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Una introducción al razonamiento económico

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Traducido por Mariano Bas Uribe

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Capítulo 6: Controles de precios

¿Qué tiene de bueno la economía?

 
Desde hace tiempo, probablemente nos hayamos preguntado: ¿por qué preocuparse por la economía? En realidad, algunos puede que hayan dejado este libro. Si es así, recuperémoslo: veremos en este capítulo cómo la teoría económica nos ayuda a analizar asuntos políticos.
 
  1. “Los precios están muy altos” ¿Qué pensamos que quiere decir esta queja habitual?
  2. “Los salarios son muy bajos” ¿Cómo se relaciona esta afirmación tan corriente con la queja anterior?
 

Interferencias en el mercado

“Los precios de las gasolina son escandalosos: ¿por qué no obligan a las petroleras a vender más barato? Después de todo, obtienen mucho dinero en beneficios: no vamos a mandar a sus accionistas a la miseria si recortamos sus ganancias”.
 
¿Qué ocurriría si, pongamos, los precios de la gasolina bajan de 1,30$ por galón (el precio de mercado) a 1,00$ por galón? Al precio de mercado, cada comprador puede encontrar un vendedor y cada vendedor un comprador.
 
¿Podemos entender de los capítulos anteriores por qué esto es cierto? Una manera de mostrarlo utiliza un tipo de argumentación especial llamada reducción al absurdo. En una argumentación reducción al absurdo asumimos que lo contrario de lo que queremos probar es cierto. Después mostramos que esta hipótesis nos lleva a una contradicción. Si es así, lo opuesto a nuestra hipótesis original es cierto.
 
¿Confundidos? Deberíamos estarlo. Echemos otra mirada:
  1. Queremos probar la afirmación p.
  2. Mostramos que no –p nos lleva a una contradicción.
  3. Esto prueba que p es verdadero.
  1. ¿De qué principio de la lógica depende una prueba de reducción al absurdo?
 

¿Qué pasa si no coinciden los compradores y vendedores?

 
Podemos utilizar una prueba de reducción al absurdo para demostrar que al precio de mercado, cada comprador encuentra un vendedor y cada vendedor un comprador. Supongamos que al precio de mercado de la gasolina, 1,30$ por galón, hay más compradores que vendedores (no –p). Más gente querrá comprar gasolina a ese precio que la que puede suministrarse. ¿Qué ocurrirá?
 
Obviamente, los compradores pelearán para intentar obtener la gasolina. Esta es la razón por la que cuando hay “guerras de precios” entre las estaciones de servicio tenemos que esperar en largas colas. No nos sorprenderá saber que hay gente a la que no le gusta hacer cola. Por tanto, algunos compradores ofrecerán un precio superior.
 
¿Qué pasa con la nueva oferta? Unos pocos compradores querrán gasolina al precio superior, pero también habrá más vendedores deseando ofrecer gasolina a la venta. En un momento dado, la oferta y la demanda se equilibrarán.
 
  1. Para nota: ¿qué compradores ofertarán precios superiores?
  2. “El análisis que aparece en el texto no funciona. En la mayor parte de las transacciones de mercado, los compradores no ofrecen un precio. El vendedor fija el precio. Salvo que el vendedor incremente los precios, los precios no subirán” ¿Qué error contiene esta objeción? Demostrar:
    1. por qué el hecho invocado de que los compradores no elevan los precios es falso:
    2. por qué si el hacho invocado fuera real, la conclusión no sería cierta.
  3. Para nota muy alta: ¿Es la argumentación dada en el texto una reducción al absurdo estrictamente hablando sólo una argumentación análoga? Si podemos contestar a esta pregunta, seguramente merecemos matrícula.
 

Una norma básica de economía

 
Tenemos buenas noticias. Si hemos encontrado demasiado confusa la explicación acerca de la reducción al absurdo, seguimos pudiendo comprender los principios fundamentales de economía sin hacer referencia explícita a ella. Tod lo que debemos recordar es esto: si hay más compradores que vendedores a un precio dado, el precio subirá; si hay más vendedores que compradores a un precio dado, el precio bajará. El mercado tiende a equilibrar compradores y vendedores.
 

