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17 de Abril de 2004

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

¿Cien años más de leninismo?


No es muy difícil darse cuenta de que José Ignacio del Castillo es uno de los intelectuales liberales españoles más importantes del momento. Para corroborarlo, sólo es necesario ver, no sólo la gran cantidad de artículos publicados en esta web, sino también la extraordinaria calidad de los mismos.

¿A qué viene semejante panegírico se preguntarán? José Ignacio publicó tanto en la Ilustración Liberal como en esta web un artículo titulado "Cien Años de Leninismo". En el mismo, trataba de describir el leninismo, seguramente el corpus teórico-práctico más irresistible jamás inventado para hacerse con el poder político, para mantenerlo y para extenderlo universalmente.

Pues bien, hoy buceando por las cloacas de la Red, actividad que como sabrán los lectores de la bitácora me divierte bastante, me he encontrado con este escrito: Welcome, Lenin!, cuyo mensaje esencial es la necesidad de organizarse políticamente y de la lucha política, de la política entendida como arte estratégico para los momentos propicios y los eslabones débiles, para la transformación radical de la sociedad y de la necesidad de una revolución social y política entendida como autoemancipación colectiva.

El autor, Carlos Sevilla, expone una serie de recetas y consejos para tomar el poder; casualmente éste era el objeto del análisis de José Ignacio del Castillo. Mi objeto, pues, va ser comparar ambos textos, intercalando alguno del propio Lenin, y buscar sus paralelismos. Para facilitar la lectura, los extractos del texto de José Ignacio irán en azul, los de Sevilla en rojo y los de Lenin en verde.

Las ideas de Lenin no fueron completamente novedosas. Tkachev escribía ya en 1874: "El pueblo es incapaz de hacer una revolución social (...). Evidentemente el pueblo es indispensable para la revolución. Pero a condición de que la minoría revolucionaria asuma su dirección". Necesario es advertir sin embargo, que detrás de todo el lenguaje pomposo de "pueblo" y "revolución social", lo que subyace es una simple y a la vez formidable idea: Construir toda suerte de resortes y mecanismos con los que una elite fanatizada y sedienta de poder pueda teledirigir a las masas en su conjura para la dominación mundial. Ciertamente, la posición privilegiada del partido queda expuesta cuando se afirma que: El partido es un vector privilegiado de la expresión política de la "crisis revolucionaria y que es necesaria la distinción entre partido y clase (político y social), puesto que la lucha de clases no se reduce al antagonismo obrero-patrón, sino que confronta a la clase capitalista entera al nivel de la reproducción de conjunto. O, en palabras del propio Lenin: Nos vemos precisados a reconocer que sólo esta minoría consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y llevaras tras de sí(...) Esa minoría es, en esencia, el partido. ¿Pero cuál será la misión de esa minoría consciente? La lucha decidida por la dictadura del proletariado. ¿Y qué es la dictadura del proletariado? La dictadura del proletariado es el aplastamiento por la violencia de la resistencia que ofrecen los explotadores. Difícil ser más claro.

De esta manera, entronizado el partido se convertía con ello en el valor supremo. Poco espacio quedaban para las libertades u otros principios democráticos. Hasta el punto en que la lucha política toma necesariamente la forma de lucha de partidos. Para alcanzar tales objetivos la adhesión al partido debía suponer un compromiso personal con la organización. Implicaba además de la aceptación de la totalidad del programa, una participación activa en el partido. Es decir, el miembro del Partido leninista va a ser un activista, obediente, mentalizado y disciplinado. Así se expresaba Lenin: Jamás preparéis la dictadura del rpoletariado si no preparáis a los obreros para crear un partido verdaderamente disciplinado que obligue a todos sus miembros a someterse a su disciplina. Hasta el punto de que la ausencia de disciplina debe conllevar la persecución del desertor: Los mencheviques y los socialrevolucionarios rusos, al quejarse de que los bolcheviques los persiguen, intentan ocultar que eso ocurre porque participan en la guerra civil al lado de la burguesía, contra el proletariado. Olvida Lenin quién comenzó la guerra civil, pero eso carece de importancia. Como ya ha apuntado antes José Ignacio, todo se subordina al partido.

