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22 de Julio de 2008

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

El fin del neoliberalismo

Stiglitz publica un artículo en el País donde arremete contra el neoliberalismo y el fundamentalismo de mercado por, entre otras razones, habernos abocado a la actual crisis económica.

Podemos resumir las tesis de su artículo en las siguientes:

- El neoliberalismo equivale al fundamentalismo de mercado, esto es los mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos con eficiencia y sirven bien al interés público.
- Parte del fundamentalismo de mercado consiste en defender bancos centrales independientes que eviten la inflación.
- El mercado es culpable de la burbuja inmobiliaria.
- El mercado ha perjudicado a los países pobres.
- Los bancos estadounidenses gestionaron mal el riesgo.
- El fundamentalismo de mercado no está respaldado por la ciencia económica.

Por partes.

Neoliberalismo=fundamentalismo de mercado

El artículo de Stiglitz equipara el indebidamente el neoliberalismo con el fundamentalismo de mercado. No es que quiera perderme en debates terminológicos, el problema es que el Premio Nobel da por separado definiciones antagónicas de ambos términos pero termina equiparándolos.

Stiglitz define fundamentalismo de mercado como la idea de que los mercados se corrigen a sí mismos, asignan los recursos con eficiencia y sirven bien al interés público.

En cambio, los diversos ejemplos que ofrece de neoliberalismo casan pobremente con esta definición:
los mercados tampoco nos prepararon bien para el encarecimiento del petróleo y los alimentos. Por supuesto, ninguno de los sectores es un ejemplo de economía de libre mercado, pero ése es en parte el argumento: la retórica del libre mercado se usa selectivamente; se asume cuando sirve a intereses especiales y se descarta cuando no es así
Quizá una de las pocas virtudes del Gobierno de George W. Bush es que el desfase entre retórica y realidad es menor que con Ronald Reagan. A pesar de toda su retórica de libre mercado, Reagan impuso restricciones comerciales a mansalva, incluidas las famosas restricciones de exportación "voluntarias" a los automóviles.

Las políticas de Bush han sido peores, pero el grado en que ha servido abiertamente al complejo industrial y militar estadounidense ha sido más meridiano. La única vez que el Gobierno de Bush se volvió ecológico fue cuando empezó a subvencionar el etanol, cuyas ventajas para el medio ambiente son dudosas.

Sus agricultores habrían podido competir con los estadounidenses y los europeos, pero no con las subvenciones estadounidenses y europeas.
Difícilmente se puede compatibilizar la defensa de que los mercados se autocorrigen y benefician al interés general cuando son libres con la intervención permanente en el sistema económico. De hecho, el propio Stiglitz parece darse cuenta de esta contradicción y al terminar su artículo ofrece una definición distinta de fundamentalismo de mercado distinta de la que había dado al principio: El fundamentalismo de mercado neoliberal siempre ha sido una doctrina política que sirve a determinados intereses.

Si sirve a determinados intereses sectarios (mediante la intervención guberanamental), no puede promover por definición el interés general. Por consiguiente, el artículo de Stiglitz no va destinado a criticar el libre mercado, sino la mezcla entre un libre mercado controlado por el Gobierno y los grupos empresariales afines. El problema es que el autor no hace clara la distinción, probablemente de manera deliberada: pretende hacer creer al lector que los fundamentalistas de mercado (como él los llama) son en realidad unos hipócritas que no creen en el libre mercado sino que lo utilizan como coartada para promover sólo regulaciones estatales que les benefician sólo a ellos.

Como dice el propio Stiglitz: la retórica del libre mercado se usa selectivamente; se asume cuando sirve a intereses especiales y se descarta cuando no es así. Y no niego que mucha gente se comporte así (empezando por el propio Bush y la práctica totalidad de la derecha neoconservador internacional), pero desde luego no es imprescindible que sea así. Muchos defensores del libre mercado (aka fundamentalistas de mercado) no son partidarios de estas prebendas políticas que sólo sirven, precisamente, para distorsionar y aprovecharse del libre mercado.

