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14 de Mayo de 2006

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Del arboricidio al gorrionicidio

Puedo llegar a entender, aunque no compartir, al menos no todas, las preocupaciones de los colectivos ecologistas sobre las agresiones que supuestamente se perpetran contra los ecosistemas, algunos más o menos vírgenes como las selvas y los bosques, otros más o menos humanizados como las dehesas pero lo que no termino de yo de captar es la importancia casi obsesiva que se da al medio ambiente en las ciudades. No, no me estoy refiriendo a que me guste que en las ciudades se respire una atmósfera viciada por el monóxido de carbono ni que debamos desterrar toda muestra de vida vegetal de ellas, que ya veo alguno mascullando salvajadas contra mi persona. Sólo digo que de todos los entornos en los que vivimos, incluso en los que nos gusta vivir, la ciudad es con diferencia el más artificial de todos, el más humanizado y con mucho el más cambiante. Si alguien se molesta en buscar fotografías del Madrid de hace unas cuantas décadas, si alguien se molesta en buscarlas incluso de hace unos siglos, sobre todo de las afueras, descubrirá que el verde en Madrid, sus árboles, sus arbustos, son relativamente recientes. Son en su mayoría plantados por los humanos y a ellos deben su existencia. El Parque del Oeste se sitúan encima de un antiguo vertedero; la Casa de Campo es un antiguo coto de caza de la Casa Real y como tal habrá sido alterado y gestionado; el Parque Juan Carlos I apenas tiene unos pocas décadas de vida y teniendo en cuenta los vientos que se dan por la zona, pasarán algunas más hasta que los árboles tengan un tamaño y un porte como los de El Retiro, otro parque este mucho más antiguo que debemos a la Casa Real, juraría que la de los Austrias (el que quiera que lo investigue). Que decir de los miles de árboles que viven en los alcorques de las calles y avenidas. Todos ellos maravillosos, con una sombra que se agradece sobre todo en verano, todos ellos plantados por jardineros municipales o vecinos.

Puede entender y entiendo que los vecinos se cabreen y se quejen cuando las piquetas de las obras de Gallardón arrasen con árboles que en algunos casos tienen mucho más de 50 ó 100 años pero no entiendo que me hablen de atentado ecológico ni de ninguna de esas barbaridades que se inventan para llamar la atención. Seamos serios, que de El Paseo del Prado quiten, si es que lo hacen en la próxima legislatura, una veintena de árboles y se transplanten otros tantos puede ser algo paísajísticamente imperdonable y estéticamente criticable, incluso moralmente cuestionable pero no es ningún atentado a la naturaleza porque la ciudad es ante todo un ente cambiante en manos de sus habitantes. En una ciudad donde se anuncian cada vez con más profusión el nacimiento de parques forestales y zonas verdes de todo tipo y condición, la labor de estos árboles arrancados es sustituida por otros muchos que se plantan a costa del dinero de todos. El arboricidio es ante todo un cuento, una filfa, un fantasma con el que políticos de toda condición, se atacan en virtud de una estrategia de poder que poco parece beneficiar a los ciudadanos.

Dentro de esta demagogia barata el PSOE carga ahora con los gorriones, ese pajarillo que me cae tan simpático y que las miserias de la política lanza ahora a las páginas de los periódicos. Resulta que el grupo municipal socialista ha comprobado ¿? que desde 2001, el número de gorriones se ha reducido en 300.000, ni más ni menos, el 30%. Las razones, pues las mismas que el resto de males medioambientales que aquejan a Madrid, las dichosas obras de la M-30, una de esas obras faraónicas que suelen acometer los políticos con ganas de notoriedad. Talas y podas masivas han evacuado miles de nidos de las riberas del Manzanares, cosa que no sé si es verdad pero desde luego por donde vivo, un poco más abajo de ellas, no es cierto o al menos, no lo percibo de esa manera. A ellos hay que unir otro buen número de aves urbanas como los petirrojos, los carboneros y las golondrinas y aviones. De estos dos últimos, según escuché no hace mucho, porque los nidos no agarran bien en los nuevos materiales de construcción por lo que buscan casas más apropiadas, bien en el centro histórico, bien en barrios más periféricos.

El gorrión es listo, es más listo incluso que el alcalde Gallardón, la socialista Jiménez y la comunista Sabanés juntos. Basta con ver como se desenvuelve entre la gente por hacerse con una miga de pan, ¡y sin subvenciones!. Sabe aprovechar las oportunidades y si alguna zona se vuelve imposible por las obras, emigra a zonas más propicias. Cuando estas terminen, seguro que aprovechan los nuevos espacios que se supone que serán mucho más verdes para aumentar la población. Pero mientras tanto, se convierten en una excelente arma arrojadiza entre el PSOE y el PP, un arma llena de demagogia como cuando Pedro Santín, responsable de Medio Ambiente del PSOE en el Ayuntamiento pide un Plan para la Protección de Aves Urbanas que incluye el control de urracas y cotorras "con el fin de evitar que ese pájaro [por el gorrión] tan querido para la ciudadanía termine entrando en las listas de especies amenazadas de extinción".

¡El gorrión en extinción!, antes Santín se jubila.

Comentarios

 
Igual suerte no corrio la palomilla cuculi tambien conocida como curruca de jardin, antes en los 80 habia bastantes por las mañanas, ahora son mas bien escasas por alguna razon.
Enviado por el día 15 de Mayo de 2006 a las 15:57 (1)
Seguro que por culpa del voraz capitalismo.
Enviado por el día 15 de Mayo de 2006 a las 23:05 (2)

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