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El caso Lomborg

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Cortesía de Libertad Digital.

Recientemente, un comité danés, hasta ahora desconocido en nuestro país, ha dictaminado que el libro de Bjon Lomborg "The skeptical enviromentalist" es culpable de deshonestidad científica. Los científicos le critican en las revistas. Los activistas le tiran tartas y se muestran extraordinariamente orgullosos de su hazaña, que supongo guiada por una santa indignación. Pero, ¿quién es Bjon Lomborg y que ha hecho para merecer esto?

Lomborg es un profesor universitario de estadística que se declara a sí mismo ecologista, e indica que todo empezó leyó una entrevista al economista Julian Simon en la revista Wired. Su indignación ante la afirmación de éste de que ni los recursos se estaban agotando ni la sobrepoblación era un problema, le llevó a comprar sus libros y a pedir a su clase que le buscaran fallos. El no encontrar ninguno le condujo a reconsiderar sus convicciones ante lo que él mismo denomina la "letanía".

Una letanía que todos conocemos. Estamos acabando con el agua, con los combustibles fósiles, con los bosques, con la comida, con la pesca. Miles de especies desaparecen cada año. El agua y el aire están cada vez más contaminados. La tierra se calienta. El desastre es inminente. El pecado de Lomborg ha sido estudiar cada uno de estos asuntos y llegar a la conclusión de que no es para tanto. Y lo ha hecho empleando las estadísticas más oficiales disponibles, las de la ONU, la FAO, el Banco Mundial, la EPA, la OMC, el IPCC... es decir, exactamente las mismas que emplean los ecologistas como soporte de sus temores.

Lo peor para el pensamiento único oficial ha sido observar como el profesor danés destruía a algunos de sus más santos patrones empleando, exactamente, los mismos datos que ellos. Pese a los esfuerzos, en todo este tiempo sólo han logrado encontrar en su libro menos de una decena de errores menores, errores que no alteran las conclusiones. Normalmente, Lomborg se muestra educado con los posibles errores ajenos, aunque en ocasiones parezca costarle un mundo. Es probable que hayan escuchado en más de una ocasión la cifra de 40.000 especies extintas cada año. Pues bien, esa cifra fue inventada por un científico llamado Myers sin aportar evidencia alguna y repetida desde entonces como la verdad absoluta. Es cuando descubre cosas como ésta cuando a nuestro escritor le tiembla la pluma de indignación.

Porque, de hecho, a lo largo de todo el libro, Lomborg se muestra como un ecologista de izquierdas. Su obsesión consiste en averiguar donde estarían mejor empleados nuestros recursos públicos, si en los objetivos imprescindibles de Greenpeace o en reducir el hambre. Negando la realidad de algunas quejas, y poniendo otras en su justo lugar, llega a la conclusión de que el hambre parece un objetivo más razonable en el que invertir nuestros esfuerzos. Indignante.

Posiblemente el episodio más vergonzoso de la manipulación a la que ha sido objeto Lomborg fue la actuación de la revista Scientific American. Bajo el pretencioso título de "La ciencia se defiende del ecologista escéptico", que ya presupone que el libro es un ataque a la ciencia y, por tanto, ha de ser falso, la revista dedicó once páginas de su número de enero del 2001 a criticar al danés, escogiendo a cuatro científicos de conocida actitud ecologista. Meses más tarde tuvieron la deferencia de dejarle una página para contestar, pero a cambio le prohibieron publicar su crítica completa en su página web, pues consideraron que violaba sus derechos de autor. Todo sea por la ciencia.

Pues bien,el consorcio danés lo que ha hecho ha sido resumir en 6 las 11 páginas del Scientific American dándolas por verdaderas sin examen alguno, reduciendo la amplia respuesta de Lomborg (unas 35 páginas) a línea y media. De ahí extrae su dictamen. Lo cual nos lleva a la pregunta clave, ¿quién es realmente el "científicamente deshonesto"?