Compradores y vendedores marginales

 
De acuerdo: si hay más compradores que vendedores, los compradores ofertarán un precio más alto (para no perdernos, tengamos en cuenta que la proposición análoga es cierta cuando hay más vendedores que compradores).
 
¿Pero cómo harán esto los compradores? Evidentemente, la teoría económica no puede identificar los compradores específicos que lo harán: no nos informa de que John Jones o John Elway ofertarán precios superiores.
 
  1. ¿Por qué no? Recordemos la discusión del capítulo anterior acerca de la praxeología. La teoría económica trata de proposiciones generales, no de proposiciones acerca de personas concretas. En historia económica aplicaríamos las verdades generales a situaciones concretas “rellenando los espacios en blanco”. Por tanto, utilizaríamos la teoría para explicar la historia; pero historia y teoría son cosas muy diferentes.
 

Compradores y vendedores marginales, continuación

 
Sin embargo, la teoría económica puede decirnos algunas cosas acerca de qué compradores ofertarán precios superiores. Supongamos que el precio de la gasolina es de 1,00$ por galón y que, a este precio, existen más compradores que vendedores.
 
Algunos compradores, al precio de 1,00$ por galón no desean comprar a precios superiores. 1,00$ por galón es su límite. A estos se denomina compradores marginales. Los compradores que ofertan mayor precios serán aquéllos que estén dispuestos a pagar más de 1,00$ por galón para obtener gasolina. A medida que suben los precios, los compradores marginales salen del mercado.
 
Como podríamos esperar, un fenómeno bastante parecido ocurrirá con la oferta. Supongamos que a un precio de 1,00$ por galón hay más vendedores que compradores: hay más gente dispuesta a vender a ese precio que gente dispuesta a comprar. ¿Qué ocurrirá? (Antes leer el siguiente párrafo, tratemos de realizar el análisis por nosotros mismos).
 
Al precio de 1,00$ por galón, suponemos, algunos vendedores no encontrarán compradores. Algunos vendedores estarán dispuestos a vender a un precio inferior: prefieren distribuir gasolina a menos de 1,00$ por galón, a no ser capaces de vender gasolina a un precio superior. Otros, los vendedores marginales, saldrán del mercado. Si no pueden obtener al menos 1,00$ por galón, no estarán dispuestos a vender gasolina.
 
De nuevo, el mercado ajusta compradores y vendedores. Al nuevo, y más bajo, precio, digamos 80c por galón (¿por qué no? es nuestro ejemplo y somos libres de poner las cifras que queramos) no hay vendedores ni compradores que no puedan comerciar como desean.
 
  1. Los compradores y vendedores marginales, hemos dicho, son aquéllos que, dado un pequeño cambio desfavorable en el precio, prefieren no comerciar. ¿En qué estándar se basa esto? ¿Quién determina que a alguien le resultaría mejor comerciar que no comerciar?
 

Aparece el villano

 
Por desgracia, el estado a veces se niega a dejarnos suficientemente solos. Supongamos que el estado decide que el precio de la gasolina es “demasiado alto”. Impone un precio máximo de 1,00$ por galón. Resulta ilegal cobrar más por la gasolina. El precio de mercado, supongamos, sería de 1,30$ por galón.
 
¿Qué pasará? Al precio de 1,00$ por galón, habrá más compradores que vendedores. No todos los que quieran comprar gasolina lo podría hacer. El resultado sería una escasez de gasolina.
 
Si se dejara operar al libre mercado, el precio subiría hasta que se alcanzara el precio de mercado. A 1,30$ por galón, el número de compradores y vendedores sería igual.
 
  1. Para nota: ¿Existen casos el cuales un precio máximo no cause escasez?
 

Precios máximos y escasez, continuación

 
Aunque resulte extraño, la respuesta a la pregunta que acabamos de hacer es sí. Supongamos que el precio máximo es superior al precio de mercado. Por ejemplo, que el precio de mercado sea de 1,30$ por galón de gasolina y el gobierno marque un precio máximo de 1,60$ por galón. ¿Cuál será el resultado?
 
