de los pobres del Primer Mundo a los que se les quita el dinero para dárselo a los ricos del Tercero y de paso mantener esta ingente e inútil burocracia planetaria. El altruismo no es la clave de ningún desarrollo, algunas veces ni siquiera es positivo aunque se valore como una virtud. Todo depende de la situación.

Teddy Bautista, La Vanguardia 31 de julio: "Una 'Macarena' te soluciona una vida". Todo un personaje y exponente de cómo llevar la lucha contra la piratería y vivir del cuento. Dice el amigo: "¡Es que los discos no son más caros que el resto de los productos del mercado!. Si alguien -sin pagar impuestos- vendiese relojes a una décima parte de su precio en al calle ¡nadie compraría relojes en otro sitio, claro!". Pues sí, señor Bautista pero también se pueden ajustar los precios para favorecer que la gente no compre a los manteros. Porque existe esa otra posibilidad, aunque ello le haga ganar menos. Eso de poner tasas y cánones a cualquier sitio donde se puedan hacer copias no soluciona nada.

Antonio Molero, El Mundo 3 de agosto: "Los futbolistas deberían cobrar el salario base". Y los actores de teleserie deberían pagarme para que yo les vea ya que puede ser peligroso para mi salud mental. Este es El Fiti, de la serie Los Serrano, para más señas. Pero este es un argumento que he oído más de una vez, que los futbolistas cobran sueldos exagerados. Es posible pero pocos se percatan que dichos sueldos salen de los clubes, sociedades privadas por lo general, y de sus patrocinadores. Si es mucho o poco es una cuestión de medida y en todo caso, ¿no sería injusto que los crean un espectáculo de masas se lleven sólo el salario base con los miles de millones de euros que se mueven?. Peor es lo de los atletas olímpicos, que buena parte de su sueldo sale del dinero de los impuestos. Aquí si que se puede protestar con más razón.

Carlos Fuentes, El País del 14 de septiembre: "Algunos quisiéramos que Bush regresara al alcohol". Ese parece que es el resumen de su libro "Contra Bush". Espero que esté bien argumentado porque no pienso leerlo. Aquí compara la supuesta manipulación e intimidación de los neconservadores con el Mein Kampf de Hitler. No está mal, no es novedosa pero sí sintomática. Es que son tan agitativos. Salvo que alguien me saque de mi ignorancia, Carlos Fuentes no es nada más que un escritor de libros proveniente de un país donde sistemáticamente se han violado y mancillado los derechos humanos y desde donde la gente huye al otro lado del Río Grande para buscar prosperidad. Me llama la atención que juzgue tan duramente a su vecino del norte y se olvide la suciedad que hay bajo su alfombra. De carácter zapatista, principalmente, sin olvidar la corrupción que cabalga entre la administración. Esa gigantesca burocracia que el PRI, la dictadura prefecta, creo y que se tardará décadas en eliminar, si es que se hace.

Y para finalizar, Federico Mayor Zaragoza, mi favorito, en El Mundo de 28 de septiembre: "Los avances de la ciencia deben ser universales para progresar". Empieza echando la culpa de falta de alternativas a la energía del petróleo a la industria, argumento tan usado como falso, ya que las industrias energéticas han sabido adaptarse a otras fuentes (con y sin subvenciones) rápidamente. Luego apoya Kyoto y nos echa en cara que el ciudadano medio esté tan preocupado de su trabajo y no se fije en el desastre que se avecina: "Callamos porque nos distraen, estamos inmersos en nuestro trabajo". Perdone, que uno no tenga tantas entendederas como usted, hacemos lo que podemos. Luego alaba el plan de Lula & Co contra el hambre, en el que ve una esperanza, supongo que para llenar las arcas de la ONU. Sigue apostando por la regulación de la Ciencia y se mete en el farragoso tema de la genética y la bioética para denunciar las patentes de las multinacionales, lo caros que son los medicamentos y terminando con un canto al totalitarismo universal: "Y en patentes, como las del sida, se debería eximir [por su condición de pobres] a los países afectados. ¿Solución? Una ONU fuerte que dicte pautas de comportamiento. Y sanciones para el que no las cumpla". Ciertamente me recorre un escalofrío. No me extraña que Estados Unidos y Gran Bretaña se fueran de la UNESCO cuando la dirigía este señor. Este es capaz de organizar todo un genocidio por el bien de la humanidad y luego largar la culpa al primer despistado que se le cruce de por medio.