15 de Noviembre de 2006
« El catastrofismo es rentable | Principal | Montilla ya ha perpetrado el tripartito »
¿Qué pasaría si nunca pasara nada?
Con tan rocambolesco eslogan el Ayuntamiento de Madrid ha iniciado una campaña que, desde mi punto de vista, tiene dos objetivos, uno eminentemente práctico y otro, claramente ideológico.
Las obras que el Ayuntamiento de Gallardón viene acometiendo desde hace ya ¿siglos? en la M-30 -y que para el que no la haya tenido de que sufrir, diré que es una de las carreteras de circunvalación de la capital española-, han provocado no sólo el enfado de muchos vecinos afectados por la cercanía de las obras, sino la desesperación de infinidad de conductores que han visto como se perdían horas de sus valiosas vidas en atascos sin fin, como los taxímetros corrían entre la desesperación del cliente y la impaciencia del taxista y un creciente número de accidentes y sobresaltos que algunos achacamos, creo que justificadamente, a ellas. Sin olvidarnos de la conflictividad política, no sólo entre los grupos de la oposición y el alcalde, sino con otras Administraciones Públicas, incluida la de Bruselas, que maniobraron para parar o retrasar las obras de forma que el dinero del ciudadano se perdiera en riñas más tabernarias que políticas. El Ayuntamiento se ha convertido por las artes de Gallardón en el más endeudado de España y los madrileños y resto de españoles, en menor medida, deberemos pagar con nuestros impuestos, su visión faraónica, su sueño olímpico. En estas circunstancias y ante la inminencia de las elecciones municipales en primavera de 2007, Gallardón necesitaba un ejercicio de propaganda que justificara o al menos suavizara todos los efectos negativos de este particular Palacio de Xanadú pero en público. Me lo esperaba, de la misma forma que no me sorprendió la edición de un DVD “gratuito” con imágenes virtuales de lo bien que iba a quedar todo y que repartió por los barrios colindantes, tampoco me ha sorprendido esta campaña. Lo burdo, en las formas, y lo efectivo no tienen porqué estar reñidos.
Pero tal campaña tiene un tufillo antiliberal claro y evidente, keynesianismo en estado puro, intervencionismo como motor único y exclusivo para que avance la Humanidad. ¿Qué pasaría si nunca pasase nada? es una mentira socialistoide que muchos abrazarán sin demasiada dificultad, algunos con entusiasmo y hasta la defenderán con ardor. Gallardón nos dice que sin sus planes maestros, sin su visión de futuro seguiríamos en el siglo XIX o quien sabe, igual lanzando los orines a las calles desde el orinal de nuestro cuchitril. Además, estamos ante una imposibilidad manifiesta, si Gallardón no lo hiciera alguien terminaría haciéndolo pero con la diferencia de que esto puede hacerse sin necesidad de quitar el dinero a nadie, sino a través de la actividad empresarial y a la satisfacción de necesidades, incluida las de tener calles en buenas condiciones o de comunicaciones por carretera adecuadas, a través de la actividad privada. O acaso no han sido los vecinos y los comerciantes los que, antes de que el Estado pusiera la mano en sus bolsillos, empedraban y conservaban sus calles. Acaso no son ellos, nosotros, los primeros interesados en tener o ofrecer un ambiente adecuado a los nuestros y a los visitantes.
¿Hasta que punto muchas de las obras realizadas desde lo público son, no ya sólo rentables o eficientes, sino necesarias? La máquina del adoctrinamiento ha hecho una labor maravillosa, la educación pública, los medios de comunicación y, como en este caso, las campañas propagandísticas que pagamos todos, se encargan de hacer el trabajo sucio, el resto lo hacemos nosotros mismos.
Comentarios
Prefiero a un traidor o (lo que es más importante) un candidato de mi cuate Polanco en la Alcaldía de Madrid. Sin embargo, también quiero promocionar a mi amigo Miguel Sebastián, que la gente le conozca, para futuras empresas (permanecer "como sea" en el poder). Así que, preparo una envolvente que consiste en jugar a que gane "albertito" en las municipales, de manera que atizo la hoguera de las vanidades del personaje dentro del PP para las elecciones que realmente me interesan por el momento: las generales. La capital ya caerá como plaza rodeada por las huestes de mi constelación de fuerzas anti-PP. Quizás deba hasta nombrar a Ruiz Gallardón como mi vicepresidente en el futuro...
No se admiten ya más comentarios.