Asentadas las bases, comienza la estrategia golpista. El término revolución debe entenderse en un sentido amplio. La toma del poder político valiéndose de la insurrección armada o del golpe de estado son solamente dos entre una más amplia gama de métodos disponibles.. No sólo eso, no hay que olvidar que una estrategia revolucionaria implica tácticas reformistas o mejor dicho que reforma y revolución se enlazan con "programa de transición". Claro que, ello no obsta para olvidar que los principios del comunismo consisten en el establecimiento de la dictadura del proletariado y en la aplicación de coacción por el Estado durante el período de transición.

En cualquier caso, para asaltar el poder es necesaria una degradación previa, constante y progresiva del tejido social. Una ocupación creciente de pequeños puntos que vayan extendiéndose como la gangrena. El objetivo es convertir una sociedad sana, fuerte e inexpugnable en un cuerpo enfermo, cansado y sin ánimos de resistir. Misión que, cómo no, corresponderá al partido: el partido tiene la función de estar a la escucha, descifra en el campo político la manera a través de la cual se manifiestan las contradicciones sociales y económicas ( y también de otro tipo: culturales, sexuales, ecológicas, etc) bien en una lucha estudiantil o electoral o en un acontecimiento internacional que se revelan como síntomas de una crisis global latente de las relaciones sociales así como de aquello que constituye el acontecimiento político.

José Ignacio extrae del manual de A. Neuberg, Der Bewaffnete Aufstand (La Insurrección Armada) que sirvió durante el período de entreguerras a la formación de cuadros comunistas por la KOMINTERN los cuatro factores necesarios para estimar una situación como pre-revolucionaria.

El primer factor tiene que ver con la pérdida de la capacidad de mando por parte del gobierno puesto que los dos principales objetivos en toda contienda son la voluntad y la capacidad de lucha del enemigo. La merma de capacidad de mando gubernamental vendría manifestada por un gran deterioro tanto de los medios para la defensa como de la autoridad para imponer la legalidad y el orden público. También, la "crisis revolucionaria" en ciertas ocasiones excepcionales y particulares, el Estado se vuelve vulnerable, el equilibrio de fuerzas se torna crítico, no importa cuando "todo desorden de ritmos produce efectos conflictivos. O en otras palabras, ¿No sabe, acaso, que toda crisis revolucionaria va acompañada de una crisis parlamentaria?

Otro elemento esencial se produce cuando el gobierno ha perdido su legitimidad entre amplias capas de la población. O, en palabras de Sevilla: ¿Qué es la "crisis revolucionaria"?: Lenin no da una definición precisa. Enumera antes sus condiciones algebraicas generales: cuando los de arriba ya no pueden...; cuando los de abajo ya no quieren...; cuando los de en medio dudan y pueden cambiar de campo. El nexo entre los de arriba y los de abajo se rompe, el gobierno, los de arriba, pierde capacidad de mando y queda deslegitimido entre el populacho, los de abajo. Y para ello, podemos oponer contrapoderes al poder coercitivo del Estado, incluso podemos ignorar el poder, él no nos olvidará(Chile 1973, Chiapas 1994-2004, Argentina 2001, Bolivia 2003, etc.)

El tercer factor es una grave crisis económica y social que afecte a una mayoría de gente. Crisis que deberá encauzar el cuarto elemento: unas fuerzas insurgentes organizadas y preparadas para la toma del poder. En estos momentos de crisis, el Partido aparece como un elemento de estabilidad: El partido es el elemento de continuidad de las fluctuaciones de la conciencia colectiva. Pues, en el fondo, nuestra única estrategia consiste en ser más fuertes y, para ello, más inteligentes, más sensatos, más oportunistas. Pero la mejor síntesis la tenemos de la pluma de Sevilla: Pero para que una crisis desemboque en victoria falta el cuarto elemento: un proyecto y una voluntad política capaces de decidir el instante crítico entre varios posibles. El partido es una pieza central del dispositivo estratégico.