Parte del fundamentalismo de mercado consiste en defender bancos centrales independientes que eviten la inflación

Sí es cierto que los defensores del libre mercado defienden la disciplina monetaria. La inflación es un robo para los tenedores de divisa que, por lo general, suelen ser los más pobres (los ricos tienen poco efectivo en sus cuentas, más bien lo invierten en ladrillo, empresas, acciones, materias primas...).

La disciplina monetaria implica que los bancos centrales no expandan artificialmente el crédito para estimular la economía (reducciones de tipos de interés) sino que se limiten a defender el valor de sus monedas. Ya expliqué la diferencia entre los inflacionistas y los partidarios del dinero sólido aquí.

Muchos defensores del libre mercado critican la existencia de los bancos centrales, ya que su función consiste en permitir que los bancos privados se sigan lucrando expandiendo el crédito contra dinero que sus clientes no les han prestado (el banco presta el dinero que han depositado las familias a la vista para hipotecas a 30 años). Sin embargo, consideran que, por lo general, un banco central independiente es mejor que un banco central intervenido por el Gobierno, ya que los incentivos de éste último son a pignorar la deuda pública y forzar rebajas de tipos de interés antes de las elecciones o en momentos de dificultad (sólo hay que oír a Sarkozy o a McCain).

Esto no significa, claro está, que la independencia de los bancos centrales sea la panacea o el cénit del libre mercado. Los bancos centrales pueden ser independientes y, aun así, expandir el crédito y generar inflación. Precisamente esto es lo que hicieron la Fed y el Banco Central Europeo después del 11-S. La Fed puso los tipos de interés al 1% durante un año y el BCE al 2% durante dos años (más aquí).

Y por supuesto hubo inflación. Aunque el IPC no repuntara mucho durante esos años, hay que recordar que el precio de las acciones o de la vivienda no está incluido en el IPC y que estos dos activos incrementaron muchísimo sus precios.

Por tanto, tampoco en este punto parece que se nos hiciera caso a los fundamentalistas de mercado. Los bancos centrales independientes promovieron políticas inflacionarias como las que, entre otros, Stiglitz defendía.

- El mercado es culpable de la burbuja inmobiliaria

Esto está muy relacionado con lo anterior. Stiglitz se queja de que el mercado asignó mal los recursos y sobreinvirtió en vivienda.

Sin embargo, la inversión en cualquier activo viene determinada en su práctica totalidad por los tipos de interés. El tipo de interés no sólo determina el coste de la inversión (si mi hipoteca me cuesta 1.500 al mes probablemente no me compre una casa, pero si pago 500 mensuales tal vez sí) sino que eleva el valor de los activos. Cualquiera que sepa algo de finanzas sabrá que a largo plazo el valor de los activos se determina por sus flujos de caja descontados por el tipo de interés (esto es, cuánto me cuesta traer al presente el efectivo que generarán esos activos a lo largo de su vida). Las rebajas de tipos suponen un menor descuento y, por tanto, un mayor valor presente de los activos.

Por tanto, el tipo de interés influye sobre la inversión por dos vías: reduce su coste y eleva su valor. ¿Y quién determina los tipos de interés? Los bancos centrales. Si los tipos de interés se hunden, los bancos privados pueden prestar también a un menor tipo de interés y los potenciales inversores tienen mayor incentivos a endeudarse.

El problema es que el tipo de interés debería representar el volumen real de ahorros. Nadie puede prestar sin haber ahorrado antes. Pero los ahorros no aumentaron durante esos años (más bien disminuyeron), de modo que se generó un volumen de inversión mayor del que permitían financiar los ahorros. Todo ello para mayor gloria y lucro de bancos y promotoras.

Por tanto, el origen de la burbuja inmobiliaria se encuentra claramente en las reducciones de tipos de los bancos centrales. De haberse mantenido en el 5% o el 6%, no habría habido un auge tan espectacular (y artificial) del endeudamiento hipotecario.

