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Recursos naturales y medio ambiente

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Traducido por Mariano Bas Uribe

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Parte B. El asalto ecologista al progreso económico

6. Ecologismo e irracionalismo

La pérdida del concepto de progreso económico

Una importante confusión intelectual en las décadas anteriores a la aparición del movimiento ecologista, que ayudó a allanar su camino y continúa sosteniéndolo, fue la pérdida del verdadero concepto de progreso económico. En algún momento, el aparentemente sinónimo, pero de hecho muy diferente, concepto de crecimiento económico ocupó su lugar. Sólo tras ocurrir este cambio pudo triunfar la doctrina ecológica.

Crecimiento es un concepto que se aplica a los organismos vivientes individuales. Un organismo crece hasta que llega a su madurez, después envejece y antes o después muere. El concepto de crecimiento es asimismo moralmente neutral, capaz por igual de describir algo negativo o positivo: los tumores y cánceres pueden crecer. Así que el concepto de crecimiento a la vez implica necesariamente límites y puede fácilmente ser aplicado negativamente.

Por el contrario, el concepto de progreso se aplica a través de generaciones sucesivas de seres humanos.[1] Los seres humanos individuales maduran y mueren. Pero como poseen la facultad de razonar, pueden a la vez descubrir conocimientos nuevos y adicionales y transmitirlos a la siguiente generación, que se inicia en la vida poseyendo un conjunto de conocimientos mayor que el que tenía la generación actual. Si la nueva generación continúa pensando, continuará incrementando el caudal de conocimiento humano y así legará a sus sucesores un conjunto de conocimientos mayor que el que heredó. Y así puede seguirse de generación en generación, recibiendo cada una sucesivamente una herencia de conocimientos mayor que la anterior y haciendo su propia contribución. Este conjunto de conocimientos constantemente creciente, siempre que tome la forma de conocimiento científico y tecnológico y por tanto de mejora en los bienes de capital, es la base para un progreso económico continuo.

El progreso es un concepto exclusivamente humano: se basa en la posesión de razón y por tanto de la habilidad de acumular y transmitir un conjunto creciente de conocimientos a través de las generaciones. Al contrario que el crecimiento, cuyos confines esenciales son los límites de un organismo concreto, el progreso no tiene límites en la práctica. Sólo si el hombre llegara a la omnisciencia el progreso tendría un fin. Pero el efecto real de la adquisición de conocimiento es siempre establecer las bases para la adquisición de aún más conocimientos. Al aplicar su razón, el hombre agranda sus capacidades y cuando más las agranda, más agranda su capacidad para agrandarlas.[2]

El concepto de progreso difiere radicalmente del concepto de crecimiento en que también lleva consigo una evaluación positiva: progreso significa moverse en dirección a un estado de cosas superior, mejor y más deseable. Esta mejora en el estado de cosas se basa en el creciente conjunto de conocimientos que la posesión y aplicación del razonamiento humano hacen posible. Su base es el incremento potencial de mejoras humanas que se basan en el conocimiento creciente.

Mientras que es posible denunciar que un “crecimiento” demasiado rápido pueda ser dañino, sería una contradicción en los términos incluso formular la idea de un progreso demasiado rápido, no digamos denunciarlo. Esto significaría que las cosas pueden mejorar demasiado aprisa—que las cosas mejoraran significaría que empeorarían.


[1] Estoy en deuda con von Mises respecto de esta distinción vital. Fue una observación que hizo en su seminario de la Universidad de Nueva York.

[2] Esta proposición es esencialmente similar a la teoría de la acumulación del capital que se presenta en George Reisman, Capitalism, páginas 622-642.