29 de Marzo de 2004

La verdad que esto del lenguaje políticamente correcto está llegando a límites que rozan lo absurdo. En el diario ABC de hoy, su sección de medio ambiente se abre con un amplio artículo que se titula "Flores más justas". En una primera aproximación y con las definiciones más habituales que de la palabra "justo" tengo en la cabeza, no sé si se refiere a que las flores, tras un extraño y maquiavélico proceso de ingeniería genética digno del Doctor Moreau, obran con justicia con sus vecinos los vegetales o que son exactas a las medidas de los jarrones de los amados y amadas que las reciben con besos y grititos agradecidos.

Pero no, una vez más está el comercio de por medio y lo que pasa es que las flores además de los Países Bajos, parece que se importan en su mayoría de países del Tercer Mundo donde ya se sabe que existen abusos, trabajo infantil, uso de venenosos pesticidas y otros fitosanitarios y discriminación, mucha discriminación. En definitiva que para que uno no le duela el alma a la hora de comprar flores y el que las recibe no mire a su amada o amado, familiar o familiaro, que diría el ahora partido en el Gobierno, con cara agriada, debe verificar que el ramo trae la etiqueta FPP que es propia de flores ecológicas y justas, cultivadas con criterios medioambientales y sociales.

Cualquiera que estudiara esta propuesta de eco-etiqueta con un poco de critica, diría que la ha redactado el Comisario Holandés de Asuntos Florales, porque díganme qué país del Tercer Mundo está en condiciones de mantener unos criterios sociales y ecológicos sino un país del Primer Mundo como Holanda, gran exportador de flores. A no ser que mienta descaradamente. Es decir, ¿vamos al monopolio holandés en el comercio de las flores?

Pero como siempre hay quien puede acusarme de no sé cuantos males de los que el mundo tiene por pensar como pienso, volveré a explicarlo. No estoy a favor de la explotación infantil, no esto a favor de la discriminación, tampoco estoy a favor de los abusos o de la destrucción despiadada del medio ambiente. Sólo que cada país tiene su momento histórico y su nivel de desarrollo, que en estos países por diferentes razones es posible que las condiciones laborales que aplicamos en Occidente no se puedan dar y los niños tengan que trabajar, como trabajaron nuestros abuelos y las condiciones de trabajo no sean las mejores, como las de nuestros abuelos y haya abusos y discriminaciones, como las que padecieron, lo adivinan, nuestros abuelos.

Afortunadamente y si nadie lo impide, la información, el comercio y la cultura irán entrando mucho más rápido que lo que llegaron en nuestros países y estas situaciones se podrán ir corrigiendo. O no. Pero lo que desde luego no les favorece nada es que por criterios sociales de difícil aplicación, se empiece a evitar la compra flores de estos países. Porque los grandes beneficiados serán los productores de flores del Primer Mundo que verán como la competencia va despareciendo para su provecho y nuestra desgracia. Menos FPP y más comercio que con voluntad todo mejora.