Pero aparte de esto, existe otro problema de educación financiera que ya planteó hace años Robert Kiyosaki. La gente tiende a concebir la adquisición de la casa como la compra de un activo. En cambio, Kiyosaki defiende que la casa es un pasivo, ya que durante muchos años constituye una deuda que prácticamente se come todo el salario del hipotecado y le impide ahorrar e invertir en otra serie de activos que sí generan efectivo (como las acciones, las empresas o incluso los bienes raíces no destinados para el propio uso). Una trampa en la que incluso Stiglitz cae: Ciertamente, este exceso de inversión en el sector inmobiliario tuvo sus beneficios a corto plazo: algunos estadounidenses disfrutaron, aunque sólo fuera durante unos meses, de los placeres de ser propietarios y de vivir en una casa más grande de lo que podían permitirse.

No, la propiedad de una casa adquirida por hipoteca no es una ventaja, sino una desgracia que lastra el futuro financiero de casi todo comprador. La responsabilidad de esta distorsión de prioridades se encuentra, según Kiyosaki, en la ausencia total de educación financiera en el sistema educativo y, ¿quién controla y regula el sistema educativo?

El mercado ha perjudicado a los países pobres

De nuevo, no hace falta ir mucho más allá de los comentarios del propio Stiglitz para comprender que no ha sido el mercado quien ha perjudicado a los países pobres, sino las subvenciones y aranceles de los países ricos para proteger a su industria local de la competencia de los pobres:
Se les dijo que dejasen de intervenir en la agricultura, con lo cual sus agricultores quedaron expuestos a una devastadora competencia por parte de Estados Unidos y Europa. Sus agricultores habrían podido competir con los estadounidenses y los europeos, pero no con las subvenciones estadounidenses y europeas. No es de extrañar que las inversiones en agricultura en los países en vías de desarrollo desaparecieran y que el desfase alimentario se agravara.
No obstante, sí hay un punto donde parece existir un fallo del mercado pero que, en realidad, es un fallo de comprensión del mercado de Stiglitz: la especulación y su responsabilidad en el alza de precios de las materias primas y los alimentos.

Ya expliqué por qué estoy de acuerdo con esto (y desde hace bastante más tiempo que los que ahora critican la fuga de capital desde el sector inmobiliario al de commodities), pero por razones distintas a las de Stiglitz. Resumidamente, sí existe una escasez real de materias primas y alimentos, causada en su mayor medida por las distorsiones de inversión que generaron los bajos tipos de interés de la Fed y el BCE (la inversión se dirigía a una burbuja que se realimentaba en lugar de a incrementar la producción de materias primas y alimentos). Como ya expliqué aquí:
Como pone de manifiesto la teoría austriaca del ciclo económico, la actual crisis se produce por un desajuste entre las distintas estructuras de bienes de consumo y capital. Durante años, en España y en otros países occidentales se ha estado invirtiendo masivamente en el sector inmobiliario, al tiempo que ha confiado la producción de manufacturas a los países asiáticos, singularmente a China y la India.

Dado que en Occidente se producía demasiada vivienda y en Oriente manufacturas, la única manera de mantener el elevado ritmo de consumo de los países desarrollados era pagando con deuda a China y la India (de ahí los elevadísimos déficit comerciales). Todo esto ha permitido incrementar la riqueza de estos países exportadores tanto en términos de renta per cápita como de capacidad productiva. Y es aquí donde encontramos el cuello de botella que ha disparado el precio de las materias primas agrícolas e industriales.

La expansión crediticia occidental permitió aumentar desproporcionadamente la renta de chinos e indios, que de este modo empezaron a demandar masivamente mejoras  en su nivel de vida. Uno de los cambios más trascendentales ha sido la creciente presencia de carne en la dieta de aquéllos, lo que ha obligado a incrementar la cabaña ganadera y la demanda de cereales para alimentar a los animales.

La expansión crediticia facilitó asimismo un extraordinario incremento del capital fijo en China y la India, destinado a producir más manufacturas para Occidente. La mayor dotación de capital fijo requiere ahora de una enorme cantidad de materias primas industriales. Dado que el capital fijo en estas áreas se incrementó muy por encima del capital en otras industrias (como las relacionadas con las materias primas), la oferta no ha seguido a la demanda y los precios de las materias primas se han disparado. Hay un desequilibrio entre determinadas estructuras productivas (capital fijo en manufacturas y capital fijo en materias primas) que debe corregirse mediante reorientaciones de la inversión.

