28 de Febrero de 2005

"Uno más uno son siete, quien te lo iba a decir, que con la LOGSE soy feliz"

De esta manera parodiaban el pasado viernes el dúo Cruz y Raya, en su programa de TVE, la canción de Fran Perea, cantante y actor en la infumable serie de Tele5, "Los Serrano". Bueno, pues para componer este verso se deben haber inspirado en la información que sobre modos, hábitos y contenidos, redactan algunos medios sobre nuestras costumbres alimentarias, o mejor, sobre nuestras lamentables costumbres alimentarias, impropias de un español supuesto cumplidor con la dieta mediterránea.

Si bien es la información medioambiental la que más tiende a ser manipulada por grupos supuestamente bienintencionados, por grupos que cuidan de nuestra casa global que el planeta Tierra, hay otras asociaciones que empiezan a ser tan molestas, aunque mucho menos poderosas, que las nombradas. Estas entidades, defensores de hábitos sanos de alimentación, suelen tener el respaldo de administraciones de derecha y de izquierda y solicitando incluso su presencia en órganos de decisión políticos, por su desvelo en que todos los españoles, corrijo, todos los europeos comamos lo adecuado. Dicha práctica redundará, según su versión, en una salud a prueba de bala, seguramente destinada a desatascar nuestra pública sanidad que últimamente no da abasto. Problemillas del sector público español.

Pero volviendo a la información veraz, "La Voz de Galicia" publicó el pasado 20 de febrero, en su edición de papel, una noticia sobre los desvelos de la Xunta para que los hosteleros reduzcan las calorías en los menús. Dicha medida intenta que se rebajen las grasas y las proteínas de las dietas gallegas, muy por encima de los políticamente correcto y que ha llevado a los gallegos a lucir redondeces y no precisamente de las consideradas eróticas. (En este punto he de decir que no entro en los gustos personales de cada uno).

Acompañando a los desvelos, de momento sólo consejos y no imposiciones, de la Xunta, acompaña el redactor tres ejemplos de los contenidos nutricionales de tres alimentos, paradigma de las comidas basura, a saber, una hamburguesa, un croissant y una bolsa de patatas fritas. El desglose de la hamburguesa expresado en cantidades de nutrientes por cada 100 gramos de productos es el siguiente:

   5,3 gramos de hidratos de carbono.
   15,2 gramos de proteínas.
   20,5 gramos de grasas de las cuales 4,3 son saturadas.
   65 gramos de colesterol.
   270 miligramos de sodio.
   23 gramos de calcio.
   7190 miligramos de fósforo.
   0,27 miligramos de Vitamina E.
   1 miligramo de Vitamina B12.
   Total, 265 kilocalorías.

Evidentemente el redactor no sabe matemáticas básicas, o nos está intentando meter gato por liebre. Si sumamos los cuatro primeros conceptos descubriremos sorprendidos que los 100 gramos de hamburguesa ya se han convertido en 106 gramos, lo que nos hace entender porque estos alimentos son tan peligrosos, tienen vida propia y tienden a crecer. Pero es que si empezamos a analizar las cifras vemos auténticas barbaridades. 23 gramos de calcio es como si hubiéramos metido varias tizas para animar el plato y darle consistencia crujiente. También deberíamos percatarnos que 65 gramos de colesterol es literalmente imposible. El colesterol, una grasa esencial para que la membrana celular exista (y recuerdo que somos un agregado celular, alguna de ellas hasta inteligente), no puede alcanzar nunca esa cantidad ni en una hamburguesa ni en un chuletón de buey, cantidad que se hace inaudita si le sumamos los 20,5 gramos de grasa normal, triglicérida supongo, que viene a sumar un total de 85,5 gramos grasientos. Para que nos hagamos una idea, si en una dieta normal ingerimos de golpe y porrazo una cantidad de alimento cuyo contenido sobrepase el 6-10% de grasa, empezaremos a tener problemas para no salir corriendo al baño a devolver lo ingerido, como la famosa última fase de la borrachera.

Sobre el croissant y la bolsa de patatas, otro tanto podría decirse pero no quiero aburrir al personal. Si a un público deseoso de una salud envidiable, preocupado por su figura o necesitado de consejo para que sus críos no engorden ni enfermen ni les pase nada malo, se les empieza a soltar información inadecuada, información manipulada, información impropia de un medio de comunicación que se diga serio y objetivo, encontraremos en poco tiempo a ciudadanos, agrupaciones de consumidores y famosillos de turno pidiendo cuando no exigiendo a la Administración que tome cartas en el asunto, que convierta la lucha contra la obesidad en una cuestión de Estado, en una cuestión que debiendo ser personal se convierte en otro sacacuartos al contribuyente.

No echo la culpa al ciudadano alarmado, al fin y al cabo, no todo el mundo tiene la suficiente formación para entender que determinada noticia carece de fundamento científico o tal otra, se mete en el mundo de la suposición o la investigación y nunca en el hecho consensuado por la comunidad científica. Pero pido a los medios que antes que buscar titulares llamativos, se apresten a ser cautos o al menos objetivos. "La Voz de Galicia" no ha sabido siquiera buscar datos que cuadren matemáticamente pero no todo el mundo se va a molestar en sumar.