24 de Marzo de 2005

Desde mi primera y única anotación sobre los acontecimientos en esta república nacida de la descomposición de la utopía comunista que fue la Unión Soviética, los acontecimientos se han precipitado en una espiral violenta y las últimas noticias de agencia invitan a pensar que estamos en ese punto en el que todo se puede decantar hacia la extrema violencia o hacia una solución relativamente pacífica.

Dejábamos el panorama con revueltas, incluso con muertos, en las principales ciudades del país. Occidente pedía calma y reclamaba democracia. Rusia y China observaban con preocupación pero sin el animo occidental los sucesos. El presidente Askar Akáyev había pedido la revisión de los resultados. Pero la insurrección ha seguido. Grupos rebeldes empezaron tomando el control de grandes zonas del país mientras que oficialmente se denunciaba a tales bandas como narcotraficantes (recordamos que este país es una importante ruta del opio desde las praderas asiáticas, incluido el producido en Afganistán y Pakistán) y delincuentes con ansias de poder.

La probabilidad de guerra civil era, y sigue siendo, alta. En Talas, los estallidos de violencia obligaron a la población civil a no salir a la calle, en la región de Nannsk la oposición propuso nombrar gobernador autónomo. Kurmanbek Bakiyev, líder del Consejo Coordinador de Unidad Nacional de Kirguizistán, amenazó con proclamar una autonomía en el sur del país con un Gobierno independiente, dándose la circunstancia de que la mayoría uzbeka y de religión musulmana de esta región invita a la aparición de una variable étnico-religiosa que sólo añadiría combustible al fuego.

Otro elemento que añadía incertidumbre era la escasa capacidad del Presidente para hacer frente a los acontecimientos. Su decisión de dar por válidas las elecciones y la denuncia de factores externos, básicamente occidentales, que pretendían financiar un golpe de Estado, demostraban que su estrategia no se salía de la habitual falta de imaginación de los ex dirigentes soviéticos. La destitución del ministro del Interior y del Fiscal General no apagaron los ánimos y los manifestantes irrumpieron en varios edificios, prooclamando el derrocamiento de Akáyev.

Las últimas noticias nos cuentan la desaparición del Presidente, que según fuentes oficiosas ha montado junto con su familia en un helicóptero hacia el vecino Kazajistán, mientras que la oposición va tomando las riendas de la situación. El Parlamento se reunirá en breve y no se descarta el anuncio de nuevas elecciones, tanto presidenciales como legislativas, evitando el vacío de poder con el nombramiento del actual primer ministro, Nikolái Tanáyev, como Presidente interino. Sin embargo, otras noticias no son tan alentadoras, el mismo líder opositor Edil Baisálov, denunciaba enfrentamientos entre manifestantes de ambos bandos en la plaza central de la capital.

Los casos ucraniano, georgiano, moldavo y ahora kirguicio invitan a un análisis mucho más profundo del que yo puedo hacer. No estamos ante una revuelta aislada, en el que un país con un poco suerte cambia su régimen del totalitarismo a la democracia. Estamos ante una serie de cambios drásticos que abarcan a millones de personas y que están generando una ola de libertad en un mar de totalitarismo.

Las consecuencias de este movimiento puede tener consecuencias devastadoras. Por una parte, chocaría contra los regímenes ruso y chino, que les rodean generando inestabilidades peligrosas para la existencia de los gobiernos de ambos países. De la misma manera que la URSS desapareció, los imperios chino y ruso pueden sufrir fuertes convulsiones. Pero la misma Europa puede ver como una economía joven, con fiscalidades bajas, con ciudadanos con ganas de trabajar, de prosperar para nada basado en la subvención, en el privilegio de la minoría y en la comodidad, le quita un poder económico y político que creen tener. Sinceramente, veo mucho más futuro para el liberalismo en estos países que en la Vieja Europa, la de Chirac, la de Schröeder , la de ZP.

ACTUALIZACIÓN: El líder opositor Kourmanbek Bakiev dice haber sido designado Primer Ministro por el Parlamento que además le ha dado funciones como Presidente, sustituyendo así a Ishengbay Kadirbékov, Presidente del Parlamento que había sido mombrado jefe de Estado interino. El Parlamento también había designado un gobierno en funciones integrado por los líderes de la oposición. El Consejo Coordinador de Unidad Popular (CCUP), nuevo organismo revolucionario que agrupa a la oposición, ha asumido las funciones de gabinete de ministros y ha nombrado al ex vicepresidente Felix Kúlov responsable de los órganos de Seguridad de este país, sacándole de la cárcel donde llevaba preso dos años.

El embajador de Kirguizistán en EEUU habla de golpe de estado institucional. A diferencia de Ucrania, no veo demasiadas declaraciones de países terceros además de los lógicos apoyos a la democracia y a que no se use la violencia. En especial, no se recogen demasiadas declaraciones de dirigentes o de agencias de noticias rusas. Quizá el recrudecimiento del caso checheno invita a no descubrir las propias verguenzas.