Para crear esta crisis social, indicador de una situación prerrevolucionaria, todo vale. Tanto las actividades "legales" amparadas en las libertades democráticas como las ilegales -terrorismo, espionaje, sabotaje, desinformación, bandolerismo. Sevilla así lo explica: Lenin distingue: "principios de organización" ligados a las condiciones generales de lucha sobre el capital y "sistema de organización" variable según condiciones concretas de legalidad, represión o desarrollo sin perder el hilo conductor de los principios en el laberinto de las oportunidades. O traduciéndolo: Si el gobierno reprime[las actividades terroristas], deberá verse obligado a desmontar todo el aparato leninista al trata de cortar de raíz la subversión. Esto implica no sólo detener a los que ponen bombas y pegan tiros, sino combatir fuentes de financiación, aparatos de propaganda, equipos de captación y apoyo de activistas... Los leninistas trabajarán en ese caso los tópicos de “caza de brujas”, recortes de la libertades, dinámica represiva que no va al “fondo del problema” y más opresión.

Sin embargo, en nuestro análisis comparativo resulta mucho más interesante trazar las semejanzas entre las tácticas legales. No hay que ser tan iluso como para pensar que, por ejemplo, Sevilla excitará a la comisión de actos ilegales. Al fin y al cabo, como él mismo señala: La reflexión sobre el funcionamiento democrático de la formación política, no se deduce sólo de la "forma partido" sino de toda organización inmersa en una sociedad caracterizada por la división social del trabajo y sobre todo por la división del trabajo manual e intelectual

José Ignacio divide en dos las actividades legales: campañas de agitación de masas, técnicas de infiltración y frentes amplios a través de organizaciones fachada.

La función de la agitación sería explotar los agravios (reales o ficticios), esperanzas, aspiraciones, prejuicios, miedos e ideales de todos y cada uno de los grupos que conforman la sociedad desde el punto de vista religioso, económico, político o racial. Al fin y al cabo, Lenin relataba que la camarada Sylvia Pankhurst ha indicado varias veces en la Comisión que en Inglaterra "hacen falta izquierdistas(...) y que somos los mejores pioneros, pero, por ahora, lo que más hacemos es meter ruido". Yo no entiendo estas palabras en el mal sentido, sino en el bueno, en el sentido de que lo que mejor hacen es agitación revolucionaria. Nosotros apreciamos eso y debemos apreciarlo. Sevilla, con todo, moderniza esta táctica: También hay condiciones nuevas en el tiempo presente(...), la socialización de los antiguos monopolios de poder informativos mediante internet, la posibilidad de convocar acciones de vanguardia en red o "difusa" mediante nuevas tecnologías (ej. de la "noche de los mensajes cortos" mediante SMS de teléfonos móviles, el día 13-Marzo del 2004, día de reflexión electoral frente a las sedes del PP que posibilitó la victoria electoral del PSOE).

Otro paso era el de la infiltración y las organizaciones fachada. La infiltración consistía en introducir a miembros del Partido en organizaciones no-partidistas con el fin de utilizarlas para ejercer influencia a favor de la subversión(...) Las organizaciones completamente infiltradas y las creadas por los comunistas con pretextos fachadas acabarían constituyendo todo un amplio frente de organizaciones-fachada. En este sentido, Sevilla destaca como factor revolucionario al militante de una organización política alternativa como "tribuno de la plebe" que interviene en todos los sectores sociales donde se enlazan esta multiplicidad de contradicciones.

Pero, obviamente, el último paso legal era siempre preparar al partido y al resto de la sociedad para la toma del poder. Las crisis parlamentarias, indicador de la situaciones prerrevolucionaria, sólo se conseguían mediante la infiltración parlamentaria. Únicamente siendo miembro del Parlamento burgués se puede luchar contra la sociedad y el parlamentarismo burgueses. Ahora bien, no hay que perder el objetivo último: Hay que saber cómo se puede destruir el Parlamento. Si puede usted hacerlo por medio de una insurrección armada en todos los países, eso estará muy bien. Sevilla amplia las posibilidades: ¿Destruir el Estado burgués y substituirlo por qué? : "dualidad de poder" inherente a la situación revolucionaria sólo puede tener un desenlace victorioso si ciertas funciones vitales (abastecimiento, transportes, seguridad) del Estado paralizado son asumidas por órganos nuevos, más democráticos y eficaces (comuna de París 1871, Soviets 1917-8). Estos órganos son creaciones originales de la propia lucha, sin normas o modelos preestablecidos.