Pero para invertir es necesario ahorrar y canalizar ese ahorro hacia las industrias que  son ahora más rentables (materias primas), de modo que se pueda reestablecer una cierta armonía entre sectores productivos. La obra pública, lejos de canalizar los recursos escasos hacia las materias primas, los retiene en la construcción de infraestructuras, mucho menos necesarias que, por ejemplo, el petróleo, los cereales o el cobre.

Pero además de esta carestía real provocada por la política anterior de los bancos centrales, se está produciendo un alza adicional (la especulación) promovida por la política actual de la Fed. El dinero es un depósito de valor, si la Fed baja tipos y genera inflación, los tenedores de dólares deben buscar otros refugios. La vivienda está en crisis, la bolsa también. ¿Dónde irán sino a las commodities? Como ya expliqué aquí:
Las rebajas de tipos suponen un incremento de los pasivos por parte del Banco Central (habida cuenta de que monetiza un mayor valor de los activos que se le presentan para el descuento) y ello empeora la calidad del resto de pasivos (dólares) existentes. Esta pérdida de calidad del dólar desencadena el proceso que ya hemos estudiado con la pirámide invertida de Exter, esto es, una tendencia a la sustitución de los saldos líquidos en dólares por otros activos que conserven mejor el valor; en este caso han sido el oro, las materias primas, el euro y la deuda del Tesoro.
Por tanto, tampoco es cierto que el libre mercado sea responsable de este problema.

Los bancos estadounidenses gestionaron mal el riesgo

Es cierto que los bancos se han equivocado masivamente. Pero en general todo el sector bancario se basa en su total dependencia del banco central. Sin banco central, los bancos privados actuales quebrarían por ilíquidos. Esto no tiene por qué ser necesariamente así, si los bancos encajan créditos y deudas, no hay problema de liquidez y de insolvencia.

Esta dependencia del banco central significa que el banco central influye enormemente en las decisiones de los bancos comerciales. Como ya expliqué aquí:
Es curioso cómo políticos, reguladores y economistas se escandalizan ante el excesivo riesgo que han asumido los bancos, cuando la Reserva Federal les estuvo prestando dinero al 1% durante más de un año, sin que ningún funcionario pusiera el grito en el cielo.
 
Exactamente, ¿qué pretendía la Reserva Federal que hicieran los bancos comerciales con esa explosión de crédito barato creado de la nada? Cualquier proyecto que los bancos comerciales hubiesen financiado agotando los fondos que proporcionaba la Fed habría resultado igualmente catastrófico. La burbuja inmobiliaria la creó la Reserva Federal a través de los bancos comerciales, no los bancos comerciales abusando de las buenas intenciones de ésta.
 
Aun hoy, los mismos que critican la voraz especulación y reclaman una mayor regulación que supervise cada inversión privada se dedican a lloriquear para que el Banco Central Europeo recorte los tipos de interés, con el único objetivo de realimentar así la burbuja. Con un sistema monetario basado en el patrón oro, la expansión crediticia habría tenido mucho menos recorrido: si los bancos centrales hubiesen reducido los tipos al 1% se habrían quedado enseguida sin reservas de oro, lo que les habría obligado a subirlos.
Los bancos se equivocaron, pero esencialmente por los incentivos que tenían a ello. El banco central les ofrecía tantos fondos como necesitaran para seguir prestando y ello generó un ciclo de malas inversiones generalizadas.

Sin intervenciones políticas en el mercado monetario (dinero de curzo forzoso, dinero fiduciario, banco central monopolístico...) las malas inversiones no podrían prolongarse durante tanto tiempo. Esto no significa que los bancos no se pudieran equivocar, sino que tendrían menores incentivos para ello (ya que no existe prestamista de última instancia y la liquidez se traduce rápidamente en insolvencia y quiebra).

Aparte, habría que plantearse si en los casos de gestión más torpe de los bancos (donde se endeudan a cortísimo plazo para invertir a larguísimo plazo y lucrarse con el spread de tipos de interés) no debería eliminarse la limitación de la responsabilidad de los bancos y perseguir la totalidad del patrimonio de los banqueros por quiebra culpable.

