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Una introducción al razonamiento económico

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Traducido por Mariano Bas Uribe

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Capítulo 7: Salarios mínimos y control de salarios

En realidad, este capítulo es innecesario. Si hemos estudiado cuidadosamente el capítulo anterior acerca de los “controles de precios”, éste nos ofrecerá pocas sorpresas. Pero los salarios son un asunto tan “candente” que se necesita darles un tratamiento más extenso.
 
Con los precios, la queja habitual es que son “demasiado altos”. Con los salarios, el asunto es distinto. Son “demasiado bajos”: los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Habremos oído sin duda comentarios acerca de las diferencias en ingresos. ¿Es un problema real? Como veremos, hemos aprendido ya suficiente para analizar el impacto de las interferencias gubernamentales y en las negociaciones salariales.
 
  1. Antes de leer el resto de este capítulo, tratar de analizar el efecto de las normativas de salario mínimo. (Pista: ¿El hecho de que estemos hablando de un precio mínimo –los salarios no pueden ser inferiores a cierta cantidad- en lugar de un precio máximo cambia los puntos básicos de nuestro análisis?)
 

Una digresión acerca de la igualdad

 
Esto es un libro de texto de economía, no un tratado filosófico –aunque nos gustaría olvidarlo. Pero nos ayudará a nuestro estudio de la economía si observamos una asunción filosófica a menudo no examinada. Cuando la gente se lamenta de la distancia entre ricos y pobres, asumen que el estado ideal sería la igualdad. No podemos tener una igualdad completa, concede la mayor parte de la gente, pero deberíamos llegar lo más cerca posible sin sacrificar demasiado en productividad. Arthur Okun, un destacado economista de izquierda, habla de un “acuerdo igualdad-eficiencia”.
 
  1. ¿Por qué piensa la gente que hay un acuerdo entre igualdad y eficiencia? ¿Por qué no podemos maximizar ambas cosas?
  2. Echar una ojeada a “Teoría de la justicia” de John Rawls (Madrid: Fondo de Cultura Económica de España, 1997). Éste es el libro más influyente de teoría política del siglo veinte. Ver lo que dice Rawls acerca del “principio de la diferencia”.
 

Más acerca de la igualdad

 
¿Pero por qué la igualdad ha llegado a ser de forma incontestable algo bueno? Podríamos pensar que la respuesta es evidente. Supongamos que alguien no tiene casa y pasa hambre y un multimillonario pasa ante él sin prestarle atención. ¿No es injusto?
 
  1. Para nota: ¿Podemos aplicar una técnica de argumentación que ya hayamos aprendido que nos ayude a analizar este ejemplo?
 

Un ejemplo mal elegido

 
Un buen ejemplo de filosofía nos ayuda a comprender exactamente cuál es el asunto en discusión. Un mal ejemplo nos confunde: mezcla juntas dos o más cosas.
 
Recordemos que en lo que estamos interesados en este momento es en el (supuesto) valor de la igualdad. Un ejemplo que trate de mostrarnos que la igualdad es importante debería referirse exclusivamente a la igualdad –a nada más.
 
Bajo este criterio, el ejemplo del millonario y el mendigo no resulta demasiado bueno. ¿Podemos ver por qué? Este ejemplo apela ilegítimamente a un enfoque moral que podemos compartir –esto es, que no es deseable que la gente esté en la miseria.
 
Pero incluso aunque compartamos ese punto de vista, no demuestra que la igualdad sea algo bueno. Para verlo, podemos cambiar el ejemplo de forma que sólo contemple la igualdad. Consideremos dos personas, un millonario y un billonario. ¿Hay algún problema ético sólo porque el billonario es inmensamente más rico que el pobre millonario? Si pensamos que no, ¿qué significa esto acerca de la importancia de la igualdad?
 
  1. “No tienen sentido discutir acerca de la igualdad. Es sólo un juicio de valor que mucha gente, especialmente en la izquierda, comparte”. ¿Qué responderíamos?
  2. “No necesitamos discutir acerca de la igualdad. En una verdad evidente, como demuestra suficientemente un vistazo a la Declaración de Independencia. ¿Por qué tenemos que justificar la igualdad a través de otro principio?” Evaluar.
 

De vuelta a la economía

 
¿Qué determina las tarifas salariales en el mercado libre? Un chiste habitual entre los economistas es que la respuesta correcta a cualquier pregunta es “la oferta y la demanda”. (Como vemos, lo economistas no tienen muy buenos chistes).
 
Aunque el chiste sea malo, la respuesta es perfectamente correcta. Un salario es un precio para actividades laborales de cierto tipo. (Recordemos que no hay una sola tarifa salarial: cada tipo de trabajo tiene un precio distinto).
 
