Michael Moore
Dos palabras definen a Michael Moore (n. 1954): éxito y manipulación. Como prueba viva de que ambas no son incompatibles, Moore se ha hecho un hueco en la imaginería de los antiliberales, especialmente después de su celebrado (y premiado) Bowling for Columbine, "documental" que merece como pocos ambos calificativos. Su carrera le ha llevado a disfrutar de los más ostensibles frutos del capitalismo a base de atacarlo falazmente, lo que es en sí todo un logro. Inasequible a las críticas, despreocupado ante los errores que la falta de rigor le pueda llevar a cometer, permanece incansable en el camino de la tergiversación que tan lejos le ha llevado.
Mi explicación del éxito de Fahrenheit 9/11 consiste en que la docuficción recuerda a una de las orwellianas sesiones de odio de 1984, en la que George W. Bush hace aquí el papel de Goldstein. El odio es la clave.
La propaganda corrompe, siempre. Los progresistas serios deberían rechazar las tácticas de Moore y deberían rechazar a Moore.
Reseña de "Estúpidos hombres blancos" de Michael Moore
La buena sátira debería estar asentada también sobre hechos. Lamentablemente, los datos de Moore están mal una y otra vez, y otra y otra, y una simple consulta a las fuentes que él cita muestra que la culpa suele ser de una investigación perezosa.
El cineasta Michael Moore destacó en la última entrega de los Oscar, tras recibir el otorgado al mejor documental, por su discurso "contestatario" sobre la guerra contra el régimen de Saddam Hussein.