El fundamentalismo de mercado no está respaldado por la ciencia económica

Stiglitz quiere decir "por la ciencia económica neoclásica". Pero precisamente en teoría monetaria, esta crisis está enterrando la ciencia económica neoclásica (monetarismo). La Escuela Austriaca sí tenía una teoría explicativa de las crisis económicas que encaja perfectamente en la actual (puede consultarse mi artículo al respecto en las páginas 29 a 31 de esta revista). Por tanto, es falaz que la ciencia económica no respalde, al menos en el ámbito monetario y financiero, el libre mercado.

Stiglitz hace bien en enterrar el neoliberalismo, pero entendido como el intervencionismo selectivo del Gobierno en el libre mercado para beneficiar a los grupos de presión (como los banqueros). Lo que está en quiebra es el intervencionismo monetario y las teorías monetaristas que le daban soporte teórico. Pero no el libre mercado o, com él lo llama, el fundamentalismo de mercado.

Comentarios

 
Hola,
Creo que Stiglitz hace un recuento de ineficiencias del mercado y sin mayor agumentación las adjudica a la existencia del libre comercio. Non sequitur.

Por otro lado, me gustaría plantearte una cuestión relacionada con el tema:
Hace poco leí el libro de Huerta de Soto sobre el dinero y llegué a la conclusión de que, efectivamente, las crisis se generan endógenamente en el sistema por la existencia de los bancos centrales (también creo que por la reserva fraccionaria, pero eso da igual). El hecho, sin embargo, es que se podría argumentar desde una perspectiva monetarista que aunque la existencia de los bancos centrales genera crisis endógenas la existencia de estas resulta preferible a la de un sistema monetarista privada que resultaría inmune a crisis endógenas pero que resultaría, y he aquí mi tesis especulativa, mucho más vulnerable a crisis exógenas como huracanes, terrorismo, etcétera.
Pensemos en la enorme inflación que se tuvo en España en la edad media cuando la maso monetaria se triplicó al encontrarse nuevos yacimientos auríferos en la recien descubierta América. A este tipo de crisis los sistemas con bancos centrales son inmunes.
Me interesaría por favor saber tu opinión Eaco sobre esta hipotética defensa del monetarismo.

Saludos
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 15:35 (1)
Impecable, Rallo. Gracias por escribirlo, ;) Te enlazo en el mio http://lalibertadylaley.wordpress.com/2008/07/22/%...
Saludos!
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 16:54 (2)
"Sin embargo, la inversión en cualquier activo viene determinada en su práctica totalidad por los tipos de interés"



Yo creo que hay otros factores que también influyen, y no sólo los tipos de interés. A la hora de comprar un activo influyen muchas cosas, como el tipo de interés, pero también lo que yo crea que puede aumentar de valor con el tiempo ese activo (especulación), o el pánico o efecto rebaño (si veo que la gente empieza a comprar/vender yo también lo haré). Recordemos que la caída en la venta de viviendas empezó a producirse en España sin que hubiera una subida en los tipos de interés, por lo que hay otros factores que influyen a la hora de invertir.
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 17:20 (3)
Eskz,

Por eso digo a largo plazo. Es la diferencia entre inversión y especulación. El inversor se fija en el valor a largo plazo del activo, que sólo viene determinado por su rentabilidad futura. El especulador, en cambio, trata de anticipar que van a hacer el resto de invesores y especuladores en el mercado.

Las burbujas se llaman así porque el valor de los activos se ha elevado por encima de lo que justifican sus fundamentlaes (http://www.juandemariana.org/estudio/1898/precios/...) por eso puede caer sin que suban los tipos de interés. Estaba inflado. Pero esta no es la perspectiva a largo plazo que comento, aunque he de reconocer que los bancos centrales pueden alargar mucho "el plazo".
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 17:23 (4)
Yo siempre he estado de acuerdo con casi todo lo que escribes. Sin embargo pienso que como otros economistas das demasiada importancia al dinero y a los tipos de interés en la burbuja inmobiliaria. Yo pienso que lo que ha convertido a la vivienda en un mercado especulativo ideal durante años ha sido la potestad de los ayuntamientos para poner sellos a la edificación, limitando la oferta y haciendo rentable cualquier intento de especulación y lo llevo defendiendo tiempo en burbuja.info y en otros sitios.

