24 de Agosto de 2005

Supongo que a alguno le ha pasado o tiene conocimiento de algo parecido a lo que voy a exponer. Más tarde o más temprano una Comunidad de vecinos tiene que hacer algún arreglo, lo que suele ir acompañado de consultas a diferentes empresas con diferentes presupuestos. Independientemente de que la empresa ganadora suele ser esa que conoce el secretario o el presidente en la que tiene un primo suyo trabajando de no sé qué, si nos atenemos a los presupuestos suele haber alguno que está a años luz de los otros, pero por debajo. En un número de casos más elevado de lo aconsejable, ese es el presupuesto que se elige y generalmente y al poco tiempo, se observa que la casa sigue en un estado tan lamentable o más que el original. Incluso hasta se puede caer y matar a alguien.

El mal servicio no es algo nuevo y por muchos reglamentos y normas que nos impongan, seguirá habiéndolo. El mercado tiene un mecanismo maravilloso para que este tipo de empresas termine por desaparecer. Simplemente si lo hacen tan mal, cada vez tendrán menos clientes y los beneficios se trocarán en pérdidas, cada fiasco se convertirá en una publicidad negativa que pondrá en sobre aviso a los potenciales clientes. A la larga, el libre mercado termina por hacer desaparecer a los indeseables que nos engañan o a los que por falta de preparación o de ojo comercial, no tienen tan buenos resultados. Pero por mucho que los izquierdistas crean en la utopía, nada es perfecto y a estos les seguirán otros que seguirán el mismo camino. Y esto es válido para todos los sectores.

Y yo me pregunto, ¿por qué tiene que tiene Bruselas que ponerse duro con el tema de las líneas aéreas y no con el de las empresas que arreglan fachadas?. Seamos realistas, si yo quiero ir a Moscú, es posible que encuentre varias tarifas. Si por ejemplo, veo que todas las líneas ofrecen billetes por valores entre 500 y 750 euros y una o dos lo hacen por sólo 100 euros, es bastante posible que haya gato encerrado. Más que gato, en algún caso habrá todo un tigre de bengala. Si yo, en un ejercicio de voluntad, elijo la más barata es posible e incluso probable que tenga algún tipo de problema, pero lo haré bajo mi responsabilidad. La próxima vez, buscaré mejor y desde luego me lo pensaré antes de repetir si he tenido un percance grave. También es posible que elija una línea plagada de accidentes, en ese caso sé que estoy jugando con mi vida pero sigue siendo una decisión mía, estúpida pero mía. La incertidumbre seguirá existiendo. Dice la estadística, incluida en la noticia, que el 20% de los accidentes los tienen las compañías que absorben el 60% del tráfico. ¿Cómo es posible que se me asegure que no me va a tocar por mucho que viaje en la primera del mundo?

Bruselas amenaza con publicar una lista de aerolíneas que considere inseguras todo según unas normas que terminará imponiendo para finales de este año o principios de 2006. Parece ser que la coordinación entre países en el tema de la seguridad aérea no ha dado los objetivos deseados y me pregunto si precisamente no funciona por la tremenda burocratización que supone la existencia de la UE. El añadir más papeleo, el añadir más control estatal no ha funcionado nunca porque a la larga, la experiencia enseña que el funcionario termina por incumplir con su deber; no por inútil ni por vago que de todo habrá, simplemente por que el sistema se vuelve ineficaz.