12 de Agosto de 2005

Y no me estoy refiriendo al ministro de defensa español, Don José Bono, que también las tiene pero este sólo las saca a relucir en las manifestaciones que convoca Asociación de Víctimas del Terrorismo. Me refiero al solidario y archimillonario cantante del grupo U2 que en inglés suena a algo parecido a 'tú también', invitación por lo que intuyo a la solidaridad progre, es decir la que se ejerce con el dinero ajeno.

Pues en un arranque de mala uva, y durante su concierto de Madrid, el trovador irlandés, antiguo simpatizante del IRA, (la edad del que escribe le permite haber asistido al nacimiento, al menos a escala internacional, del grupo de marras y recordar ciertas simpatías que supongo que alguno no se creerá), arremetió contra el micrófono porque el muy desgraciado se negaba a ejercer la función para la que le habían diseñado. Tras diez minutos de gestos poco amables con su herramienta de trabajo, el cantante arrojó al suelo al pobre micrófono en un flagrante delito de violencia de género, en este caso del género neutro que es al que pertenece el micrófono. Como las desgracias no podían terminar ahí, el que le sustituyó tampoco se portó demasiado bien y quizá intuyendo lo que le había pasado a su compañero de profesión, decidió no funcionar de ninguna manera. Los gritos del cantante seguramente se confundieron con alguna de las letras y como para mí que la gente iba hasta arriba de euforia, de alegría, de alcohol y de alguna cosa más, no se lo tomaron en cuenta. Dado el éxito del concierto, entiendo que todo se solucionó para bien del espectáculo y para mal del ingeniero de sonido que me parece que a estas horas deberá estar buscando trabajo con David Bisbal o Shakira que cantan peor pero seguro que no tienen tanta mala leche.

Yo creo que esto debería hacer replantearse a alguno el espíritu solidario del archimillonario porque para mí que la solidaridad requiere menos humos, menos gestos y más mano izquierda, dicho sea en este caso con toda la razón del mundo.