28 de Abril de 2007
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De esos barros (soviéticos), estos lodos (estonios). Reflexión para España.
Uno de las principales características del socialismo es su talante universal, es decir, su necesidad de ser aplicado a todo bicho viviente, quiera o no. Es lógico si se piensa en él como el último estado de la sociedad, la utopía hecha realidad. ¿Quiénes somos nosotros, simples mortales, para dudar de la palabra de Marx? Por otra parte, esta tendencia a la ocupación de lo individual por lo colectivo es también común al nacionalismo, si bien se suele limitar a un ámbito algo más restringido, por lo general el que el nacionalista considera su espacio vital, guste o no guste al que en ese momento lo ocupe. Cuando socialismo y nacionalismo se unieron nació un fenómeno que históricamente se ha llamado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, o sea, la URSS de toda la vida.
Cuando el Imperio Ruso cayó en manos de los comunistas, tras la Revolución y la guerra civil subsiguiente, el socialismo encontró en el estado zarista una mezcla de nacionalismo y racismo que no terminó de eliminar. Con el tiempo se creo un batiburrillo extraño que inspiró buena parte del Imperio Soviético sobre todo en la Segunda Guerra Mundial donde se echo mano del nacionalismo ruso para justificar las matanzas a las que Stalin sometió a su numerosísimo ejército. La Rodina, la patria dejó de ser un vestigio del capitalismo para convertirse en una inspiración.
Fruto de ese espíritu nacionalista, y de la ingeniería social comunista, se dio un proceso conocido por “rusificación”. Etnias, culturas, nacionalidades y todo aquel que se opuso directa o indirectamente, incluso aquel que potencialmente podía ser peligroso, fue trasladado a otro lugar del imperio soviético, por lo general al este siberiano aunque otras veces fue simplemente eliminado (¿para cuándo un Nuremberg del comunismo?). Por otra parte, la élite rusa también fue invitada a ocupar aquellos sitios que quedaban libres para la colonización.
El resultado de este proceso es lo que tenemos ahora. Minorías, cuando no mayorías de origen ruso viven en buena parte de las repúblicas que formaron parte de la URSS y, bien por origen o tradición, bien porque son alentadas desde Moscú, todavía tienen muy hondo ese sentir. Por otra parte, muchos de esos países, como Estonia, Letonia o Lituania, no han olvidado aún las persecuciones e incluso el genocidio de sus “aliados” rusos, lo que favorece el enfrentamiento entre estos grupos. En este contexto, es fácil explicarse las revueltas que están teniendo lugar estos días en Estonia entre jóvenes de origen ruso y el gobierno de turno por la retirada de un monumento en honor de los soldados soviéticos que murieron en la Segunda Guerra Mundial, soldados que hemos de recordar invadieron al pequeña República de Estonia y pasaron a cuchillo a buena parte de sus habitantes en virtud de su alianza con la Alemania nazi. En esos tiempos, Estonia no formaba parte de la Rodina. Las quejas de Moscú forman parte de este pulso de poder que Putin suele tener con Occidente de vez en cuando.
No es extraño este tipo de proceso. En China, en el Imperio Chino, ha tenido lugar uno parecido, una “chinificación” que ha trasladado o masacrado innumerables poblaciones sustituyéndolas por población étnicamente china. Tampoco debemos irnos tan lejos para encontrar comportamientos similares, una vistazo a la Europa del periodo entreguerras nos ayuda a comprender como los conflictos entre estados por las minorías que viven en las fronteras del otro, pueden dar lugar a conflictos muy importantes. Si echamos un ojo a los países que actualmente componen la Unión Europea, veremos que apenas existen minorías alemanas en Francia, o polacas en Alemania, húngaras en Rumanía o, sobre todo ningún alemán en Kaliningrado, ahora rusa, antes polaca, antes alemana, antes cuna del nacionalismo prusiano y por tanto, del alemán.
Dicho esto, me gustaría hacer una reflexión más nacional. En Europa, durante un siglo largo, las fronteras nacionales, los nacionalismo, la idea de pertenencia al grupo y la superioridad del grupo (nación, sociedad, etnia) sobre el individuo, han propiciado enfrentamientos entre culturas, han favorecido guerras y han provocado millones de muertos directa o indirectamente, de forma sistemática y continua, y sólo la expulsión de estas minorías o su desactivación como fuente de problemas políticos, incluyendo su eliminación física, han propiciado una cierta paz en la región, reivindicaciones fronterizas aparte.
No existe, al menos para mí, ninguna razón para pensar que los nacionalismos vasco, catalán, gallego o cualquier otro, real o inventado, vayan a actuar de forma diferente sino todo lo contrario en virtud de la actitud de los elementos más radicales y la connivencia, cuando no colaboración de los menos extremistas, vamos, de aquellos que algunos llaman de manera un tanto inocente, nacionalismos moderados. Ya conocemos esos barros, pasar a nadar en el lodo o ahogarse en él es cuestión de tiempo.
Comentarios
No existe, al menos para mí, ninguna razón para pensar que los nacionalismos vasco, catalán, gallego o cualquier otro, real o inventado, vayan a actuar de forma diferente sino todo lo contrario..."
Tranquilo, si no llego eso a tanto hasta ahora, probablemente no llegara. Paz total no habra pero no exacerbemos las cosas antojadizamente. (Es como algunos matrimonios donde nunca hay paz pero tampoco se llega a la ruptura total.)
Sobre los rusos, creo que su influencia sobre esos paises fue como la de España en America. Positiva, por supuesto, mas alla de todo. Es que los españoles eran mas, asi como los rusos han sido y son mas (en comparacion con la mayor parte de la gente del mundo). Rusia es una gran nacion (le pese a quien le pese).
"Cuando el Imperio Ruso calló en manos de los comunistas" (arrghhh) Supongo que te refieres al verbo "CAER", por lo tanto: "cayó".
"revueltas que están teniendo lugar estos días en Letonia" Mira el título que has puesto, es ESTONIA, ya que la estatua estaba en el centro de Tallinn capital del citado país.
Lo triste es cuando se basa en leyendas e historias creadas en la mente enfermiza de un Sabino Arana Goiri, p.e.
Los vascos serán capaces de trascender algún lejano día su nacionalismo que nunca existió.
Lamentablemente abunda mas lo segundo que lo primero.
"si no llegó eso a tanto hasta ahora, probablemente no llegará"
Algo parecido se dijo de Hitler en 1935, y en el 36, y en el 37, y en el 38.
Y tenían razón, porque lo que llegó al final, simplemente, fue el 1 de septiembre de 1939.
"...y la connivencia, cuando no colaboración de los menos extremistas, vamos, de aquellos que algunos llaman de manera un tanto inocente, nacionalismos moderados."
Cuidado que se enojen los vascos y catalanes moderados!
Saludos
Seguro hay que ceder lo mas que se pueda ante esos nacionalismos, que deben nomas tener su gran publico en esas regiones, precisamente para debilitarlos. Cuando hay grandes pasiones de por medio, pienso que no queda mas que ceder lo mas que se pueda. (Espero que tengan grandes estadistas.)
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