Como experiencia histórica, tenemos el caso ruso, relatado por el propio Lenin: En nuestra revolución, nosotros no avanzamos por el camino de la teoría, sino por el camino de la práctica. Por ejemplo, la cuestión de la Asamblea Constituyente no la planteábamos antes teóricamente y no decíamos que no reconocíamos la Asamblea Constituyente. Sólo más tarde, cuando las organizaciones soviéticas se extendieron por todo el país y conquistaron el poder político, fue cuando nos resolvimos a disolver la Asamblea Constituyente. Bien lo sabe Sevilla cuando asegura que: La "crisis revolucionaria" es pluritemporal, en ella se combinan distintos tiempos. La política se ve moldeada por ritmos y relevos. A distintos tiempos marchamos, distintos tiempos hacia la dictadura del proletariado. Una vez más: "Sólo por la lucha de clases se mueve la historia". Y como decía Lenin: La guerra civil es la forma más aguda de la lucha de clases, y cuando más aguda es esta lucha, con tanta mayor rapidez se consumen en su fuego todas las ilusiones y prejuicios pequeñoburgueses.

Volviendo al principio, En este artículo se partirá de la base de la necesidad de organizarse políticamente y de la lucha política, de la política entendida como arte estratégico para los momentos propicios y los eslabones débiles, para la transformación radical de la sociedad y de la necesidad de una revolución social y política entendida como autoemancipación colectiva. Quizá ahora se perciba mejor qué entiende el Sr. Sevilla por revolución política y, especialmente, por autoemancipación colectiva. ¿Nos autoemancipará colectivamente a los disidentes?

Comentarios

 
Gran trabajo Juan Ramón. Casualmente me has "pillado" leyendo esto: http://www.rebelion.org/izquierda/040416mr.pdf

No te quepa duda Juan Ramón ... llegado el momento nos emancipan seguro. Un parrafito del Archipélago Gulag, para cerrar: "las autojustificaciones de Macbeth eran débiles y su conciencia le devoraba. Sí, incluso Yago era un corderito. La imaginación y la fuerza espiritual de los malvados de Shakespeare se refrenaba ante una docena de muertos. Porque ellos no tenían ideología"

Séneca va a disfrutar con tu artículo ;-)
Enviado por el día 17 de Abril de 2004 a las 19:06 (1)
Gran artículo, Juan Ramón. El de José Ignacio es un artículo ESENCIAL. Y para mí es uno de los primeros intelectuales de España. Creo que no me dejo llevar por la pasión de amigo.
Enviado por el día 17 de Abril de 2004 a las 20:03 (2)
¡Uf!

En un chat, cuando lo peor de cuando los antiguerra, me echaron sin más contemplaciones por estar a favor en base a la liquidación de Sadam. Por el provado le dije a uno de los operadores que menuda pandilla de estalinistas (por que me echaran y por lo que decían). Me replicó que si creía que eso era un insulto y que ahí había "otras reglas".

Es lo que hay.
Enviado por el día 17 de Abril de 2004 a las 20:07 (3)
Como me conoces castielero , efectivamente me ha gustado mucho . ¿Ha escrito libros jose ignacio del castillo ?
Enviado por el día 17 de Abril de 2004 a las 23:34 (4)
No.
Enviado por el día 18 de Abril de 2004 a las 03:15 (5)
Simplemente GENIAL...
Enviado por el día 18 de Abril de 2004 a las 14:04 (6)
¿Y por qué no usamos esas estrategias para cambiar de mentalidad a esa panda de idiotas sin argumentaciones mínimamente coherentes?
Enviado por el día 18 de Abril de 2004 a las 17:52 (7)
Tras leerlo un poco a fondo... no, no se puede caer tan bajo como ellos, ni desde lo moral ni desde lo práctico.
Enviado por el día 18 de Abril de 2004 a las 17:56 (8)
Notamedia eres terrible.
Enviado por el día 19 de Abril de 2004 a las 03:14 (9)
averia
jakiraki@hotmail.com
Son los mismos perros con distintos collares.Pero hay veces que la lucidez asoma por sus rojas cabezas,¿quizá se drogue ese tal sevilla? se me erizan los baudios de imaginarlo...viva el mal ,viva el capital!!!
Enviado por el día 23 de Abril de 2004 a las 00:28 (10)

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