  1. ¿Qué ocurre? ¿Podemos imaginarlo?
Supongamos que el precio de mercado para un zancudo es de 10,00$ por hora. Con esta tarifa, quienes quieran aceptar un empleo a ese precio, lo harán y aquéllos que deseen contratar los servicios de zancudos a ese precio, también. La demanda y la oferta se equilibran. Esperemos que esto no nos sorprenda. ¿Qué pasa si el gobierno dicta una ley que prohíbe emplear a zancudos por menos de 12,00$ por hora?
 

El misterio, desvelado

 
Al nuevo precio de 12,00$ por hora, habrá más gente que antes dispuesta a trabajar de zancudos. (De hecho, por 12,00$ a la hora, nosotros trabajaríamos de zancudo). Pero algunos empleadores no querrán seguir contratando los servicios de los zancudos.
 
¿Quiénes? Obviamente, aquéllos que piensen que el valor de los zancudos está ligeramente por encima de 10,00$. Encontrándose con el requisito de que deben pagar 12,00$ por hora, no encontrarán interesante seguir haciéndolo. Estos compradores marginales ofrecerán a los zancudos una cálida despedida.
 
¿Y entonces, qué pasa? Al nuevo precio de 12,00$ por hora, habrá más trabajadores queriendo trabajar que al precio de 10,00$. Pero habrá menos empresarios dispuestos a contratar a ese precio. Oferta y demanda ya no están equilibradas. Dicho de otra forma, las leyes de salario mínimo producen desempleo.
 
  1. Para nota. Tanto aquí como en el capítulo anterior, hemos hablados de compradores o vendedores “marginales”. Éstos son personas que “por poco” piensan que una transacción realizada el pecio demarcado merece la pena y que abandonarán el mercado si el precio cambia de una forma desfavorable a sus intereses. ¿Es esta idea consistente con la afirmación austriaca de que la preferencia es ordinal y no puede medirse?
 

Excepciones

 
Podríamos encontrarnos con unos pocos casos excepcionales en los que las leyes de salario mínimo no causen desempleo. Supongamos que los zancudos ganan 10,00$ por hora y el salario mínimo es de 5,00$. Podemos predecir con certeza que esta regulación del salario mínimo tendrá poco efecto en el desempleo.
 
  1. Dibujar una curva de demanda y oferta para zancudos, con 10,00$ como salario de mercado. Mostrar cómo un salario mínimo de 5,00$ mantendrá la determinación del precio intacta.
 

Una excepción

 
¿O sí? Cómo ya habremos adivinado, hay una excepción. El mercado de trabajadores se ve afectado no sólo por las actuales tarifas salariales, sino también por las expectativas de futuros salarios. Si un empresario piensa que e salario de mercado de los zancudos caerá pronto a 5,00$ hará planes en consecuencia. Si el salario mínimo interfiere con sus planes, su plan de demanda se alterará.
 
  1. Demostrar por qué la excepción no es realmente una excepción. (Pista: el salario mínimo tendrá un impacto en la futura demanda).
  2. ¿Puede haber una tarifa de salario mínimo tan baja que no tenga efecto ni en los presentes ni en las expectativas de salarios?
 

La regla del salario mínimo

 
Por tanto, en general podemos decir: un salario mínimo será inútil o causará desempleo. De nuevo hay una excepción: el salario mínimo se “justifica” por cambiar los planes de preferencias de forma que el salario mínimo se convierta en el salario de mercado. ¿Pero por qué iba a ocurrir esto?
 

Ética

 
No, no podemos dejar la filosofía de lado mucho tiempo, pero, como ya hemos contemplado lo esencial, podemos ser breves. La regla del salario mínimo no es suficiente por sí misma para demostrar que los salarios mínimos son malos. Es una afirmación descriptiva, no normativa.
 
Más aún, para justificar un veredicto negativo acerca de la legislación de salarios mínimos, no es suficiente añadir el juicio de valor indiscutible de que “el desempleo es malo”. Un partidario de los salarios mínimos puede alegar que los salarios superiores de algunos trabajadores compensan sobradamente el desempleo de otros.
 

Mises al rescate, de nuevo

 
  1. “¡Estamos hablando de vidas humanas! Los principios de economía que determinan el precio de los bienes y servicios ordinarios no son aplicables al trabajo humano”. Evaluar.
  2. Sin salarios mínimos, los empresarios serían libres de pagar “salarios de hambre”. Evaluar.
  3. ¿Por qué son habitualmente los salarios mínimos bastante bajos? ¿Por qué no puede haber un salario mínimo de 20,00$ a la hora?
 
De nuevo, Ludwig von Mises ofrece una solución. Los partidarios de salarios mínimos normalmente no afirman que las ventajas de los salarios altos de algunos justifiquen el desempleo de otros. Por el contrario, afirman que la legislación de salarios mínimos incrementa los salarios sin causar desempleo. Y hemos demostrado que esa teoría económica es falsa. (Si este capítulo suena como una repetición del capítulo anterior, hemos aprendido bien las lecciones. Si no es así, por favor, releer el capítulo previo).
 