Exacto, ninguno. El precio máximo no detendrá a compradores y vendedores para alcanzar el precio de mercado. por tanto, podemos afirmar que un precio máximo o resultará inútil o causará escasez.
 
  1. ¿Por qué, pensamos, que el gobierno puede en algún caso imponer un precio máximo por encima del precio de mercado?
 

Todavía otra complicación

 
Como ya habremos descubierto hace tiempo, nos gustan las complicaciones. No es siempre verdad que un precio máximo por encima del precio de mercado no tenga ningún efecto. ¿Podemos ver por qué no?
 
Los compradores y vendedores no se preocupan sólo acerca de los precios actuales, sino también por sus estimaciones de cambios de precio futuros. Supongamos que pensamos que el precio de mercado de la gasolina, sin contar con la interferencia gubernamental, subirá del presente 1,30$ a 1,60$. Nuestras expectativas acerca del cambio de precios pueden influir en nuestra actuación actual. Si pienso que la subida esperada se verá bloqueada por el precio máximo, mis actuaciones serán diferentes. Por fortuna, no tenemos que preocuparnos acerca de esto en la introducción a la economía.
 

Y otra complicación

 
Hay otro caso en el que el precio máximo no causaría escasez. Supongamos, como antes, que el gobierno impone un precio máximo de 1,00$, cuando el precio de mercado es de 1,30$. Una posible situación sería que las preferencias cambiaran, de forma que el número de compradores y vendedores se ajusten a 1,00$ en lugar de a 1,30$. En otras palabras, el máximo induce cambios en las preferencias que lo “justifican”.
 
Pero sólo tenemos que mencionarlo para ver lo improbable que es que esto suceda. ¿Por qué tendría este efecto la acción del gobierno? De nuevo, debemos mantener el punto de vista principal en mente (aunque sin ignorar las complicaciones). Un precio máximo o bien será inútil o bien causará escasez.
 
  1. Para nota: ¿Podemos imaginar una circunstancia en la que un precio máximo induzca a una sobreproducción (más vendedores que compradores a ese precio)?

La parte ética

Los precios máximos producen escasez, por lo tanto, el gobierno no debe establecerlos. ¿Qué puede ser más evidente?
 
Bien, la premisa es verdadera; la conclusión (en opinión del autor) también lo es. Pero la conclusión no se deduce de la premisa.
 
  1. Dar otros ejemplos de argumentaciones con premisas verdaderas y una conclusión verdadera, en los que las premisas no justifican la conclusión. Advertir que para razonar correctamente, la conclusión debe ser deducida satisfactoriamente de las premisas.
 

Ética, continuación

 
Pero, un momento. ¿La conclusión no se deduce de las premisas? Sin duda, la escasez es mala; y si un programa de gobierno ocasiona una mala situación, es malo. Por tanto, los precios máximos son malos y el gobierno debería evitarlos.
 
  1. Utilizando la discusión previa ¿podemos ver por qué la nueva argumentación no demuestra que la conclusión se deduce de las promesas establecidas previamente?

Todavía más ética

 
La respuesta debería ser obvia. La nueva argumentación no demuestra que la conclusión, el gobierno no debería imponer controles de precios, se deduzca de las premisas originales, porque hemos añadido un premisa nueva. ¿Cuál es?
 
“La escasez es mala”. Es esta afirmación la que nos permite ir de las premisas a la conclusión. En general, necesitamos un deber-ser en las premisas para justificar un deber-ser en la conclusión. Un juicio de valor puede también ser suficiente.
 
  1. Dar ejemplos de juicios de valor.
  2. “Puesto que los juicios de valor son subjetivos, ningún deber-ser puede ser apoyado en la razón. Evaluar esta afirmación.
  3. Algunos filósofos niegan que siempre necesitemos un “debe” en una de nuestras premisas para obtener un “debe” en la conclusión. Descubrir algunos de estos pensadores y dar un resumen de sus argumentos. ¿Por qué sus perspectivas no nos obligan a modificar nuestras conclusiones acerca de lo que se deduce de que “los controles de precios ocasionan escasez”?
 