Por eso, las personas que se han hecho multimillonarias con la promoción inmobiliaria siempre han buscado el respaldo o soborno de las autoridades, o en el caso de Jesús Gil, se han presentado a las elecciones, un claro indicador de donde ha estado el problema.

Estas personas se dieron cuenta hace años de donde estaba el dinero y actuaron en consecuencia. Y tuvieron éxito obviamente.

Un saludo

blogominae.net
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 19:28 (5)
Hay que distinguir.

Una cosa es que el precio de la vivienda se eleve porque lo justifiquen sus fundamentales. Y esos fundamentales pueden venir dados por factores sociales, económicos o políticos. Si la población se duplica, el precio de las viviendas aumentará mucho. Si los ayuntamientos sólo dejan construir una vivienda por municipio, también lo hará. Oferta y demanda.

Cuestión distinta es que, dado que existe una tendencia al alza del precio de la vivienda, los bajos tipos de interés financien una demanda aun más especulativa. Si los especuladores no pueden financiarse, simplemente no habrá especulación o no la habrá en los términos en los que la ha habido en España.

Ocurre como con las materias primas, su alto precio está parcialmente justificado por sus fundamentales, y por eso se ha generado una demanda especulativa en los últimos meses, financiada con el nuevo crédito que crea la Fed.

Vamos, que sin las restricciones políticas, posiblemente no se hubiese malinvertido tanto en el sector inmobiliario español, aun cuando los precios podrían haber subido por otros motivos.
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 19:42 (6)
Tienes razón, pero si la especulación sigue siendo rentable debido al sistema es bastante difícil que los especuladores no puedan financiarse, entre otras cosas porque la zona euro o los EEUU pueden tener enormes problemas de liquidez, pero otras partes del mundo puede no ser así.

Hace poco vimos como un fondo saudi pujaba por acciones de Colonial creo que era.

En mi opinión y en el caso de la burbuja inmobiliaria si el sistema sigue siendo proclive a la especulación debido a la limitación en la edificación nada va a impedir que gente de otras partes del mundo con dinero suficiente inviertan en ello. Si lo ven negocio claro.

Otra cosa es que el especulador estime que la sobre oferta es tan abundante y cara que no le salga rentable la operación, ¿pero y dentro de 10 o 20 años? ¿que ocurrirá si seguimos con el mismo sistema?

Sin embargo coincido en que es bastante improbable que ocurra ahora porque ahora mismo no sabemos el suelo que pueda tener el precio de la vivienda.
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 20:04 (7)
La cuestión es "si sigue siendo rentable". Con un PER 33 y con varios millones de viviendas vacías, la inversión en inmuebles no lo es y no lo será por bastante tiempo. El ejemplo más a mano es el de Japón. Los precios llevan deprimidos 20 años.

Pasará tiempo hasta otra burbuja inmobiliaria que, no obstante, puede repetirse. Eso sí, siempre después de haber purgado las malas inversiones. Con los bancos al borde de la quiebra, me parece que no se prestarán más dinero a nadie.
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 20:12 (8)
¿Me podrías explicar el párrafo adjunto? Me refiero en concreto a la parte final , sobre perseguir la totalidad del patrimonio de los banqueros........¿Es que no es así actualmente?

"Aparte, habría que plantearse si en los casos de gestión más torpe de los bancos (donde se endeudan a cortísimo plazo para invertir a larguísimo plazo y lucrarse con el spread de tipos de interés) no debería eliminarse la limitación de la responsabilidad de los bancos y perseguir la totalidad del patrimonio de los banqueros por quiebra culpable"

Muchas gracias
Enviado por el día 22 de Julio de 2008 a las 23:31 (9)
Pues no me consta que hoy persigan a los gestores de los bancos en quiebra (si es que les dejan quebrar) simplemente por haber prestado dinero a largo plazo habiéndolo captado a corto.
Enviado por el día 23 de Julio de 2008 a las 18:23 (10)

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