La zona de indeterminación

 
Algunos economistas del trabajo dirán que el análisis anterior es crudo y demasiado simplificado. (Deberían decirlo, ¿no?) Hemos asumido que el libre mercado fija los salarios en cierto punto: por encima o por debajo del mismo, habrá escasez o excedentes.
 
¿Pero por qué lo asumimos? Quizás los salarios se fijen por el mercado en una zona, en lugar de un punto. Supongamos que el salario de mercado de zancudos es de 10,00$ por hora. Una norma de salario mínimo pasa a obligar a pagar 12,00$ por hora.
 
¿Debe haber desempleo? No necesariamente. Supongamos que los empresarios demanden exactamente el mismo número de zancudos a 12,00$ que a 10,00$ y que no haya más trabajadores dispuestos a realizar “tonterías sobre zancos” al precio superior. En otras palabras, ni la demanda ni la oferta responden demasiado a pequeños cambios en el precio. Si es así, el salario mínimo no causará desempleo.
 
Los partidarios de este punto de vista no han ofrecido demasiadas evidencias en su favor. ¿Por qué tenemos que suponer que el mercado de trabajo opera de forma distinta de otros mercados? No hablamos normalmente de zonas de indeterminación en el precio del trigo –o de los zancos. ¿Por qué sí de los zancudos?
 
Más aún, si existe dicha zona, ¿por qué suponer que los trabajadores tenderán a quedarse en la parte baja de la misma? Y si lo hacen, ¿por qué es esta una situación que requiera la intervención del estado?
 
  1. ¿Por qué afecta la legislación del salario mínimo especialmente a los más jóvenes y a las minorías?
  2. Listar trabajos de verano que hayamos realizado. ¿Cambios en las tarifas de salarios nos habrían llevado a cambiar de trabajos?
 

Un punto olvidado

 
Podemos estar pensando, “como siempre, estamos dando demasiadas vueltas a un punto nada importante. Quizá las leyes de salario mínimo produzcan desempleo. Pero, después de todo, la mayor parte de la gente gana muy por encima del salario mínimo. Aparte de los más jóvenes –a quienes no les importa mucho- los salarios mínimos no tienen un impacto significativo”.
 
Pero esta objeción limita los “salarios” de forma muy estrecha. El salario no es sólo lo que recibimos, sino el total de la nómina. Si tenemos un plan de pensiones, seguridad social, vacaciones pagadas, etc., todo ello es parte del salario.
 
¿Por qué? Bien, cuando pensamos en un trabajo ¿no lo tenemos en cuenta? Y cuando un empresario nos ofrece un trabajo, debe calcular el coste de estos beneficios sociales.
 
En muchos casos, el gobierno exige que se ofrezca a los empleados ciertos beneficios sociales. El más conocido, es que los empresarios deben contribuir a ciertos pagos a las cuentas de la Seguridad Social de los empleados. Estos pagos deberían ser considerados como extensiones a la legislación del salario mínimo. Prácticamente todos nos vemos afectados por ellos, y por otros beneficios sociales obligados por el gobierno.
 
  1. Para varios empleos, listar los componentes del “paquete total de beneficios sociales”.
  2. ¿Pensamos que los trabajadores preferirían elegir acerca de sus beneficios sociales en lugar de que el gobierno los defina obligatoriamente?
 

Sindicatos

 
Como es usual en este libro, el gobierno ha resultado ser el villano. Pero hay otra fuente de presión que puede subir los salarios de algunos a costa de los de otros. Supongamos que Sam Zancudo dice: “Pienso que 10,00$ por hora no es una compensación adecuada para mis servicios. Quiero 25,00$”. Bueno, puede decirlo –éste es un país libre- pero si el precio de mercado es de 10,00$ encontrará pocas personas dispuestas a contratarle.
 
Imaginemos, ahora, que Sam es un poco más listo. Organiza un grupo de colegas zancudos y dice a su empresario, “Salvo que suba los salarios de 10,00$ a 25,00$ por hora, iremos a la huelga”.
 
Sam ha sido demasiado listo a medias. Recordemos, al precio de mercado, todos los que deseen contratar trabajadores, encontrarán “vendedores”. Sam y sus amigos serán pronto reemplazados. Se han puesto ellos mismos fuera del mercado.
 
La única esperanza de Sam reside en la coerción. Si puede evitar que el empresario contrate sustitutos, tendrá más oportunidades de obtener el salario que quiere.
 
Entre las distintas formas por las que los sindicatos intentan bloquear las sustituciones está la legislación que prohíbe despedir a empleados en huelga y el uso de la fuerza contra los trabajadores de reemplazo.
 
  1. Leer “The Kohler Strike”, de Sylvester Petro (Chicago: Henry Regnery, 1961) para conocer a los sindicatos en acción.
  2. A los trabajadores de reemplazo se les suele llamar “esquiroles”. ¿A quién le interesa este lenguaje peyorativo?
  3. ¿Por qué pensamos que los sindicatos normalmente apoyan la legislación de salario mínimo?