¿Mucho ruido para tan poca cosa?

 
¿No hemos montado un lío excesivo acerca de un punto muy menor? Después de todo, ¿quién duda de que la escasez es mala? Quizá algún misántropo disfrute privando a otros de los bienes que estos quieren, pero, quitando casos excepcionales cómo éste, ¿no estamos en terreno seguro?
 
Además, ¿no tenemos aquí una solución parcial a la llamada brecha entre hechos y valores? Sólo añadimos un juicio de valor que es evidentemente cierto. Comparemos lo siguiente:
  1. No queremos morir envenenados
  2. Este vaso contiene veneno
  3. No deberíamos beber el contenido de este vaso
La premisa (1) es un juicio de valor, pero eso no empeora el razonamiento.
 

Por qué no estamos en terreno seguro

 
Desafortunadamente, no hemos conseguido todavía una buena argumentación contra el control de precios. ¿Vemos el problema? De “la escasez es mala” y “el control de precios causa escasez” no deducimos que el control de precios no pueda establecerse.
 
¿Por qué no? Consideremos un razonamiento similar:
  1. Los dentistas causan dolor
  2. El dolor es malo
  3. Deberían prohibirse los dentistas
Evidentemente, algo ha ido mal. Incluso cuando algo tenga ciertos resultados malos, puede aún merecer la pena hacerlo. Sus consecuencias buenas pueden superar las malas. Por eso, pocos de los partidarios de controles de precios darán la bienvenida a la escasez. Pero pueden pensar que los problemas de la escasez se contraponen favorablemente a los buenos efectos de los precios más bajos. O pueden tratar de actuar sobre la escasez por otros medios.
 
Un ejemplo de esta estrategia aparece en las justificaciones del racionamiento. En tiempo de guerra, los bienes de consumo tienen dificultades de suministro. Hay gente que opina que es “injusto” permitir que los precios suban y para prevenir la escasez, el gobierno emite libretas de racionamiento. Debemos tener una tarjeta de racionamiento, además del dinero exigido, para comprar lo que necesitamos.
 
  1. ¿Cómo funcionó el racionamiento durante la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos?
  2. Una técnica útil que ayuda a analizar las argumentaciones es construir un argumento paralelo: Dar algunos ejemplos de esta técnica.
  3. ¿Es “injusto” permitir que se ofrezcan precios por encima del de mercado?
 

¿Nos hemos metido en un callejón sin salida?

 
Como ya haremos vislumbrado desde hace rato, apoyamos el libre mercado y, por lo tanto, nos oponemos a los controles de precios. ¿Pero qué podemos hacer ahora? Parece que nuestra posición contra los controles de precios –que llevan a escasez- no es suficiente por sí misma. ¿Debe la oposición a los controles de precios ser clasificada simplemente como un juicio de valor arbitrario?
 
Podríamos responder elaborando una filosofía política que demuestre que el juicio no es arbitrario. Por suerte, no tenemos que seguir este camino tan complicado aquí.
 
  1. Leer “La ética de la libertad”, de Murray Rothbard (Madrid: Unión Editorial, 1995). ¿Cómo contempla la estructura de derechos elaborada en este libro la moralidad de los controles de precios?
 

Ludwig von Mises al rescate

 
Ludwig von Mises descubrió una manera de salir del callejón. Como apuntó, aquéllos que se quejan de que los precios son “demasiado altos” no piensan que la escasez es un “precio” aceptable para precios más bajos. Esperan que los precios puedan bajarse sin escasez.
 
Y aquí la teoría económica demuestra que están equivocados. Por tanto, podemos decir que los controles de precios, desde el punto de vista que quienes los apoyan, no consiguen alcanzar sus objetivos. Por tanto, esta posición resulta ser irracional.
 
  1. ¿Cómo se aplica la argumentación de Mises al racionamiento? (Pista: el racionamiento es una medida para limitar el consumo).
  2. ¿Por qué es un buen argumento contra una posición el que ésta no pueda asegurar los objetivos de sus partidarios?