Ecologismo
Tal vez la inclusión de esta sección pueda producir perplejidad a algunos, si no muchos, liberales. Por tanto, convendría explicar que el liberalismo no está en contra de la ecología sino del ecologismo y, más aún, del ecologismo "sandía" tan desgraciadamente frecuente. Estos son los artículos sobre el tema:
El cambio climático es real y parece estar causado por el hombre. Es probable que el calentamiento sea modesto y sus efectos no sean exclusivamente negativos.
Discurso en el que se explican las dudas sobre la certeza de la teoría del calientamiento global por dióxido de carbono.
La Royal Society es totalmente falaz en sus declaraciones y lo que hace es intimidar y silenciar a quienes discrepan. No hay uno o dos "en contra" que discrepen de las afirmaciones de los verdes referentes al calentamiento global, sino más de 17.000 científicos.
Los recursos naturales no se están agotando precisamente, a no ser que consideremos estancado el progreso tecnológico; no hemos hecho más que arañar la superficie de la Tierra.
Hoy día, una de las religiones más poderosas del Mundo Occidental es el ecologismo. El ecologismo parece ser la religión que eligen los ateos urbanos. ¿Por qué digo que es una religión?
El capítulo 3 del monumental (en todos los sentidos) tratado económico Capitalism es un devastador recorrido de las falacias del ecologismo.
El latiguillo de moda de unos años a esta parte entre gentes de progreso y políticos de retroceso es el del calentamiento global. Todos los desajustes meteorológicos, desde las inundaciones a las olas de frío pasando por las sequías, los tifones y los vendavales, se explican por el mismo patrón.
Unos vecinos de una barriada dublinesa se enfrentaban a la justicia, en concreto a penas de hasta de diez años de prisión... por no reciclar la basura.
La firma hace años del tratado de Kyoto, basado en informaciones y análisis científicos que, como mínimo, pueden calificarse de dudosos, ha traído consigo unas consecuencias muy negativas sobre el sector empresarial, que es el que crea la riqueza y empleo de un país.
Kyoto es un protocolo por el cual los países firmantes se comprometen a que sus gobiernos o sus parlamentos ratifiquen un tratado por el cual se limitarán las emisiones globales de dióxido de carbono y otros gases en una cantidad aparecida en el tratado en un periodo que llega hasta el 2012.
Garrett Hardin y su esposa decidieron recientemente acabar con sus vidas, que se habían prolongado por 88 y 81 años, respectivamente.
Voy a argumentar que los extraterrestres están detrás del calentamiento global. O, para hablar con mayor precisión, argumentaré que la creencia en los extraterrestres ha pavimentado el camino, en pasos progresivos, a la creencia en el calentamiento global.
Reseña de "El ecologista escéptico" de Bjørn Lomborg
Acaba de publicarse en España la traducción de El ecologista escéptico. Publicado en danés en 1998 y traducido al inglés en 2001, ha sido considerado como la obra más importante sobre asuntos medioambientales desde Primavera silenciosa, de Rachel Carson.
Durante este verano y parte del otoño, se ha venido repitiendo un curioso fenómeno en todo el mundo occidental: que nos hemos quedado a oscuras en los lugares más insospechados.
No hace mucho tiempo se ha empezado a comercializar en España la llamada “energía verde”, generada por fuentes energéticas renovables o cariñosamente conocidas como limpias.
Sólo la iniciativa de proteger a los elefantes llevando las leyes del mercado al corazón de las selvas parece tan sensata como la idea de privatizar todas las ballenas de los océanos, para que el capitalismo evite su extinción.
Cuento la anécdota de memoria pues lo leí hace mucho, pero que mucho tiempo, pero siempre me pareció divertida e ilustra muy bien cual es mi opinión sobre este tema.
Temo ser un poco agorero pero creo que el conflicto entre Europa y Estados Unidos a propósito de los transgénicos lo tenemos más que perdido en el viejo continente.
Desde que en el 7.000-8.000 a.C. se desarrolló la agricultura allá por los valles de Irak, la humanidad no ha dejado de investigar y aplicar la experiencia y el conocimiento para que los resultados de esas cosechas fueran cada vez mejores, en cantidad y calidad.
"Planificación económica"; "crecimiento cero"; "desarrollo sostenible". El envase varía, el contenido no. Dispusieron a su antojo de un tercio de la humanidad, de un volumen de recursos físicos aún más amplio y de tiempo, mucho tiempo.
Recientemente, un comité danés, hasta ahora desconocido en nuestro país, ha dictaminado que el libro de Bjon Lomborg "The skeptical enviromentalist" es culpable de deshonestidad científica.
Friedrich A. Hayek asegura en Camino de servidumbre que es falso ese tópico simplista que presenta a los fascismos, y al nacionalsocialismo especialmente, como una reacción capitalista, radical y violenta, frente al avance del socialismo quedando por tanto ambas ideologías en los extremos opuestos.
Vivimos en la época post-chapapotica, nuevo calendario en el que se mueve España desde hace unos meses. Telediario tras telediario, noticiero tras noticiero, somos bombardeados con las últimas primicias sobre el desastre ecológico más grande de todos los tiempos: el hundimiento del ‘Prestige’ y la gran crisis económica asociada en la que se ve envuelta la Comunidad Gallega.
Lo sostenible está de moda. Pero no me estoy refiriendo a las prótesis siliconadas de alguna famosa de turno. Yo hablo del adjetivo, de uso muy común en ambientes políticos, tertulianos y económicos.
Recientemente se ha reeditado una de las biblias del ecologismo: Primavera Silenciosa de Rachel Carlson (Editorial Debate).
No puedo evitar ver la televisión. Algunas veces, incluso lo que no quiero. Es un problema que le pasa a mucha gente. Te quedas embobado frente a la caja tonta y ahí te pasas toda el día, la tarde o la noche, aunque tengas algo urgentísimo que hacer.
En la conciencia de la ciudadanía se mantiene la idea de que los ecologistas constituyen una reserva moral de nuestras sociedades, un elemento moderador de sus manifestaciones más sucias y perniciosas, que combaten en nombre, no de ningún interés económico o político, sino de la misma naturaleza.
Lo reconozco, cada vez que viendo la televisión escucho algún ecologista explicando los grandes males que hoy en día están castigando a la Madre Tierra, se me abren las carnes.
El ecologismo y la preocupación por el medio ambiente están de moda. Está muy extendida la opinión de que los seres humanos consumistas e irresponsables son un peligro para la naturaleza e incluso para sí mismos.
En un esfuerzo por aliviar la hambruna, los Estados Unidos han ofrecido grandes cantidades de grano. Sin embargo, Mugabe, apoyado por Greenpeace, ha rechazado la oferta, proclamando que la comida era peligrosa porque había sido alterada genéticamente, pese a que era exactamente el mismo maíz que los americanos llevan años comiendo.
Es frecuente escuchar que nos estamos quedando sin recursos o que el calentamiento de La Tierra es fruto de la emisión masiva de CO2.
A través de la Historia pueden rastrearse muchos episodios de enajenación colectiva, más o menos duraderos y más o menos intensos, provocados casi siempre por la facilidad verbal, el magnetismo personal y la hiperactividad que determinados individuos (por lo general, aquejados de alguna tara psicológica) despliegan para aprovecharse de la ignorancia de la gente y halagar los malos instintos y las bajas pasiones comunes a todos los seres humanos.
Los EE.UU. se retiraron del protocolo de Kyoto por los perniciosísimos efectos que su cumplimiento conlleva en términos de costes de energía, creación de riqueza y empleo y pérdida de renta final de los consumidores.